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blecimiento de la paz en Europa; el emperador los mariscales. El general Leval y etros que

Napoleon fiel á su juramento, declara que renuncia para sí y sus herederos á los tronos de Francia y de Italia, y que no hay sacrificio personal, aun el de la misma vida, que no esté dispuesto a hacer por la felicidad de la Francia.» Eran los últimos actos en ejercicio de su soberanía, que tocaba á un término. Cuando firmó, dijo á Caulaincourt.

--Y ahora, violentad la conclusion de todo... conducid el tratado á los soberanos aliados. Decidles, decidles en mi nombre, que yo trato con el enemigo vencedor, y no con ese gobierno provisional, en el que no veo mas que una junta de facciosos y traidores.

Entraron Macdonald y Ney; á estos y á Caulaincourt les dió sus órdenes, agregando que su abdicacion y tratado serian obligatorios si se cumplían las estipulaciones hechas á favor del ejército.

Para regresar los comisionados à Paris, tuvieron que presenciar los transportes de alegría de los que en Fontainebleau, olvidándose de su honor, no veian mas que su fortuna particular. En la capital las escenas vergonzozas fueron con mayor escándalo. No lo causó ménos la conducta del mariscal Augereau, hombre exajerado en sus ideas políticas cuando la república, así como cuando el imperio; en fin, el duque de Castiglione, qne tanto lisongeaba á Napoleon en sus dias de ventura, mancilló su nombre y honor, hasta el estremo de insultar á su emperador en una proclama, despues de no haber ejecutado las órdenes que habia recibido para defender á Leon y neutralizar á

los aliados en el medio dia de la Francia.

Luego que la abdicacion fué recibida y el tratado por los aliados ratificado, se aumentó mas el espíritu de deslealtad y comenzó á desarrollarse el de reaccion, reaccion sofocada

por mas de veinticinco años. El órden social estaba desquiciado, y los ánimos entre la exaltacion y la bajeza.

Cuantos personajes quedaban en Fontainebleau, se separaron de Napoleon y corrieron á Paris, en donde se acogian á esos prófugos afablemente, sin mas excepcion entre tantos ministros y dignatarios, que la del duque de Bussano, el honorable Maret, que quedó en el puesto en que el honor le dictaba permanecer. Aquellos hombres, supuestos intérpretes de los soldados, iban á protestar que estos participaban de su sentimientos. El magnánimo general Leval, que por su heroismo se le habia considerado como el verdadero intérprete del ejército, desmintió las apócrifas protestas de

habian quedado fieles á sus viejas banderas, no fueron à mendigar favores à Paris. Al fin cedieron á las circunstancias y esto despues que su emperador los desprendió de sus juramentos.

Napoleon se hallaba en un estado violento, y escribió á Caulaincourt.

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-Yo quiero partir.... ¡quién me hubiera dicho que el aire de la Francia habia de ser pesado y sofocante para mí! La ingratitud de los hombres mata mas eficazmente que el fierro y el veneno, ellos me han hecho la existencia pesada. Apresurad, violentad mi partida.

Fué decidido, pues, que las cuatro grandes potencias mandarian un comisionado para escoltar á Napoleon. Caulaincourt se regresó à Fontainebleau ántes que llegasen los comisionados: en el tránsito, el duque de Vicencio halló diferentes regimientos, que al verlo gritaban aún con entusiasmo, ¡viva el emperador! Parecia que se estaban preparando para una revista como en otra época. El soldado raso es el que ménos olvida el honor y la fidelidad en medio del infortunio.

El duque no pudo dejar de recibir una favorable impresion en estos rasgos de fidelidad: impresion que muy pronto se desvaneció al aspecto de los salones desiertos de Fontainebleau, pues el aliento de la adversidad habia hecho desaparecer á los mariscales con sus estados mayores. Aislado, con solo unos cuantos servidores habia quedado Napoleon en aquel palacio: el emperador poderoso, el hijo querido de la victoria, ante quien habian caido los imperios y cuyos soberanos inclinaban la rodilla, estaba ahora abandonado, olvidado, como si su vista sola, ó el pronunciar su nombre contagiase la existencia.

El caballeroso Caulaincourt aumentaba su fidelidad, cuanto mas la desmentian otros, que en los dias de la prosperidad de Napoleon lo lisongeaban hasta humillarse. El emperador estaba en el jardin: cuando vió al duque le dijo:

-Todo está pronto para mi partida?

-Si señor, le respondió el duque, procurando calmar la emocion del emperador.

-Muy bien.... Mi pobre Caulaincourt, creereis que Berthier ha partido? y ha partido sin decirme adios....

El duque procuró consolar á Napoleon sobre esta y otras ingratitudes.

-Berthier ha nacido cortesano, lo vereis mendigar un empleo de los Borbones." Y hablando de la conducta vergonzosa que aun

delante de él habian tenido los grandes oficiales del imperio.-Yo soy humillado, dijo, que hombres! Cuanto los elevé á los ojos de la Europa, ellos se han abatido. Qué han hecho de esa aureola de gloria al través de la cual aparecian en el estrangero? Qué pensarán hoy los soberanos de todas esas hechuras de mi imperio?.... Caulainconrt, esta Francia era mia, y lo que la deshonra es para mí como una afrenta personal.... Me habia identificado con ella.... Entremos.... estoy fatigado. Habeis visto á los comisarios?

-No señor, al descender del coche vine luego hacia V. M.

sus escudos, titulos para dividir conmigo el pan y la tierra del destierro. ¡Valientes, bravos soldados! qué no pueda llevarlos á todos! Ni una visita, ni un recuerdo de alguno que viniese á cambiar esa monotonía de dolor que reinaba en Fontainebleau! De vez en cuando se escapan de la boca de Napoleon los nombres de Malé, Fontanes, Berthier, Ney, y........ nadie viene!....

Montholon, el fiel Montholon llega del AltoLoire, y espresa el entusiasmo de las poblaciones y de los soldados, y decía que todavía era tiempo.

--,,Es bien tarde, responde Napoleon... ellos -Id á verlos.... violentad, violentad mi par- lo han querido...." y alguna que otra palabra era una acusacion terrible. tida.... esto se prolonga mucho....

Cuando salian del jardin el emperador y el duque de Vicencio, un coracero de la guardia vestido de gran uniforme y que esperaba hablar á Napoleon, corrió hácia él, quien le dijo: --Qué quereis?

--Mi emperador, yo os pido justicia, le respondió en ademan suplicante.

--Qué se te ha hecho?

--Se comete conmigo un acto de execrable injusticia: en treinta y seis años de edad, cuento veintidos de servicio y estoy condecorado. Cuando esto decia, se tocaba su pecho. Despues continuó: con todo, no se me ha puesto. en la lista de partida.... si se comete esta sinrazon, me abriré con mi espada un lugar entre los privilegiados.

--Tienes descos de venir conmigo?

--No es deseo, mi emperador, es un derecho, es mi honor el que reclamo, y....

--Lo has reflexionado bien? le replicó Na

poleon con bondad: es necesario que abandones la Francia y tu familia y que renuncies à tus

ascensos.

El 19 de abril, los preparativos del viage fueron concluidos. Las mas crueles emociones aumentábanse por grados cuanto mas se acercaba la hora de partida. Napoleon sufria.... los que le habian quedado fieles tenian el alma despedazada: las lágrimas eran de sangre. --Napoleon preguntó á Caulaincourt, está todo dispuesto?

El duque solo pudo hacer un signo afirmativo.

--Mañana al medio dia montaré en un coche.
Nadie podia articular palabra....

--Caulaincourt, yo tengo el corazon lacerado: nunca debiamos separarnos.

---Señor! esclamó el duque desesperado, yo partiré con vos: esos hombres me han hecho la Francia odiosa!

Napoleon le dijo que no, por varias razones y entre otras agregaba:

--Quién defenderà esos valientes y fieles po

lacos, cuyos derechos eran garantizados por sus honrosos servicios? pensadlo bien, esto seria una deshonra de mas para la Francia,

--Yo los abandono, dijo con voz brusca; yo para mi y para todos vosotros y si los intereses tengo mi cruz y esto me basta.... y en cuanto de la Polonia no son irrevocablemente aseguà lo demas, todo lo olvido; con respecto á mi rados. familia hace 22 años, que vos la sois: vos mi en Egipto, os acorgeneral Yo era trompeta dais

Habló despues de sus disposiciones para recompensar á su casa militar y civil y del sentimiento que destrozaba su corazon de no po

-amos.... tù me acompañarás, hijo mio, derlo hacer como el queria; pero que al menos

este le arreglaré.

llevaba un recuerdo de cada uno en particular,

--Gracias.... ¡ah! gracias, mi emperador; yo por sus servicios...y por su constante adhesion. hubiera sido sin esto muy desgraciado.

--Dentro de algunos dias estaré establecido

E pobre coracero se separó alegre y orgu- en la soberanía de la Isla de Elba.... me vio

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lento por respirar allí.... aqui me sofoco.... Yo

--E sistema de compensaciones, Caulain- habia meditado para la Francia grandes cosas... court y yo no puedo llevar mas que 400 hom- el concurso de todos me era necesario: se me bres y mi guardia entera desea seguirme.... ha rehusado. Este pueblo, el mas valiente y Frella se agota el ingenio por encontrar en animado de la tierra no tiene constancia mas 1. at bigüedad de los servicios, en el número de que para volar al combate; pero una derrota lo

desmoraliza: diez y seis años de victorias á mi lado se han olvidado en un año de desastres," y suspiró profundamente.

Pasado un rato de meditacion, siguió hablando sobre la manera bárbara con que se le consideraba, y hollando en él las leyes naturales al separarlo de su muger é hijo: despues decia: --La historia dirá: Napoleon soldado y vencedor fué generoso y clemente en la victoria; Napoleon vencido se le ha tratado con infamia por las viejas monarquías de Europa.

El duque de Vicencio procuró en esto y en lo demas derramar en su alma el bálsamo del consuelo: la amistad y fidelidad de Caulaincourt, infundian en su emperador la confianza. Este se paseaba con violencia, y sus espreciones aisladas eran la historia de la Francia y aun del mundo que veía con su mirada de aguila en el porvenir.... y continuaba.

--El recuerdo, decia á Caulaincourt, que llevo de vuestra conducta hácia mí, me reconcilia con la especie humana.... vos sois el mas perfecto de los amigos; y le abrió los brazos al duque, el que se precipitó en ellos: ambos estuvieron por un rato mudos con la opresion del

dolor.

--Es necesario separarnos, mi amigo, mañana aun tendré necesidad de todo mi valor para dejar á mis soldados.... Valiente y admirable guardia.... fiel y adherida en mi buena ó mala fortuna.... Mañana le diré mi último ¡adios! En fin, es el postrer sacrificio que me queda por hacer.

Despues con acento conmovido le dijo al duque:-Caulaincourt, nosotros nos veremos un dia.... mi amigo; y salió fuera de su gabinete. Caulaincourt, frenético de pesar, se separó tomando el camino de Paris.

En este dia, el 19 de abril, el emperador dictó sus órdenes para su partida: al siguiente su guardia y lo que le quedaba de oficiales superiores estaban dispuestos. Ya se habia hecho la honrosa y envidiable eleccion de los que lo habian de seguir à su destierro: los generales Bertrand, Drouot, Cambronne, el mayor y baron polaco Jermanowski, el caballero Malet, los capitanes de artillería Cornuel y Raoul, los de infantería, Loubars, Lamourette, Hureau y Cambi; en fin, los capitanes de lanceros polacos, Balinski y Schoultz y 400 granaderos y cazadores de la vieja guardia y lanceros polacos habian de acompañar á su emperador.

Rodeado por los ejércitos enemigos, no pudo ver antes de su partida á ninguno de la familia: todos los miembros de esta salian en diversas direcciones para el estrangero. La em

peratriz Maria Luisa tiene que aparecer en la historia con la tacha que se le hace de su calculada posicion que ella misma buscó para no ver å su esposo. Napoleon quedaba enmedio de su infortunio, y á la vista de la Francia, y la Europa sonreia....

En fin, el 20 de abril los coches de viaje estaban preparados. La guardia imperial estaba formada en uno de los grandes patios del castillo de Fontainebleau: á la una de la tarde salió de su gabinete Napoleon y á su tránsito halló el pequeño resto de la brillante y numerosa corte que un dia lo rodeó. El duque de Bassano, el general Belliard y otros pocos generales y coroneles, habian sabido conservar ilesos su honor y fidelidad hasta lo último, ¿y los polacos? Los polacos eran representados en esta escena solemne por el general Kosakowski y el coronel Vousowitch. El emperador dirigió su mano á cada uno y se fué hácia su guardia. Con mil vivas lo acogió esta falanje escogida, admirable resto de los héroes de la república y del imperio. A un signo de que queria hablar Napoleon, reinó un silencio lleno de ansiedad y de desconsuelo: en medio del cual y á la vista de los comisionados estrangeros, dirigió á su guardia aquellas últimas palabras elocuentes y sublimes que el dolor le dictaba y que el mundo entero ha acogido con admiracion, con entusiasmo, con ternura. Palabras que revelan á la vez las profundas emociones de amor y de dolor que inundaban el alma del héroe. No lamenteis mi suerte, les decia al concluir, seré feliz siempre que sepa que vosotros lo seais.,,Adios, hijos mios, yo querria estrecharos á todos en mi corazon: ya'que no me es posible, abrazaré al ménos vuestra bandera (1)."

Al pronunciar estas palabras el general Petit, toma una águila y avanza. Napoleon fuera de sí abraza al general y besa la bandera: hizo un esfuerzo, y con voz firme dijo á sus soldados:,,Adios en fin, mis viejos compañeros de armas.... Adios, mis valientes! Adios, hijos mios (2)!

En seguida se dirigió apresuradamente á un coche en que lo esperaba el general Bertrand.

Partió.... En el corazon de los franceses quedaron tantos remordimientos, como trofeos y gloria habia conquistado para la Francia. El mundo estaba absorto, la Europa silenciosa, la victoria en duelo. ¿Sabeis la causa? Hijo de la libertad la traicionó, y la libertad se vengó! México, marzo 15 de 1844.-D. REVILLA.

(1) A Hugo.

[2] Lallement.

Aquí de los espantos y de los comentarios, de sus movimientos, qué desenvoltura, qué ardor!

los males de nervios y de los suspiros ¡¡Ella!! ese es un título romántico, eminentemente romántico, fruta de ese árbol viejo carcomido y medio seco. ¿Quién no recuerda al leer este encabezamiento el romanticismo y los románticos del curioso parlante? ¿Quién no se estremece pen sando ya en los venenos y en los puñales?-Desde el oscuro rincon de mi humilde cuarto diviso á la sentimental Elisa preparando una lágrima que ya comienza á brillar en su párpado; diviso tambien à la débil Clara ahogándose; su seno palpita y sus nervios se contraen. El Romántico Anselmo se dispone á acompañar con sus gemidos y sus maldiciones á las blasfemias Ꭹ á los sollozos de la heroina ó del héroe del cuento que se títula,,Ella." Por detras de todos estos jóvenes ansiosos de impresiones, ávidos de desventuras si quier leidas ó acontecidas, distingo à la venerable Rita, à la buena sexagenaria, horripilándose y llamando heregias al romanticismo y hereges á los escritores que tal escriben, y ensartando ya un sermon de sexagenaria que deja entre asustada y curiosa á la tímida Angelita.... Paso, señores, no es nada de eso; nada de lo que VV. han pensado es el articulillo.-,,Ella" es cosa muy distinta; no hay para que asustarse. ¿Quién de VV. no la conoce? ¿Quién no la ha visto? ¿Ha estado V. en un baile de candil? ¿No sabe V. lo que es? Bien, venga V.; entremos. Distingue V. entre esa turba de bailadoras mozuelas, de damas de barrio, de elegantes de accesorias de hembras de soldados, entre esa multitud de mugeres que se enlazan y se agrupan y se oprimen con esos caballeros sin perfume, ni casacas, que se abrazan con esos dandys de calzoncillo y sábana, de chaqueta y jorongo, petrimetres de sombrero jarano y rolizas muñecas, que arman pendencias y se acuchillan y despiden á un hombre para la eternidad, con la misma sangre fria que un elegante de baston y lente se sorbe en finísimos trago una taza de café. ¿No distingue V. etre esas mus geres, entre ese grupo, à una muger que parece multiplicarse? Se admira V. de sus formas tan bellas, de su aire tan jovial, le parece á V. la rei na de esa sociedad?—Es cierto; véala V. triscar' buscar á este, luego á aquel; ansiosa de placeres ávida de sensasiones gratas. ¡Qué gracia en

--Esa avidez de placeres fisicos es el eslabon que une à los racionales con los brutos, vea V. á esa hechicera,fá esa muger] de la hez entregada á ella; ¿siente V. deseo de conocerla?-Disfrute V. antes del placer de contemplarla; porque esa muger es Ella, y ella.... Venga V., dará la vuelta y V. verá su rostro. ¿La vió V.? Pero por qué ha esclamado? Esperaba V. hallar un rostro juvenil, un rostro hechicero, esperaba V. hallar una mirada angelical.—¡Infeliz!—Le ha encon trado V. con un rostro rugoso ya por la edad, con una frente marchita por el vicio, con una figura que revela los mil criminales placeres de esa muger que al fin ya de su vida vuela ansiosa tras ellos, busca aún sensaciones de que ya es incapaz.-Véala V. bien, note V. los signos de maldicion que lleva impresos en esos ojos secos, rojos; aun en esos mismos movimientos Ilenos de vida y de gracia se descubre su prostitucion. Esa muger es Ella; porque con este nom.. bre y en uso de mi autoridad he querido bautizar á esas viejas verdes, ó sean coquetillas de cincuenta ó mas años,—¿Siente V. un atractivo oculto, un no sé qué que impele á V. à quedarse junto á esa muger?-Ese atractivo es un hechizo, es el resultado de un clister que form a el patrimonio de Ella.-Salgámos, huya V. con migo. Vamos à un baile mediano, porque este artículo ha de ser artículo de baile y de danzas; D. N. dá un baile, y D. N. es un buen empleado de regular sueldo que le queda á deber tesorería. Venga V.; en su casa se reunen mil personas de la clase media, ¡de esa fclase que oculta crímenes horribles y virtudes heróicas, arrojos inauditos y sacrificios inmensos, de esa clase demagógica y anárquica, de esa clase hija del orden y de la libertad. Es la sala, vea V ̧ à esas jovenes frescas, hermosas, puras, sin pretensiones de orgullo, con la sencillez de la mediocridad; todas bailan, todas danzan; todas estan alegres, unas entregadas à los encantos del baile, otras cuchicheando en un estremo de la sala, confiándose sus penas y sus amores, sus esperanzas y sus temores. Fije V. su vista en ese corro: vea V. à aquella muger que brilla entre todas por su trage modesto, sus modales tan dulces su vivacidad, tan ingenua y tan sencilla. Debe de ser la inocencia misma, el can

dor personificado. Véala V. riendo con las jóvenes y dándoles consejos porque tiene sus aires de esperimentada. Mirela V. descubriendo su sensibilidad exitada por los sones dulcisimos de la música; su cuello ondea, su blanco cuello, su cuello de cisne, su cabeza hechicera chispea con el fuego de la juventud. ¡Tiene quince años! Cree V. que es sensible y la ama, que es hermosa, que es ingenua, que sus maneras son francas, que sabrá amar con fuego.--Bien; véala V.; ya la conoce V. de perfil, ahora mirela V. de frente. ¿La vió V.? No esclame, no prorrumpa en gritos.--¡Es Ella! Véala V. encubrir su falsía, véala V. cómo suspira á los acentos de ese jóven, cómo lanza una mirada al otro, cómo anima à aquel.... ¿Se siente V. apasionado por ella? Vea V. como se divisa á travez de la gaza y de la seda que encubren su cuello y su seno, su maldad y su prostitucion; vea V. esa frente juvenil, esa frente de cincuenta años, sus ojos marchitos, ya sus ojos ávidos de deleites y animados solo por el fuego de la prostitucion.--¿La creyó V. jóven?-Está V. desengañado; tiene ya casco de medio siglo y å estas jóvenes de semi-siglo son á las que llamo yo Ella. Esta es la Ella de la clase media; muger terrible y ponzoñosa como un áspid y abominable como un usurero, aunque ahora los tenemos, para honra de Dios, á millaradas.

No huya V., iremos juntos y á otro baile. (Hoy me ha dado por los bailes) vamos á un baile de tono, á un baile de elegantes, à un salon en el cual brillan á la luz de la esperma los diamantes y los rubies; lugar en que ondean la gaza y la seda, el finísimo shall y la ancha enagua de seda. Venga V.; mil bellezas seductoras consolarán á V. de la vision fatal; la música, la alegria, la buena mesa y la.... todos los placeres reinan allí.-Estamos en él ¿Ha llamado á V. la atencion esa señorita que ha dado su abanico al almivarado y apuesto doncel que conservando una apostura estudiada se ha quedado junto á ella?--Vea V. á esas otras jóvenes, diviértase V. allí; no vuelva V. cl rostro á esa muger. Es hermosa, no hay duda, es la bondad personificada, es la imagen de la inocencia en este suelo, es hechicera.... ¡Oh, es un angel!-V. la ama tal vez. No la ha visto V. bien ¡Qué jovencita, qué tez tan delicada; es una niña, y una niña hermosisima. Acérquese V.; mirela V. con su rostro jóven á fuerza de afeites y de co lorete; mirela V. con ese seno palpitante, lleno de afecciones amorosas, blandas, suaves como su perfumado aliento; y digo que es perfumado, porque efectivamente echa la juvénil sexagenaria en su boca no sé qué perfume, que com

pra en la perfumeria por supuesto).--¡La ama V.? Pues bien, vuele V. á sus piés; es ¡¡Ella!!.. Escuchará los votos de V., se entusiasmará, la verá V. llena de fuego y de pasion. Pronto, digala V. que la ama, y Ella inclinará su frente ruburosa; júrele V. su amor, y bajará sus ojos, digale V. que muere, Ella le dirá á V. !Ah!' y una lágrima de amor brillará en su párpado viejo, porque la han enternecido los acentos de V.-Bésela V. una mano, y en su transporte dará á V. un beso que imprimirá en su frente.... En la frente, porque es V. tan niño y Ella.... Ella tiene cuarenta y cinco ó cincuenta años cubiertos con ciertos ingredientes que le vende el peluquero vecino; mas no tema V.; lo amará eternamente; así lo dijo, y esta eternidad es como si dijéramos que amaria á V. por toda la eternidad que medie entre la declaracion de V. y la de otro jóven nuestro prójimo é hijo de Adan. Porque Ella se sustenta con las declaraciones juveniles, como V. y yo nos sustentamos con la carne y con las frutas. Es un placer inefable para Ella una declaracion juvenil; figúrese V., hay tanto fuego en un te adoro dictado por una boca de veinte abriles ó de veinte mayos, que para el caso son lo mismo. Pero en fin recibió la declaracion de V.?-Lo amará siempre, no es verdad? Leyó V. en sus ojos su placer, sintió V. palpitar su corazon y aunque viejecita es sincera; yola he calumniado. ¿No es cierto?-Pues bien; aquel mozalvete tímido, encogido, como estudiante de universidad mexicana va á acercarsele. -¿Percibió V.? Te amo... ..Acerquémonos.-Van á bailar; nosotros tambien danzaremos; póngase V. frente à Ella.... Una lágrima le ha quemado à V. la mano. Es una lágrima de la sensible Ella; está extasiada con las palabras de ese jóven á quien ha dicho necesitaba llenar el vacio de mi corazon, y esto és cierto, porque ni V. ni un amante solo son tomos suficientes á llenarle esa carverna que parece un abismo. Porque ya no tienen sangre ni su corazon ni su cuerpo; toda Ella está vacia como pipa de vino, y no tiene ya mas que la piel que restira con mil trabajos y por medio de un mecanismo curioso.-¡Vaya V. á llenar ese vacio! No hay quien ocupe tanto que lo consiga, y menos si suponemos que el amante es niño, como son los amante de Ella. Ella se muere por los niños; por la sencilla razon de que el género humano es tan afecto á los contrastes, y entre una vieja y un niño hay un contraste graciosísimo, cuyo contraste llega á ser un coup de théatre, si suponemos, como es debido, que la vieja es macilenta y se pinta, y el rifices rollizo y no se pinta.-Y luego figúrese

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