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efecto de óptica, que resulta de la disposicion llevaba. Su falda se compone de tierra arenisde sus masas y de la estraordinaria elevacion ca y estraordinariamente húmeda; pero á pede su bóveda, que, por un cálculo moderado, no puede bajar de 70 varas.

Al salir de esta sala, se encuentra muy luego otra dirigiéndose al norte á 167 grados E, en la que las rocas y estalactitas que ruedan por el suelo son todavía mas considerables y en mucho mayor número, advirtiéndose insensi blemente el viagero como si caminase por una nueva region. La galería disminuye poco á poco en su longitud, é intempestivamente se observa una especie de cornisa elevada gradualmente á lo largo de la pared, y desde cuya altura se divisa una estension casi circular de cerca de 60 varas de diámetro. Columnas que remedan el órden dórico, sostienen magestuosamente el medio arco que forma la curva que nace del centro, y otras muchas de tan diversa configuracion como altura rodean y sirven de estribos á esta especie de corredor, produciendo la mas grata sorpresa, tanto por la valentia de sus variadas posiciones, como por la simétrica colocacion que observan entre sí. Casi todo aquel aparato se mira revestido con el esplendor y el brillo del espato y del cristal de roca; mas en medio de una vista tan sorprendente, la cornisa termina por un corte irregular, que, deteniendo el paso, hace cesar de un golpe el encanto todo y la ilusion de unos objetos tan admirables, dejando solo percibir con horror los enormes precipicios de un insondable abismo. A pesar de la intrepidez y del valor del viagero, tan bien probado hasta aquel punto, un instinto natural le hace retroceder mas que de prisa hasta el declive por donde habia subido á lo alto del corredor: sin embargo, muy pronto un resto de curiosidad, y aun cierta especie de amor propio, lo excitan temerariamente de nuevo á emprender el exámen de aquel tan magnífico como arriesgado espectáculo. Vuelve á tomar la misma direccion, aunque por el piso bajo de donde se desprende la grandiosa columnata sobre la que descansa la cornisa, y su imaginacion ansiosa admira de nuevo la altura inmenșa de aquel corredor volado, cuyo término le habia causado arriba tan fundados temores. Aquellos precipicios por donde hace un momento vagaba espuesto a los peligros, y aun la misma descomposicion de aquella especie de repisa cortada, presentan un cuadro á la vez alarmante, estraño y magestuoso. El absorve de modo su atencion, que no le deja percibir á lo léjos una montaña de alabastro, que de improviso se presenta å impedirle el paso en el camino que

sar de la debilidad del piso sube por ella; y aunque algunas veces el peso de su cuerpo lo hace hundirse y retroceder, auxiliado de las luces, logra ver la cima, que, coronada de configuraciones de árboles de piedra, cuyas ramas estienden su blancura, saliendo del seno de las sombras, contiene en su centro un pozo profundísimo que rebosa de una agua cristalina. Desde allí nota que el diámetro de la montaña à cuya altura se ha elevado, no bajará de 84 varas. El terror se aumenta al advertir lo deleznable del terreno y la dificultad de encontrar un camino mas practicable para el descenso. Cansada su imaginacion, comienza à disminuirse la sorpresa y á dar lugar a las tristes y sérias meditaciones que hace nacer en el alma la grandiosa idea de unos espectáculos tan nuevos en su género, tan estraños por sus circunstancias, y se ve obligado á retroceder abrumado con el enorme peso de unos objetos y de unas reflexiones à que se halla tan poco acostumbrado. Ultimamente, se abandona, por decirlo así, exasperado de no poder continuar metódicamente el análisis de una esploracion que excede tanto la idea que de ella se habia formado en un principio, arroja los instrumentos que le habian servido para tomar sus medidas, y un cierto deseo de volver á respirar el aire libre, apaga su entusiasmo, disminuye su curiosidad, enerva su admiracion, y debilita sus fuerza✨.

Desde este punto el viagero se precipita casi sin pensar por todas las entradas y salidas que pueden proporcionarle en medio de aquel vasto laberinto un camino seguro ó al ménos transitable, no ya para hacer nuevas investigaciones, sino à lo sumo para rectificar las anteriores; pero el exceso de los vapores húmedos que continuamente se exhalan de todas partes, y el cansancio del viage hace que muchas veces no solo pierda de vista la bóveda que lo cubre y las paredes que lo circundan, sino aun las mismas luces artificiales que lo iluminan y los diversos seres que tiene en derredor.

En cada salon ó galería encuentra innumerables huecos y aberturas mas ó ménos practicables, à proporcion de la mayor ó menor irregularidad de los grupos que las circundan. Mientras en unas partes el piso es de tierra bien unida ó desigual y sembrada de pequeños agujeros cónicos, en otras solo pisa la roca descarnada, ó materias calcáreas, ó finalmente, estalacmitas ya en formacion ó ya descompues

tas en infinita cantidad de pequeñas esferas que parecen confites. La estructura, el color y la brillantez de las estal acmitas varía infinitamente á su vista en razon de la clase de roca disuelta que ha dado orígen á su formacion, y en algunas de ellas vibra al tocarlas un sonido fuerte y prolongado, muy semejante al de una sonora campana, que produce tan nueva, como estraña sorpresa.

Cerca de una legua distante de la entrada es casi ya imposible continuar caminando, en razon de la prodigiosa cantidad de rocas de todas dimensiones esparcidas por el suelo: el aspecto de la gruta varía completamente, y se hacen septir con mayor fuerza las mas violentas emociones del temor que inspira la idea del peligro con que amenazan aquellos grandes escombros recientemente desprendidos de la bóveda, y que se oyen caer con horrisono es truendo alguna que otra vez.

En uno de los últimos salones se encontró en

la segunda esploracion un esqueleto humano recostado sobre el lado izquierdo, y cuyo fúnebre aspecto presentaba la triste idea de haber perdido la vida acaso por inanicion: sus descarnados huesos, aunque perfectamente armados, se desmoronaron solo al tocarlos: el cráneo por el lado en que se hallaba inmediato al suelo, se veia cubierto de una brillante cristalizacion; fenómeno que se observó tambien en los restos de una vasija de barro en contrada en uno de los primeros salones. Alguno de ellos se conserva en uno de los mejo res gabinetes de historia natural de México.

Los murciélagos son los únicos seres vivientes que se sabia habitasen esta admirable gruta en la parte mas cercana á su entrada; pero los esploradores que la examinaron última

mente oyeron el terrible silbido de la víbora de cascabel, y en la primera noche que durmieron en la cueva, despues de tres fuertes rugidos que el eco de las bóvedas repetia y aumentaba con pavor, se les presentó un temible leopardo, que deteniéndose magestuosamente á la vista de la luz que tenian delante, despues de haberlos examinado con ceño y atencion, se volvió lentamente á la parte por donde habia salido. Seria inútil bosquejar la sorpresa y el terror pánico qne infundió aquel nuevo huésped en los viageros, quienes á pesar de encontrarse con armas de fuego, no podian usar de ellas, puesto que cualquiera detonacion de la pólvora en aquellos lugares podria hacer desprender alguna roca de la bóveda, riesgo mucho mas inminente que las visitas del habitante de la gruta, quien aunque volvió otras dos veces, siempre se mantuvo á una distancia bastante para no causar mayor alarma. Tal es en breve la descripcion sencilla de la célebre cueva de Cacahuamilpa, cuyo tamaño no está averiguado todavía, así como tampoco si tiene otra comunicacion á mas de la entrada que se ha descrito. Esta fiel narracion debida á las noticias verbales del Sr. Baron Groz, secretario de la Legacion francesa en México, y del Sr. D. Manuel Velázquez de la Cadena, así como de los apuntes del Baron René de Pedreauville, de D. Ignacio Serrano, dibujante de la espedicion esploradora, dará una ligera idea de esta maravillosa gruta, mucho mas digna de admiracion que la de S. Patricio en Irlanda, la del Perro en Nápoles, la de Darvi en Inglaterra, la de Beaume en Brunswick, la del Guácaro en Venezuela y que las de Antiparos, de Trofonio y de Fingal.

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Los adelantamientos que han elevado á las cien- cho tiempo, y aun así nunca se obtienen los

cias fisicas, exactas y naturales, al grado de perfeccion en que hoy se encuentran, han sido rápidos y sorprendentes en estos últimos años, en que el amor al estudio, la aficion à observar atentamente las producciones sublimes de la naturaleza y el espíritu de mejora, que todo lo invade y todo lo escudriña, se han propagado por el mundo entero de una manera estraordinaria. A cada paso nos sorprenden invenciones nuevas, que colocan á sus autores en el catálogo de los hombres ilustres, ensanchando la órbita de los conocimientos útiles; y todos los dias admiramos entusiasmados nuevos descubrimientos, frutos preciosos de la observacion y la paciencia que afianzan mas y mas el vasto dominio de las ciencias, engrandecen las artes y son considerados como los monumentos mas nobles, mas gloriosos y mas duraderos que pueden levantarse al génio; ó mejor dicho, que el génio mismo se levanta, para inmortalizar sus inmensas concepciones. Muchas pruebas, pruebas de todos los dias podria citar en confirmacion de estas verdades; pero hoy me limitaré á una sola, al interesante descubrimiento del célebre Daguerre, hecho en 1839, despues de quince años de trabajos, para fijar las bellisimas imágenes que se presentan en la cámara obscura.

La forma de este aparato es muy variada; pero comunmente se reduce á una caja de madera de base rectangular, erméticamente cerrada por sus seis costados, en uno de los cuales lleva un tubo movible con una lente convexoconvexa. La imágen de todos los objetos que abraza el disco de la lente pasa al través de ella, y va á pintarse disminuida al lado opuesto de la caja. Cuando se quiere hacer un dibujo por medio de este aparato, se coloca un espejo plano dentro de la caja inclinado 45 grados sobre el fondo, y en la parte superior un papel restirado. La imágen de los objetos que se quiere dibujar pasa al través de la lente, como en el caso anterior, y se pinta en el espejo inclinado, de donde es reflejada al papel, sobre el cual puede calcarse; pero para esto se necesita mucha paciencia, mucho cuidado, y mu

dibujos tan precisos como se quisiera.

Estas razones, y el deseo que se tenia de conservar, ó hacer duraderas las imágenes de la cámara obscura, indujeron à varios sábios á trabajar por descubrir ó formar una sustancia capaz de recibir y hacer indelebles las impresiones de la luz. Nunca se desesperó de obtener el resultado que se pretendia, porque ya se habia observado la influencia que ejerce este fluido sobre muchos cuerpos, disminuyendo ó variando poco a poco su color, como sucede con toda clase de lienzos, ya sean de seda, lana ó algodon; y por lo mismo se trabajó para conseguirlo durante muchos años. En la série de estos trabajos se hicieron descubrimientos llenos de interés, que se acercaban bastante á lo que se deseaba y que siempre honrarán á sus autores; pero el que obtuvo un éxito mas brillante, el que correspondió á todas las esperanzas y satisfizo todos los deseos, venciendo todas las dificultades con su constancia y su paciencia, fué Daguerre, como ya indiqué.

Para sacar dibujos por medio de la cáma ra obscura, practicando el método de este hombre ilustre, se ejecuta, segun uno de los fisicos mas acreditado de nuestros dias, lo siguiente:

,,Se toma una lámina de cobre plateada, cuya superficie se procura que sea de plata pura sin liga alguna de cobre, para lo cual se le pule, por medio de una muñequilla de algodon cardado, con polvo de trípoli humedecido en agua que contenga un catorceavo de su peso de ácido nítrico. Por esta operacion queda la lámina limpia, y el ácido nítrico disuelve el cobre que pudiera estar mezclado á la plata de la superficie.

,,Preparada la lámina de este modo, se le afianza en un marco de madera y se le espone á recibir los vapores del iodo, colocándola en una caja, cuyo fondo contenga algunos fragmentos de esta sustancia, que se evapora al aire libre, y forma sobre la superficie de la làmina una capa de ioduro de plata, que poco å poco va tomando color hasta ponerse amarilla de oro, á cuyo tiempo es indispensable retirarla y ponerla en la obscuridad, hasta que la cá

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mara esté dispuesta para recibirla. La capa de ioduro de plata, que se adhiere fuertemente á la lámina, es estremamente sensible á la radiacion química, y la luz difusa la transforma rápidame nte en sub-ioduro de plata, que es, por el contrario, muy fácil de desprender.

,,La imagen de los objetos que se quieren dibujar, se recibe, antes de poner la lámina, sobre un vidrio sin pulir, en el que va á pintarse con mas o menos confusion, segun la distancia á que se halla la lente, de suerte que será necesario acercarla ó retirarla, por medio del tubo movible en que se encuentra colocada, hasta que la imágen se produzca sobre el vidrio de la manera mas clara posible; despues de lo cual se substituye, en lugar de éste, la lámina ya preparada, que debe permanecer en la cámara cierto tiempo, dependiente de la intensidad de la luz, de la hora del dia y de la época del año en que se practica la operacion. Inmediatamente que se retira la lámina del aparato, se le espone á recibir los vapores del mercurio en una caja hecha á propósito, cuyo fondo contiene una cápsula en que se hecha este metal, la cual se calienta con una lámpara de alcool puesta por debajo de ella.

,,Por una pequeña ventana lateral se puede

observar de tiempo en tiempo la superficie de la lámina, acercando una bujía, porque la caja debe estar en la obscuridad, y entonces se ve que el dibujo se manifiesta sucesivamente ve que el dibujo se manifiesta sucesivamente como si estuviera cubierto de una niebla opaca que poco a poco se disipase. En esta opeá racion se precipita el mercurio evaporado, en glóbulos microscópicos, sobre las partes de la lámina que han sido atacadas por la luz, y disuelve el sub-ioduro de plata, mientras que el ioduro, que forma las sombras, queda adherido à la lámina y permanece con su color amarilloso. Con objeto de hacerlo desaparecer, lo que es necesario para evitar nuevas impresiones de la luz que desfigurarian el dibujo, y para dar á este todo su vigor, se lava la lámina sumergiéndola varias veces en una disolucion de hiposulfito de sosa, ó de agua destilada que contenga sal comun. Despues de esto se vuelve á lavar la lámina con agua hirviendo, á fin de hacer desaparecer completamente la disolucion de hiposulfito, ó de sal, que con el tiempo podria manchar el dibujo.

,,El mercurio esparcido en diversas proporciones sobre las partes que representan los claros, se adhiere tan débilmente á la lámina, que puede borrarse al menor toque, por lo cual es necesario colocar el dibujo, luego que se le ha lavado con el agua hirviendo, en un marco con su vidrio."

Practicando esta série de operaciones se obtienen unos dibujos tan perfectos que nada dejan que desear. Es verdad que el azul purisimo del cielo, el verde encantador del campo y la espresion incomprensible que los colores imprimen å todos los objetos, se representan allí bajo un mismo aspecto monótono y sombrio; pero hay tal verdad en el dibujo y tal exactitud en todas sus partes, que casi compensan esta falta. Yo he visto algunos de estos dibujos, y no sé si me ha sorprendido mas la exacta minuciosidad con que se reproducen las formas todas de los objetos por pequeños que sean; ó la pureza, transparencia y claridad de las sombras, que desprenden al dibujo de la lámina y le dan una alma, un vigor y una espresion inesplicables, que apesar de las mejoras que se habian introducido en la pintura y de la aplicacion interesante de los reflejos en las sombras, no se habian podido imilar.

Se han introducido mejoras en el uso del Daguerrotipo, que lo hacen cada dia mas y mas interesante. Una de ellas es acelerar muchisímo el tiempo que es necesario para que se haga la impresion de los objetos, que antes era de mucha duracion. Para esto ha proesperiencias, que se electrice la lámina, por puesto el mismo Daguerre, despues de varias cuyo medio se obtienen los dibujos en muy poco tiempo. Lo mismo se consigue poniendo la superficie de la lámina á que reciba los vaaumenta mucho la sensibilidad del ioduro de pores del clorido de iodo ó de bromo, lo cual plata.

Ultimamente se ha propuesto tambien subs

tituir à las láminas de metal, hojas de papel. El método es del quimico Lassaigne, y se practica, segun Lamé, del modo siguiente:

"Se toma una hoja de papel muy igual y bien pulido, y se le humedece muchas veces secándolo cada vez, por medio de un pincel impregnado de una disolucion que contenga partes iguales de agua destilada y nitrato de plata. Cuando se haya secado se le sumerge en una disolucion de sal marina, donde se le conserva durante diez minutos: en seguida se le pone al sol hasta que se ennegrezca; despues se lava con agua pura y se deja secar en el aire. Por estas diversas manipulaciones se consigue que el papel solo contenga sub-cloruro deplata insoluble; y antes de emplearlo se le sumerge en una disolucion de ioduro de potasio, se le comprime entre dos hojas de papel de estrasa y se le aplica húmedo sobre el vidrio sin pulir de la cámara, á fin de que reciba las impresiones de la luz. Sobre las partes del pa

pel esclarecidas, se forma un ioduro de plata amarillo claro, y un su-cloruro obscuro sobre las que están en sombra. Quitada la hoja del papel del aparato, se le lava con agua pura, á fin de hacer desaparecer las sales de potacio." Aun se han hecho mejoras mas importantes al precioso descubrimiento de Daguerre, de

las que quizá bablaré otra vez. Tambien hablaré si es posible de las numerosas aplicaciones que se han hecho de él y de su influencia en las ciencias y en las artes.

México, Abril 8 de 1844.-SEBASTIAN CAMACHO Y ZULUETA.

D. SILVESTRE CUALNACIÓ.

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"Prend-moy tel que je suy." (Devise des Elis.)

Los benevolos suscritores del Liceo, habran ridículo deseo, en la inteligencia de que si este

de tragarme esta vez, quieran que no quieran, aunque no lo hagan con la misma avidez de Saturno, dios omnívoro que segun la fábula, devoraba sin mirar en el secso, cuanto de su muger nacia. El manjar que ahora les ofrezco, nada tiene por cierto de mitológico ni lo sazonan las puñaladas, ni los sollozos alambicados de la elegia, ni cosa que huela á drama soporifero, ó á novela fantástica de la cadavé rica edad media. El refrigerio, si puedo darle ese nombre, se reduce à un croquis de D. Silves tre Cualnació, ligero y digestivo para muchos, purgante para algunos adoradores de las hijas de Mnemosine, y costipante en primer grado para el pobre Silvestre. si por desgracia cae mi artículo en sus manos, y á las primeras lineas percibe los contornos de su persona. Bien conozco que la pintura de un pedante matizado ya de mil colores por otras plumas mas aguerridas que la mia, carece del prestigio de la novedad; que la pedanteria es hija de la nulidad, del mediano saber preñado de orgullo, y algunas veces de la ciencia obesa; pero como no hace mucho que un orador, por via de felicitacion, deseaba ver personificado en piés á cicrto magistrado de alto capitel no se estrañe que yo tenga ganas á mi vez de ver á mi modelo en el acto de reconocerse, reducido todo á ojos. Como supongo que ha de ser cosa muy pintoresca la metamorfosis de un hombre en piés ó en barriga, sin que para nada necesite la cabeza, no resisto á la tentacion de bosquejar á Cualnació para verlo bajo otro aspecto, y añadir en mi diccionario un sinónimo mas. En tal virtud perdonen ustudes, amadísimos lectores, este mi

retrato moral sale parecido á muchos, es debido á que en México abundan modelos idénticos en cuanto al conjunto y algo diferentes con relacion al colorido. Sin mas preámbulos, entro pues en materia.

Dicese comunmente que al nacer nos dota la naturaleza, madre bondadosa y pía de ciertas disposiciones para esta ó aquella profesion; pero en verdad que no adivino para que nació D. Silvestre. Quiso la desgracia que desde sus tiernos años una inclinacion estupenda al estudio le hiciese concebir el pensamiento de encontrar en tan laudable recreo un medio infalible de sobresalir entre la multitud de talentos pasados, presentes y venideros, por lo que nuestro héroe se imaginó que podia ser poeta, literato, ó científico profundo. Quemóse las pestañas estudiando las obras clásicas de nuestros mas célebres autores, mamó con paciencia sus doctrinas, meditó sus divergencias y no pocas veces, en medio de su entusiastimo, vino á lisongearle la esperanza de verse algun dia colocado en el catálogo de los ingenios creadores que admiramos actualmente. Compuso algunos trozos en verso y prosa que maravillaron á la buena de su familia, y algunos amigos de esta, por lisonja ó por estúpida benevolencia, zahumaron al adolescente Cualnació con una nube de alabanzas que con el tiempo, le hicieron estornudar los mas supinos disparates. Fiado en las luces de tan benigno areópago, y á mayor abundamiento, instigado por las feroces agitaciones de su amor propio se ha lanzado intrépido por la senda de escritor, con manifiesto riesgo de recibir un síncope cuando mas

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