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guinario y brutal. El conde irritado mas y mas tomó una hacha, y con ella derribó muerto á sus piés al sobrino de Ruggiero. Condujeron el cadáver ensangrentado à la presencia de este último, quien disimulando su dolor y sus deseos de venganza, dijo con aparente frialdad ,,Vosotros me quereis engañar; este no es el cuerpo de mi sobrino. Conozco al conde della Gherardesca, y sé que es incapaz de cometer semejante atentado. Llevaos ese cadáver, y que no se me vuelva á hablar acerca de esto ni una sola palabra!"

Así habló Ubaldini, en tanto que la afliccion y el mas profundo rencor agitaban su corazon. Siguió presentándose en público con la alegría pintada en el semblante, mas su cólera, semejante al oculto fuego de un volcan, solamente se retardaba para ser mas terrible al estallar.

IV.

Fl dia 1.o de julio del año de gracia de 1288, se reunió el consejo de Pisa en la iglesia de S. Bastiano, con el objeto ostensible de discutir el tratado de paz con Génova, mas en realidad, para arreglar la conspiracion que debia derribar á Ugolino. Este sospechó lo que se tramaba y envió á su nieto Nino, por sobrenombre el Brigata, para que reuniese á los guelfos y los introdujese en la ciudad. Habia llegado el momento decisivo, y Ruggiero al salir de la iglesia convocó al pueblo, é hizo que la campana mayor tocase á rebato. Una multitud innumerable se esparció por las calles de Pisa, gritando:,,¡Viva el pueblo! ¡muera el tirano! ¡muera el traidor! ¡muera el conde Ugolino!" Los Gualandi, los Lanfranchi, los Sismondi, los Orlandi, los Ripafratta y otras familias gibelinas se incorporaron al arzobispo. El conde della Gherardesca con sus dos hijos y sus dos nietos, los Gaétani, los Upezzinghi y sus satélites, defendió valerosamente la plaza y los alrededores de San Bastiano y el Santo-Sepolcro. Obligado á ceder el terreno paso á paso, se retiró al palacio del popolo, que defendió desde el medio dia hasta el anochecer. Fatigados los sitiadores, tomaron por fin el partido de incendiarlo. Imposible fué resistir á este nuevo y poderoso enemigo, y Ugolino cayó en poder de sus contrarios en union de sus hijos Gaddo y Uguccione, y de sus nietos Nino il Brigata y Anselmuccio.

Entregados al arzobispo Ruggiero, éste se vengó haciéndolos encerrar en la Torre de'Gualandi, (que desde entonces se llamó Torre del Hambre) y condenándolos á morir de inanicion.

La muerte de Ugolino y de su desgraciada familia, inspiró á Dante uno de los episodios

mas admirables de su poema inmortal (1). El historiador y el poeta han reprobado igualmente el bárbaro suplicio á que Ruggiero le condenó, porque sus crimenes, á pesar de ser tan atroces, nunca podian justificar tan inhumana conducta.

Nuestra pluma se aleja con placer de estas escenas de horror. La vida del conde della Gherardesca, recordará siempre à los hombres cuán cierto es este dicho de Tácito:,,Los gobiernos fundados en la violencia, jamas pueden ser de larga duracion." México, febrero 25 de 1844.

AGUSTIN A. FRANCO.

(1) Dell'inferno, canto XXXIII.

EL VIRTUOSO

PINTADO POR SI PROPIO.

CUANDO encuentro en una obra mucha imaginacion, con gran sabiduría, un juicio exacto y profundo, pasiones elevadas, pero verdaderas, ningun esfuerzo para parecer grande, una estremada sensibilidad, mucha elocuencia, sin mas arte que aquel que viene del ingenio: entónces respeto al autor y le estimo tanto como á los sabios ó á los héroes que ha pintado. Me complazco en creer, que quien concibió cosas tan grandes, no habria sido incapaz de practicarlas, y me parece injusta la fortuna que lo limitó á solo escribirlas. Me informo con curiosidad de todos los pormenores de su vida; si ha cometido faltas, las disimulo, porque sé cuán dificultoso le es à la naturaleza mantener el corazon de un mortal en una esfera superior á la condicion humana. Dame lastima ver los crueles lazos que encontró siempre en su camino, y aun las debilidades naturales que no pudo superar con su valor. Pero cuando á pesar de la fortuna y de sus propios defectos sé que su espíritu siempre estuvo ocupado con grandes pensamientos y dominado por las mas dulces pasiones, me arrodillo para dar gracias à esa naturaleza que creó virtudes independiendientes de la felicidad y luces que no pudo estinguir la desgracia.—VAUVENARGUES.

La moral de Platon es el último grado de la sabiduría humana, confirmada y divinizada por el Evangelio.

EXISTENCIA DE DIOS.

Yo creo la existencia de un Dios porque la na- dre tierna, miro mil estrellas repartidas en la

turaleza toda lo revela; si escueho el mugir del torrente, creo oir la voz del Señor, el blando gemir de la brisa es el ambiente que le rodea, el brillar del sol, sus miradas y el relámpago me parecen la huella que deja su potente dedo al tender la mano para señalar el lugar que ha de ..herir el rayo, cuyo estallido es su voz de mando. El sonar de las cascadas, el rodar tranquilo del arroyo y el susurro blando del céfiro son su música. Hay un Dios; esta es una verdad innegable. Contémplense las obras de la creacion; ninguna de ellas es hecha por el acaso; todas tienen una alma; existe entre ellas una armonia celestial que solo un entendimiento vil puede desconocer. El autor de las maravillas de la naturaleza no puede ser el acaso ciego; es preciso que á la creacion haya precedido una inteligencia superior, una inteligencia capaz de arreglar y de dar relaciones entre sí á las cosas criadas; esta inteligencia es Dios. Para negar su existencia seria necesario no tener alma, no sentir, ser un bruto, menos aun que bruto. Un hombre de buena fé jamas se negará á decir, hay un Dios. Yo hallo pruebas de esto en todas partes. Cuando parado en la llanura miro al sol, cayendo tras las montañas, lanzar un rayo moribundo que viene à espirar á mis pies, á las sombras de los árboles estenderse y retratar allá en la desecada tierra las copas doradas por la luz y luego alzando la vista al cielo miro celages de carmin y de oro, nubes blancas como copos de nieve y extasiado percibo la blanda harmonia de mil pajarillos que vuelan á su nido y que mezclan sus trinos con el suspirar de la brisa y aspirando con deleite el aire puro de las llanuras, siento un ambiente perfumado y fresco, y oigo el ruido solemne de los árboles mecidos por el viento y á lo lejos el mugir sonoro del buey y el tímido balar de las ovejas, siento mi alma enternecida, levanto mis ojos y creo divisarte, Dios mio, allá al fondo del azul del cielo y me prosterno y te alabo y esclamo,,,Hay un Dios."

Luego levanto mis llorosos ojos al firmamento y miro el lucero de la tarde, solitario, con su brillar dulce como el pensamiento de una maTOMO I.

bóveda celestial; luego miro la fulgente luna alzarse, é inundar á la tierra con su luz melancólica y suave, la miro atravesar ese cielo transparente como el cristal; siento que el sonar de mi respiracion quebranta el silencio solemne que reina en mi derredor; miro á la naturaleza en reposo, su silencio es el silencio de la huesa; mi alma se contrista; exhalo un suspiro y esclamo,,Hay un Dios,”

Si lleno de pavor y tristura contemplando el horizonte miro á lo lejos un nubarron coronando una montaña y lo veo estenderse lentamente, ceñido á veces de terrible fuego, cubrir de luto al cielo y avanzar mugiendo, si miro á la luna ocultarse tras ese velo con pausa, con dolor, como se aleja el hombre del lugar donde pasó su infancia, si la miro cubrirse enteramente y oigo silvar el viento y veo estender la nube y undir al mundo en una obscuridad horrenda, si miro iluminarse la tierra con la luz del relámpago y oigo el ruido del rayo, terrible como la voz del Señor, y el soplar del huracan y el crugir siniestro de las ranas y aliento el denso ambiente que me cineunda y luego miro á la añosa encina morir herida por el rayo y siento el ligero ruido del agua que comienza a caer y despues el sonar estrépitoso de un torrente que se desprende de los cielos, inclino mi frente y temeroso esclamo,,Hay un Dios.”

Si siento luego mi cabeza refrezcada por el céfiro y pongo mis miradas en el cielo, veo mil nubecillas ligeras vagando por el azul del flrmamento; si entre sus quiebras veo la vacilante luz de las estrellas, creo ver un coro de querubines agitando sus alas de plata, de ébano y de brillantes, que vuelan á descorrer el velo que me ocultaba el cielo: miro entonces de nuevo brillar la luna que ilumina las búmedas y lucientes hojas del arbusto; la miro retratarse plateando las nubes y la cima de los montes en los lagos que formó la lluvia y siento un gozo inesplicable que hace rodar una lágrima por mi mejilla y que me obliga á esclamar,,Hay un Dios."

Si arrullada mi alma por el dulce ruido de la brisa jugueteando entre las ramas de los sau30

ces y embriagada con los vapores de la agua me quedo dormido sobre el césped húmedo, un grito de alegria que la naturaleza lanza gozosa me despierta y oigo el trinar sonoro de las aves y las miro sacudir sus alitas de oro y de rosa, de ametistes y de ébano y de rubies, y volar de rama en rama, y posarse en la mas elevada para saludar desce allí al sol; levanto mis ojos en tonces, como ellas, al cielo: miro al espacio senirse de oro, lo miro nacarado como la rosa, palidecer despues y convertirse en fuego. Veo despues salir por detras de la montaña una ráfaga de luz que se divide en rayos, es la diadema del Señor; las aves cantan de nuevo y unen su canto de gratitud al coro que entona un himno ante el trono de Dios. Las cumbres de los montes opuestos lucen como el oro, la brisa susurra, los árboles, languidos de placer, mecen muellemente sus frondosas cimas, la tierna rosa abre su capullo delicado y el sol aparece en

todo su brillo y esplendor. Entonces me siento vivificado, mi alma se estasia contemplando à la naturaleza y esclamo,,Hay un Dios." Postrado en tierra entono mis alabanzas y mis plegarias, uno mi débil voz á la voz robusta de la creacion, á esa voz que subirá hasta el trono del Señor, como al nacer de la aurora sube por el espacio en perfumado vapor la gota de rocío que brilló en el pétalo de la rosa.

Vuelvo mis ojos á las ciudades, las miro hundidas en el cieno de los crímenes; me vuelvo á los palacios, los miro preparándose á sus orgias y estremeciendome grito,,Hay un Dios.”

Esta es para mí una verdad que encuentro escrita en todas partes; en el campo, en las ciudades, en los bosques;.... por donde quiera que voy, oigo una voz que me dice: „Mira la naturaleza, hay un Dios."

J. M. DEL CASTILLO.

ESQUISSE.

Revolviendo las hojas de un libraco viejo me hallé que una descendiente, por linea bastarda, de D. Pedro el Justiciero escríbíó á mediados del Siglo XVI, una Teórica de virtudes en la que se hallan los versos que puse á guisa de epigafre, y sea la contemplacion del libro viejo que tenia en mis manos, sea mas bien el sentido de los versos, el caso es que me puse á meditar y ¡cuidado! que aunque soy algo escaso de meditaciones, el dia que me da por ellas, soy sublime ó insufrible, no lo sé. Quedéme pues buen espacio recapacitando ¡Que demonio! esclamé. El mundo en que vivió D. Francisco de Castilla (así se llama el autor de los versos copiados) debió de ser algo peor que este en que yo vivo, ó quizá ese siglo fué de trocamientos y necedades así como el mio lo es de fósforo y de vapor; no, lo cierto es, á lo ménos es fundada conjetura mia, que el siglo de D. Francisco fué un siglo, así como si dijéramos, de

Traten pues así trocados
Los seglares de los hinos,
Los frailes de los juzgados,
De las flotas los prelados,
De conciencias vizcainos;
Los hombres usen espejos;
Mugeres rijan la tierra,
Los mozos den los consejos,
La gala sigan los viejos

Y estos hagan la guerra.

tiempo de máscaras y de disfraces y por eso entendian los seglares de los hinos y habia todo ese barullo...... ¡Canario! No me interrumpa V. ¿Qué tiene el mio? Empezó V. á ponerme ejemplos; ellos indicarán á V. su respuesta.-No señor; no insista V., no sea V. tan necio, porque me veré obligado á esplicarlos como es debido.-No hay remedio, señor murmurador; es preciso callar á V.-Ya lo esperaba, salió V. con el cuento favorito.—¿Qué tiene de particular que el M. R. P. Fr. Antolin se entrometa en el ministerio y ande solicito trás el ministro? ¿No puede pretender un........... en fin señor mio, un empleo? No para él, se entiende, sino para un su sobrino, que le tiene de obligacion por ser hermano de una su sobrina hija de su tia, es decir que..... el parentesco y el ahínco por favorecer al prójimo le impelió á hacer lo que hace.-Cuidado, señor de la lengua larga, cuidado. ¿Quién le ha dicho á V.

que un fraile no puede tratar de juzgados por que su mision en la tierra no es para ello?-No señor; no interprete V. mal; se interesó en aquella causa, pues, la de Julian, pero no para acriminarlo, sino para defenderlo: lo hizo estar mucho tiempo en una cárcel pero fué con el objeto de salvarle de la horca movido de los ruegos de la esposa de Julian, haciendo mérito de los padecimientos sufridos en la prision, porque debe V. saber que el robo que hizo Julian estaba probado; suponga V. la esposa misma lo confesó y el hermano Antolin lo atestiguó interpelado por la esposa que le exigia una prueba de su amor...... á la verdad.--¿Lo vé V. señor mio? Tan sencillo como esto es todo lo que V. critica y luego se esclama con dolorido acento, el mundo está malo, y en prosa y en verso se repiten los del epígrafe.No, amigo, no; el mundo marcha, la inocencia reina. !Oh tempora, oh mores!

Tan inocente es que traten de juzgados los frailes como de las flotas los prelados. Y luego eso no es cierto porque no son muy comerciantes ellos, á lo menos en las materias que se traen en las flotas. Pero suponga V. que lo sean; mire V. toman su chocolate por la tarde, se van luego, como es regular, á rezar las horas canónicas, se tocan las oraciones que es como si díjéramos que se tocaba á sombreros, ¿qué quiere V. que haga el prelado? Se va à ver á D. Cleofas su amigo, el compañero de su negociacion allá en su infancia y se entromete en los negocios.... Ya se ve, es capaz de nombrar al gefe de una escuadra; y tomará empeño en ello para que el que lo sea, sea buen cristiano, porque ya V. ve, esa gente marina es tan mala..........., y luego pudiera ser que ese gefe le consiguiera un curato y hallar asi ocasion de quitar de pecado á qué sé yo cuantos que lo estarán en su feligresia. Ponga V.; recibió no sé qué suma para hacerlo y ¿qué tiene eso de malo? Es para socorrer á aquella huerfanita.... Hombre, calle V.—La socorre, pues si es tan inocente que no sabe ganar su vida, y es tan hermosa.... ¡Laus Deo! señor murmurador, se quedó V. sin saber qué decir.

Hice una pausa y me quedé abismado contemplando el vuelo de una mosca. Abri de nuevo el libro y no sé cómo me volví á hallar frente à frente de los citados versos.—¡Vízcainos, hace visto! Creo que yo tuve un amigo vizcaino, y era por cierto un buen amigo. ¡De conciencia vizcainos!--Y á fuer de estudiante quedéme comentando. Equivocacion del impresor, esclamé! Lechuguinos, debia de decir aquí, ó pollinos ó dilletanti, que todos esos

nombres son sinónimos. Bien pudiera ser que vizcainos fuese un nombre genérico con el cual pudieran designarle los pícaros y los tunos: en tal caso creo que toda la baraja se ha vuelto ases, quiero decir, que hay muchos vizcainos entre mis conocidos, aun sin ser dilletanti ¡Hombres inocentes, almas cándidas! ¡Pensando siempre con tanta moralidad, en cosas tan serias, ya V. vé el lazo de la corbata, el corset, la mancuerna de la casaca, el tacon de la bota! ¡Angelitos en forma de figurines, salve: vds. si pueden y deben entender de conciencia, no esos vizcainos! Ciertamente ese siglo de D. Francisco de Castilla era malo, muy malo.--No se parece, no, señor murmurador, en nada se semeja nuestro siglo al del otro; mire V. en aquel tiempo lo que sucedia:,,Los hombres usen espejos, dice el autor; eso si es muy fee, en el nuestro se usan espejuelos, que es muy distinto, y luego mas vale que usen espejos y gasten afeites y se unten de grasa el rostro y pierdan tres horas en tan inocente ocupacion, que no en tramar una revolucion, ó en seducir.... ¿Porqué he de callar? No miento, es indudable que no seducen á las jóvenes. ¿Digame V. qué muger que tenga dos gotas de entendimiento, suponiendo que sea líquido el tal ingrediente, ha de amar á un dilletanti? ¿No vé V. que la muger busca al hombre y el hombre à la muger?.... Pues ahí tiene V. la razon por la cual nadie ama á un dilletanti, á saber, porque ni es hembra ni es macho.--Le enfadó á V., ya la disertacion; lo mismo me sucede á mí.

Ya saben vds. amigos mios, cuán fácil es seguir lo que se tiene empezado; tambien saben cuán agradable es meditar cuando está uno de mal humor. En mi concepto ambas cosas tenia yo á mi favor, por que sentí una propension irresistible à la meditacion: fuime leyendo palabra por palabra los versos de D. F. de Castilla, y haciendo reflexiones sobre ellos.-Mugeres rijan la tierra.—Estaba yo tan aturdido, que entendí que rijan venia del verbo rijar, y que el tal rijar significaba arar, labrar ó cosa semejante. Eso era infame, esclamé; en el siglo XIX, á pesar de su materialismo, las mugeres no rijan la tierra. ¡Son tan delicadas!.... ¿Pero de qué rie V.?—¿Volvemos á la cuestion? -Es verdad; entendí mal, rijan del verbo regir, pero tampoco eso sucede ahora.—¿Cuándo ha visto V. en nuestros tiempos una muger que rija la tierra, sin ser reina, se entiende, por que eso es justo? Cuándo ha visto V?.... No vuele V. caballero; el genio de la murmuracion le da á V. tal velocidad en el habla,

que nada le entiendo; solo percibí Luisita, y no sé qué nombres.-¡Qué engañado está V! Amigo mio, esa es una viuda que tenia un marido con quien se casó, por cuya muerte se quedó sin esposo y sin arrimo y sin amparo; de consiguiente era muy natural buscarlo, y lo ha hallado en ese señoron que es el consuelo de su belleza inconsolable y le procura.... Pero si no me deja V. concluir: casaron á ese jóven, si señor, pero fué porque esa jóven necesitaba quien cubriese lo que tuviera que cubrirle, y quien la defendiese de no sé qué oculto enemigo....—Bien, esa señora, amigo murmurador, es una señora casada, como V. dice; pero ese señor cuyo nombre me dijo V, no es su amante, sino un hombre que recibe la superabundancia de amor que hay en un pecho tan sensible como el de la señora, al cual no le bastan el marido y los hijos; además, el caballero á quien acusa V., tuvo la culpa, porque él buscó á la señora por ciertas razoncillas de conveniencia.... En resumen, será todo lo que V. quiera; pero nada de eso significa que las mugeres rijan la tierra.-Fulanita dirige á D. fulano, es verdad; á cambio de favores consigue sus empeños, quita y da empleos, es cierto; pero lo mas que eso puede significar es, que en nuestro tiempo mugeres hay que rijan á los hombres y hombres que rigen la tierra, y no se infiere que mugeres rijan la

tierra.

un libro, qué órden ni qué ilacion ha de haber en nuestras molleras. Miren vds. amigos mios; discurria yo hace cinco minutos sobre frailes, y qué sé yo, y héteme ahí pasando repentinamente de prelados à mugeres, de frailes á vizcainos, de viejos á mozos, de galas á guerras; esto se llama una transicion prosaica, forzada, inoportuna, molesta y fastidiosa.— ¡Oh, cómo me molesta V., señor murmurador! ?Qué tiene D. Anacleto que no tenga D. Cleofas y otros mil vejetes? ¿A todos me los pone V. como ejemplos? Ya es una manía en V. el seguir los citados versecillos. ¡Cómo se equivoca V! D. Anacleto no sigue la gala como la seguian in illo tempore. Sigue al ridículo ó el ridículo á él; mas entre gala y ridiculo hay buen trecho. D. F. de Castilla vió viejos que se ponian gala, y chocóle, por ser esto ageno de la compostura de su edad; pero en estos tiempos de farsa y de chiste, viejos hay que se ponen galas. Escúcheme V.: en aquellos tiempos D. Anacleto hubiera usado su chupa bordada y su calzon muy fino....-Hombre, calle V., es imponderable la diferencia que hay entre aquel siglo y este.-El mismo D. Anacleto se pone hoy un pantalon tirado por pialera y tirante, relleno de algodones y almohadillas, cuyo centro es un hueso, se pone un frac cuya forma es debida á una armazon muy curiosa; en el cuello de este hombre máquina, se envuelve una corbata alta, amplia, fina.... indescriptible, en cuya terrible hoquedad encaja una cara larga, flaca, y luego se pasea este cuerpo pavoneándose con un aire pedante, que en nuestro caso es lo mismo que burlesco-Esto, amigo mio, no es usar gala. No tiene V. que chistar; bien, otros hay que tiñen sus canas y á quienes se les ponen rojas ó tal vez les corre por la surcada mejilla el graziento y negro ingrediente; pero tampoco eso es seguir la gala, porque la gala de un viejo son sus canas, su prudencia, su desengaño. ¡Y sobre seguir la gala, los viejos hacer tambien la guerra! !Eso es horrible! ¿No es verdad, señor murmurador? En nuestro tiempo no hay nada de eso.... No señor; sobre que ya no hay guerras." Mire V., se va un viejo ó un mozo, hablan á los contrarios, se arreglan, se da al enemigo lo que pide como da el apuesto doncel su capa, albornoz, romana, frazada ó lo que sea al ladron nocturno que la pide con justicia y sin ella, y... toque de retirada; cuando los amagos son entre paisanos, entre hijos de un mismo suelo no hay tampoco guerra; hay traiciones, avenimientos, capitulaciones, unos cuantos hombres muertos, algunas familias huérfanas y

Mire V., señor murmurador, en tiempo de D. F. de Castilla, los mozos daban los consejos, en el nuestro los dan los niños, las mugeres: aquello era una necedad, y lo nuestro lo muy bueno. Los consejos de las mugeres y de los niños son inocentes, llenos de moral; mire V., conocí yo una que dió veneno á su hermana por que estaba en relaciones amorosas con un quídam amante de la envenenadora; ya V. vé, ese era un medio de aliviarle, mas que eso, de evitarle el pesar de que se viera engañada. Los niños aconsejan cosas de toros, de fiesta, de misas, de soldados, de óperas y eso.... Es V. un necio; eso sirve para divertir al pueblo. -No tratan de eso los mozos, y ménos los de Villar, y luego los viejos chochando, sin memoria, amoldados á la antigua, sin comprender la época, nada bueno pueden hacer. ¡Gracias al cielo porque en este siglo y en mi casa no dan consejo los viejos!—¡Librenos el Señor de que los mozos den los consejos!-Cuando yo medito, no puedo entenderme, y me barrunto que à mas de cuatro les acontece lo mismo. Mi fuerte son las ideas, pero cuando para tener ideas se ha menester verlas estampadas en

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