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REFLEXIONES

SOBRE EL COMPENDIO DE LA OBRA DE LORD KAMES, TITULADA:

ELEMENTOS DE CRITICA.

HACE algunos años, y cuando apenas habia en- se puede conseguir haciendo que el estudio de

trado en la pubertad el que esto escribe, que la persona encargada entonces de su educacion, puso en sus manos la obra cuyo título va al frente de este artículo. La fuerte impresion que hizo en su ánimo, se ha ido fortaleciendo en lugar de desvanecerse desde aquella época; y testigo de la poca atencion que hasta aqui se ha puesto entre nosotros en un ramo tan importante de los conocimientos humanos, se atreve ahora à esponer acerca de él su humilde opinion, con la desconfianza que es natural á todo el que tiene muy bajo concepto de su capacidad.

Las ventajas de la crítica están fuera de toda duda, mas acaso no es muy conocido el alto grado á que pueden llegar.

Echemos una ojeada sobre nuestro método de enseñanza, y veremos que despues de gastar algunos años en estudiar lenguas, se verifica una transicion violenta, y el alumno se ve trasladado como por encantamento á la escabrosa y encumbrada senda de las ciencias abstractas. La cadena de la educacion se encuentra rota, y nos admiramos de la repugnancia y el hastío con que generalmente se ve el estudio de la filosofia, sin tratar de investigar cual pueda ser la causa. Jamas se ha buscado ese eslabon que falta y que es necesario suplir: y de esto dimana, en mi pobre concepto, la falta comparativa de verdaderos adelantamientos en la parte mas sublime de la educacion intelectual.

En la enseñanza de las artes vemos que el alumno es conducido paso á paso, y hay en los conocimientos que se le van impartiendo una verdadera gradacion. El dibujante no pasa á retratar las diversas facciones de la naturaleza, ántes de que haya aprendido á trazar con destreza las líneas con que ha de lograr trasladarlas fielmente al papel.

Si aplicamos este mismo principio al cultivo del entendimiento, veremos que esa gradacion

la crítica preceda al de la filosofia. No hay cosa que pueda prepararnos mejor para las investigaciones abstractas, que esa lógica encantadora que nos hace analizar las bellezas de la música, de la poesía, de la pintura. La práctica de raciocinar sobre asuntos tan agradables llega á ser un verdadero hábito; y una vez contraido este, los juicios que formamos son mas sólidos, la facultad de raciocinar adquiere vigor, y nos encontramos en aptitud de pasar á investigaciones de un órden mas elevado.

Al comparar los raciocinios metafisicos y matemáticos con los que formamos por medio de la crítica, veremos que la balanza se inclina del lado de estos últimos. Aquellos no tienen por objeto mejorar el trato de sociedad, ni son tampoco aplicables á los negocios comunes de la vida; en tanto que estos nos suministran materia útil y grata para la conversacion, y al mismo tiempo nos proporcionan medios de portarnos con dignidad y propiedad en el cuerpo social.

La crítica no solamente mejora el entendimiento: su influencia se estiende hasta el corazon. Prolijo seria por cierto enumerar todos los bienes que nos acarrea un gusto bien formado y ageno del objeto que se ha propuesto el autor de estas reflexiones: él no trata de escribir una disertacion sobre la crítica; quiere puramente recomendar la obra de Kames, íntimamente convencido de que si se introdujera su estudio en los colegios de la república, el resultado seria tan provechoso para los alumnos, como grato para todo verdadero amante de su patria.

Los,,Elementos de Crítica" están escritos en un estilo luminoso y con una rectitud de juicio, que son verdaderamente admirables. Una diccion pura y castiza, un modo filosófico de tratar las cuestiones, un método fácil y sencillo, un gusto fino y delicado, tales son las prendas que mas brillan en la obra de Lord Kames. Su li

bro es uno de aquellos que nos encantan, al par que nos instruyen, y puede asegurarse sin temor de errar, que la lectura de una sola de sus páginas basta para comunicar ideas tan útiles

como nuevas.

á

El único obstáculo que pudiera oponerse á la adopcion de los "Elementos de crítica" en nuestros colegios, es el de no estar traducidos. Parece débil å primera vista; mas es preciso confesar que no lo es en realidad. Kames era ingles, y adaptó su obra á sus compatriotas. Así es que a pesar de que usa ejemplos en otras lenguas, la mayor parte está tomada de los escritos de sus paisanos. El menos entendido conocerá que al tratarse de introducir esta obra en un pais donde se habla la lengua castellana, el traductor debe esforzarse en presentar ejemplos de escritores españoles. Esta tarea es tan laboriosa como dificil, y á ella se reune la necesidad de alterar en algunas partes el testo original.

Sin embargo, este inconveniente no es tal que sea imposible superarlo. ¿Qué proporcion guarda lo penoso del trabajo, con las incalcu

lables ventajas que de él deben resultar? ¿Y qué mas digna recompensa para el que emprenda ese trabajo, que la dulce satisfaccion de haber añadido una columna al vasto edificio de nuestra enseñanza general?

No faltará quien quiera que se introduzcan mas bien las Lecciones de Blair, que no los Elementos de Kames. La respuesta es fácil: la obra de Blair, reune á su volúmen el defecto de estar mal traducida; y si se insta diciendo que existe un compendio de ella, bastará recorrer las páginas de este para convencerse de su insuficiencia, y del poco tino con que fué formado. No sucede esto respecto de la obra de Lord Kames. Jamieson publicó de ella en Londres el año de 1823, un excelente compendio, y el que Frost dió à luz en los Estados-Unidos, es preferible à este por varias razones, y en particular porque contiene una serie de preguntas al fin de cada Leccion.

Pero baste por ahora. Acaso en lo de adelante se encargará el Liceo de tratar con mas estension un punto de tanta importancia.

AGUSTIN A. FRANCO.

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BIBLIOGRAFIA.

MANUAL DE URBANIDAD

POR

EL EXMO. SR.D. MANUEL DIEZ DE BONILLA.

,,Tout homme est capable de faire du bien
à un homme; mais c'est ressembler aux
dieux que de contribuer au bonheur d'une
société entière."

EL Exmo. Sr. D. Manuel Diez de Bonilla, exministro plenipotenciario cerca de la Silla Apostólica, nuestro digno colaborador, habiendo regresado de Europa con un regular caudal de conocimientos científicos, por haber estudiado durante su mision diplomática las mejores obras que sobre diversas materias se han publicado en aquel continente, y haber tratado íntimamente á muchos de los sabios que en ella figuran; habiendo, pues, regresado á su patria, y deseoso de cuantas mejoras pueda proporcionarle, se ha propuesto publicar varias obras políticas, diplomáticas y morales, ya originales ya traducidas, para ofrecer esta utilidad á su pais.

La obra inédita que hoy anunciamos con el modesto título de,,Manual de Urbanidad," contiene infinidad de preceptos morales presentados con una amenidad nada comun en obras de esta clase. Matizada con multitud de fanécdotas interesantes, de trozos de poesía traducidos de varios autores estrangeros, así como de es-pañoles y aun del mismo autor, y escrita en un estilo fluido y hermoso, pronosticamos á esta obrita una popularidad estraordinaria.

Los padres de familia agradecerán á su autor el improbo é interesante trabajo que se ha tomado para morigerar á la juventud mexicana, y por otra parte estamos seguros de que mas de diez cuadragenarios leerán este Manual con sumo interés, y lo tomarán por espejo.

Consideramos inoportuno hacer el análisis de una obra que dentro de algunos meses debe su

MONTESQUIEU.

jetarse al juicio de los mexicanos, pues el manuscrito se va à remitir á Paris para su impresion; mas entre tanto la anunciamos á nuestros suscritores con la mas grata satisfaccion, suplicándoles, para cuando la lean, observen que hemos sido parcos en los elogios que ella merece.

Hemos podido conseguir una copia de la Introduccion á la citada obra, y la insertamos para que nuestros lectores puedan formar una corta idea de su mérito.—RR.

INTRODUCCION.

Nace á veces entre espinas un fruto salvage, amargo é insípido al paladar; pero que la cultura ó el ingerto lo convierten en dulce y de buen sabor: esta es la imágen de la civilizacion.

El hombre por su naturaleza grosero, personal y semibárbaro, se pule, humaniza y ennoblece bajo el influjo de la razon social, á la manera que el metal suelta la herrumbre bajo la accion del pulimento.

Son principios de la razon social:

1.o Ejercer los propios derechos con el menor desagrado de las demas personas.

2.o Respetar los suyos, aun cuando pudieran sernos dañosos.

3.o Reconocer su mérito, aunque proceda de nuestros enemigos.

4. No causarles mal, sin justo motivo ó legilima autorizacion.

5. Promover su bien, aun con sacrificio del ra ahorrarnos la incomodidad que él se toma; nuestro.

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lo que es un ahorro de pena en la ejecucion de un deseo; y tal ahorro no es hijo de una convencion establecida, sino de la indole de nuestras propias facultades. Hasta en el teatro, cuando los espectadores de atras piden á los de delante que se quiten el sombrero, ¿lo hacen acaso por una precedente convencion? No, ciertamente, sino porque el deseo de participar del comun espectáculo es racional y legítimo, como lo es el principio de que el placer de la mayoría no debe ser destruido por el de la minoría, ni aun rebajado.

En el código de la urbanidad hay, es cierto, algunas prácticas arbitrarias y convencionales, sy como las hay en los códigos civiles; pero la mayor parte de los preceptos se dirige á economizar sensaciones incómodas ó memorias aflictivas, y producir ideas halagüeñas ó placeres

Los motivos por que deben seguirse los principios de la razon social son los siguientes. 1.o El placer que se gusta en hacer bien à morales. Puede mirarse como convencional, otros, ó libertarlos de males.

por ejemplo, el uso europeo, por el cual, para evitar disputas, se concede el derecho de dejar la banqueta ó acera al que lleva la derecha há

2.o Los servicios que podemos prometernos de aquellos á quienes beneficiamos. 3.o La estimacion pública que corona á los cia la pared; pues que con igual razon podía hombres benevolos.

acordarse esta preferencia á la izquierda. Em

4. Los cargos y honores que debemos es- pero esta convencion está sujeta à la ley de la perar de los gobiernos sabios.

5.

comodidad ó incomodidad. En efecto, andan

Las recompensas religiosas ofrecidas á do á caballo con una persona mas merecedolos que hacen bien al prójimo.

La Urbanidad es un ramo de la civilizacion: consiste en el arte de acomodar la persona y las acciones, los sentimientos y el discurso, de forma que contentemos á los demas de nosotros y de sí mismos, ó bien adquirirnos sú estimacion y afecto dentro de los límites de lo justo y de lo honesto, ó lo que es lo mismo, de la razon social.

Así como un terreno no es posible embellecerlo, haciendo nacer flores escogidas y multiplicadas con todo género de cultivo, de la misma suerte no se puede producir en el ánimo ageno la estimacion y afecto hácia nosotros, con toda clase de medios.

La urbanidad no es, pues, un ceremonial de convencion como han opinado muchos: sus preceptos no se atienen á los caprichos variables del uso y de la moda, sino que dependen de los sentimientos del corazon humano, los cuales son de todos tiempos y lugares. De esta proposicion salta á la vista la verdad por la que se reconoce, cuando se ponen en balanza los motivos, por que ciertos actos merecen alabanza de pulidos, y otros, por descorteses, son condenados. Aun el campesino, por ejemplo, se apresura á levantar la moneda ú otro objeto que se ha escapado de la mano, y se inclina pa

ra, pide la convencion que se le deje la derecha, poniéndose uno un poco mas atras; mas en el caso de que el paso sea resbaladizo ó pedregoso á la derecha, debe cambiarse de lugar; y si el viento arrojase el polvo que levanta nuestro caballo, contra nuestro compañero, entonces, en vez de quedarnos atras, nos pondriamos por delante. Por igual razon seremos los primeros en buscar el vado de un rio y pasarlo, tanto para servir de guia al compañero, como para no rociarlo de agua ó fango. Se vé frecuentemente ceder la convención á la comodidad hasta en los mismos usos de los carreteros, cocheros y postillones. Un coche, por ejemplo, que està aguardando á ser cargado ó descargado, aunque tenga la pared á la izquierda, obliga á los que van y vienen á separarse dela línea, y tal vez à retroceder, porque si aquel hubiera de moverse cada vez que otro llegase, se haria acaso imposible la carga ó la descarga. Si la urbanidad se redujera á prácticas arbitrarias y convencionales, resultarian de aqui varios inconvenientes; porque 1.o Perderia la urbanidad algunos grados de aprecio; 2.o Seria mas dificil para uno retenerse y ajustarse á un buen orden; 3.o Resultarian dudas á cada nueva combinacion de cosas; 4.o Faltarian las normas para juzgar los usos y costumbres.

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