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servir de perpetua morada à pesar de nuestro mal contento E.... que no encontraba allí otro encanto que la soledad y paz! ¡Como quien no dice nada!—Mas volvamos á Toplitz.-Ayer en la tarde despues de haber llegado reposamos unas dos horas y fuimos en seguida á pasear por la ciudad; pasamos por el palacio ducal con hermoso y vasto parque, y nos llamó la atencion un salon bajo contiguo, cuya puerta esterior ó entrada, estaba adornada con cortinas encarnadas: es este el salon dedicado á los bailes y daba uno esa noche justamente el rey de Prusia. La princesa Guillerma habia salido de Berlin para estos baños casi al mismo tiempo que nosotras, encontrándonos en un mismo hotel en Leipzig.—La entrada era, creo á dos florines, y si tan solitarios no hubiéra

mos estado, sin duda nos babriamos animado á ir, para juzgar de esta sociedad selecta al mismo tiempo que mezclada. Nos contentamos con el deseo, y de vuelta nos sentamos tranquilamente en nuestra ventana, divertidas con el continuo movimiento y trenes lujosos de cuatro y seis tiros con elegantes damas, que no cesan de pasar. Mas de seis diligencias, sin contar los coches particulares, se han detenido en menos de una hora á la entrada de este hotel, que es el de la posta.-Como el uso de estas aguas requiere método, y al menos cuatro semanas, nosotras dejarémos su bullicio, y mañana seguirémos adelante para Praga: ¡No admirarse, Papa mio, que todavía no estamos á la mitad del camino!

(Continuará.)

A UN NINO EN LA CUNA

En

brazos de la inocencia Descansa, niño precioso, Descansa, que tu reposo No interrumpirà el dolor.

Y yo meceré tu cuna, Como las auras de mayo Mecen el flecsible tallo De tierna olorosa flor;

Y admiraré ecstasiado La gracia de tu semblante, Como contempla el amante De su bien el sonreir.

¡Con tus dorados cabellos ¡Cuál juguetea la brisa! Cómo vaga la sonrisa Por tus labios de carmin!

¿Un ensueño te presenta
A tu madre candorosa
Prodigándote amorosa
Y tierna, caricias mil?

¿O acaso en tu torno vuela
Entre nubes de jazmines
Un coro de serafines,
Con quienes te unes feliz...?

Duerme niño, duerme en paz
Por la inocencia velado,
Como ella descansa al lado
Del trono augusto de Dios.

Y no despiertes, mi vida, No despiertes, que dormido No te veras perseguido Por el tedio y el dolor.

Cándida flor, que al despuntar el dia En que el ángel de púdicos amores Sobre el mundo sus alas estendia Brotaste entre agudísimos dolores.

Flor sin mancilla, cuando allá en el cielo Ornabas la diadema del Eterno, ¿Porque te plugo descender al suelo Para luchar sin fin con el infierno?

Sobre tu tierna, delicada frente De la inocencia celestial emblema, Escrito llevas ya, pobre inocente Del Dios de lo creado el anatema.

Siento que se humedece mi mejilla
Cuando te veo, como ve el marino
Inesperta bogar débil barquilla
Despreciando el furor del torbellino.

Hora duermes, mi bien, pero tus ojos
Al abrirse quién sabe si en el cielo
El signo mirarán de sus enojos
Y serás condenado á amargo duelo.

Entonces ay! la deliciosa brisa
Que hora respiras perderá su aroma,

Y la vida odiarás, tierna paloma,
Huiráse de tus labios la sonrisa.

Hoy puras corren de la edad primera
Las raudas horas por tu blanca frente,
Como puras recorren la pradera
Las cristalinas aguas de la fuente.

¿Y despues? y despues todos los seres Brindaránte el deleite, angel bendito, Te dormirás, como hora entre placeres Y al despertar te manchará un delito.

Pero no, que de tus dias
Una madre cuidará
Y del mundo y sus orgías
Y sus vanas alegrias
Con teson te apartará.

El cielo te ha concedido
En ella el mayor tesoro;
Si alguna vez dolorido
Tu pecho ecshala un gemido,
Ella enjugará tu lloro.

Hora y siempre, vida mia,
Vela tu sueño profundo
Como de noche y de dia
La incomparable Maria
Cuida afanosa del mundo.
Nada temas á su lado,
Que ella su vida dará
Por el hijo idolatrado
Que en su corazon grabado
Mientras respire estará.

Mas tú descansa entre tanto
En brazos de la inocencia
Arrullado por mi canto.
¡Que las penas y el quebranto
No emponzoñen tu ecsistencia!
México, Febrero de 1844.-E. VILLAMAR.

EPIGRAMA.

Vendiendo á peso de oro
Tus favores, un tesoro
Reuniste al fin, Clori bella
Y es tal tu signo, ó tu estrella,
Que si dando recibiste,

Fué porque bien comprendiste
Aquello de,facio ut des:"
Pon por obra en esta vez
Con el precio de tus gracias
El otro de,,do ut facias,"
Y á tu talento en el mundo

Lo llamaré sin segundo.

J. M. RODRIGUEZ PEREZ.
TOM. I.

A LA LIBERTAD.

IJA del cielo ven, que tus alas de fuego, cubran mi helada frente. Hija del cielo, ven, respire yo tu aliento de aromas y sienta en mi pecho tu inspiracion divina. Libertad santa, hija de cielo, vuela hácia mí, tiende tus alas magestuosa como la águila del desierto; desciende del cielo y posa sobre la tierra, como posa el íris cuando abraza en su arco el ambiente del firmamento. Hermosa como el pensamiento de la divina inteligencia, creacion del Señor, yo te saludo. Desciende del cielo, escucha mi ruego. Tu presencia inflamará el pecho de mis hermanos; quemarán inciensos en tus altares, y respirando sus perfumes, se sentirán libres y felices. Hija del cielo, mi corazon será tu templo, porque yo te amo; te amo como al sentimiento de mi ser, y tu imágen me estasía si la contemplo, como me estasía la perspectiva de las selvas, de los montes y del Oceáno. Libertad, sacrosanta libertad, desciende del cielo, vuela hácia nosotros, vuela à cumplir tu mision sobre la tierra, que tu mision es divina y grande. Grande como el pensamiento que te crió, como el pensamiento del Omnipotente; porque el Omnipotente formó al hombre á su semejanza, y la semejanza del Señor debe ser libre; y por esto te puso en la mente de los hombres. Mas los hombres han desoido la voz del Criador y se han humillado y perdieron tu inspirácion divina.

Y por esto te alejaste de ellos, y atravesando el espacio, volaste al cielo, y fijaste allí tu morada; esa morada que mira con angustia el oprimido, invocando tu favor. Libertad, hija del cielo, te alejaste de los hombres, oiste el ruido de las cadenas y la voz de los opresores, viste á los oprimidos negarse á tu inspiracion, viste estremecerse sus miembros cobardes. é indignada alzaste el vuelo y te refugiaste en el trono del Señor. Allí, cuando entre el incienso de las humanas oraciones percibe tu oido el grito del esclavo y el crugir de sus cadenas, unes tu plegaria al coro de los àngeles, y cuando mirando al mundo ves al tirano oprimiendo la cerviz de sus hermanos, bates entónces indig~ nada tus alas de oro y de diamantes, y su sonar terrible llega á la tierra, y hace estremecer al criminal tirano.

Hija del cielo, vuelve á los hombres, estermina á los tiranos, cumple tu mision. Aparece radiante como la mirada del Señor, que los tronos temblarán, temblarán los cetros y las

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armas; y los tiranos deslumbrados con tu luz terrible, rodarán acaso hasta estrellarse en el fondo del abismo. Vuela, hija del cielo, ven, tus hijos te formarán tronos de las coronas y de los cetros, y el pedestal de los cráneos de los tiranos. Vuela, tiende tus alas de diamantes, magestuosa como la águila del desierto; sacude tus brillantes alas al pasar junto á los opresores, y desaparecerán como desaparece la arista leve al soplo del huracán terrible. Ven hija del cielo; y los hombres se prosternarán ante tí y erigirán en templos tuyos sus ardientes corazones; ven, yo seguiré tu inspiracion, porque mi corazon te ama como ama el peregrino la fuente en el desierto. Ven, hija del cielo. Cumple tu mision divina, inflama á mis hermanos, ellos seguirán tu inspiracion, derribarán á los tiranos, hollarán su cetro, mirarán al cielo y serán libres y felices.

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Duran lo mismo el dia de pesares
Y los que dichas traen;

Así como en la playa de los mares
Con intervalo igual las olas caen,
Y la que deposita
Preciosa margarita,

Llega á la playa, espira,
Y veloz cual las otras,

Con la valiosa perla se relira.

Del rio de la vida en frágil leño Nos arrebata la fugaz corriente, Como niño inocente

Que en suelta barca se abandona al sueño
Inútil nuestro empeño

Es por gozar las flores
Que adornan la ribera,
Pues al asir la rosa purpurina,
La mano siente el daño
Que le causa la espina
Oculta en el rosal del desengaño.

¡Feliz quien olvidando lo pasado Y al presente dormido,

No es de ardientes deseos devorado,
Ni por tristes memorias afligido!
¡Feliz quien, evitado.

El escollo temido,

Deja que el viento vago de la suerte
A las playas le lleve de la muerte!
Mas ¡ay de aquel, que de la falsa gloria,
Corre tras los carísimos placeres!

¡Ay de aquel que revuelve en su memoria
Desdenes y caricias de mugeres!
Ciñen lauros iguales

El heroe que con sangre los regara,

Y el infame que compra

Su mentida grandeza,

A precio vil de intrigas y bajeza.
Las cándidas bellezas seductoras,
Flores son inodoras

Cuyos colores à buscar incitan
El perfume liviano,

Y si tal vez se oprimen en la mano

Por buscarles aroma se marchitan.
Oh! si mi pobre oido,

Cerrar pudiera al báquico rüido,

¡Cuan grato me seria

Menos lejano verme cada dia,

De la dulce ribera

Donde ansiosa me espera

Tanta prenda querida,

Que en esta soledad me abandonara
Al romper las cadenas de la vida!

Puebla, Enero 20 de 1844.

MANUEL M. DE ZAMACONA.

UNA HISTORIA,

CONOCE V. lector, á un ciudadano que fué su vecino, que es abogado, que vivia en la casa que está exactamente frente á la de V., que vestia paltó, que se pone un birrete, negro ó blanco, no me acuerdo, en las noches de invierno?-Si; lo conoce V. perfectamente.... ¿No lo recuerda V.?—¡Qué necedad!—¿No se acuerda V. de aquel abogado que confesaba cada semana y comulgaba cada mes; muy honrado, que hacia escrúpulo de cobrar por honorarios lo que señala el arancel, cuando formaba un escrito y....? Ya sabe V. quién es?-No; no es D. Roque. D. Roque es un escrupuloso nécio, y el abogado de quien hablo á V. es un escrupuloso de ingenio.-Mire V.; como las cuotas del arancel son exorbitantes, nunca cobra lo que en él se señala; pero para compensar la pérdida, ha buscado y felizmente ha hallado un espediente muy sencillo que consiste en desleir en ocho pliegos de papel comun y en diez y seis del sellado, un pensamiento que pudiera espresarse en la mitad de uno de esta clase. El arbitrio es inocente y no carece de correlativos, v. gr., estender tanto la letra y separar tanto los renglones que parezca el escrito..... ¿Me comprende V.? Y esto tiene la ventaja de dar tal claridad à lo escrito, que puede leerlo un juez, que es como si dijéramos que lo leía un ciego. Ahora si, lo conoce V.?--¿D. Martin? no señor; D. Martin es lo que cristianamente hablando, llamamos un lépero, abogado que no hace escrúpulo de nada, y que del mismo modo y tan bien se tragaría una rueda de molino como un pastel de á medio.... Mala memoria tiene V. y si no sabe quién es el ciudadano de quien le hablo, no puedo contarle una historia de gran sustancia y delectacion.-Vamos allá; voy á darle á V. señas bien positivas.--¿Quién es el abogado que hace escrúpulo de dar papel de conocimiento á un criado que le sirvió diez años?-Su dialecto, su lógica quiere V. Sino lo conoce por la cara, por lo largo, por.... diga V. como quiere saber y recordar quién es por

la lógica? Pero en fin, mirela V.: supongamos que está nuestro ciudadano abogado en su bufele, sentado frente à una mesa, en la que apoya sus dos codos, y que sus manos enclavijadas sirven de almohada á su luciente cabeza. Entra un hombre pasito á paso, su sombrero en la mano: "señor," dice bajito. Nuestro abogado alza la severa faz.-Vengo por mi papel de conocimiento.-- Imposible.--Señor, siempre he sido honrado y fiel....--No señor; en diez años dormiste una noche fuera de casa; tres dias has tardado mas de lo debido en algun mandado.... pero señor....--Eso es un crímen, no doy papel.--Pero señor, si V. no me dá el conocimiento me quedo sin destino y tengo hijos.--Pues amigo, yo no he de mentir;... daré el papel, pero espresando esas faltas muy graves. Y le dá el papel, y sale el hombre que nada tiene de escrupuloso, y reniega y maldice al amo.

¿Dió V. con él?--Pues está V., lector, nécio en demasía.--Voy á contarle á V. otra ocurrencia, que supuesto que V. la echa de buen entendedor, con una palabra le basta. Es una comedia: hablan en ella, un hipócrita (el ciudadano abogado), un caballero, un quidam, lifigantes contrarios, un anciano sacerdote, escribientes, etc. La escena es en el presente año, son cuatro actos. Y note V. qué bien conservada está la unidad dramática.

Primer acto. Una pieza con estantes (llenos ó vacios) sillas, mesas. El ciudadano escribiendo. Entra el Quidam.--Señor licenciado, mi contraria presentó un escrito, pidiendo se me embarguen bienes.--¡Qué iniquidad! Venga V. mañana, le haré á V. un escrito; pediremos los autos, y ya veremos. Lollevará V. mañana.--¿A qué hora, señor?--En la tarde.--(Sale el Quidam.... El abogado chilla.--Escuche V. (al Quidam) allá le envió á V. un recibilo, à cuenta de honorarios, porque..........

2.o Acto. El mismo lugar.--El sacerdote entrando. ¡Salve!--Nuestro ciudadano inclinandose profundamente. ¡Padre, qué placer!--Creí

que estaba V. enfermo; no fué V. å verme ayer: ¡amo tanto á mis hijos de confesion!--Un negocio me impidió, padre mio.... ahora iba yo á buscar á V.; si se pudiera....--Sí, hijo mio: ¡es V. tan timorato! vamos.--Salen. Cae el telon porque se van el sacerdote y el abogado, el cordero y la zorra, el ángel cándido y el diablo astuto.

3.er Acto.--El mismo lugar.-El caballero entrando.-Monólogo.-El señor licenciado no está aquí: lo aguardaré.-(Distraido.) ¡El abogado de la contraria debe de ser un infame!(Silencio.)-Tarda mucho: (pausa.) Parece que llega. El ciudadano entrando: señor D.... Me ha esperado V. mucho tiempo?-Si señor; pero me importa mucho ver á V. y.... ¿Qué hay pues, de nuevo?-Presenté el escrito pidiendo el embargo de bienes á la contraria: (la contraria es el Quidam.) Pero se dice que está ocul

tando sus bienes.

-¡Válgame Dios! Pondremos un escrito ¡cómo ha de perder V. eso!-Se sienta, toma la pluma escribe y luego firma.-Siento haber tardado tanto.... Quizá ya no es tiempo.... Pero me fuí á confesar.... Un hombre que me sirvió diez años me pidió papel de conocimiento.... habia faltado de mi casa una noche en ese tiempo y se dilató mas de lo regular en dos ó tres mandados....... ¡Que compromiso!..... Tuve que darle el papel y aunque espresé las faltas no estaba yo tranquilo...... no podia sosegar..... Volé á pedir la absolucion.....(Hablan en voz baja.) Luego se despiden. El

caballero sale diciendo. ¡Que conciencia tan pura!

4. Acto.-Que puede servir de nota. El lugar y el desenlace no son conocidos: no acontecen aun pero acontecerán y será de una manera trágica.

¿Sabe V. ahora quien es el ciudadano abogado?-Todavía no?...... Dale con D. Martin; no señor, D. Martin ya dije á V. lo que es.-Y el ciudadano de los tres adjetivos es de tal condicion que al contrario de D. Martin se tragará una piedra, dirigirá y defenderá al actor y al reo en un negocio mismo, se tragará una torre entera, pero déle V. una pastilla, que diga una mentira ligera insignificante, un grano de anis.... digale V. que lo pase, y toserá, y le verá á punto de ahogarse, y no lo podrá pasar.¿Al fin supo V.?-El mismo D. Severo, y su apellido?-Heliotropos.-Si señor, D. Severo Heliotropos.-Pues escuche V. la historia.

Hay frente á mi casa una joven de diez y siete á diez y ocho años muy bonita, en la esquina vive un sastre de buena fama, en el campanario de la Iglesia de la vuelta habita una lechuza y junto à la Iglesia hay una botica.Pues señor; en esta botica sirve un mancebo.... Mire V. lector he observado que la historia es muy larga y que V. está ya bostez ando que es la suprema señal del fastidio.-Dejémoslo para otro dia y le contaré de la muchacha y de la lechuza, del sastre y de la botica y del ma ncebo, porque ya está cansado de escribir.

ANÓNIMO.

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