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dolo, hasta sacarlo del estado en que hoy se encuentra: ¡mengua es, y no poca, que despues de veintitres años de independientes sea necesario para sostener nuestros coliseos que se nos importen comedias y comediantes; y que apenas se haya presentado en la escena una que otra pieza nacida en el pais. ¡Cuántas malas traducciones no se han dado en espectáculo! ¡Cuántos melodramas insípidos é insulsos! ¡Cuántos de esos que hoy se conocen con el nombre de dramas no hemos visto en la escena por mas atestados que estén de ejemplos y de lecciones de inmoralidad! ¿Y qué resulta de todo esto? que México recibe y compra esa mercancía nociva y perniciosa á la juventud, y que aun permanece dependiente de Europa, como lo es en otros artículos de industria, únicamente porque se ha descuidado cultivar y poner alicientes para que escriban los aficionados á la poesía dramática; á los que se sientan animados de calor y fantasía, para que haya quien se dedique á darnos unas buenas traducciones, limpias, puras, y sin esos galicismos que se advierten en algunas que hemos oido. Tenemos jóvenes ansiosos de gloria literaria; hombres verdaderamente ilustrados, conocedores del arte; de talento dramático, fáciles para escribir diálogos festivos y amenos, enemigos acérrimos de los defectos y vicios indígenas, y adquiridos, y que desean, como buenos mexicanos, verlos desterrados de nuestra sociedad, donde tanto mal hacen.

El treatro no debe verse únicamente como un lugar de desahogo, como una reunion donde se va á matar el tiempo, ni convertirlo en café, ó casa de tertulia, distrayendo á los concurrentes hasta causarles enfado: es necesario considerarlo bajo el aspecto de una escuela de costumbres, de lenguas, de decencia, de civilidad, de moralidad, y si se quiere de galanteo; pero un galanteo decente, noble, en que se respete el decoro, la dignidad, así del espectador, como de las personas que el autor introduce como interlocutores; digámoslo de una vez, el teatro visto en cuanto á lo formal, quiero decir, en la parte literaria, da á conocer la ilustracion de las naciones; y en cuanto á lo material, todo lo que se presente á la escena debe corresponder á los planes y miras de los que se consagran á estas composiciones tan difíciles, para merecer se les califique de buenas, como arriesgadas cuando el amor forma toda la accion, y es el objeto principal del drama.

TOM. I.

Pasó ya el tiempo, y no debe volver aquel en que nuestro coliseo de la capital era un local para que los vireyes, oidores, comerciantes y otras gentes asistieran, los unos, para manifestar el rango que ocupaban en la sociedad, y esotros para deslumbrar y hacer alarde de sus riquezas, de su lujo. Es cierto que esta vanidad, se conserva y aun seguirá quién sabe hasta cuando, asi como la de que muchos petrimetres, solo asisten, ó por lucir su apostura, tomada esta palabra en su verdadero sentido, ó per otros fines que ellos muy bien saben; pero concurren, y el hábito que deben contraer å fuerza de dedicar la noche á esta clase de entretenimiento, los alejará de otros sitios en que pierdan, en unos la lozanía de su juventud, en aquellos su hacienda, y que se les disminuyan los ratos que dedican á la seduccion del otro sexo. Los casados y los padres de familia conocen los perjuicios que resultan de una juventud ociosa. Las buenas piezas dramáticas, ejecutadas con todo el ornato y elegancia que exigen, y por artistas que sepan su oficio, causan tal ilusion al espectador, que el mas indiferente se sale fuera de sí, y toma tal interés en lo que se le representa, que se transporta involuntariamente y toma parte en el nudo y lances que preparan el desenlace de la comedia ó tragedia que está viendo..

Sin pensarlo he dejado correr la pluma, y entiendo haberme desviado de un objeto, que segun lo bien ó mal que me he dado á entender se reduce à que se forme un teatro, puramente mexicano, y nada mas que mexicano. ¿Y será esto ascequible? In rebus magnis incipere sat est, ha dicho no sé quien, pero ello es una verdad que no debe ponerse á discusion.

A mi ver, y sin que se entienda que aspiro á otra cosa que á contribuir á las glorias nacionales, tres puntos deben promoverse; pero con calor, con tezon y constancia, sin pararse en esta ú esotra dificultad, ni tampoco en las resistencias que suelen oponerse de parte de ciertas personas, que de buena, ó de mala fé, todo lo impugnan, à todo ponen dificultades, y á lo ménos todo lo reducen à controversia. Punto primero: El establecimiento de una escuela de declamacion; pero no francesa, italiana, inglesa, ni rusa; ni ménos la inventada en una Isla de las Antillas, sino la que conviene al índole, dulzura y armonía de la lengua española. Segundo: alentar y estimular á que nuestros paisanos se ocupen y dediquen á este ramo de literatura; 46

y tercero: proporcionar á los artistas medios fáciles y hacederos, å fin de asegurarles una vejez descansada, ó cuando por su edad ó enfermedades lleguen á ponerse en estado de no poder trabajar. No sé si acertaré en los medios que me ha sugerido el buen deseo que me anima: podrá muy bien ponerse al nivel de algunos proyectos ridículos é impracticables; pero sea lo que fuere, y gradúese segun el capricho y modo con que cada cual es libre para ver los objetos, sírvanme de escudo mis intenciones, y que no tengo en este negocio otra mira, otro interés que el beneficio, que así la patria como una porcion de sus individuos podrán recoger oportunamente.

En cuanto al conservatorio, ó academia de declamacion, ó como se crea denominársele, deben mi concepto estar abierta á los jóvenes pobres de ambos sexos, de diez y seis años para arriba, que sepan leer y escribir, y á lo menos las cuatro reglas de la aritmética los varones; pudiendo dispensarse de este último requisito á las mugeres. Esta escuela deberá tener un buen profesor acreditado, à cuyo cargo estará aleccionar á los alumnos en todo lo concerniente para formar un buen cómico, en los di versos caracteres que se le ofrezca representar; de manera, que llegado el caso de pisar las tablas desempeñe su papel con propiedad, con decencia, y evitando esa exageracion y ese desaliño é irregularidades que se notan en los farsantes, en los empíricos y en los puramente aficionados. Por supuesto que el tal profesor debe disfrutar por ahora un sueldo con arreglo á las circunstancias. Digo por ahora, porque aumentándosele el trabajo, muy justo es que se le indemnice, y aunque al principio no será debidamente, creciendo los fondos, si podrá gratificársele competentemente.

El tiempo en que el discípulo pueda decirse que está ya instruido y en aptitud de presentarse al público sin temor de que se le silve, y mortifique à los que lo oyen, debe dejarse al buen juicio y responsabilidad del maestro. Será así mismo muy útil, que en dicha academia se establezca la enseñanza de música vocal, y nada mas, para lo cual basta un clave de mediana clase, señalando tambien al profesor encargado de este ramo un sueldo con proporcion á los fondos y observándose con respecto á él lo que se ha asentado hablando de la declamacion. ¿Y de donde se sacará este dinero para sus gastos? paréceme que oigo preguntar: allá voy.

Los abonados á palcos, lunetas y cazuelas, tienen sobre sí la presuncion de que disfrutan

algunas comodidades, ó á lo menos un sobran te que pueden destinar á un gasto que no es alimenticio. Reuna la empresa á dichos abo-nados, hágales ver las ventajas que deben resultar de semejante establecimiento, y persuádales que con un cinco por ciento correspondiente á las respectivas localidades que se ocupan, se va á proporcionar artistas propiamente tales; y es dificil no se presten dóciles (se entiende libremente) á una exhibicion que tiene por objeto en primer lugar la mejora del teatro; y segundo, las ventajas que redundan en provecho de muchos jóvenes, á quienes se les va á abrir una carrera honesta para vivir; y á quienes se va á arrancar de otras perjudiciales y nocivas á ellos y á la sociedad. ¿Qué monta un 5 por 100 al año al que invierte por ejemplo 300 ó 400 pesos en igual tiempo por razon de abono? Calcúlesele lo que este debe rendir, y digase si podrá haber ó no con que dotar regularmente á los profesores de declamacion y de canto. Y si á esto se agrega que la empresa auxilie con una cantidad de 200 pesos anuales, parece que podrá abrirse la escuela montándola con la economia mas posible. Ignoro á lo que ascienden los abonos; pero no seria desatino enunciar que puede muy bien recaudarse una suma que no bajará de 1.000 pesos, aun suponiendo dicho abono á 30 pesos cada mes los palcos, las lunetas á 6 ps. y las galerías á 3. ¿Pero si los abonados no convienen en hacer este donativo? ¡Oh! Esto no puede concebirse sin hacer injuria, y el agravio mas imperdonable á personas, que tantos testimonios han dado de su inclinacion y decision al teatro; y ademas seria ofender su patriotismo, sospechar que no prestaran su cooperacion á un objeto de utilidad nacional. Sin embargo; si contra toda esperanza, el éxi– to no corresponde á los deseos, quede á lo ménos la dulce satisfaccion de haber proyectado un plan que mas tarde podrá llevarse å efecto.

El segundo pensamiento que he indicado para que tengamos teatro puramente mexicano, es el de excitar à nuestros ilustrados y eruditos paisanos á que se entreguen á estas tareas literarias. Afortunadamente hay jóvenes que cultivan con buen éxito la bella literatura sin mas estímulo que el deseo de ilustrarse, de adelantar en ella, y de enriquecer su patria. Esos jóvenes que se reunen en San Juan de Letran, los redactores del Liceo, los que en los departamentos han formado asociaciones de esta clase, ¿serán indiferentes al İlamamiento que se les haga, para que, ó compongan alguna pie

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za dramática en los géneros y sobre los objetos que elijan, ó presenten alguna traduccion de los teatros estrangeros? A propósito de traducciones, y antes de que se me escape la especie, no puedo ménos de indicar una relativa á este asunto, y es lo conveniente que seria prohibir la introduccion de esas versiones en que luego se deja percibir que los traductores no conocen ni su lengua ni la de que traducen, ó que han olvidado aquella. Comedia se ha representado en que la palabra batiment, se ha substituido en español, con la de bastimentos. Este defecto se ha advertido en la rapidez de la representacion. ¡Cuántos no se le notarian leyéndola con algun espacio y de cuantos no abundan esas que nos vienen en otras obras en clase de mercancía.

Esa juventud que, andando el tiempo, ha de colocarse entre los ornamentos de la patria, si hoy en medio de los obstáculos que presenta nuestra situacion política, y entre el ruido y grita de pasiones innobles, y de la algazara de los partidos, esencialmente enemigos de la prosperidad y verdaderas glorias nacionales, se entrega á la lectura de obras maestras, escribe con gusto y correccion, y no es estraña á conocimientos que le honran, ¿qué no es de prometerse, cuando se le llame, y se le ofrezca, no dinero, porque el temple y nobleza de su alma no se mueve por un interés mezquino, sino por un premio que eternice su nombre? ¿Y se quedará atras esa porcion de litetaros, patriotas ilustrados, ya formados, que constituyen su placer y sus delicias en enriquecer sus talentos, y que no deben quedar olvidados en la lista de nuestros hombres célebres? Convoquese á unos y á otros, mas claro, excitese á todo mexicano á este género de trabajo, y ya veremos los frutos de este arbi

trio.

Sus producciones serán examinadas y calificadas por un cuerpo que sea capaz de hacerlo con imparcialidad, con conocimiento, y sin pretensiones ni prevenciones, y ninguno puede desempeñar con mas acierto este encargo que el Ateneo. Cuando el inmortal Jovellanos, ese astro de la literatura española, habló en una de sus memorias, sobre tan importante materia, propuso á la real academia para que à ella se confiase la revision y censura de las piezas dramáticas que se presentasen al concurso que indicó se abriese al efecto; y no habiendo entre nosotros ese establecimiento (aunque mandado formar hace diez años poco mas o menos,) antufro por hay un Ateneo que desempeñará

mas que bien un trabajo tan análogo á sus instituciones.

Los premios en mi pobre opinion, deben reel ducirse à una medalla de oro para obtuque viere el primer lugar, y una de plata para el segundo, ó lo que se conoce con la palabra de accesit. Las leyendas ó inscripciones de esas medallas, las acordará la ilustracion y el saber del mismo Ateneo; su importe parece deberá ser á cargo de la empresa, y la entrega á los premiados, por el secretario de dicho establecimiento, con su correspondiente diploma, firmado por el presidente y refrendado por aquel. Tambien podria añadirse como parte del premio, que se llevase un libro en el Ateneo, en el cual se inscribiesen los nombres de los autores premiados con letras de oro y de plata segun la calificacion que respectivamente hayan tenido, con una noticia del título de la obra, y de la fecha en que se censuró. Esto podrá re

putarse como una estravagancia, como un delirio; pero esta estravagancia, este delirio que en nada ofende ni perjudica á la sociedad, va á hacer el blason de los que se distingan en una carrera, que si no es tan peligrosa y espuesta como la de las armas, los laureles que recoje ni están teñidos con sangre, ni han causado la pérdida de un padre, de un esposo, ó de un hermano, ¿no se gloriará un hijo de descender de un hombre que ha sido coronado por que fué útil á la patria en uno de los ramos que engalanan á las naciones? Esta ejecutoria es preferible á las que ha inventado la ciencia heráldica. Pero aun hay mas. ¿Cómo podrá retribuirse dignamente al que ha gastado los floridos años de su juventud en el estudio, que hace presentes á sus conciudadanos los frutos pe su dedicacion, y que se empeña en destruir las costumbres ridículas ó viciosas de su epoca? Mejorar la especie es la mas útil de las ocupaciones de un escritor: los trabajos intelectuales sea cual fuere el género á que pertenezcan, nunca sabrán recompensarse dignamente. Esa medalla de oro ó de plata, y ese asiento en el libro en la forma indicada son muy poca cosa vistas aisladamente; pero se apreciará y se aspirará á obtenerla, porque los verdaderamente ilustrados y filósofos, sea cual fuere su edad y su profesion, nada mas pretenden, ni nada ambicionan, sino los aplausos, y á fundarse una reputacion nacional y estrangera.

Felizmente hemos llegado al tercer punto que nos hemos propuesto, y es el que hace relacion á las personas que se dedicaren, ó están actualmente ocupadas en el teatro, y forman las compañias que se llaman de verso. Mis

buenos deseos y la consideracion que debe tenerse á unas personas, que dan vida y calor á las composiciones dramáticas, que sin ellas superfluo es el que escriban, y que de ellas depende la impresion y frutos que se proponen los autores al componerlas, han llamado siempre mi atencion, no pudiendo serme indiferente, y creo que á nadie, que los actores despues que han gastado sus años en un trabajo tan dificil y á satisfaccion del público, cada cual segun su talento y aplicacion, se encuentren á la vejez, ó en el evento de que antes los estropée una enfermedad, sin contar con algun auxilio que atenúe las penalidades anexas á esas situaciones. ¿No es sensible que un comedian te á quien hemos visto decentemente equipado, aplaudido, y que ha sabido grangearse la estimacion, lo encontremos despues de lo que ha trabajado, ó de cobrador á las puertas del teatro, ó en otra colocacion que apénas le de para mal comer? El remediar este mal, y que los actores no tengan aquel desasosiego que naturalmente ocasiona la incertidumbre del porvenir, y de como se pasará la vejez, es mi intencion al ocuparme de este asunto, y los mismos actores pueden poner término á esa calamidad si se prestan dóciles à poner en ejecucion mi idea sobre el particular. Es sencilla, y aunque se encuentren algunas dificultades, ¿porqué no han de procurar allanarlas las mismas personas de cuyo bienestar se trata?

La tal idea, proyecto, ó como guste llamársele, se reduce á que cada actor, de los que disfrutan sueldo fijo, concurra con tres ó cuatro granos por peso, de sus respectivas asignaciones, que se les descontará al distribuirseles mensualmente. Que lo que así se recaudare se pase á una arca destinada esclusivamente á su custodia; y á que los caudales que se fueren reuniendo, no tengan ni pueda dárseles otra

inversion, que las que se señalen para jubilaciones de los actores.

Ahora: el reglamentar y cuidar de su conservacion y aumento, así como de la edad en que hayan de espedirse las jubilaciones, sus montos, por quién, en qué terminos, y si podrá hacerse estensiva á los de igual profesion que andan corriendo la legua, ó están en otros teatros, ó pasan de ellos á los de esta capital, debe dejarse á los mismos interesados, pues nadie como ellos debe estar atento à que la recaudacion sea exacta, puntual, la que debe ser, que las pensiones sean asignadas con equidad y justicia; que los fondos no se distraigan á otros objetos, y que las seguridades que hayan de exigirse á los que los manejen, sea de entre ellos ó estraño, pues se deja á su eleccion este nombramiento, sean las convenientes. Acaso podria ser oportuno dársele alguna intervencion en este ramo á la autoridad municipal con la mira de hacer mas firme, y formal este establecimiento; lo que si importa es que se realice la idea aunque no sea por los medios y arbitrios indicados.

Podrá suceder que así este pensamiento como los demas, encuentren quien los impugne, quien los califique de ilusiones, ó una pura charlatanería: el que esto ha escrito, ha manifestado con la mejor buena fé el único fin que lo guia: repite que sus tendencias no son otras que el bien y mejora de nuestro teatro: que este sea mexicano, y que si se ha equivocado, y si disgustare y fastidiare, no por eso ha de sostener las opiniones que ha emitido. Los que las encuentren estravagantes, impracticables, y tal vez ridiculas, ténganlas por no escritas, y con que consignen este papel à un boticario, tendero ó cohetero, ó á otro uso, dénse por suficientemente indemnizados, y por compurgada la audacia del autor....

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ESCENAS ANAEUACENSES.

EL CAFÉ DEL PROGRESO.

LOS COLEADORES.

UNA noche en que como las mas de mi vida, que acostumbra. Despues de haber pedido ca

da uno lo que quisimos tomar, me dijo:

—Que parece á V. esa batahola?
-Infernal, amigo.

me hallaba acosado de tedio, me dirigí maquinalmente al café del Progreso y habiendo entrado en él, buscaba en vano una mesa en que colocarme para tomar un helado: todas -Tiene V. razon; pero yo aquí paso el rato estaban ocupadas y en cada una de ellas hacon todas estas gentes las mas singulares del bia las diversas reuniones de esas clases con mundo, porque como habrá V. observado todas que se forma nuestra sociedad. La conversadiscurren à su modo y segun sus intereses y cion, cuestiones y disputas se versaban en unas gustos. Mire V. esos politicos con ciertos li− sobre la política, la economía, menudeo, pre-berales exaltados, desinteresadísimos ínterin sente guerra, crónica escandalosa de algunas damas y personajes; y en una de esas mesas ¡cosa estraña! sobre literatura, caballos, coleaderos y no se que mas; esta mesa era la mas singular por la miscelanea que comprendia aunque no la mas propia. Aquí y acullá se disputaba con acaloramiento; quien hablaba de sus campañas en que aparecia mas grande que Federico y Napoleon: quién del sistema de hacienda comentando á Necker: quién era mas liberal y patriota que Washinton y Morelos: quién mas hábil que Talleyrand, Dupin, Herschell y Thiers; y quién mas diestro y ágil á caballo que Franconi ó el mejor charro de tierra dentro ó baquero del Mezquital.

Cualquiera sin haber entrado antes y sin conocer el café, cree por solo el ruido que oye que el empresario obtiene grandes y extraordinarias ganancias; pero cuando ve que una no pequeña parte de los concurrentes hace el gasto con el uso de los periódicos, ajedrezes, dominós, sillas y braceros y algunas veces con un vaso de agua tan pura y limpia como su bolsa, se desengañará de ser falsa su congetura.

Me encontraba demasiado fastidiado y mas por la imposibilidad de colocarme, cuando llegó un amigo mio muy relacionado con casi todos los concurrentes, invitándome en seguida para que lo acompañase y ver en donde nos sentabamos: lo seguí y con algun trabajo, logramos nuestro intento entre una mesa de políticos y la ya espresada de literatos á quienes él saludó con la marcialidad y franqueza

no alcanzan un empleo; ese que parece fué mi-
litar y habla tan arrogante, es ahora federalis-
ta, porque el gobierno que lo destinaba á Te-
jas á donde no quiso ir, le quitó el empleo.
Aquellos que vé V. mas adelante con bigote y
presillas, hablando contra la libertad y los con-
gresos, fueron nada ménos que cívicos ú ofici-
nistas de algun antiguo Estado. Ese otro mi-
litar de aquella mesa de enfrente, es ahora
coronel permanente y antes odiaba de muerte
al ejército, y.... ya lo ve V., tan amigo de
la paz, del órden, y relacionado estrecha-
mente con el general R., acérrimo escos és.
pues se ha hallado en todas las revoluciones
desde la Acordada hasta la de Huejotzincó, y
cuando la instalacion de las lógias yorkinas co-
menzó á figurar de camarista de Zavala y mal
escribiente de Lobato, y despues fué denun-
ciante en tiempo de Facio: su compañero, que
tambien es coronel, rebosa en su semblante el
orgullo y la mayor presuncion, hijo de otro pais,
siempre está renegando de México y diciendo
que los mexicanos son unos hotentotes, y si hay
alguna accion, poco le importa que se derrame
la sangre á torrentes, por el contrario, se ale-
gra con las guerras civiles, en las que ha hecho
su papel por el que ha sido bien remunerado.
El licenciado que està en la mesa que sigue ha
recorrido la escala de los partidos y se recibió
de abogado cuando las famosas baratas de Tlal-
pam y Guadalajara, por los años de 28 y 29,
mas trabajo que haberse hecho cofrade del ri-
to de York, y habiendo sido juez de letras, los
pueblos á quienes les tocó le tienen tanto hor-

sin

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