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rado todos, se quedó uno oculto. ¡Cuál fué su asombro al ver al acaudalado Paganini sacar de su faltriquera, y comer, á manera de buen espartano, un gran pedazo de pan y una buena racion de queso reseco! La Rochefoucauld lo ha dicho:,,solo es de los hombres grandes el tener grandes defectos."

Sin embargo, merece disculpa este amante padre, que no trabajaba, no pensaba, no vivia sino por un hijo que amaba, como él decia, tanto como á Dios.

El mes de mayo de 1840, Paganini se hallaba gravemente enfermo, y pidió un confesor. Se le presentó un clérigo, al que le dijo por medio de una pizarra en que escribia, pues ha

bia perdido el habla, que solamente se confe-
saria con una condicion de que habia de po-
ner su confesion en la pizarra, y borrarla des-
pues de recibir la absolucion, pues no queria
que fuera á dar á manos de algun librero que
quisiese imprimirla; pero el clérigo no admi-
tió, si no la escribia con tinta, y le negó la ab-
solucion. Murió, pues, sin confesion, el 28 de
mayo de 1840, á los cincuenta y seis años, tres
meses de su edad. Su inmenso capital lo dejó
en su mayor parte á su hijo; pues destinó una
buena cantidad de él para sus dos hermanas, y
para la madre de su hijo.
Marzo 1.o de 1844.

CONSIDERATIONES

SOBRE

F. DIEZ DE BONILLA.

LA NECESIDAD DE FORMAR LA TOPOGRAFIA MÉDICA
DE MÉXICO.

Cox bastante fundamento habia dicho Hipocrates que la ciencia era muy basta y muy corta la vida para poder adquirirla. Los largos y profundísimos trabajos emprendidos en muchos siglos por hombres verdaderamente célebres, no han podido hoy colocar con firmeza los cimientos de la ciencia mas importante para la humanidad: unos se resienten de los errores propios de la época en que fueron concebidos; otros de la dificultad invencible de la observacion, cuando faltan los medios para ejercerla, y casi todos han sufrido las consecuencias funestas de los brillantes estravios de la imaginacion. Ciegos partidarios de los sistemas que en distintas épocas han reinado en medicina, los médicos han abandonado el camino seguro, aunque espinoso de la observacion, para precipitarse en un laberinto de conjeturas.

No me ocuparé en formar la historia del origen, incremento y declinacion de cada sistéma, ni la crítica del fundamento que cada uno haya tenido para creerse el mejor: tampoco me empeñaré en desconocer los beneficios que han hecho á la ciencia sus gefes inmortales; ni mucho menos en adoptar ni desechar todas las bases sobre que han trabajado. Persuadido de

tantes de observacion, que ni la mano destructora del tiempo podrá borrar, respeto á sus autores y me valdré de sus doctrinas en la principal de las consideraciones que creo se debea tener, á saber: el estudio del hombre en relacion con todo lo que le rodea.

Privilegiado éste entre todos los seres de la naturaleza por el autor supremo de las sociedades, tieneála vez una existencia dependiente de todos ellos: el aire, la luz, el agua, las plantas, los animales, y en una palabra, todo lo que sirve para conservarlo, puede servir para enfermarlo ó para destruirlo." Seria necesario, dice un célebre escritor, una absoluta uniformidad en todo lo que mantiene la existencia para que los hombres fueran iguales, y su muerte solo resultára del envejecimiento de sus órganos." Pero ¡de que diverso modo es la realidad de las cosas! En las distintas porciones de tierra que habita en la superficie del globo, resiente de diverso modo la accion poderosa del sol, ya luchando con los exsesivos calores de las regiones ecuatoriales, ya sufriendo los frios helados del polo, que apenas pueden mitigar un tanto los tibios rayos de un sol moribundo.

Mas prescindiendo de esta influencia bajo que ellos han puesto en claro verdades impor- mil aspectos interesante ¿cuanto no varia cada

país por la concurrencia de circunstancias anec- violentamente de su pais natal á un estrangesas á sus respectivas localidades? Todos ó la ro, se resienten del agua que beben, del aire mayor parte se diferencian por la altura, por que respiran, etc, etc, y contraen por esta caula calidad de los vientos reinantes, por las ele- sa penosas enfermedades. vaciones que los circundan, por la influencia Independientemente de los agentes naturade ciertas montañas y de algunos volcanes co- les indicados, hay otro órden de causas, que locados en su proximidad, por la existencia modifican al hombre y alternan con mas ó méde bosques y la calidad de los árboles que pro- nos fuerza su organizacion. Quiero hablar de ducen, por la calidad de los alimentos indige- los que trae consigo el establecimiento de la nas y la alteracion que sufren los exóticos, por sociedad. Haciendo entrar en ella una renunla policía y mil otras circunstancias que seria cia parcial de la naturaleza de hombres, nos largo enumerar. Las desigualdades de la su- hacemos victimas de mil preocupaciones y caperficie de la tierra, tan necesarias en la figura prichos, opuestos las mas veces á las inclinadel globo, hacen que en diversos lugares haya ciones y á los deseos naturales.,,Su individuo diversidad de elementos. ,,Estas, que como ,,es el todo para el hombre de la naturaleza, ,,dice Buffon, pudieran considerarse como im-,,es la unidad numeraria, el entero absoluto ,,perfeccion en la figura del globo, son á un ,,que solo consigo mismo tiene relacion, mién,, tiempo disposicion favorable, y tambien pre-,,tras que el hombre de la ciudad es la unidad ,,cisa, para conservar la vegetacion y la vida en,,fraccionaria que determina el denominador, ,,el globo terrestre. Para cerciorarse de esto,,,y cuyo valor espresa su relacion con el ente,,bastará detenerse un instante á imaginar lo,,ro que es el cuerpo social. Las instituciones ,,que seria la tierra si fuera igual y regular su,,sociales buenas son las que mejor saben bor,,superficie, pues se verá que en lugar de colinas,,rar la naturaleza del hombre, privarle de su ,,agradables de donde salen aguas puras, que ,,existencia absoluta, dándole una relativa, y ,,mantienen el verdor de la tierra, y en vez de,,trasladando el yo, la personalidad, á la uni,campiñas ricas y floridas, en que las plantas y,,dad comun, por manera que ya cada particu,,los animales encuentran facilmente su nutri-,,lar no se crea uno, sino parte de la unidad, y ,,mento, el globo entero estuviera cubierto de ,,un triste mar, y la tierra unicamente conser,,varia de todos sus atributos el ser un planeta ,,opaco, abandonado, y destinado, cuando mu,,cho, á ser habitacion de peces."

De esta concurrencia de circunstancias locales, depende muy probablemente la variedad de la raza humana, la de los animales de toda especie y la de la vegetacion. En efecto, sobre cualesquiera de los tres reinos de la naturaleza que se eche una mirada, se observarán enormes diferencias en los distintos climas. Si la especie humana es ó no de esta ó de la otra manera en lo fisico y en lo moral, porque la naturaleza haya creado ciertas razas, que trasmitan á todo su linaje sus caracteres originarios, ó si estos caracteres se han perpetuado por algunos años por la falta de comunicacion de unos pueblos con otros, no es asunto de que quiero ocuparme. Me basta saber que los climas modifican profundamente al individuo, y que la permanencia de este en cualquiera pais por mucho tiempo, lo varia, al grado de no distinguirse del resto de la poblacion. Las plantas de un clima no se producen indistintamente en cualquiera punto que se las coloque, y cuando la codiciosa mano del hombre á fuerza de empeños ha logrado hacerlas hechar raices en tierra estraña, siempre degeneran. Lo mismo se verifica con los hombres; transportados

,,solamente en el todo sea sensible." Estas palabras escritas con tanta profundidad por el inmortal filósofo de Ginebra, prueban mejor que lo que pudiera yo hacerlo, la infinidad de causas que existen en el órden social, para alterar la naturaleza del hombre.

Pues no basta la division establecida entre el hombre de la naturaleza y el de la sociedad. Entre un pueblo civilizado al mayor grado, y el salvaje, hay tantos medios tan diversos, y que influyen tan poderosamente en la organizacion fisica y moral de los individuos, que causa admiracion como se les confunde. La educacion, la moral, las necesidades, las preocupaciones y la policía, son cosas íntimamente ligadas á los gobiernos, y que modifican el organismo; y como no fomentan todas de un mismo modo, no son iguales en todos los pueblos de la tierra. Se forman ademas en las sociedades ciertos hábitos por mil causas ya conocidas, ya incógnitas, que constituyen una nueva naturaleza.

Los alimentos y las bebidas de que se hace uso, ¡cuanto no varian en todos los pueblos! Unas veces por la necesidad de no poderse proporcionar ciertos artículos, otras por la ingratitud del terreno, y no pocas por gustos especiales, se sujetan los hombres al uso de ciertas substancias, inventan cierta clase de condimentos; y como las legumbres y aun las car

nes no son de un mismo gusto en todas partes, tampoco se les prepara de un mismo modo. Todos los pueblos tienen sus bebidas exitantes particulares, de que casi siempre abusan; bebidas que generalmente se componen de sustancias muy activas, que ocasionan alteraciones muy fuertes en el cuerpo: el té, el café, el pulque, el vino, la cerveza, el aguardiente y otras mil, son casi necesarias á algunos. Con suma dificultad los que están acostumbrados á tales bebidas, las varian por otras, á que no lo están, y ántes de habituarse á ellas, se sienten con indigestiones, diarreas y otros muchos accidentes, hasta llegar el caso de que para sanar tienen que volver á supais natal.`

Me difundiria demasiado si quisiera enumerar todas y cada una de las causas, que ya en el órden natural, ya en el social, pueden producir, y de hecho producen, cambios profundos en el hombre fisico y moral. He indicado muy de paso las que tienen una accion mas decidida, no tanto para demostrar su influencia, cuanto para hacer ver la necesidad en que está cada pais de formar su medicina. Obligados quizá por el respeto que infunde el saber, hemos seguido hasta aquí ciegamente los preceptos, que con relacion à la medicina nos han dictado dos ó tres naciones de nombradía, sin advertir que si sus doctrinas son inmejorables en las naciones en que se escriben, en México sufren mil cambios. Si los habitantes de todos los pueblos no son iguales en tamaño, en color, en fuerza, en proporciones, etc., etc., ¿podrá ser aplicable la anȧtomía de uno de ellos á todos los hombres? ¿podrá decirse, por ejemplo, que una pelvis bien conformada debe tener tales dimensiones en todas partes, y que la caresca de ella por exceso, ó por defecto, es imperfecta para el parto? Por haber adoptado este error, cuando hemos encontrado alguna diferencia entre lo que nos dicen los libros y lo que vemos en el cadáver, hemos echado mano de la palabra anomalía, culpando á la naturaleza de lo que tal vez solo es efecto de nuestra ignorancia.

Respecto á la fisiología, las variaciones son mas notables. En casi todas las funciones hay diferencias, que aunque imperceptibles, algunas ocasiones, no dejan de ser ménos ciertas; mas aun cuando nos limitaramos al exámen de los temperamentos, de las idiosincracias, de las facultades mentales y las pasiones, y de la influencia de los hábitos, ¡qué campo tan vasto de observaciones no se presenta al médico imparcial! Querer limitar la especie humana al pequeño círculo que le han trazado dos

ó tres pequeñísimas fracciones, que aunque han llegado á un alto grado de civilizacion, han obrado sin conocimiento del todo, es incurrir en un error. La relacion intima de lo fisico con lo moral, y de lo moral con lo fisico, que es parte del estudio fisiológico, varia tanto, como varian la figura, la espresion, las formas, las facultades intelectuales y las pasiones; y en este punto nadie podrá poner en duda la diferencia de todos los habitantes de la tierra. Supuesto que todo lo que sostiene la vida influye en las funciones animales, orgánicas y racionales del hombre, y que los diversos pueblos están bajo el dominio de influencias variables, resulta á mi modo de ver que estas imprimirán al hombre fisico modificaciones que es preciso conocer, y que obran á su vez sobre el moral del individuo.

Pero si de estas consideraciones pasamos á las relativas à la patología y à la terapéutica, no podremos desconocer la necesidad de arreglar ambos ramos á las exigencias locales. En la primera es casi de absoluta necesidad hacer variaciones en todas sus partes, y ampliar, por decirlo así, el cuadro nosológico que se ha erigido sobre sistemas caprichosos, y en el cual faltan aun, muchas enfermedades esclusivamente nuestras. ¿Quién no sabe que en muchos lugares se padecen enfermedades endémicas, diversas de las descritas en los autores de patología, y que muchas esporádicas toman aspectos particulares en los distintos pueblos que invaden?

Las enfermedades epidémicas tienen una predileccion, no solo por ciertos puntos de una nacion, sino por algunos barrios de una misma capital, en cuyos habitantes se ceban. En México se han presenciado estos casos con alguna frecuencia, y al investigar la causa, hechamos la culpa à la mala policía, al pésimo método de hacer la limpia de las atargeas, al tránsito diario de los carretones nocturnos, y á otras mil circunstancias, que aunque decididamente perniciosas á la salud, no nos esplican de modo alguno nuestra duda. ¿Cómo se da la razon de la preferencia de una epidemia sobre los moradores de un barrio, en las mismas circunstancias higiénicas en que los respeta otro poco tiempo despues? Es necesario convenir en que la falta de los conocimientos locales, es la fuente de semejantes dodas, y que si no procuramos adquirirlos, caminaremos á obscuras. Se dice de un modo general, que los pantanos, los muladares, etc., etc., son causas de epidemias, pero concediendolo así, ¿serán iguales las emanaciones que

se desprenden en todos los focos de infeccion? ¿lo serán las enfermedades cuyo desarrollo favorecen?

La etiología no se compone mas que de los agentes todos que mantienen nuestros órganos, y de los diversos usos que de ellos hacemos; y si como se ha dicho ántes, y no puede ponerse en duda, estos y aquellos varian en todos los paises, es indudable la necesidad de apreciar las causas nacionales, que determian nuestros padecimientos fisicos. Aquí deberia yo detenerme á considerar el pésimo método que se ha seguido en la formacion de una parte tan interesante de la patología. Al leer el catálogo inmenso de causas, que para cada enfermedad nos ponen los autores, creeriamos que se habian apreciado debidamente todas y cada una de las que tienen una influencia manifiesta; pero al reflexionar en que casi no hay una enfermedad á la que no se le apliquen las mismas; no se puede ménos de convencer en que la medicina muy poco ha avanzado en este ramo. Los raciocinios á priori y el exámen superficial del relato de los pacientes, han sido constantemente el fundamento sobre que se ha apoyado la etiología, de donde ha dimanado, como una consecuencia precisa, que á las simples coincidencias se hayan bautizado con el nombre de causa; y que cuando no se puede echar mano de algunas razones para dorar el error, se ocurra á una palabra, que aunque á los ojos del vulgo lo disfraza, á los del médico que discurre y conoce medianamente los principios de la medicina, solo significa una confesion de ignorancia; esta es la palabra predisposicion. Pero insensiblemente me iba divagando del objeto principal de mi trabajo, por consideraciones estrañas; y volviendo á él, séame lícito preguntar, ¿los síntomas, marcha, duracion, terminacion y pronóstico de las enfermedades, son unos mismos en todas partes? Las enfermedades son,,como los hombres que en cada pais se visten con el traje nacional.» Verdad me parece esta tan palpable, que creo firmemente no habrá un solo médico que no haya notado muchas veces en sus enfermos algunas diferencias, comparándolos con las historias que nos ofrecen las diversas monografias que llegan á nuestras manos. ¿Y cómo no habia de ser así, cuando varía el paciente por su constitucion fisica y moral, y varian igualmente todas las influencias en que está colocado? Una ligera comparacion que se puede hacer cuando se quiera, y que ya la han realizado algunos profesores, quita toda duda sobre este punto: esta es la de una enfermedad entre un hombre de la clase indigente

y la misma en un hombre acomodado: ni la manifestacion de los síntomas, ni el curso, ni el término, y muchas veces ni aun el tratamiento son iguales en ambos. ¿Pues porqué esta diferencia que existe en las clases no ha de existir en las naciones?

Con relacion à la terapéutica, hemos olvidado del todo la observacion, sin tomarnos el trabajo de examinar la infinidad de substancias que pueblan nuestros campos, creyendo tal vez que al producirlos la naturaleza, mas bien quiso embellecer el suelo, que subministrarnos medios para cubrir nuestras necesidades, y principalmente para curar nuestros males. Contentos con esas arbitrarias clasificaciones que los autores de materia médica han hecho, consultando mas bien la facilidad de estudiar las substancias, que los usos de estas, podemos decir que el reino vegetal y el mineral se han reducido á un calmante, un exitante, un tónico, un astringente, un narcótico, y dos ó tres substancias, cuyo modo de obrar ignoramos. Pero ni aun de tan estrecho cuadro hemos sacado las ventajas con que nos brindan nuestras localidades. A pesar de tener un inmenso terreno que participa de todos los climas, y en el cual se manifiesta una naturaleza feraz, somos unos consumidores de los productos estrangeros, y ni procuramos buscar equivalentes, ni estudiamos la accion que ejercen sobre la economía muchas plantas que nos son peculiares. ¿Cuánto no hubiera adelantado la materia médica si se hubiera hecho un estudio de la topografia médica de México? ¿Cuánto no se hubiera fomentado nuestra riqueza con el exámen minucioso de los productos de nuestro suelo? Sin esponernos á ver incierta la accion de algunas substancias que nos vienen del esterior, por el fraude de los comerciantes en drogas, acaso tendriamos medicinas enérgicas que constituyeran artículos de esportacion, y la terapéutica deberia á los mexicanos muchos descubrimientos.

Por la mas presuntuosa parcialidad, los médicos miramos con desprecio cierta clase de remedios populares que emplean algunas gentes para curar sus dolencias, y con las cuales suelen sanar; y como tenemos á ménos siquiera el examinarlos, jamas las empleamos, privando tal vez á los enfermos de un recurso eficaz. Si ateniéndonos à nuestros conocimientos, vemos que la enfermedad que se combate, pide un calmante, en vano nos responderán mil hechos de las ventajas de un exitante, que nuestra preocupacion ha de superar á todo, y hemos del cerrar los oidos á los consejos de la esperiencia. Los brillantes efec

t os que nos subministran el mercurio en el gálico, la quinina en los frios, el emético en las pulmonías y reumatismos, el camaron en las hemorragias, y otros muchos, deberian habernos hecho mas cautos é imparciales: deberian igualmente habernos hecho menos timidos en el empleo de ciertas substancias, que reputamos por incendiarias.

Acaso de entre los remedios populares puede sacar la ciencia de curar mayores ventajas: muchos tienen un origen, que si lo investigamos con reflexion, puede ser muy puro. Poblaciones enteras que nunca han conocido un médico, han consultado con la mejor maestra que se conoce, la naturaleza; y esta les ha sugerido la idea de valerse de ciertas substancias que por sus felices efectos han adquirido una reputacion sorprendente, y han ido á enriquecer la medicina popular. Y al hacer esta consideracion, se debe tener en cuenta el uso desarreglado y esencialmente empírico de que se valen los que ocurren á semejantes remedios.

Por haber descuidado este ramo, los médicos son los que ménos conocen multitud de venenos y contra-venenos que á primera vista distinguen las gentes del campo, especialmente las que habitan el terreno donde aquellos nacen. Ellas los emplean con brillantes resultados para curar las diversas especies de afecciones que producen las picaduras de muchos animales ponzoñosos. Cuando al atravesar algunos bosques, por descuido ó por indiscrecion, el viajero se envenena con algun vegetal, ó por haber recibido una mordedura de algun animal, los indígenas lo curan y le libertan la vida, mientras que el médico que allí se hallara, indeciso no sabria que partido tomar, dejando pasar los mejores momentos. Es verdad que mil preocupaciones y caprichos, y el empeño que curanderos ignorantes toman por adquirir reputacion, suelen ser los móviles de que se valen algunos para generalizar el nombre de ciertas substancias; pero esta me parece una razon mas, para emprender el estudio de las localidades y distinguir la línea en que acaban las verdades y comienzan los errrores. Es muy valida la opinion de que unas mismas legumbres tienen distintos caractéres fisicos, distinto gusto y distintos principios nutritivos. Si es ó no una preocupacion de los que han estado en dichos paises, no lo puedo decir á punto fijo; pero lo que sí se puede afirmar, es, que la generalidad con que se ha adoptado esta idea, hace pero lo menos dudar, y que para disipar esta duda, conviene formar el estudio de las producciones de México.

Si la necesidad de que forme cada pais su medicina, es una exigencia de la época presente, en México es mucho mas imperiosa. Aquí la poblacion escasa está repartida en un terreno inmenso, y los lugares de alguna importancia están muy distintantes unos de otros; las poblaciones todas se distinguen fisica y moralmente; y existen en ellas todos los grados de civilizacion desde la sociedad de familias hasta el mayor cultivo que puede apetecerse; la influencia del clima es tan variable, como debia esperarse de la estension de nuestro terreno, é igualmente varian los productos de la tierra; la policía no se ejerce en todas partes de un mismo modo; en una palabra, los agentes que sostienen la vida son diversos. Si reflexionamos en los usos y costumbres de nuestro pueblo, notaremos la mayor desemejanza que puede apetecerse. ¿Quién no distingue la vida de un opulento de la de un miserable jornalero? El pobre acostumbrado à alimentarse con poco y á sufrir con resignacion las inclemencias del tiempo, descuidado de la educacion y el cultivo que tanto cambian los modales é influyen en las pasiones, sin tener siquiera una miserable cama en qué descansar de las fatigas, muy poco se parece ciertamente al hombre acomodado, ni mucho menos al que pertenece á la clase media de la sociedad, en la cual se halla mas arraigada la moral y las buenas costumbres.

Las diversas posiciones de nuestras varias capitales son tan desemejantes, como debia esperarse de una nacion nuevamente formada, de una nacion de mucha estension y pocos pobladores: así se ven unas fundadas sobre lagunas; otras sobre terrenos montañosos, casi sin nivelacion, en donde las casas todas tienen por cimientos peñascos á diversas alturas; algunas en la proximidad de los bosques, y casi todas bajo la accion de agentes variados.

La influencia que tienen los oficios á que se dedican nuestros paisanos ¿no es una consideracion poderosa para saber las modificaciones de las enfermedades que padecen? Los que hayan visto trabajar á los curtidores, á los que limpian las letrinas y otra porcion de gentes entregadas á semejantes ocupaciones, podran responder francamente. Por el atraso que guardamos en las artes y lo poco que procuramos evitar cierta clase de cuasas influentes en la pérdida de la salud, no son comparables muchos artesanos nuestros á los de su clase en Europa, en donde la perfeccion en las máquinas ha aligerado el trabajo.

La consecuencia natural de esta desigualdad de elementos es la produccion de ciertas enfermedades endémicas de algunos de los pue

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