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THE NEW YORK PUBLIC LIBRARY.

ASTOR, LENOX AND TILDEN FOUNDATIONS.

todavía á la época en que el marqués de VillaManrique, tomó las riendas del gobierno colonial; y este convencido de la justicia que las habia dictado, y demasiado conocedor del espíritu de las órdenes religiosas, las que egoistas hasta el estremo, jamas se interesaban por el bien general, trató de que se llevasen á efecto, notificandoselas por segunda vez, é insistiendo en que observasen estrictamente cuanto en ellas se les mandaba. Los frailes, que desde el principio se opusieron tenazmente à una disposicion que trataba de hacerlos útiles á la sociedad, le contestaron esta vez al virey que no podian dar cumplimiento á lo que se les notificaba, por mediar algunas razones que habian puesto ya en conocimiento de S. M.; y como insistiera el virey haciéndoles segunda notificacion, ellos apelaron al rey y al consejo de Indias, de cuya apelacion resultó que el rey mandara que se le presentase un memorial de inconvenientes, visto el cual se suspendió por entonces la ejecucion de lo mandado en dicha cédula de patronazgo. En este año pasó á España D: Pedro Moya de Contreras, despues de haber variado en su totalidad los ministros que componian los tribunales de este reino; y el acontecimiento mas notable que en este año tuvo lugar, fué la presa que el ingles Tomas Cawendish hizo en la punta meridional de Californias, de un navío que se dirigia de Manila á Acapulco, cargado de efectos de la China.

1587.-Inmensas riquezas, como nadie ignora, pasaban de América á Europa; sumas incalculables se estraían anualmente de las colonias españolas para la metrópoli; y las que este año salieron de México, no fueron ménos considerables que las de los años anteriores, pues consta (1) que en él el marques de VillaManrique, cargó la flota de Veracruz con 1156 marcos de oro en tejos, fuera de la plata acuñada y otras preciosidades, todo lo cual pasó á España, á esa España, que ufana con el oro de sus colonias, olvidó cuanto habia contribuido á elevarla hasta el grado de ser reputada, como la primera nacion de Europa, á princi

Y si lo uno con lo otro no se compadece, sea Vucstra Magestad servido de tenernos por escusados en esta obra, pues no la dejaremos por huir del trabajo, ni por falta de voluntad de servir á Vuestra Magestad, sino por no se compadecer el gravámen que se nos impone, con la guarda de lo que tenemos á nuestro Señor Dios prometido, el cual guarde la católica, y real persona de V. M., con aumento de otros reinos y señoríos, para mas ensalzamiento de su santa fé. De San Francisco de

México à 12 de diciembre de 1574 años. (1) Acosta.

TOM. I.

pios del siglo XVI. Nada hasta este año habia turbado la tranquilidad que hacia dos años disfrutaba la Nueva-España, é inalterable hubiera sido en todo él, si no hubiera llegado á México la noticia de los destrozos inauditos que en los mares y en las costas de Sur estaba haciendo el temible corsario inglés Francisco Drak, apresando cuantos navíos encontraba en aquellos y robando los ganados y semillas de estas.

En esta época podemos decir que comienza la celebridad de la piratería y del corso en los mares de América, que tanto incremento tomó despues en tiempo de los Filibustieres. Multitud de aventureros, gente vagabunda y resuelta que en la edad media hubieran corrido presurosos á conquistarse un nombre en Palestina, entregándose ahora à un débil bajel, se dirigian á los mares de América à apresar las ricas flotas que partian de ella para Europa, y á volver á esta con caudales inmensos, si por acaso no perecian, víctimas de su arrojo. Entre los primeros puede contarse a Drak, quien despues de haberse hecho célobre en el mar del Norte, por la toma de San Agustin de la Florida, pasó al Pacífico, en donde la fertilidad de sus costas y la nao de China, no eran poco cebo para atraer su ambi'cion. Cuando llegó á oidos del virey de México, la funesta nueva de los males que se esperimentaban en las costas del Sur, no anduvo tardo en levantar las fuerzas suficientes para contrarestar el poder del corsario inglés. Mandó luego que en Guadalajara acudiesen las tropas al auxilio de todos los partidos de la costa del Sur, dió órden para que se aprestasen todas las embarcaciones que estaban detonidas en Acapulco; y con las tropas que se levantaron à consecuencia de las levas que mandó hacer, preparó una espedicion que marchó en el acto al puerto, al mando del Dr. Palacios. Apesar de la diligencia del virey, esta espedicion no se hizo á la vela, porque à su llegada á Acapulco se le dió noticia de que el corsario habia abandonado sin duda aquellos mares despues de haber saqueado algunos pueblos, pues hacia tiempo no se le habia visto aparecer por ningun punto de la costa. En efecto, Drak, demasiado advertido, abandonó esas costas, para ir á apostarse en la punta de Californias, por donde pronto deberia pasar el Galeon de Filipinas que año por año venia à México, cargado de inmensas riquezas, así en metales preciosos, como en sedas y en cuantos efectos de lujo se esportaban entónces del Japon y de la China. El cargamento del de ese año, ila

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mado Santa Ana, no era ménos de codiciarse suscitada contra la audiencia de Guadalajara, por las ambiciones particulares de Villa-Manrique, iba à perturbar el reino y á causar un trastorno general, por lo cual le suplicaban en nombre de toda la Nueva España que removeise al actual virey, si no queria que el azote de la guerra civil la afligiese, como era de esperarse.

que el de los pasados, y apenas Drak lo observó, cuando, dirigiéndose á él, logró abordarlo y quedar dueño de tan rica presa, que condujo luego à un surgidero cercano al cabo de San Lúcas. Allí pasó el cargamento del Galeon á su embarcacion, y pegándole fuego se hizo à la vela abandonando allí á cuantos lo tripulaban. Mas estos, logrando salvarse, trajeron la noticia del mal éxito del Galeon, al virey de México, quien dió órden luego al Dr. Palacios, que aun permanecia en Acapulco, para que embarcando la espedicion, fuese en persecucion del corsario; mas todo fué en vano, porque este habia abandonado ya los mares de América y dirigidose á las Indias Orientales.

1588.-Pasada la turbacion que causó en los ánimos el desgraciado éxito de la nao de Filipinas, la calma iba volviendo poco a poco, y la tranquilidad general continuaba; mas las inconsecuencias de los hombres, que son por lo regular las que todo lo precipitan, vinieron presto á turbarla. No contento el marques de Villa-Manrique con la estension de terreno que hasta allí habia pasado, como de la jurisdiccion de los vireyes, quiso estender los límites de su dominacion pasagera, y moviendo pleito á la audiencia de Gudalajara, por unos pueblos que él decia ser de su jurisdiccion y sobre los que aquella alegaba el mismo derecho, contribuyó á que el reino entrara en turbacion, pues dispuesta la audiencia á no ceder un punto de su derecho, se aprestó á hacer la guerra al virey, en caso de que fuese necesario. Mayor fué la culpa que Villa-Manrique tuvo en los disturbios que causaron su remocion, cuando cansado de alegar las razones que el decia tener en su favor, quiso concluir el cio, por la fuerza, mandando tropa armada á que tomase posesion de dichos pueblos; mas recurriendo estos á la audiencia de Guadalajara, la decidieron á levantar tropas para oponerse á los designios del virey. Es de creerse que ambas fuerzas llegaran á avistarse; mas se ignora, como dice Cavo, que no lo encontró referido en Torquemada, quien influyó en reconciliar al virey con la audiencia de Guadalajara, pues lo que si es de todo punto cierto, es que las tropas se retiraron sin haberse acometido, y que desde entónces cesó el pleito suscitado por la inconsecuencia de Villa-Manrique.

nego

1589.-El golpe de los enemigos del virey fué certero; Felipe II vaciló al principio, pero luego dió crédito á cuanto se le dijo, y dispuesto ya á despojar del gobierno de la Nueva España á Villa-Manrique, pensó en mandarle sustituto. Presto le halló, pues advertido por muchos de la aptitud de D. Luis de Velasco, hijo de D. Luis de Velasco, segundo virey que fué de México, le nombró virey á su llegada de la embajada de Florencia. Al abandonar la corte D. Luis de Velasco, recibió pliegos del rey en que este constituia al obispo de Tlaxcala, visitador de Villa-Manrique, y órden al mismo tiempo para no desembarcar en Veracruz, pues se temia que el marqués tuviese un numeroso partido en este puerto que impidiese la entrada del nuevo virey. Velasco se hizo á la vela y desembarcó en Tamiahua, perteneciente á la provincia de Tampico y distante de Veracruz setenta leguas; mas habiendo tenido allí noticia cierta de la gran calma de que disfrutaba el reino, se dirigió á Veracruz, desde donde mandó al obispo de Tlaxcala los pliegos del rey que le venian consignados, y de donde se dispuso para pasar á México, ya á fines de este año.

1590.-En el siguiente, todo cambió para Villa-Manrique: el 17 de enero se le mandó salir de México por el obispo de Tlaxcala, Don Pedro Romano, que ya habia venido con su nuevo cargo y se dirigió á Texcoco, y continuando su viage, en Acolma tuvo una entrevista con Velasco. Este se dirigió á México en donde á poco hizo su entrada solemne, y aquel tuvo que sufrir las venganzas del obispo de Tlaxcala, quien à poco abrió su visita contra él. Se cuenta que este obispo habia tenido un resentimiento particular con el marqués, del que resultó que al hacer su visita tratara de vengarse del marqués, embargándole cuantos bienes poseía. Al cabo de seis años, cansado ya el marqués de una visita en que sus enemigos habian saciado su odio contra él dejándoEste inesperado acontecimiento, volvió á res-lo en la miseria, pasó á España, en donde con tablecer el órden, y hubiera influido en que el el influjo de personas poderosas hubiera congobierno del marqués hubiera continuado sin seguido del consejo de Indias que se le devolobstáculos, si sus enemigos no se hubieran viese cuanto se le habia embargado, si la muerapresurado á escribir al rey que una guerra te no le hubiera sorprendido en ese tiempo.

Su gobierno en México duró cuatro años..... quistando;" y era, como dice el mismo,,,hom,,Comenzó, como dice Torquemada, á gober- bre sabio, sagaz y prudente."

nar bien y á gusto de todos; pero luego se fue

ron ofreciendo negocios, que lo fueron mal

R. I. ALCARAZ.

MIS CONFESIONES.

EL que suscribe, hombre humilde en demasía, besa las manos á los que á él se las besen, y hace saber al respetable público, y especialmente á los que lean el LICEO MEXICANO que ha llegado á sus oidos no sé que ruido y alboroto producido por las esclamaciones suyas. Y es el caso, que estando ocioso, como es mi costumbre, me vino á las mientes escribir un articulillo, ó sea cuento ó historia ó episodio, ó lo que V. quiera, que lleva por título,,,Aventuras nocturnas," cuyo artículo tuvo por origen una escena acaecida à no sé quién, y en un lugar que tambien ignoro, la cual llegó á mi noticia como otras muchas que llegan á los oidos de V. y mios, en tendiéndose esto de los propios de cada uno de nosotros respectivamente, y ¿qué hago? tomo la pluma y zás, allá va al público tal cual la parió su madre; y el público la leyó y sonrió malignamente, y dijo en su ánima, esta es Fulana, aquel Citano, y tornando su vista al autor, despues que hubo pasado la aplicacion, esclanó, ¡inmoral!{pero un inmoral tan rotundo y tan tronante, que me dejó abismado y resuelto á ahorcarme si era posible. Luego crei que estaba el negocio concluido, y me daba ya mil parabienes, cuando llega á mis oidos el trueno de la tempestad é iluminase mi pálida faz con el fuego livido del relámpago. ¿Qué hacer entonces? Pedir misericordia al lector, clamar y gritar con todos mis pulmones, implorar su perdon y proponerle enmienda. Mas como sobra el tiempo y la absolucion no se da sin confesion prévia, he determinado hacer la mia, por si muriese, lo que no dudo, aunque ruego a Dios que sea lo mas tarde posible, y aunque se haga menester para conseguirlo, un milagro. Digo que he determinado confesarme por si muriese, para no morir impenitente, y en pecado y en desgracia de V. Sin embargo, será bien para evitarse un chasco, que no esté V. creyendo que mi artículo, que titúlo

con toda mi alma mis confesiones, ha de tener nada de comun con las de J. J. Rousseau, ó las de San Agustin, porque ni me voy á confesar de toda mi vida, ni de todas mis acciones, sino muy sencillamente de las culpas de escritor: y de los pecados cometidos en los articulos del penitente Anónimo. Comienzo, pues, y digo, que confieso que en todos y cada uno de mis artículos he querido pintar á la coqueta de la esquina, y al abogado mi vecino, y á tantos otros, como el sereno del barrio, que me chocan y me fastidian, y me empalagan.

Confieso que he tenido la ocurrencia y he cometido la falsedad de vestir á mis héroes de negro, si ellos realmente se visten de blanco, y de poner á mis heroinas fumando cigarritos, si las vi tomando helados, cuya falsedad me pesa en mi ánima, y sobre la cual ofrezco con todas veras enmendarme, y poner las cosas tales cuales las haya visto.

Confieso que á algunas escenas les he puesto à la cola, lo que tenian en la cabeza, de cuya mentira me arrepiento, y protesto ponerlas como es verdad que son y debidamente.

Confieso que he escandalizado á algunas de mis lectoras con mis aventuras nocturnas. No vaya V., por Dios á creer que realmente he tenido aventuras nocturnas, por que eso es terrible, y la cosa quedaba peor que peor; hablo de un artículo que con tal titulo escribí, y que protesto para descargo de mi conciencia y seguridad de las señoritas, que no volveré á repetirlas, ofreciendo cristianamente que si deveras han parecido inmorales, el pobre Anónimo se callará como un tonto y no volverá á chistar aunque vea ahorcar al prójimo.

Confieso que he escrito sin cuidado ni estudio, en lo que he hecho muy mal, porque han resultado algunas mentiras, de las cuales me duelo y ofrezco continuar.

Confieso que he dado malos ratos al vecino

camandulero y á la planchadora del barrio, y á qué sé yo quienes otros, y como circunstancia agravante digo que he tenido gusto y placer en que digan, este es fulano, por la misma razon que se alegra un retratista cuando le dicen al ver una miniatura, este es fulano, aunque de hecho no se le parezca, lo que á mí me sucede con mis originales. Mas propongo con todas mis fuerzas enmendarme y no volver á ello.

Confieso por último que he hecho esta confesion sin exámen y sin estudio, con no sé cuantas mentiras, que corregiré en mejor ocasion, limitándome por ahora á pedir la absolucion de mis Aventuras nocturnas en el Liceo á mis lectores, porque las reales nocturnas y diurnas, las confieso ante el párroco, á quien pido el perdon de mis pecados. Recuerdo á mis piadosos y compasivos lectores para decidirlos á perdonarme, que todos los escritores, exeptis exipiendis, (término técnico,) son mentirosos y noveleros, y nos venden gato por liebre, y llaman paloma á los milanos, y le dan sublimidad á los pavos del vecino, y son gente que dan sueños por verdades, es decir, frases por frases, aun contradictorias, por pesetas y reales. Exceptuando de esta censura á los políticos

que dan mentiras por empleos, y elogios por oposicion y necedades, por necedades como las que ahora estoy yo diciendo. Me dirijo para el negocio del perdon y de la misericordia, á las señoritas de trece años para arriba, hasta llegar á treinta y cinco, entendiéndose esta limilacion, no solo para este año, sino para todos, dando facultades al que las quiera, para que cuente desde la independencia acá, ó desde el año de 1893 en adelante, haciendo de manera que resulte todo el bello sexo comprendido en mi plegaria. A este sexo encantador me dirijo, pidiéndole á cada una de las partes suyas, por su esposo, por su papá, por sus hijitos lindos, por sus amantes, por sus mamás, por los hermanitos, parientes y personas de estimacion, á cada una en su caso, el ser autor de las Aventuras nocturnas, y les ofrezco con todas veras no volver á escribirlas, para que no se ofenda su pudor, que es tan apreciable y que respeto tanto; me desdigo de lo dicho, y protesto que es mentira lo de Julio y del Sereno y de la Chica y de la Tempestad, con cuyas muestras de arepentimiento queda esperando la absolucion el arrepentido

ANÓNIMO.

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OFRECIMOS en nuestro artículo anterior decir algo á nuestros suscritores sobre los baños, tales cuales los usamos los modernos mexicanos; pero he aquí que nos vemos en aprietos sin tener que decirles nada que les coja de nuevo ni que les llame la atencion. Sin embargo, si nos asegurasen que se les habia olvidado ya la des cripcion de los baños lujosos de los romanos, griegos, turcos, etc., por lo menos ya no temeriamos la comparacion que nos va á dejar muy desairados. Pero no hay remedio, y suceda lo que sucediere, es preciso no omitir el punto mas interesante para nosotros.

Ahora bien, lo primero que se encuentra entrando en nuestros baños, no es una piscina na

tatilis, ni un frigidarium, ni una gran sala con divisiones para desnudarse, no señor, se encuentra uno en una cerbatana ó palomar que se le puede llamar balnearia por ser una hilera de cuartos para bañarse, y en vez de que hermosas esclavas ó la bella Polycasta se presenten ȧ ofrecerle à uno sus servicios, no mira sino al bañero en pechos de camisa, remangadas las mangas de esta, y el calzon enrollado hasta medio muslo.

Entrando finalmente á los cuartitos, se hallan las tinas de palo forradas de plomo y dos llaves para el agua fria y caliente. En algunos lugares las tinas son de preciosos mosaicos poblanos (vulgo azulejos), y el agua es conduci

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