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ELECCIONES INGLISAS.

HISTORIA DE 1841.)

SIGUIENDO el camino que se estiende de Derby al pequeño pueblo de Dumphrey, sir Jorge Averson se entregaba por la primera vez de su vida a reflexiones bastante serias. Por la primera vez se encontraba en una situacion grave y solemne. El galope de cuatro caballos que tiraban de su silla de posta, lo llevaba á un mundo nuevo. Hasta esta época, sir Jorge se habia consagrado enteramente á los ejercicios cómodos y fáciles de una vida holgazana; habia sobresalido en Londres en las prácticas elegantes de la moda y de los placeres, disipando alegremente su fortuna, y aun alguna cosa mas. En el curso de esta brillante existencia, habia viajado con frecuencia; pero siempre para su recreacion; un viaje á negocios era para él una novedad, y por esta razon encontraba en él un cierto encanto. ¿Que irá á hacer-sir Jorge á Dumphrey? La respuesta á esta pregunta era un secreto que las gacetas no podian tardar en descubrir al público.

Ya hemos dicho que sir Jorge se habia dejado llevar por sus prodigalidades, mas allá de lo que le permitian los límites de su fortuna. Despues de haber devorado su capital, habia tambien agotado su crédito y la paciencia de sus acreedores. Sitiado por una formidable artillería de memorias y letras de cambio, batido en brecha por todos lados, reducido á rendirse por hambre, ó á dejarse asaltar á viva fuerza, el héroe se vió obligado á dirijirse à uno de sus parientes, cuya opulenta benevolencia lo habia socorrido en otras ocasiones en circunstancias bien crítitas; pero los parientes mas generosos se cansan al fin como los acreedores mas considerados, y aquel le habia respondido que estaba pronto á ha

cer un último sacrificio de tres mil libras esterlinas pero con la condicion espresa de que esta suma seria bastante para regularizar la posicion de su gobierno. Sir Jorge, pues, debia mas de veinte mil libras, y no siendo negociante, no podia ser admitido al beneficio

de una bancarota. Una prision por deudas era inevitable, y nuestro desgraciado zángano, viendo aproximarse el momento fatal, procuró distraerse y disfrutar de lo que le quedaba. Arroja con indiferencia sus últimas monedas de oro, sobre la carpeta verde del Club Crockford, y despidiéndose así del juego que lo habia maltratado en su prosperidad, encontró un buen cambio; ganó en una sola tarde cinco mil libras esterlinas.

Con este dinero podia entretener á sus acreedores por algunos meses; pero las apuraciones debian renacer despues. La fuga y un viaje por el continente no le ofrecian recursos mas durables; acostumbrado á vivir ampliamente, habria bien pronto acabado con su pequeña fortuna, y entonces ¿qué seria de él? Incierto del partido que deberia tomar, sir Jorge que rarisimamente pensaba en la política, abre maquinalmente un periódico, y lee á la cabeza de la primera columna un artículo que anunciaba la disolucion de la camara de los comunes.-¡,, Nuevas elecciones "! ¡ved ya mi negocio! grita el favorecido jugador." Las cinco mil libras que he ganado, y las tres mil que me dará mi tio, son suficientes para librarme de las garras de mis acree dores. Estoy bastante rico para arrancar una mayoría y ponerme á cubierto bajo la inviolabilidad parlamentaria. "

Este medio practicado tan frecuentemente por los disipadores ingleses ofrecia à sir Jorge grandes ventajas. Con astucia y algunas capitulaciones de conciencia, debia asegurar su posicion y rehacer su fortuna. Ya no piensa mas que en escojer bien el terreno para no perder sus avances, y en emprender el camino mas practicable. Entonces sir Jorge se entrega á estudios profundos de geografia política, y despucs de haber recorrido el mapa, se fija en el lugarejo de Dumphrey que reunió, para él, condiciones muy preciosas: electores en poco número: un pais pobre: can

didatos obscuros y poco temibles: y en fin la vecindad de un magnífico castillo habitado por lord Stamby, que ejercia una influencia notable en la comarca.

Despues de un maduro exámen y cálculos tirados sobre buenos informes, sir Jorge aguarda como cierto el buen éxito. El procurador encargado de sus negocios se compromete formalmente á entretener á los acreedores por tres semanas. Este era un tiempo mas que suficiente para poder llegar al punto. El candidato, pues, parte alegremente para Dumphrey llevando su eleccion en la cartera. ¡Feliz pais donde se puede uno elevar al rango de legislador, y asaltar un asiento en el parlamento con el producto del juego.

Siguiendo su camino sir Jorge se abandonaba á sueños dorados; el porvenir le parecia adornado de los mas resplandecientes colores: la eleccion era á sus ojos una comedia llena de escenas divertidas.-Yo sé bien mi papel, decia, lo desempeñaré con seguridad; seré complaciente, liberal, elocuente y daré un buen convite à mis electores, me aplaudirán, y llegaremos sin dificultad á un fin fácil y previsto.

El carruage se detiene para mudar caballos.
-¿Donde estamos? pregunta sir Jorge.
-En Ferness.

-¿Cuántas millas hay de aquí á Dumphrey? -Veinte y ocho. Llegará V. ántes que se ponga el sol.

-Pues caminemos, poned buen tren. Yo pago doble.

El postillon iba á lanzar sus caballos, cuando un correo que venia á toda carrera le hizo señal de que aguardase, y presentándose á la portezuela del carruaje dijo ¿Quien es sir Jorge Averson.

-Yó.

-Ved una carta que os dirije M. Hopkins. Sir Jorge la abre y vé que no contenia mas que estas cortas palabras.

,, Deteneos en Ferness, ó en otra parte, y disponeos para no llegar á Dumphrey sino de noche. Yo os aguardaré."

Hopkins era un agente electoral á quién sir Jorge habia encargado sus intereses. Este aviso hubiera producido inquietudes à candidatos vulgares, pero sir Jorge estaba dotado de una confianza cuya serenidad ninguna cosa podia turbar.

Este diablo de Hopkins, decia para sí, es hombre misterioso. Está disponiéndome indudablemente alguna sorpresa..... Sí, ya veo

lo que esto pueda ser: quiere que yo llegue de noche por que me ha preparado una iluminacion. Sea así, aguardaré para hacer mi entrada triunfal en mi buen lugar de Dumphrey.

Ocupado de esta idea que halagaba su amor propio, sir Jorge se resigna facilmente á pasar dos horas en el pueblo de Jerness. Al caer el dia, se puso en camino y su sorpresa fué grande cuando al aproximarse á Dumphrey advirtió que toda la poblacion estaba envuelta en las tinieblas mas profundas. Un hombre lo aguardaba en el camino: este era Hopkins.

-Descended de vuestro carruage, le dice el agente electoral, y venid á pié conmigo. No seria prudencia hacer ruido.

-¿Porqué es esto? le pregunta sir Jorge que comenzaba á perder una parte de sus ilusiones.

-Es porque nuestros adversarios no duermen mas que con un solo ojo.

-¡Y bien! mi presencia sola ¿no debe confundirlos?

-Sin duda; pero en atencion á que es seguro vuestro triunfo, podrian vengarse, haciendoos un pesado recibimiento.

-Y mis amigos ¿no están para hacer que estos bellacos entren en razon?

-Vuestros amigos no lo serán sino cuando háyais contado con ellos.

-Yo tengo lo necesario para asegurarme de su adhesion.

-¿Cuanto traeis?

Seis mil libras esterlinas á mas de las dos mil que ya os envié.

-Es bien poco, para la tasa en que estan los sufragios hoy. ¡La mercancia electoral sube de precio todos los dias! Me he dirigido ya á los whigs y á los torys; casi casi estan al mismo precio. Sin embargo, por la cantidad, me ha parecido que haria mejor mercancia de torys, y he hecho mis ofertas y mis demandas á este partido. Pero tendrémos, puede ser, mucha dificultad en salir de este paso con ocho mil libras.

-Con todo esto, por esta suma siempre se ha podido poner un sitio al parlamento.

-En otros tiempos esto era nada; pero ¡la industria ha hecho tantos progresos! Si esta continúa, las voces concluirán por ser tan caras en las elecciones como en la ópera. Los electores se harán pagar como los tenores.

-Los diletanti politicos se harán entonces bien raros. La Inglaterra no será bastante rica para gozar del gobierno constitucional.

-Yo me lo temo. Pero de aquí allá tene

mos bastante tiempo, y tomando bien nuestras medidas, comprando á bajo precio algunos votos de deshecho, podrémos aun llegar. Yo ya he hecho un buen empleo de las dos mil libras que me mandásteis; he dado arras á algunos centenares de electores que aguardan el libramiento completo de sus sufragios. La nota de este gasto monta á novecientas libras.

-Restan mil cien.

-Además, he alquilado la hospederia de las armas de Escocia, donde vuestros electores serán alojados, y donde se les dará de comer y de beber á vuestras espensas. Por esto me han pedido cien libras, á cuenta de trescientas del convenio.

-Novecientas y trescientas hacen mil y doscientas.

-Aguardad. He alquilado en vuestro nombre la principal casa del lugar, y pagado integramente el precio del alquiler de tres meses á razon de cincuenta libras por mes.

-¿Tres meses decís? Es inútil; las elecciones no duran mas que quince dias.

-Es necesario tener todo previsto, podeis ser detenido por mas tiempo en Dumphrey. -¿Cómo?

-Seguramente. ¿No podeis recibir en la lucha electoral alguna herida grave que os ponga en la imposibilidad de regresar inmediatamente á Londres.

-Verdaderamente no habia yo pensado en este peligro.

-Tranquilizaos. He hecho venir, y siempre à vuestras espensas, al mejor cirujano de Derby, un hombre admirable para las amputaciones. Estará á vuestras órdenes por todo el tiempo de las elecciones.

-¡Esto es asegurarse mucho!

-No es todo. He hecho establecer en vuestra casa una botica completa, y ciento cincuenta camas, donde serán recibidos y asistidos los vuestros que salgan contusos. Se pondrá arriba de la puerta un rotulon con estas palabras: Hospital para los electores del honorable sir Jorge Averson. Esta es una atencion delicada que no puede dejar de producir un efecto excelente.

-¡Por el contrario! Esta precaucion va á espantarlos.

-Todo es debido, ellos lo aguardan. Saben los riesgos que corren, y hay gentes honestas que lo recibirán por su dinero. Muchos de ellos han pasado ya por esta prueba, y llevan honrosas cicatrices. El pais es célebre por su calor

en este género de negocios. Tenemos en Dum prhey un gran número de mancos, cojos y tuertos, reducidos á este estado por las elecciones. Ved por qué son tan caros los sufragios. Hay lugares en que el simple voto es mas barato, pero se estipula una indemnizacion à los heridos y á la familia de los muertos: aquí muertos ó heridos nada tienen que reclamar, lo que no deja de ser una buena economia.... Recapitulemos: el alquiler, el cirujano, la botica, el hospital hacen quinientas libras, que unidas á las mil doscientas contadas ya, suman mil setecientas. A mas de esto, he depositado doscientas guineas en casa de un notario para el caso eventual que haya de repararse la casa que habitareis.

-No he comprendido bien este articulo.

-Nada hay mas claro. Inevitablemente los vidrios de vuestra casa serán rotos desde el primer dia, y no tendréis la simpleza de hacerlos reponer inmediatamente, y así este será un solo gasto.

-¿Romperán tantos que llegue á doscientas guineas de vidrios?

-No; pero es cierto que el estrago no se limitará á esto. Romperån tambien las ventanas y las puertas. He dado fianza segun se acostumbra por estos pequeños deterioros; si acontece algo de mas importancia.........

-¿Qué cosa?

-Si por ejemplo, como ha acontecido innumerables ocasiones, la casa es demolida, el propietario tiene su recurso contra vos: en esto no cabe duda, pero ha tenido la delicadeza de no exigir ninguna garantia para este caso excepcional: se contenta con su derecho y accion que los tribunales le dan contra vos, si no lo ejecutáis de buena gana. Es verdad que la cualidad de representante de la nacion os pone á cubierto por algun tiempo; pero tambien lo es que vuestro encargo no es eterno.

-Si mal no cuento, teneis que justificarme el empleo de cien libras.

--Ved mi memoria en la que encontraréis el detall, esta suma se ha gastado en pequeñas partidas....

-Veamos: por un sombrero forrado en cobre.... tres guineas, por una cota de maya veinte guineas.

-Sí, vuestro traje el dia que hableis sobre los hustings. La cota es muy flexible y se pone debajo del vestido. Esta os defenderá. Es necesario estar armado de punta en blanco en estas ocasiones. Son honderos hábiles, y probablemente no os escusarán algunas piedras lanzadas con mano segura. Estando bien equi

pado, estareis libre de contusiones, y los golpes no os impedirán proseguir vuestro discurso. Solamente tendréis que proteger vuestra cara, la costumbre desgraciadamente no permite llevar una máscara ó una visera. Pero encasquetándose bien el sombrero y metiendo bien la barba en vuestra corbata, no dejaréis mas que un pequeño blanco á vuestros tirado res. El mas grande peligro existirá cuando descendais del tablado; mas si vuestros adversarios se muestran muy animados contra vos, haremos venir un escuadron del regimiento de dragones que se halla en Derby. Sobre este particular ya he escrito al coronel. Con los dragones habrá indispensablemente una batalla; pero esto nada importa; puesto que no teneis que dar ninguna indemnizacion á los heridos y á los muertos. Ya no nos resta mas que un mal, y es, que la fuerza armada os costará bien trescientas libras, y entonces no os restan para los sufragios mas que seis mil. Si no teneis un número considerable de votos gratuitos, no saldrémos bien con nuestra empresa. Segun me parece, os he oido decir que lord Stamby apoyará vuestra pretension. Esto será bastante. Lord Stamby dispone de cuatro cientos sesenta y ocho votos. Pero ¿cómo lo habeis decidido en vuestro favor?

-Lady Stamby es la que me ha prometido la proteccion de su marido.

-¿Le habéis hecho la corte? Esto es ser hábil. Por otra parte, ¡es tan coqueta! ¡Qué lástima que ya tenga cincuenta años! Es necesario, absolutamente necesario que vayais al castillo á recordar á Lady Stamby su promesa,

la que ella cumplirá si os conducís como conviene con ella. Un candidato debe ser ciego é intrépido.

-¡Cómo! ¿vois creis?

-Cerrad los ojos, sed bravo, y nada os detenga, con tal que venzáis. Mis deseos os seguirán y arrancaré para vos sufragios, miéntras que vencéis allá abajo.... A propósito, ¿habeis traido vuestras armas?

-En mi carruaje tengo pistolas de viaje.

-El mayor Hogarthy, uno de mis amigos, os presentará sus espadas y pistolas de combate: tambien se ha puesto garbosamente à nuestra disposicion para serviros de segundo con migo en todos los duelos que tendréis.

-¿Todos los duelos decís?

-Siete ù ocho solamente, es indispensable. Muchos de vuestros adversarios políticos se han hecho inscribir en vuestra casa. Este es un medio de deshacerse de un competidor; pero nosotros los harémos entrar en razon. Vos habeis hecho ya vuestras pruebas, ya, ya lo sé, y tambien que vos sois un campeon fuerte y temible.

-Sí, mi querido Hopkins, y todo lo que me habeis dicho ha sido bastante para inspirarme una buena resolucion. Enviad á buscar los caballos.

-Vuestro carruaje está listo.
-Entonces yo parto, adios.
-¿Para el castillo de lord Stamby?

-Para Douvres, y de alli para Paris, donde aguardaré con las seis mil libras que me restan la herencia de mi tio.

(Traducido para el Liceo por J. P. T.)

ESTUDIOS HISTORICOS.

WAPOLZOW.

PRIMERA ABDICACION.

Los años de 1812 y 813 habian pasado con gran- rentes idiomas se escribia la órden del dia,

des desengaños y terribles recuerdos para el genio que legó su nombre á su siglo. Las legiones de este genio invadieron en el primero la Rusia: los soldados que las componian en su mayor parte, habian sido vencidos por él en Arcole, Marengo, Austerliz y Jena. En dife

que tenia por objeto obedecer la voluntad de un solo hombre: ese hombre era Napoleon. Los soberanos de esos soldados casi le hicieron en Dresde, el servicio de edecanes. A su voz todo era vida y animacion: su presencia electrizaba aquellas masas, que marchaban con

El 18 de diciembre, Napoleon llegó en la noche de incógnito à Paris, creyéndosele todavia en Wilna, en términos de que se le rehusaba abrir las puertas de su palacio de las Tullerias. Cuando se supo que estaba en él recibiendo las felicitaciones y protestas de adhesion de todos los cuerpos del imperio y que se habia salvado de los hielos de Rusia, quedó absorta la Europa.

orgullo bajo sus banderas. Inicióse la cam- las escandalosas deserciones del príncipe de paña mas sorprendente del mundo en el pa- Schwartzemberg y del general York. Atanto deso del Niémen. Las sangrientas victorias de sastre el príncipe Eugenio supo hacer frente Witepsk, Smolensk y la Moskowa le abrieron con un esfuerzo y heroicidad que le aumentalas puertas de la ciudad Santa; pero Moscow ron la bien adquirida fama que disfrutaba en incendiada, daba un funébre reflejo á las águi- todo el ejército. las vencedoras de Napoleon. Despues de algunos dias en que inutilmente esperó éste la paz de parte del Czar, y viendo que no podria subsistir con un numeroso ejército en un pais incendiado y arrasado y que se hallaba á 800 leguas de su capital, dispuso la retirada. La esplosion del Krémlin la anunció á los moscowitas y esa esplosion los volvió en sí. Napoleon y sus tenientes se retiraron; mas su retirada fué la de un leon. Los rusos astutos y con un patriotismo llamado por algunos bárbaro; pero acaso el mas calculado, se habian retirado sacrificando cuanto podian sacrificar para que un enemigo no hallase en un desesperado triunfo, ningun auxilio que pudiera alentarle para permanecer en el suelo de la patria: ahora que retrocede, de todas partes salen à cortarle la retirada, retirada que podria valerles mas celebridad que la que sus antepasados habian adquirido en Plutawa. Los cosacos del Don, Nieper y Volga salian á reunirse á los diversos ejércitos que seguian las huellas del emperador de los franceses. Esos hombres rudos, esos tártaros no se detendrán hasta llegar á Paris! La naturaleza misma en Rusia pareció afectada de patriotismo, pues poniéndose el termometro á 18. bajo cero, el invierno fué el mas fiel aliado que tuvieron los rusos. Se estremece el alma al considerar lo que los franceses tuvieron que sufrir, y se llena de admiracion á la idea, de que enmedio de privaciones de todo género, y luchando con los elementos, en donde quiera que hacian frente á un enemigo tenaz y vengativo, numeroso y salvaje, obligaban á la victoria à permanecer en sus banderas. Eugenio Beauharnais en Malojareslawetz y Ney cubriendo la retirada se inmortalizaron de nuevo, y Napoleon y su ejército al pasar el Berezina, con sorpresa y deshonra de los generales rusos Tchitchagof, Wittgenstein y Kutusof.

Napoleon llegó á Molodeczno para dirigirse á Wilna y tomó sus disposiciones despues de haber dictado su tremendo vigésimo noveno boletin de partir para Francia, dejando el mando á su cuñado Murat rey de Nápoles, que no supo corresponder à sus esperanzas y el ejército se desconcertó, en lo que influyó tambien el ecsesivo frio por haber bajado de nuevo el termometro hasta 27 grados bajo cero y

Llegó el año de 1813 y en el tuvo Napoleon que prepararse á nuevos combates contra toda la Europa coligada é instigada por el oro de la Inglaterra ó mas bien por el espíritu dominante y constantemente impulsado hasta cerca de la tumba por Pitt, el ministro mas desintererado de su pais, y el enemigo mas infatigatigable de la Francia en cuantas épocas la historia pueda señalar la rivalidad de esos dos pueblos. Mayor influencia tuvieron para exitar en Alemania el odio ciego al estrangero las voces sonoras y consoladoras de libertad y patria, que los monarcas modulaban para entusiarmar á los pueblos y llamarlos al combate, aunque despues nada les cumplieron de sus ofrecimientos. La juventud ocurrió frenética á ese llamado, y hasta los estudiantes de las universidades se colocaron en masa en los regimientos. Las asociaciones de Tungend-Bund desarroyaron todo su poder y prestigio, organizando y fomentando los enemigos de Napoleon.

Este creó en el momento un nuevo ejército de conscriptos que con los restos del que tan habilmente habia podido conservar Eugenio, se puso frente afrente de sus enemigos. El número de estos se aumentaba de dia en dia y el jacobino sargento Bernadotte que por la proteccion de Napoleon llegó à ocupar el trono en que se habia sentado Gustavo Adolfo y que obtiene hasta el dia, tomó parte contra su bienhechor y sus antiguos compañeros de armas. Semejante defecion era preludio de otras no menos vergonzosas. Por otra parte la diplomacia enropea se adornaba con el ropage de la hipocresia y de la perfidia mas degradante.

Abrióse la campaña bajo auspicios favorables para las armas francesas; pero en los encuentros sucesivos que tuvo Napaleon perdió á sus antiguos y leales mariscales Bessieres y Duroc, dejándole un hueco en su corazon.

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