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festin á que han asistido, que antes de darle principio? Convengamos, pues, entonces, que esto consiste en la conmocion nerviosa, producida por los placeres de la mesa. Por lo tanto, si el actor no está dotado de una sensibilidad, á lo menos igual á la de sus mas sensibles oyentes, nunca podrá conmoverlos sino débilmente: por el exceso de esta cualidad conseguirá producir profundas impresiones, y agitar el alma mas fria. ¿La fuerza que suspende no debe ser mayor que la que se pretende elevar? Entonces esta facultad en el áctor debe ser, no mayor ni mas fuerte que en el poeta que ha concebido los movimientos del alma, y reproducídolos en el teatro; pero sí mas viva, mas rápida y mas poderosa en sus órganos. El poeta y el pintor pueden esperar para escribir ó pintar el momento de la inspiracion; pero el actor la debe tener á su mando y voluntad, para que sea mas pronta y viva, y entonces la sensibilidad tiene que ser superabundante. Ademas, es preciso que su inteligencia esté siempre en vela, obrando de concierto con la sensibilidad, para coordinar los movimientos y los efectos, pues no puede borrar como el pintor Ó el poeta lo que una vez haya hecho.

Sin la sensibilidad y la inteligencia no hay actor: de la naturaleza ha de recibir sus principales dotes, como la figura, la voz, la sensibilidad, el juicio y la pureza; y el estudio de los maestros, la práctica del teatro, el trabajo y la reflexion pueden perfeccionar los dichos dotes. De dos personas destinadas al teatro, una dotada de la sensibilidad que queda definida arriba, y la otra de una profunda inteligencia, preferiré sin duda la primera. Cometerá errores, pero su sensibilidad le inspirará aquellos movimientos sublimes que conmueven al espectador y llenan su corazon de éxtasis y arrobamiento; mientras que la inteligencia hará á la otra friamente prudente y metódica. La primera sobrepujará nuestra idea; la segunda no hará mas que contemplarla: el actor inspirado conmoverá nuestra alma: el actor inteligente no satisfará mas que nuestro talento, dejándole bastante imperio parajuzgarle; mientras que el otro, asociándonos á las emociones que ha sentido, no nos deja siquiera esa facultad: sus inspiraciones suplirian á la inteligencia, pero las combinaciones no suplirán nunca, sino dé bilmente, á los efectos de la inspiracion. El actor que posea estas dos cualidades, será perfecto. En sus estudios ensayará su alma en el sentimiento de las emociones, su voz en los acentos propios de la situacion que tiene que pintar. Va al teatro no solo á ejecutar estos

ensayos, sino á entregarse á todos los ímpetus espontáneos que su sensibilidad le sugiere.

Entonces, para que sus inspiraciones no se pierdan, recurre à su memoria, recuerda sus entonaciones, los acentos de su voz, la espresion de su fisonomía, el grado de abandono á que se ha entregado, en fin, todo lo que en un momento de exaltacion ha podido contribuir á producir el efecto. Su inteligencia luego somete á su revision todos estos medios, los analiza, los fija en su memoria y los conserva para reproducirlos en las siguientes representaciones. Tan fugitivas son estas impresiones, que convendria à menudo repetir, al volver al bastidor, la escena que se acaba de ejecutar, mas bien que la que sigue. Con este método de trabajo la inteligencia reune y puede conservar todo lo que la sublimidad ha inspirado al actor, y solo así podrá este al cabo de mucho tiempo, (porque se necesita mucho) ofrecer al público obras, con corta diferencia, perfectamente eje cutadas en todas sus partes. Este ha sido el camino seguido por los grandes actores, y este deberá ser el que sigan los jóvenes que se dediquen al teatro.

La sensibilidad y la inteligencia son, pues, las dos principales facultades necesarias al actor. Necesita, ademas de la memoria, que es su indispensable instrumento, una figura y unas facciones adecuadas á los papeles que esté destinado á representar: necesita una voz fuerte y poderosa, pero de fácil modulacion. Escuso decir que una buena educacion, el convencimiento de las costumbres de los pueblos, el carácter particular de los personages históricos y el dibujo pueden ayudar y fortificar los dones de la naturaleza.

Queda dicho mas arriba, que el actor que se dedica á la comedia, tendrá menores estudios que hacer. Sin tratar de probar cual es mas dificil de ejecutar, si la tragedia ó la comedia, diré, que para llegar á la perfeccion en el uno ó en el otro género, se necesita poseer las mismas facultades morales y fisicas; solo que en el actor trágico deben ser mas poderosas. La sensibilidad y la exaltacion en el actor cómico, no necesitan la misma energía, porque la imaginacion tiene ménos que trabajar, porque los objetos que representa, los ve todos los dias, porque participa de algun modo de la vida de los originales que retrata, y porque, con corta diferencia, sus facciones están reducidas á pintar caprichos ó ridiculeces; pasiones tomadas en una esfera, que es tal vez la misma del actor, y por consiguiente mas moderadas, que las que pertenecen al dominio de la tragedia.

Es, digámoslo así, la propia naturaleza del actor que habla y obra en sus imitaciones, miéntras que el actor trágico necesita salir del círculo en que vive para elevarse á la altura en que el génio del poeta ha colocado y revestido con formas ideales los seres concebidos en su idea, ó que la historia le suministra engrandecidos ya por ella, y por la larga distancia del tiempo. Necesita, pues, conservar á estos seres ó personages en sus grados y proporciones, pero al mismo tiempo someter su lenguaje elevado à un acento natural, à una espresion sencilla y verdadera, y esta union de nobleza sin hinchazon, de verdad sin trivialidad, es el mas peligroso escollo del actor trágico.

Se me dirá que un actor trágico tiene mas libertad y latitud en la eleccion de medios para ofrecer al juicio del público caracteres cuyo tipo no existe en la sociedad, mientras que el público puede juzgar fácilmente si la copia que el actor cómico le presenta, es conforme al original que á menudo tiene á su vista; responderé que en todo tiempo ha habido pasiones; la sociedad puede debilitar su energía, mas no por eso dejar de existir en el alma, y cada espectador puede juzgar muy bien por sí mismo. La parte ilustrada del público es la que forma la opinion, y hace la representacion del actor; y como á esta parte ilustrada le es familiar la historia, puede juzgar con acierto si es fiella imitacion de los caracteres históricos que el actor le presenta. La movilidad en las pasiones, la espresion de la fisonomía debe ser mas visible y pronunciada, la voz mas llena, mas sonora, mas acentuada en el actor trágico, que necesita emplear combinaciones, y una fuerza mas que comun para ejecutar los papeles en que el autor ha reunido, en un círculo estrecho, en el espacio de dos horas, todos los movimientos, todas las sensaciones que pueden agitar á un ser apasionado en el largo trecho de su vida, No por esto diré que no son necesarias las mismas cualidades, aunque de un órden inferior, al actor trágico, como al actor cómico, y que el uno y el otro deben iniciarse en los misterios de la pasion, en sus inclinaciones, debilidades y caprichos. Pero cierto es que cuantos actores cómicos han intentado calzarse el coturno y subir á la altura de la tragedia, han sufrido un triste desengaño: mientras que el actor trágico, que ha querido descender y ensayarse en la comedia, ha añadido siempre una hoja de laurel á su co

rona.

Considerando cuantas cualidades debe tener el actor trágico, cuantos dones debe recibir de

la naturaleza, no podemos estrañar la escasez de buenos actores. De los que se dediquen á esta larga y espinosa carrera, uno tiene talento, y su alma es de hielo; el que tiene sensibilidad no tiene inteligencia; el que posee estas dos cualidades, es en grado tan débil, que es como si no las poseyera; ó las vicia y adultera por la perniciosa manía de imitar á algun actor contemporáneo, que, muchas veces sin razon, oye aplaudir en el teatro. Digo perniciosa manía, porque este defecto de imitacion es muy dificil de corregir despues, porque tal movimiento, tal gesto ó tal mirada natural en un actor, es falso y malo en otro; por esto Shakespeare en el tercer acto de su Hamlet, le hace decir entre los consejos que da á los actores que han venido á su palacio á distraerle:,,No lo olvideis nunca; observar y copiar á la naturaleza es vuestro único deber; el arte no es mas que su espejo. Llenareis de alegría á un patio necio, ultrajando la verdad; este triunfo es muy fácil; pero afligireis al hombre juicioso, cuya aprobacion es preferible à la de un patio entero. Me acuerdo haber visto algunos actores aplaudidos con entusiasmo, y ni en su porte, ni en su voz, ni en su gesto tenian nada de un cristiano, de un pagano ni de un hombre. Al verlos en el teatro agitarse y rugir descabelladamente, no los podia creer formados por la naturaleza; me parecian mas bien la obra de un torpe aprendiz; tan mal imitaban al hombre." En este defecto incurrirá el jóven actor que tenga, vuelvo á repetirlo, tan perniciosa mania. Se asocia á las inspiraciones de otro, su espresion será débil, incierta, sin color: hablará alto, bajo, con viveza y con lentitud; tan pronto de un modo como de otro, y siempre á la ventura; su voz aunque sonora, quedará seca y árida, sin espresion para pintar las pasiones, porque el corazon no las ha sentido, y solo obra por imitacion; llorará y no hará llorar; se conmoverá y no conmoverá á nadie.

El actor tiene que consagrar un gran cuidado al conocimiento de su voz, debe estudiarla como un instrumento, domar su dureza, ó enriquecerla con los acentos de la pasion, y hacerla obediente y pronta á las mas delicadas inflexiones del sentimiento. Conocer sus cualidades y sus defectos, pasar ligeramente sobre sus cuerdas ingratas, y hacer solo vibrar las armoniosas; porque tal es el poder de una voz sensible concedida por la naturaleza, ó adquirida por el arte, que puede conmover hasta los estrangeros que no comprenden el idioma.

La juventud cree á menudo salvar las dificultades del arte, entregándose à movientos vio

lentos y esfuerzos con la voz; pero tengan presente que la monotonía en el uso de la fuerza de la voz es insoportable, que es necesario hablar la tragedia y no gritarla; que una esplosion continua cansa sin conmover; que el empleo de esta esplosion debe ser raro é inesperado, y que de otro modo lo que se consiga será fastidiar al espectador, con los continuos gritos del actor; que se olvidará al personage y á sus desgracias, para acordarse tan solo del cansancio del artista: por lo tanto es preciso ocultar siempre al público el último término de los esfuerzos del actor, aparentando hasta en las escenas mas violentas todo el poder de sus facultades. Cuidará de que la respiracion no sea muy fuerte ni prolongada, porque el tomar aliento es una especie de descanso, una suspension, que, aunque lijera, enfria el movimiento y destruye necesariamente su efecto, porque parece que el alma participa de esta suspension ó descanso. Para evitar esto, para evitar sobre todo cierto quegido, cierto estertor insufrible que algunos actores tienen en el teatro, la esperiencia ha suministrado un medio que debe practicarse; el actor debe tomar respiracion antes que su pulmon esté enteramente vacío, y que la necesidad ó el cansancio le obliguen á aspirar una gran cantidad de aire à la vez. Es preciso que aspire poco y á menudo, y sobre todo, antes que se agote. Una ligera respiracion basta sí es frecuente: pero en este caso cuide mucho el que no sea notada, porque si no, los versos parecerán cortados, la diccion será falsa, penosa é incoherente. Delante de las vocales y principalmente de la a, de la ó y de la é, es cuando se puede ocultar al espectador el artificio. Confieso que se necesita mucha costumbre y ejercicio para familiarizarse con esta operacion mecánica. Ademas, la frecuencia de estas respiraciones depende de la mayor o menor fuerza de cada individuo.

Los actores que no han sabido emplear este medio, para conservar su voz en un grado de fuerza suficiente, han recurrido á otro que les ha hecho caer en un lazo mas peligroso: han querido suplir con el acento del llanto y con una aparente opresion del corazon, que parece justificar hasta cierto punto las frecuentes y fuertes respiraciones, la falta que de otro modo no podian corregir, sin reparar que por este procedimiento prestaban á su diccion un tono plañidor, un acento llorón, que á menudo destruye la intencion del poeta, y que acaba por ser insufrible. Las lágrimas no deben prodigarse porque su efecto se destruye: empleándolas con economía y juicio, conmueven, te

niendo cuidado de servirse en este caso de las cuerdas medias de la voz, y nunca de las altas, porque el llanto, elevando la voz deja de enternecer, y sus tonos agudos, comunes y poco comunicativos. En un tono medio es en el que las lágrimas son nobles, tiernas y profundas, y cuando la voz encuentra con facilidad acentos poéticos y dolorosos, que van derecho al corazon y hacen llorar al espectador.

He dicho que las lágrimas deben emplearse con economía y juicio: la razon que para esto tengo es, que puede haber situacion dolorosa en que las lágrimas sean nocivas. En las grandes desgracias, en las situaciones mas solemnemente dolorosas del alma, nuestros ojos se secan, ninguna làgrima los humedece, parece que todas caen sobre nuestro corazon; nuestra voz alterada, cubierta con un velo, solo pronuncia palabras ahogadas, penosas, siniestras, mal articuladas, y nuestras miradas son estúpidas. ¡Admirable artificio hallado en la naturaleza, v más á propósito para conmover que las lágrimas mismas! ¡Cuántas veces hemos aconsejado el llanto á una persona violentamente agitada! ¡Cuántas veces nos hemos alegrado al verla prorrumpir en él! ¿Y por qué? Porque es cierto que el llanto desahoga y presta consuelo; y por lo tanto, deberá excitar mucho mas nuestra compasion la vista de otra persona, que en el exceso tétrico y profundo de su desesperacion, no tenga voz para esplicar sus padecimientos, ni lágrimas para aliviarlos.

La misma justa economía se recomienda en los ademanes y gestos, ó mas bien dicho, en la accion: esta parte del arte se considera como esencial, porque la accion es en cierto modo un lenguaje; la profusion de ésta destruye la nobleza del personage, es preciso que sea natural, no el producto de un esfuerzo estudiado, sino el sencillo resultado de la costumbre. No se necesita crecer ni hinchar la voz para dar una órden; sabido es que el poderoso no emplea esfuerzos para hacerse obedecer; en su clase todas sus palabras tienen peso, todos sus movimientos autoridad. La inteligencia de be reglar el movimiento rápido ó lento de la diccion, segun la situacion, ó cortarlo con pausas estudiadas. Hay circunstancias en que el hombre necesita recojerse, digámoslo así, antes de confiar á la palabra lo que siente su alma, ó lo que su pensamiento le sugiere. Es necesario que el actor, en este caso, aparente meditar antes de hablar; que por medio de pausas, parezca tomarse tiempo para arreglar en su imaginacion lo que va á decir; pero es

preciso que mientras tanto, su fisonomía supla en estas suspensiones de la palabra; que su actitud, sus facciones indiquen que en aquellos momentos de silencio, su alma está fuertemente ocupada; de lo contrario estos intervalos en la diccion serian rasgos frios y sin color, atribuidos mas bien á una distraccion de la memoria, que á una operacion del pensamiento. Hay ademas situaciones tan violentas que se descubren por una accion ó movimiento, sin espresar la lenta combinacion de las palabras, y se ven precedidas por el gesto, la mirada ó la accion. Este medio aumenta singularmente la espresion, porque descubre una alma tan bien penetrada del sentimiento, como impaciente de manifestarse, y que para ello elije los medios mas prontos. Estos artificios constituyen lo que llamamos accion muda, parte esencial del arte y muy dificil de conseguir y de adecuar; por ella el actor imprime á su diccion verdad y naturalidad, dejando todo recuerdo de que sea una cosa estudiada y repetida. Otras situaciones hay sin embargo en las que el personage arrastrado por la violencia del sentimiento halla inmediatamente todas las palabras que necesita. Entonces su diccion tiene que ser rápida, porque las palabras llegan á sus lábios con la misma prontitud que las ideas á su pensamiento y la emocion à su alma.

Fáltame hacer una observacion que puede ser de algun provecho. El actor no está solo destinado á ejecutar papeles análogos á su carrera. En ella se hallará á menudo precisado å retratar pasiones cuyo tipo no esté en su naturaleza. Pero como entre las pasiones desordenadas que degradan al hombre, existe siempre algun punto de semejanza con las vivas y puras que le elevan y engrandecen, puede entonces juzgar por analogía. Una noble emulacion le dará á conocer la envidia. El justo resentimiento de una ofensa le mostrará desde léjos el aborrecimiento y la venganza, la prudencia y cautela, el disimulo y la astucia; los deseos, los tormentos y los inquietos zelos en el amor, hacen concebir todo su frenesí y todos sus crímenes. Por medio de estas combinaciones y semejanzas, que son el resultado de un trabajo rápido de la sensibilidad unida á la inteligencia, trabajo necesario al poeta y al actor, se logran juntar, aun sin conocerlas, las negras inclinaciones, las culpables pasiones de almas corrompidas y viciosas.

A los grandes actores y maestros que me han suministrado las ideas que quedan estampadas, bien que sin órden ni ilacion, soy deudor de algunos aplausos tal vez merecidos; confieso

que las mas imperfectas son sing dificultad las que à mi me han ocurrido. Pero si merecen una indulgente acogida, y mis ocupaciones me lo permiten, yo prometo consagrar todos los ratos de ocio á la esplotacion de la rica mina de reflexiones que Lekaín, M.me Clairon, Talma y otros han dejado para gloria y acierto de los jóvenes que se dediquen á la dificil y penosa carrera del teatro.-CARLOS LATORRE.

ILUSION PERDIDA.

Yo la vi meditabunda
Bajo el árbol funeral,
Cuando el sol en occidente
Se habia perdido ya.

Yo vi de sus negros ojos
El misterioso brillar,
Y de sus lábios rosados
La sonrisa virginal.
Mensagero de la noche
El vientecillo fugaz,
Entre los pliegues vagaba
De su cándido cendal.
Parecia de la luna
A la corta claridad,
El ángel que del sepulcro
Preside la dulce paz.

Infeliz! tras las áridas montañas Hundirse vió del sol la llama ardiente; Del sol que de otro dia desde oriente Cadaver la miró.

Quedaron turbios sus brillantes ojos,
Secas las rosas de su tez lozana,
Y de sus lábios la risueña grana
Tambien se marchitó.

Destello del Señor Omnipotente,
Fogosa su alma y entusiasta era;
Su corazon abrasadora hoguera
De fuego celestial.

Sedienta de gozar buscó la dicha,
La copa del amor apuro luego,
Y el amor en los ánimos de fuego
Es veneno fatal.

Resignacion esa es Nuestra mísera fortuna, Lágrimas desde la cuna Que acibaran la niñez. Llegada la juventud Soñar en fantasmas bellos, Y al avanzar hacia ellos Hundirse en el ataud. Puebla abril 15 de 1843.

MANUEL M. DE ZAMAÇONĄ.

GALERIA DE LOS VIRENES DE MÉXICO.

DON GASPAR DE ZUÑIGA ACEBEDO,

CONDE DE MONTEREY.

1595.-ELECTO Velasco el segundo, virey del Perú, se le nombró por sucesor en la Nueva-España á D. Gaspar de Zúñiga y Acebedo. Llegó de España una flota que desembarcó en el puerto de S. Juan de Ulúa, el diez y ocho de septiembre de 595, y en ella venia el nuevo virey. Inmediatamente que en México se tuvo noticia de su arribo, salió Velasco á recibirle. Pasó Zúñiga por las ciudades de Tlaxcala, Puebla, Cholula, Huexotzingo, y en todas ellas recibió grandes felicitaciones, deteniéndose en cada una por causa de las fiestas que le hacian. Luego á su entrada á Acolman, encontró á Velasco con quien se detuvo apenas un dia, continuando al siguiente su viage. Era costumbre que salieran de México á recibir á los vireyes hasta Tlaxcala los prelados de las órdenes regulares, y á Zúñiga le recibieron mas adelante, en Quamantla (Guamantla).

En la Guadalupe recibió la ciudad y autoridades de la corte vireinal á D. Gaspar, celebrando algunas funciones públicas que le tenian de antemano dispuestas. Pasados allí algunos dias, y al cabo de cerca de dos meses de haber desembarcado, el 5 de noviembre entró á México su nuevo virey.

La primera nota con que se marcó la conducta de Zúñiga, fué la de apático á causa de que no se movia en cosa alguna. El padre Cavo y Torquemada le disculpan con su prudencia, la cual le hacia no dar paso sin tener antes conocimiento de las personas, y pudo en efecto muy bien ser así.

Lloraban los indios en tiempo de Velasco por los tributos á que los habia sujetado, como llevamos dicho, entre otros el de una gallina, el que consiguieron se los quitara D. Gaspar y que les disminuyera los demas.

1596.-A consecuencia de la pérdida del Galeon Sta. Ana, y por orden del rey se hallaba en

espedicion, y á la cabeza de ella sobre Californias, el general Sebastian Vizcaino, con la esperanza además de adquirir riquezas, que segun la fama, habia muchas en aquellas costas, especialmente en perlas; el virey, á quien Vizcaino pidió auxilio, logró reunirle en México mucha gente, la cual se hizo á la vela en tres navíos en el año de 596, por el puerto de Acapulco. La colonia anduvo vagando por algun tiempo sin haberse podido establecer á causa de la esterilidad de los terrenos, hasta que al fin intentaron fijarse en el puerto de la Paz, del cual salieron bien pronto encontrándose ya faltos de recursos y víveres de toda especie.

Juzgando á propósito Zúñiga para el engrandecimiento del vireinato el poblar al NuevoMéxico, examinó el tratado que con Oñate tenia convenido Velasco, y babiéndole hecho las variaciones que consideró oportunas, trató de hacerle llevar al cabo, y á este efecto, y para grangear al mismo Oñate, encargó á su sobrino el capitan Vicente Saldívar que reclutara gente. Saldívar se apresuró á cumplir su comision, y á este propósito, despues de haber pasado á dar las gracias al virey acompañado de sus parientes y criados, volvió á la plaza principal, y allí, elevando un estandarte, llamó en nombre del rey á los que quisieran alistarse, espresando las condiciones á que se debian sujetar; y multitud de hombres casados se le presentaron en poco tiempo. El virey para recompensar la actividad y diligencia de Saldivar, le confió la empresa y le ordenó que partiese cuanto antes, como lo verificó en el mis-mo año.

1597.-Se esperaba el virey un pronto y feliz resultado de la espedicion, y á cada momento le parecia tener una buena nueva; mas å principios de este año, poco tiempo despues de salida la colonia, recibió un correo de su ge

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