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Seguian Españoles en su campamento reponiéndose de tan gran descalabro, y Cortés que siempre velaba sobre no permitir que los Mexicanos recibiesen socorro por ningun lado, mandó que los bergantines siguieran recorriendo los lagos, en los que tuvieron algunos encuentros con las piraguas de los Mexicanos que les ocasionaron à ambos, pérdidas considerables. Mandó tambien un mensage al rey de México, proponiéndole la paz con la condicion de que reconociese por su señor al rey de España; mas Quauhtemotzin, despues de haber consultado à los sacerdotes, le contestó, que él y sus súbditos estaban resueltos à espirar ántes que consentir en ser sus esclavos. En tan dura posicion mandó Cortés todavía á Tápia á que auxiliara la ciudad de Quauhnahuac amenazada por los Malinqueses, y á Sandoval al valle de Tolocan á que socorriera á los Otomites que habian mandado pedirle favor contra los Matlatzinqueses, presto volvieron estos con nuevos aliados de aquellos mismos pueblos que habian salido á combatir; y habiendo llegado entonces tambien à Veracruz nuevos refuerzos de España, se vió Cortés, como dice Clavijero, con un ejército mayor que el que Jerjes envió contra Grecia. Entretanto, Chichimecatl, diestro general Tlaxcalés, hizo una entrada en la ciudad con sus soldados Tlaxcaltecas, funesta para los Mexicanos, quienes en venganza atacaron de noche el campo de Alvarado: los Españoles y los aliados corrieron á las armas, duró el combate tres horas, al cabo de las cuales Cortés habia hecho ya una entrada en la ciudad, aprovechándose de aquella coyuntura. Viendo Ixtlixochitl, que los combates eran muchos y pocas las ventajas, aconsejó al caudillo Español que toda hostilidad se suspendiera desde entónces, hasta hacer rendir la ciudad por el hambre, para lo cual no habia mas que impedir del todo la entrada de víveres. Así se resolvió á hacerlo Cortés, agradecido por tan prudente consejo; mas no pudiendo contentarse su ánimo inquieto y belicoso con la inaccion, á los pocos dias volvieron å romperse las hostilidades, no sin enviar ántes á Quauhtemotzin nuevos mensages, cuyo éxito fué tan malo como el de los anteriores.

Los Mexicanos, á pesar del hambre que los acosaba, estaban resueltos á morir ántes que ceder; mas Cortés, viendo su obstinacion, y

y mas de sesenta Españoles, entre los que murieron en el combate, los ahogados y los prisioneros que fueron sacrificados. Los heridos fueron innumerables.

sin dejar de admirar su constancia, se determi nó entrar á en la ciudad destruyendo todas las casas, para quitar á los enemigos el refugio de las azoteas, y despues de varias entradas de poca consecuencia, el 24 de julio hizo una, en que quedando en su poder tres partes de la ciudad, no le restaba ya mas que Tlaltelolco, donde se habian refugiado el rey y la nobleza, para llegar al término de su empresa. El 25 se hizo dueño de una calle principal en que habia un foso tan ancho, que el dia lo empleó en cegarlo para poder pasar, dando en tanto lugar á los Mexicanos para que construyesen nuevos puntos de defensa á falta de las azoteas. El 26 se tomaron todos estos nuevos puntos: Alvarado se adelantó hasta dos torres que habia cerca del palacio en que estaba el rey, donde se detuvo por los anchos fosos que allí habian, y de donde fué rechazado por el denuedo de los enemigos: Cortés por su parte, despues de haber allanado los pasos dificiles, salvó la trinchera y el foso que le impedian la entrada al mercado, se reunió con las tropas de Alvarado, y habiendo visto que solo una octava parte de Tenochtitlan le faltaba para hacerse dueño de ella, y movido por el estado miserable en que encontró á sus habitantes, mandó que cesasen las hostilidades é hizo nuevas proposiciones de paz, tan infructuosas como las anteriores. Al cabo de cuatro dias de entera quietud por ambas partes, reiteró Cortés sus proposiciones de paz, que volvieron á ser desechadas; y no pudiendo ya tolerar tanta repulsa, dió órden á Alvarado para que entrase á fuego y sangre por una calle, mientras él se dirigia por otra. Grande fué el destrozo que en los Mexicanos hicieron aquel dia (1): el pueblo, hambriento, espantado, y ya casi sin vida, vagaba por las calles implorando la misericordia de sus dioses; sus ahullidos, que llenaban los aires, llegaron á los oidos de Cortés, quien conmovido por tanta desgracia, mandó que cesara la carnicería, y se dirigió á unos nobles que guardaban una trinchera, pidiéndoles que suplicasen á su rey tuviese una entrevista con él. Aquellos nobles, que deseaban ya la terminacion de tanta calamidad, se dirigieron al palacio de Quauhtemotzin con el mensage de Cortés; mas el rey, despues de varias evasivas, vino en no conceder al general Español lo que pedia, por lo que Cortés irritado y enfadado ya, reunió todas sus tropas, y en poco tiempo

se hizo dueño de las fortificaciones de mas

(1) Clavijero asegura que entre muertos y prisioneros se contaron mas de doce mil.

cuantía que les habian quedado á los Mexicanos, mientras que Sandoval atacaba la ciudad por el Norte. Este fué el dia en que los Mexicanos tuvieron la pérdida mayor de gente desde la llegada de los Españoles, y en que las miserias del pueblo de la mayor ciudad de Anáhuac llegaron á su colmo (1).

En fin, el 13 de agosto de 1521, despues de haber distribuido en buen órden todas sus tropas y de haber mandado á Sandoval que con los bergantines guardase la salida de Tlaltelolco por el Norte, se dirigió Cortés á dar el último ataque al único punto que les quedaba á los Mexicanos. Antes de proceder á él, mandó nuevo mensage à Quauhtemotzin con proposiciones de paz:,,indújolo á esto, como dice Clavijero, no solo la compasion de tantas miserias, sino tambien el deseo de apoderarse de los tesoros del rey y de la nobleza, pues tomando por asalto aquella última parte de la ciudad, los Mexicanos, privados de toda esperanza de conservar sus bienes, podrian echarlos al lago, para que no cayesen en manos de sus enemigos, ó en caso de no hacerlo así, los aliados, que eran innumerables y mas prácticos en el conocimiento de las casas y de los usos del pais, se aprovecharian de la confusion del asalto, y poco ó nada dejarian á los Españoles." Infructuoso por última vez este mensage, se procedió al asalto, y los soldados de Cortés y los aliados á pesar de la órden del general hicieron una carnicería tan espantosa, aun en los hombres, mugeres y niños que se les habian venido á rendir, que quedaron muertas quince mil personas (2). Muchos nobles y el rey con toda su familia y los reyes de Tlacopan y Tezcoco, se escaparon en piraguas á pesar de la diligencia de Sandoval, quien tan luego como supo su huida, mandó en su alcance à García Holguin en un ligero bergantin. Este los hizo prisioneros y los llevó á todos á presencia de Cortés. Soy vuestro prisionero, dijo Quauhtemotzin á Cortés; y viéndole el puñal que traia en la cintura: quitadme la vida, continuó, con ese puñal, ya que no he podido perderla en defensa de mi reino.

-No temais, valiente Quauhtemotzin, le respondió Cortés, pues sois prisionero del mayor monarca de Europa, de cuya bondad, no solo debeis esperar que os vuelva la libertad, sino el trono de vuestros mayores que tan bien ha

(1) Cortés en una carta al Emperador dice, que la pérdida de los sitiados ascendió ese dia á mas de cuarenta mil personas entre muertos y heridos.

(2) Bernal Diaz.

beis sabido defender. Mandad å vuestros súbditos que se rindan y que salgan de la ciudad sin armas y sin carga, y las hostilidades entre Españoles y Mexicanos cesan desde este momento.

Por espacio de tres dias con sus noches, las calles de Tenochtitlan se vieron llenas de hombres, mugeres y niños, que pálidos y casi moribundos, la abandonaban con el llanto en los ojos y el dolor en el corazon (1).

Así, á fuerza de constancia y valor, llegó Cortés á ver realizados sus ensueños: México quedó conquistada despues de un sitio de setenta y cinco dias, el 13 de agosto de 1521, el tercer año del segundo periodo del siglo mexicano, ciento noventa y seis años despues de su fundacion y á los dos años tres meses veintitres dias de haber arribado á estas tierras el conquistador.

Juzgar á un hombre segun el espíritu de la época en que se recuerdan sus hazañas, y querer que estas estén en todo conformes con aquel, es uno de los mayores errores que puede cometer el espíritu humano: las ideas, los usos y las costumbres son diversas de las que fueron norma de sus acciones, y lo que entonces era una virtud, es hoy quizá un vicio; y lo que una heroicidad, un hecho comun. ¡Tal es la instabilidad de las opiniones de los hombres! Cuando tratamos de presentar, por ejemplo, un personage de la edad media, debemos remontarnos á ella, revestirnos de sus hábitos é inculcarnos sus ideas para no ver en la accion bárbara hoy de dos caballeros que se desafiaban á muerte, sino una prescripcion del honor; y en ellos, por consiguiente, dos almas grandes que no hacian mas que acatar la ley de uno de sus ídolos. No quiere decir esto que nos apasionemos de tal suerte, que ciegos, justifiquemos lo que en sí es digno de vituperio, pues que la única utilidad de la historia consiste en las lecciones que suministra á la posteridad; mas sí que respecto de los personages y de las cosas de lo pasado, no debemos ser tan ligeros que menoscabemos su gloria tan solo porque no obraron como deberian obrar hoy, ó porque no fueron como deseariamos hoy que fuesen. De esta ligereza, de esta falta de conocimiento de su siglo, se resienten quizá algunos juicios que se han emitido sobre Cortés, así como del defecto contrario, de una ciega pasion pecan otros.

Un célebre escritor francés ha dicho hoy, refiriéndose á lo literario, que hay tres clases de

(1) Bernal Diaz.

hombres de ingenio; unos que van con el espíritu de su época, otros con el que ha vivificado siglos anteriores al suyo; y otros, en fin, que por una especie de adivinacion acompañan al que dominará los tiempos posteriores al en que viven, lo cual puede tambien decirse de los guerreros; y en este caso, en la primera clase citaria yo á Cortés que fué del siglo diez y seis y obró segun su espiritu; y en la segunda, á Napoleon que fué del diez y nueve y obró segun las ideas del diez y seis.

El derecho de conquista era en este siglo derecho reconocido por todos, que se tenia ademas como sagrado; y el que emprendia una conquista era tenido por héroe. Cortés emprendió la de México, y en su siglo fué considerado como héroe, ¿por qué, pues, nosotros que lo contemplamos en época tan remota, le hemos de negar este título, cuando no decimos á la generacion que nos escucha, imitalo, sino únicamente admira lo que hizo en un siglo en que la fuerza era la ley suprema, así como le diriamos hoy, que admirara al que sin el aparato salvage de las armas, y solo con la conviccion del raciocinio dominase á los hombres? Cortés como conquistador de México, es grande, porque los hombres prueban su grandeza de alma, segun lo mas ó ménos árduo de las empresas á que se arrojan; y si reflexionamos sobre varios de los pasages que llevamos espuestos de su vida, veremos en cada uno de ellos confirmada la asercion anterior: fué constante, y su constancia no es quizá lo que ménos contribuye á su gloria. Por otra parte, hijo querido de la fortuna, esta le allanaba la senda escabrosa de la conquista; sin las rivalidades de las naciones de Anáhuac, Cortés hubiera perecido con su puñado de Españoles; si Mexico no hubiera sido conquistadora, no hay duda en que no hubiera sido conquistada. Hábil político Cortés, supo aprovecharse de estas disensiones; poco necesitó para persuadir á las naciones subyugadas que venia á ayudarles à sacudir su yugo, y aliado con ellas, las supo hacer instrumentos de su engrandecimiento. La fortuna lo guiaba por todas partes, ¿y qué conquistador ha habido á quien esta no haya cubierto siempre con su egide?

En cuanto á los sentimientos del corazon, no se encontrará tal vez à Cortés muy limpio de tacha: su piedad será desmentida con la horrible catástrofe de Cholula, el suplicio de Xicotencatl etc.; y su gratitud con el indigno tratamiento que usó con Mocteuczoma; mas fácil es convencerse de que en su posicion cualquiera debia ahogar estos sentimientos para poder lle

var á cabo una empresa que requeria un corazon de hierro. La ambicion, la avaricia lo dominaban.... ¿Quién es el hombre exento de vicios que pueda presentarse á los demas como mcdelo?

III.

Consumada la conquista, Cortés quiso apoderarse de los tesoros reales, para lo cual no perdonó medio ninguno, ni el de aplicar el tormento á Quauhtemotzin y á uno de los nobles de mas importancia, (1) á quienes no pudo arrancar el secreto, ni con semejantes violencias; y cuentan los historidades que despues de este suceso siempre andaba Cortés al lado de Quauhtemotzin, á quien trataba con aprecio y aun con respeto, quizá para captarse la benevolencia del pueblo, del que no dejaba de temer que se sublevase. (2) El botin lo distribuyó entre sus soldados y los aliados y reservó el quinto para el Emperador, con multitud de esclavos de ambos sexos que mandó que se marcasen con el sello real: en esto y en recibir las embajadas de las naciones de la comarca, se empleó Cortés el resto de 1521. En 1522 pasó á Coyoacán, en donde nombró el ayuntamiento de México, que residió en esa ciudad algunos años, é hizo allí el repartimiento de terrenos entre sus soldados y los naturales; escribió una carta al Emperador dándole cuenta de cuanto habia pasado y suplicándole que se le quedase á esta tierra el nombre de Nueva-España, y que jamas se enagenase de la corona de Castilla y declaró por un exceso de celo religioso una guerra á cuanto pertenecia á los Mexicanos que sin distincion lo destruyó todo, y con ello la gloria de la nacion Azteca. Cortés se veia falto de pólvora para continuar sus espediciones, y mandó en el acto que se sacase azufre del Popocatepetl; envió en seguida embajada con Olid y Sandoval al rey de Michoacán, quien le envió á su hermano, despues del que vino él mismo en persona á conocer à tan temible conquistador, y á prestarle obediencia. Miéntras tanto Cortés proyectaba la conquista de Ibueras (3) y de Oajaca, para las que pensaba en

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Olid y en Orozco; mas antes de esto mandó que se reedificase México, para lo cual hizo la distribucion de terrenos. Fué entónces tambien á Pánuco y á Tabasco à quitar el mando de estas provincias à Garay que las gobernaba en nombre de Carlos V, y de vuelta de esta espedicion, viendo que ya estaba asegurada su dominacion, promovió que se trajesen mugeres Españolas, ganados y toda clase de semillas de las islas y de España; prometió grandes prémios á los artesanos que quisiesen pasar á México; abrió el camino de México á Veracruz; y mandó en fin, una espedicion al reconocimiento de las costas de la mar del Sur.

En esto arrivó á Veracruz Cristóbal de Tápia, á quien Diego Velasquez, que como ya hemos visto, se habia tornado en enemigo implacable de Cortés, mandaba con el nombramiento de gobernador de México que habia solicitado del Emperador. La guarnicion de aquella ciudad le detuvo y mandó luego noticia á Cortés, quien consultado el ayuntamiento de México, mandó decir á Tápia que olvidando aquel nombramiento, pasase con su gente á poblar á Medellin, ciudad que poco antes habia fundado Cortés en memoria de su patria, en lo que Tápia, que debia de ser poco ambicioso, convino presto; mas á quien Cortés, obligado por motivos poderosos, envió luego á España. Mién tras esto pasaba con Tápia, nombró Cortés á Alvarado para la conquista de Quauhtemalan; (1) y con estos acontecimientos y el hambre espantosa que afligió á México, pasó el año

de 1522.

Hasta principios de 1523, la autoridad de Cortés, dimanó únicamente de la voluntad de su ejército: el Emperador no lo nombró gobernador y capitan general, sino hasta este año en que llegaron á México los despachos de España, en donde Ordaz, Montejo, y el mismo Martin Cortés, padre del conquistador, burlando las esperanzas de Velasquez, obligaron al Emperador à que le confiriese aquellos nombramientos, despues de haberle presentado los presentes que el conquistador le enviaba. En las instrucciones que el Emperador mandó entónces á Cortés, le prescribia que trabajase incesantemente en acabar con la idolatría en estos paises, inspirándoles à los indios ántes confianza que miedo: anuló los repartimientos que habia hecho y mandó que no se hiciese esclavo á ningun mexicano, y que los que hasta allí lo habian sido, se diesen desde entonces por libres. Mandó ademas que Cor

(1) Guatemala. TOM. 1.

tés nombrara por entonces los regidores de los ayuntamientos, de los que señaló doce à México, como capital de la Nueva-España, y seis á las demas ciudades: mandó tambien que se les impusiera un tributo moderado à los indios, y que los pleitos en que se litigase una suma que no pasase de mil pesos fuesen sentenciados por Cortés, teniendo que ocurrir á la audiencia de la Isla Española, si la suma era mayor; eximió al reino de México por ocho años de las alcabalas, y por diez del quinto del oro y plata; encargó igualmente á Cortés que cultivara la verdadera grana que se decia habia en estas regiones y que mandara espediciones à descubrir si habia algun estrecho que comunicara el mar Atlántico con el Océano índico (1), y por auto librado en Pamplona el 22 de octubre de 1522 se obligó á no enagenar, ni él, ni sus descendientes el reino de México de la corona de Castilla.

Cuando llegaron á México todas estas disposiciones del Emperador, hubo en el acto disensiones: los hombres de intenciones rectas aplaudieron la disposicion que volvia la libertad á los esclavos; mas los de ánimo perverso, á quienes les habia tocado parte de ellos, no llevándola á bien, obligaron á Cortés á que representase al Emperador los inconvenientes que de ella resultarian. Mientras que Cortés recibia las felicitaciones por sus nuevos empleos, tuvo la noticia de que habia arribado á Veracruz el Lic. Zuaso, grande amigo suyo, á quien mandó que se condujese á México para que hiciese con él veces de asesor aconsejándole en el gobierno. Llegado á México Zuaso, supo luego Cortés que Garay, á quien habia quitado el gobierno de Pánuco y Tabasco el año anterior, habia arribado en las costas del Norte con una armada respetable: aquel temió al principio; mas sabiendo despues que la mayor parte de los soldados habian abandonado á Garay, y que este imploraba su benignidad por conducto del Lic. Zuaso, lo hizo pasar á México, en donde lo hubiera casado, si ántes no hubiera muerto, porque consideró, que usar de misericordia para con los vencidos, es ganarse amigos verdaderos. Terminó este año con la conjuracion de los Mexicanos porque no se les habia puesto en libertad, como lo habia mandado el Emperador, conjuracion que presto ahogó Cortés, con haber mandado este á Cristóbal de Olid à la conquista de Ibueras, y á Orozco á Guayaccic (Oajaca), y con la apertu

(1) El Pacífico 6 mar del Sur. 14

ra del camino de México á Tampico, y la construccion del Muelle de este puerto.

En el año de 1524, llegaron á México los oficiales del tribunal de cuentas que se estableció en ese año, los cuales eran Alonso de Estrada, tesorero; Rodrigo de Albornoz, contador; Gonzalo de Salazar, factor; y Peralmindes Chirinos veedor. Estos, que vieron que lo que se decia del oro abundante de estas tierras, no

so, quien declaró que era voluntad de Cortés que los cinco siguieran gobernando el reino: Salazar y Chirinos no podian conformarse con que los otros siguieran frustrándoles sus designios, así es que, para acabar de perderlos, por un medio diabólico, se ganaron la amistad de Rodrigo de Paz, primo de Cortés y el hombre mas poderoso de México, à quien aquel habia dejado encargada su hacienda. Con esto dedaban privados de su empleo, lo que ocasionó clararon luego que los tres gobernadores queun tumulto que los obligó á restablecerlos. Mas sosegado el pueblo, los depusieron en fin, y Rodrigo de Paz prendió á Zuaso, á quien envió á Medellin para que de allí pasara á Cuba, con lo que quedaron dueños del gobierno. Nuecuando supieron que Estrada y Albornoz havos temores asaltaron á Salazar y Chirinos, bian salido de México, pues creyeron que estos se iban á unir con Gil Gonzalez y Francisco de las Casas, grandes amigos de Cortés para venir sobre ellos. Salió Chirinos en su seguimiento y los condujo presos á México, en donde cometieron con ellos grandes tropelías, lo mismo que con los demas habitantes de la ciu

estaba de acuerdo con lo que à ellos les pasaba, y que creian que Cortés era quien recogia todos los tesoros de este Nuevo Mundo, en mengua de los intereses de ellos, informaron luego contra él al Emperador, haciéndole aparecer á sus ojos mal, bajo todos aspectos. Cortés que conoció el espíritu de los oficiales reales, se preparó á la lucha; mas anduvo tardo en aprestar sus armas para combatirlos, pues cuando él mandó nueva embajada y regalos al Emperador, aquellos lo habian informado ya contra él, pidiéndole que enviase un juez pesquisidor para que averiguara la muerte de Garay que ellos se la imputaban á Cortés. Entretanto, este que habia sabido que Cristóbal de Olid, hecha la conquista de Ibueras, se habia dad, todo á la sombra de Rodrigo de Paz. sustraido de su obediencia, impelido por un Viendo, en fin, aquellos, que el auxilio de espíritu de venganza, publicó una jornada á este no les era ya necesario, proyectaron perIbueras contra el traidor. Sus parciales traderlo tambien, para lo cual, despues de varios taron de disuadirle de semejante empeño, hamedios de que se valieron, esparcieron la noticia de que Cortés habia muerto á manos de los indios con casi todas las tropas que habia sacado de México; y viendo que esta superche

ciéndole presente que con ello se esponia a perder á México; mas todo fué en vano, por que despues de haber nombrado á Estrada y al Lic. Zuaso, gobernadores de México, (quizá para ganar aquel con esto) y de haberles agregado á Albornoz por consejo perverso de Salazar, á quien junto con Peralmindes Chirinos y los reyes destronados de México, Tezcoco, Tlacopan y Atzcapotzalco, determinó llevar consigo, salió de México para Goazacoalcos, de donde habiendo sabido que al abandonar él á México, habian reñido Estrada y Albornoz, mandó á Salazar y á Chirinos para que los castigasen. Allí supo que Olid habia puesto preso á Francisco de las Casas, lo que le obligó á apresurar su marcha, sin saber que este venia ya á grandes jornadas por Quauhtemolan à darle parte de que forzada la prision en que lo tenia Olid, le habia muerto alevosamente.

á

Mientras Cortés se dirigia de Goazacoalcos para Ibueras, pasaban en México sucesos inauditos: Salazar y Chirinos, de vuelta ya con la órden de Cortés para promover el proceso de Estrada y Albornoz, quisieron hacerlo ruidosamente; mas temiendo un levantamiento, dejaron la decision de aquel negocio al Lic. Zua

ría, que ellos trataron de hacer pasar por cier-
ta haciendo honras à Cortés y mandando que
se las hiciesen en los demas puntos, no podia
ser desmentida, se dirigieron luego à la casa
de Paz, le intimaron la órden de que les diese
una suma que Cortés debia al Emperador; y
resistiéndose aquel á ello le aplicaron el tor-
mento que sufrió sin resolverse á entregar na-
da,
por lo que lo mandaron á la horca; y para
que no llegara la noticia de tantas atrocida-
des, ni á España, ni á oidos de Cortés, manda-
ron órden á los puertos para que no se permi-
tiese, ni la salida, ni la entrada á nadie.

Esto pasaba á fines de 1524 y principios de 1525, y los amigos de Cortés que veian que el reino caminaba rápidamente á su disolucion, varias veces habian intentado ya darle aviso de lo que pasaba en México; habian mandado al capitan Medina, que fué muerto por los indios en Xicalanco, y luego á Diego de Ordaz, que temeroso del fin del primero no quiso pasar adelante. Entretanto, Salazar y Chirinos seguian cometiendo tropelías inauditas: se habian echa

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