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go se advierte, es empresa mucho mas pequeña y sencilla que la primera. De esta historia evangélica posee dicho Sr. Vazquez un tomo escrito con bastante claridad y que comprende treinta y un discursos, precedidos de un preliminar sobre los cuatro Evangelios: el primero, Sobre la concepcion en gracia de María Santísima; y el último, De la degollacion del Bautista, multiplicacion de los Panes, declaracion que con este motivo hizo Jesucristo de la institucion que iba a hacer de la Eucaristía, que no entendida por algunos de sus discípulos se separaron de su sagrada escuela. Todos estos discursos tienen bastante mérito; y ademas de ellos hay otro tomo que comprende algunas otras piezas sobre diferentes asuntos (4). Como traductor merece tambien una especial mencion, pues que ha visto el Sr. Ortega una traduccion que hizo de las famosas Cartas Provinciales de Pascal, cuyo trabajo manifiesta no haber sido tan afecto á los padres Jesuitas como se le ha querido suponer.

Muy marcado se encuentra el gusto que tenia Veytia à las ocupaciones literarias, y mas particularmente á los estudios históricos, tanto en sus escritos originales, como en las compilaciones que frecuentemente formaba, pues que aun se conservaban el año de 36, y no sé si ahora sucederá lo mismo, entre los libros del difunto Sr. Maestrescuela, Dr. D. José Nicolás Maniau, cuatro tomos manuscritos de papeles curiosos, recogidos meramente unos, y traducidos otros por Veytia.

Pero una de las circunstancias que contribuyó mas notablemente á la perfeccion y tino con que escribió su historia, fué la amistad estrecha que durante su residencia en Madrid llevó con el célebre y desgraciado anticuario Boturini, de quien recibió, como él mismo dice, las primeras nociones de las antigüedades mexi

canas.

(4) Son las siguientes:-Arenga que para la apertu ra de la academia de los Curiosos en Madrid hizo D Ma. riano Fernandez de Echeverría y Veytia, el dia 7 de setiembre de 1747.

Oracion nuncupatoria en la solemne dedicacion de la misma academia, bajo la proteccion de María Santísi. ina de Guadalupe de México, hecha por D. Mariano Fernandez de Echeverría y Veytia, en 14 de diciembre de 1747.

Oracion panegírica hecha por el mismo en la propia academia á la Resurreccion de Ntro. Señor Jesucristo. Disertacion sobre la mayor utilidad entre la jurispru dencia y la medicina.

Cuando volvió á Puebla, donde su padre despues de haber renunciado la toga (5) y la superintendencia de la casa de Moneda, habia obtenido la dignidad de chantre en la iglesia Catedral, se entregó con el mayor empeño á sus estudios favoritos, sirviéndole entónces mucho el abundante museo de Boturini, que pudo consultar á su arbitrio, y aunque no se sabe si esta facilidad le vino de haber reclamado al gobierno dicho museo, como albacea de Boturini, ó de las órdenes que dió el rey para que se le franqueasen las bibliotecas y se le ministrasen cuantos datos hubiese menester, es mas presumible lo segundo, tanto porque nadie ignora la resistencia que siempre opuso el gobierno á la devolucion del espresado museo, cuanto porque si se le hubiese entregado como albacea de Boturini, no hubieran estado sus restos en la secretaría del vireinato, de la que se pasaron despues al archivo general, y de este, al museo nacional.

Varias son las razones para sospechar fundadamente que en la entrega que la viuda de Veytia hizo de los papeles de su esposo, se comprendió el manuscrito original de su historia antigua de México, exijido probablemente por el gobierno, como directamente interesado en los trabajos históricos de Veytia.

Tres fueron los hijos que tuvo: Fr. Antonio María de S. José religioso carmelita, muy instruido y que obtuvo los primeros cargos de su órden: murió en Puebla el 25 de diciembre de 1827. El Lic. D. Mariano que murió de cura en Otumba en 24 de abril de 1793, y D. Rafael, que fué subdelegado de Chetla, y vino á morir no hace muchos años á esta capital. Dos hijos de este último viven aun, el Lic. D. Manuel Veytia residente en Atlixco y Doña Agustina en el convento de la Concepcion de esta ciudad.

No quiero dejar de hacer una mencion especial de dos sobrinos de nuestro autor, que se hicieron bastante célebres cada uno en su linea: fueron estos Sor Mariana de S. Juan Nepomuceno, fundadora del convento de religiosas capuchinas de Guadalupe, y D. Manuel Veytia que murió víctima de su entusiasmo por la causa de la libertad.

La primera que ya era riligiosa capuchina de esta ciudad, estuvo luchando con todo género de obstáculos para llevar á cabo su proyecto de fundacion, desde 1773 basta 1780. Despues de tan dilatado tiempo logró del rey

(5) Consta que le fué restituido el empleo de oidor

Otra disertacion sobre qué sea mas poderoso para des- por Real cédula de 7 de marzo de 1742, y que no llegó truir la amistad, los honores ó las riquezas.

á tomar posesion de la chantría de Puebla.

que se espidiese la cédula de ereccion y se dió principio á la obra, en la que empleó tales diligencias y fué tal su empeño y constancia, que sin mas que dos reales con que se comenzó, vió concluida en poco mas de seis años la fábrica que tuvo de costo cerca de trescientos mil pesos.-El 15 de octubre de 1787 se abrió solemnemente y ella fué la primera abadesa.

D. Manuel, el segundo de los sobrinos de que hice mencion y sujeto de excelentes prendas, tenia una mediana subsistencia con el Fielato de S. Andrés Chalchicomula que desempeñaba, y una pequeña hacienda de labor. Atendida su poca ambicion esto le hubiera bastado para acabar tranquilamente sus ancianos dias, aunque era por otra parte digno de haber ocupado otros puestos; pero su ardiente amor á su patria, haciéndole poco precavido, le precipitó en el sepulcro. Ya de edad sexagenaria manifestaba un entusiasmo por la libertad, digno de un jóven, y mantenia sin la debida cautela relaciones con algunos de los gefes principales de la revolucion.

Esta falta, que en su edad solo puede atribuirse al mismo ardor patriótico que lo animaba, fué la que dió motivo á que se le sorprendiera (por culpa de un jóven segun se dice) con

armas y municiones que conducia á Tecamachalco. Este hecho reputado por el gobierno como delito de lesa magestad tuvo el resultado que era de esperarse. El 16 de Julio 1816 fué fusilado en Puebla su patria. Dia de luto para sus amigos y la ciudad entera, de gloria para él, y que no puede olvidarse por los amantes de la libertad, cuando fué derramada en él la sangre de tan ilustre mártir!

Aunque no ha podido encontrarse ningun documento por el que pueda señalarse con exactitud la época de la muerte de Veytia, puede congeturarse sin embargo con algun fundamento, que acaeció el año de 1779.

He aquí cuanto podemos decir de la vida y obras de tan ilustre escritor. Estamos convencidos de no haber llenado dignamente la tarea que nos impusimos y para la que se necesitaria otra pluma; sin embargo, tenemos la satisfaccion de haber hecho cuanto ha estado de nuestra parte por hablar de una manera digna, de un hombre que como Veytia consumió su vida en servicio de la patria, siendo su mas bello ornamento, y dejando un ejemplo que mas que otro ninguno deberia tener numerosos imitadores.

Enero de 1844.-M. ESTEVA Y ULÍBARRI.

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do siglo que alcanzamos, no brota un solo tonto que para aquel objeto se tome la molestia de encender ni un fósforo, magüer que estén tirados por las calles, y que no haya fumador, desde el que gasta frazada con agujeros, hasta el que usa palotet-sac con bordados y alamares, que no vaya provisto ad usum suimetipsius de un par de cajetillas por lo menos.

Pero dejando á un lado este punto de luciferes, porque apesta á demonio ó á' infierno desde una legua, volveré á anudar el mecate de mi rota narracion, para deciros cómo en cierta noche, en que absorvido en mis meditaciones zoológicas, discutia yo en los vacios aposentos de mi cerebro si el mono, por ejemplo, era la transicion del hombre à los brutos, ó el hombre la transicion de los brutos á los monos, acerté á atravesar; la calle de San Francisco, cual el burro de la flauta, por acaso; y como á la sazon sonara una no muy armoniosa dentro de un zaguan, cuya puerta cubria una cortiniIla interior, hube de acercarme à saber lo que fuese el motivo de aquella singular música: salióme al encuentro un histrion, que alargándome afablemente la mano, mas no para saludarme como crei al principio, sino para exigirme políticamente el por cuanto vos contribuísteis con la limosna de un real, díjome enseñarse allí al generoso público mexicano por tan módico estipendio, un admirable é inteligente mono tirador de pistola, que habia no sin fundamento llamado la atencion de las cortes europeas, y hecho sobre todo las delicias del rey ciudadano Luis Felipe, quien en un rapto de entusiasmo le habia concedido brevét para ejercer esclusivamente por diez años en los dominios franceses, su honrosa y graciosa profesion. Esto, en mi humilde concepto, parecióme perjudicar al progreso de la civilizacion entre los monos, puesto que por favorecer á uno, impedia á los demas el ejercicio y mejora de un arte provechoso, y me demostró tal vez con harto triste evidencia, que los mismos monos no piensan en Economía política tan ranciamente como los hombres, inclusos los del Siglo XIX, y que acaso por esta sola razon no seria tan absurdo pensar que fuese el hombre la transicion de los

brutos á los monos

A fin de corroborar mas mi idea, porque á veces yo tambien suelo tener ideas, satisfice el prefijado contingente, entré y dije para mi sayo: ¡Feliz quien por tan poco dinero puede, abismándose en el mundo zoológico, sustraerse á la sociedad! Ni paré las mientes en la que al rededor mio miraba atentamente al hábil mono; sino que de las agudezas de este, pa

sé por una metamórfosis natural y muy caracteriística de mi imaginacion, á fingirme una nacion de monos y á creerme en medio de ella; pasé, en una palabra, del individuo á la especie. Con monerías y agasajo recibióme la mónica sociedad, pero sin echarme en cara, como escritores de otros paises, la hospitalidad de sus habitantes, y cual payo que ve por vez primera las grandezas de la capital ó de la villa, empecé á mirar atónito y á observar atento los diversos estados, clases y condiciones de la sociedad en que soñaba vivir. Monos elegantes y monas coquetas, militares monos, monos logreros, monos agiotistas, monos diputados, un mono ministro, un senador mono, y qué se yo que mas; pero nadie fijó mi atencion mas profundamente que un monito diplomático, que sin curarse de mi llegada, peroraba gangoso y estirado, con las manos cruzadas sobre las caderas y en medio de un corrillo de taciturnos oyentes, que bubo de recordarme las alacenas de libros del Portal en dias de sesiones estraordinarias.

Era el mono delgadito y ruin de cuerpo, usaba anteojos sobre la remilgada nariz, y un gracioso peluquin sobre la calva cabeza; pero dejando descubierto gran trecho de la parte anterior del cráneo, á fin de que los no muy duchos en esto de peluquería y craneoscopia, creyeran ver en su espaciosa frente el signo infalible de una asombrosa inteligencia: contrastaban singularmente sus negras patillas, con su blanca apretada corbata y con sus dos chalecos de muy diferentes colores; revelaba su frac la diestra tijera de Cussac ó de Vangool, y oprimian sus angostos pantalones à dos fementidas piernas que terminaban en dos puntiagudas botas de charol.

,,El memorandum del Lord Aberdeen,” decia, revela á los menos prácticos en los senderos de la ciencia, las prolongadas miras del gabinete de San James. La magestad del celeste emperador habrá de conceder un humillante exequatur á las credenciales del embajador británico, en tanto que el gobierno del Reino-Unido, se coloca al frente de los que sostienen el statu quo de la paz europea y del equilibrio universal. ¿Y á qué pensais que atribuirse debe (1) la diferencia de ambas situaciones, aceptadas respective por ambos paises? Mi espíritu observativo me ha hecho penetrar la causa, que no es otra sino que los ingleses beben rom y los chinos mascan ópio; porque se

(1) Hesperiam imitando, lectoremque aburriendo. (Nota del narrador.)

na, en fin, á la humanidad á creer en la bellisima teoría de una paz universal y perpetua.

gun la opinion de un célebre quimico francés, llamado Mr. Guizot, en su historia de la revolucion inglesa, el opium produce aletargamiento Afortunadamente, empero, para los que oiaen el espíritu y embota å la larga todas las fa- mos, aprovechando un estornudo del orador, cultades, en tanto que el rom, segun el difun- interrumpióle otro mono aspirante á diplomáto Tayllerand, que era hombre muy entendido tico, que habia estado de attaché en diferentes y bien guisado en el comercio de abarrotes, es legaciones. A juzgar por su esterior pariel licor mas espirituoso, y por consecuencia siense, sus pantalones de pliegues, su pallemas favorable al espíritu.... De mucho me teau de color de ceniza de tabaco de la Habaservirán aquella esperiencia práctica y estotras na, su lente y sus bigotillos, el mozo prometia teorías para cuando me nombren diputado al largas esperanzas, y nos complaciamos todos quinto congreso constituyente que hemos de te- en creer que la lid que se entablaba entre amner aun, y entonces pienso esplayar mis ideas en bos campeones, daria materia abundante con un luminoso discurso, cuyo encabezonamien- que disipar el mal humor que el primer parto será; tabula salvationis reipublicae monicae lante nos habia inspirado; mas fué tan en cresAquí descanso un momento el orador, tomó cendo el altercado por el amor propio ofendido un polvo, y cobrando nuevo aliento, continuo del diplomático, y por la osadía del aspirante, diciéndonos como habia creido hallar en el go- que para evitar, si acababa la disputa en pescobierno de la Sublime Puerta y en las costum- zones, el recibir alguno estraviado, retireme bres de los turcos, el prototipo de un buen go- á bastante distancia, desde donde oia solamenbierno y de unas buenas costumbres, adapta- te el rumor de las voces sin percibir el sentibles á su patria, y en fin, de una civilizacion do de ellas. Sacóme de mi estupor un pistoflamante acerca de la cual no habia podido to- letazo, que crei disparado por alguno de los mar noticias muy pormenorizadas, cual desea contendientes diplomáticos, y no lo fué sino por ba, por el poco tiempo que estuvo de embaja- el hábil monito brévété, que habiendo llegado dor cerca del Gran Sultan, quien celoso de él á la conclusion de sus monerías, daba á los por la pasion violenta que habia inspirado á la concurrentes con la última, que era la pistola sultana favorita, hizo que su gobierno le nom- disparada, la señal de despejar el puesto para brase un sucesor. Hablónos de cómo bailó un que le ocuparan nuevos espectadores. Aun mewals aleman con una princesa de alto coturno dio soñoliento salí á la calle, en donde el aire en las bodas de la reina Victoria, á las que asis- libre refrescando mis ideas, me trajo à la metió como ministro de su nacion; de cómo besó moria mi ensueño de hombre dispierto. Y los piés à su Santidad reinante, cerca de quien bien, dije para mis adentros, ¿no hallas gran llevaba una mision tan secreta, que creo ni él analogía entre unos y otros? ¿quién es la tranmismo la sabia, ni la supo jamas el Pontífice; sicion que querias averiguar? ¿quiénes son los y en fin, de tantas cosas nos habló, que sordo, hombres, y quienes los monos, Señor Zóologo? aturdido y desesperado maldije una, ciento y Y respondime á mí mismo, tambien aparte, comil veces å todo diplomático mono, tan ridiculo mo en comedia antigua, que unos son monos y despreciable, como es digno de loa y estima vestidos de hombres, y otros hombres vestidos el hábil y juicioso que representando digna- de monos; pero que á pesar de todo y siguiendo mente á su pais, obtiene en su favor ventajas la opinion de Boileau, el mas tonto de todos los mercantiles ó políticas, le evita guerras desas- animales es, en mi humilde concepto, el homtrosas, le hace temer y respetar acaso nada mas bre, y de los hombres, el mono diplomático. que con el auxilio de su propio talento, é incli

JUAN SOPLILLO.

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pedicion se mantuvo firme á pesar de las repetidas libaciones que hizo al dios de la alegría.

Por último, se dirigió á su aposento con no muy segura planta, y la muger del mayordomo se quedó cavilando sobre lo que acababa de oir. ,,¡A la fuente de Detmold!" decia.,,¿Qué tenia que hacer en la fuente de Detmold? Ya supongo lo que puede ser. Pero no, no se saldrán con la suya. Antes han de saber lo que es Margarita Schreyer."

III.

Ocho dias despues de las ocurrencias que acabamos de referir, salió el baron de Drontheim con direccion à la fuente de Detmold. Descansaba en la fidelidad de Hacem, y ni remotamente sospechaba que Margarita era poseedora, aunque á medias, de su secreto. Pasó la noche al lado de la doncella de la fuente, y el primer albor de la mañana les sorprendió renovando todavía sus juramentos de constancia y amor.

Emerich imprimió un beso de despedida en la tersa frente de la ninfa, y volvió al castillo. Al salir del bosque le pareció percibir un bulto que se deslizaba entre la sombra de los árboles; mas luego juzgó que habia sido una ilusion y siguió tranquilamente su camino.

Nuestros lectores habrán ya adivinado quién era el bulto. En efecto, Margarita llegó al castillo despues que el baron y se puso á meditar su plan de campaña. Habia oido toda la conversacion del caballero con la nirfa, y no pudo dejar de conocer que la prediccion de la gitana estaba á pique de salir errada; asi pues, lo primero que hizo fué divulgar que su amo estaba en relaciones con un demonio que se le aparecia en la fuente de Detmold en figura de muger; y en una conferencia que tuvo con el padre Ricardo, capellan del castillo, le sugirió la idea de anatematizar la fuente y exorcizar al baron. El padre Ricardo era hombre prudente, y conoció que si acometia á Emerich ex abrupto con las armas de la Iglesia, se esponia á recibir una órden de marcha y perder de esta manera el pingüe y descansado empleo que ocupaba al lado del caballero de Drontheim. Valióse, pues, de medios suaves é indirectos para lograr su objeto; mas nada pudo sacar en limpio. Emerich le dijo con aspereza, que se ocupase en cosas del cielo, que esa era su mision, y que le dejase hacer lo que mejor le cumpliera, puesto que ni á mil padres Ricardos tenia él que dar cuenta de sus acciones.

Tal era el estado que guardaban las cosas en el castillo, cuando una noche la ninfa de Delmold esperaba con impaciencia á su fiel caballero. Se acercaba la hora de su llegada cuando vió á una jóven que con el cabello desceñido y bañada en lágrimas, se dirigia ácia ella. Su primer impulso fué ocultarse en las aguas de la fuente; mas el deseo de saber qué buscaba á aquella hora y en aquel sitio apartado la hizo permanecer.

La doncella se acercó y la dijo con voz interrumpida por los sollozos:

"¿Conocéis al baron Emerich de Drontheim? "Le conozco," respondió la ninfa.

"Pues bien, escuchad," dijo la jóven. "Emerich es un traidor. Su desvío me habia causado un acerbo dolor; mas ahora que he sabido la causa de él, mi corazon no da cabida mas que al despecho. Me aseguran que en este lugar tiene entrevistas con una doncella de las cercanías. Decidme, por piedad, ¿es esto cierto? ¿Le habeis visto? ¿habeis escuchado aquí alguna vez su voz?"

Calló la incógnita, y la ninfa no pudo contener la efusion de su alma.

"Inmortalidad!" esclamó, "don fatal! ¿Por qué no me es dable dejar de existir en este instante? No temais, hermosa doncella, el infiel Emerich volverá á vuestros brazos."

El galope de un caballo se oyó en aquel momento y la jóven huyó despavorida.

"Mucho he dilatado, vida mia," dijo Emerich al apearse; "mas no ha dependido de mí. La muger de mi mayordomo está en agonía y....."

"Basta ya de falsedades," interrumpió la ninfa con airado acento. ¡Qué mal sienta la mentira en boca de un soldado de la cruz! Jamas hubiera yo tenido sospecha de vuestra lealtad; pero afortunadamente ya me he desengañado. De hoy en adelante no me volveréis á ver........... Adios!"

La ninfa se sumergió en su palacio de cristal, y Emerich con el corazon traspasado de dolor volvió á tomar el camino de Drontheim. Al dia siguiente salió del castillo acompañado de Ha

cem.

IV.

Muchos años se habian pasado. El musgo y la yedra cubrian las torres y muros del castillo de Drontheim, abandonado por sus habitantes, cuando una tarde al ponerse el sol, un anciano doblegado por la edad y el cansancio se dirigia a paso lento ácia la fuente de Detmold. Llegado que hubo á ella se sentó sobre un césped; y su respiracion entrecortada y sus desencajadas

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