Notas para una filosofía de la ilusión

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Encuentro, 1982 M11 1 - 204 páginas
Cualquier día es «bueno» para que los medios de comunicación disparen noticias capaces de hacernos desesperar. Las alarmas reiteradas de guerra nuclear, la contaminación de la tierray de las estrellas, el reto semanal de la muerte en carretera, la irritación emocional que genera la superpolitización, el terrorismo y el golpismo... La mitad de la población sufre depresión. Si las distancias han sido acortadas, también los horizontes vitales. Las comunicaciones no solo transmiten mensajes sino que los crean, los manipulan... Hemos pasado del optimismo al pesimismo entusiasta. El desencanto por doquier. ¿Es que no hay alguna ilusión? La ilusión no es autoengaño sino depuración; no es adorno sino vital fundamento de la existencia humana. La ilusión no ruega la realidad sino que la transfigura. El hombre de hoy debe ilusionarse sin desencializarse, sin separarse de su naturaleza. Estos «elementos» que ofrecemos para articular una filosofía de la ilusión pretenden ser un punto de apoyo a un mundo anémico de ilusiones. La filosofía se fraguó y modeló secularmente en la triple tarea de anunciar, denunciar y pronunciar la ilusión. La filosofía purifica y envalentona la ilusión cuando se expresa como un juicio firme contra la muerte, el espectáculo, la decepción... Si la ilusión se pierde, la vida se desorienta, se exprime, se deprime, se apaga. La ilusión se problematiza sin remedio cuando se la equipara a la interrogante por el sentido de la vida: éste se convierte en tortura cuando la vida no proporciona un sentimiento sufriente de ser vivida, cuando se ha perdido la armonía entre la ciencia y la existencia. Ello sucede particularmente en épocas de abundancia de bienes económicos y de decadencia política. Es, por cierto, nuestra época.

Dentro del libro

Contenido

Sección 8
45
Sección 9
53
Sección 10
59
Sección 11
177
Sección 12
187
Sección 13
199
Derechos de autor

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 165 - La política es un orden instrumental y adjetivo de la vida, una de las muchas cosas que necesitamos atender y perfeccionar para que nuestra vida personal sufra menos fracasos y logre más fácil expansión. Podrá la política...
Página 167 - Para el griego lo que vemos está gobernado y corregido por lo que pensamos y tiene sólo valor cuando asciende a símbolo de lo ideal. Para nosotros esta ascensión es más bien un descender : lo sensual rompe sus cadenas de esclavo de la idea y se declara independiente. El Mediterráneo es una ardiente y perpetua justificación de la sensualidad, de la apariencia, de las superficies, de las impresiones fugaces que dejan las cosas sobre nuestros nervios conmovidos.
Página 41 - Hay, pues, toda una parte de la realidad que se nos ofrece sin más esfuerzo que abrir ojos y oídos — el mundo de las puras impresiones — . Bien que le llamemos mundo patente. Pero hay un trasmundo constituido por estructuras de impresiones, que si es latente con relación a aquél no es, por ello, menos real.
Página 165 - Como la democracia es una pura forma jurídica, incapaz de proporcionarnos orientación alguna para, todas aquellas funciones vitales que no son derecho público, es decir, para casi toda nuestra vida, al hacer de ella principio integral de la existencia se engendran las mayores extravagancias.
Página 105 - La razón histórica, en cambio, no acepta nada como mero hecho, sino que fluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: ve cómo se hace el hecho.
Página 159 - El pacifista ve en la guerra un daño, un crimen o un vicio. Pero olvida que, antes que eso y por encima de eso, la guerra es un enorme esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.
Página 22 - Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
Página 178 - ... por constante que esta proposición : Yo soy, yo existo es necesariamente verdadera, todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi espíritu
Página 25 - ¡Oh loca fantasía, qué palacios fabricas en el viento! Modera tu alegría; no sea que, saltando de contento al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo la esperanza. No seas ambiciosa de mejor o más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro; mira que ni el presente está seguro.

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