á este parage de Santa Bárbara, y doce dias despues que nosotros llegamos, llegó el maese de Campo de D. Juan de Oñate, gobernador, en seguimiento de estos capitanes y pobre gente, que está aquí, habiéndolos allá sentenciado á cortar las cabezas el gobernador, y hacer en ellos grandes crueldades, por los grandes servicios que à Dios y á la Magestad han hecho en gastar sus haciendas, y servir personalmente ellos y sus mugeres é hijos y criados, porque todos hacian esto y andaban á las vueltas en esta tragicomedia, sirviéndoles los hombres al gobernador de acompañarle, las mugeres de guisarle de comer, los niños de entretenerle y los criados y gente de servicio de servirle y aun los frailes de adorarle; y llega el caso al punto, que ya no hallábamos lugar ni hora segura en las vidas, haciendas ni honras. Algunas veces (siendo yo prelado) me mandó, que quitase algunos religiosos de los puestos y partes donde estaban (sin mas oca sion que su gusto) con apercibimiento, que si no lo hacia lo haria él; y cierto que los que han estado en aquella tierra que han dado harta muestra de su religion; y esto es cierto, que la tierra por si, no es muy habitable, y estando y gobernando el que gobierna, no es posible vivir en ella; y por estas y por otros millones de cosas, no solo convino, mas fué necesario salir de ella, y esto para el remedio de los naturales, del gobernador y españoles, que allá quedan, no porque puede sustentar sino muy poca gente con el ordinario que ahora tienc, y el gobernador por no decaer de su estado, anda con mil embustes, marañas y fingimientos y hechando á millares ánimas en el infierno y haciendo cosas que no son dignas de ser oidas de cristianos, con apariencias falsas y cautelosas, y así bien aventurado el que se puede apartar de tales tratos; porque aunque á nosotros no nos esté bien tratarlo en público, no es razon que V. P. deje de estar advertido. "El gobernador ha hecho algunas salidas, á costa de los religiosos y naturales, como causa sine qua, non; porque por ninguna via podia ser ninguna; por estar tan pobre y en todas ha hecho grandsiima matanza de indios, y grande carnicería y derramamiento de sangre humana, los robos, saqueamientos y otras cosas que ha hecho: ruego à Dios que le de gracia para que haga en esta vida penitencia de todo. Esta pobre gente está afligida, y el maese de Campo, lleva en sus informaciones mil mentiras y mil juramentos falsos; porque están tan opresos, los que están en el Nuevo-México, que no pueden hacer mas de lo que les manda el gobernador ó lo que saben que es su gusto, y al cabo ha de parecer todo y conocerse la verdad; y porque los padres Zamora, y Lugo que son testigos fidedignos han ido allá, de quien se podrá tomar razon de todo, no digo mas en esta, etc. De Santa Bárbara 29 de febrero de 1602 años." PROSA Y POESIA. mmm Topos los hombres hablan y todos se hacen com- ce temblar á veces! La poesía con su caden prender; mas las voces de unos llegan al corazon, mientras que las de otros solo llegan al oido. ¿En qué consiste esta diferencia? En la mayor o menor propiedad del lenguaje y en la espresion mas o menos viva de las imágenes; y estas pueden representarse de dos maneras, en prosa ó en verso. ¡Cuantas veces nos hace llorar el poeta, cuantas veces toca al alma y la hace sentir emociones dulcísimas! Y cuántas veces el orador nos hace encender en ira, cuántas veces nos impele al combate, cómo nos revive nuestro amor á la patria, cómo nos ha cia armoniosa, con sus suaves acentos es una verdadera música; yo creo que la poesía es la música con voces cuya significacion está fijada ya; su cadencia hiere nuestros oidos, y los encanta el significado de sus voces, toca á nuestra alma y la conmueve; esta es sin duda la causa por que las mugeres son tan afectas á la poesía; estas sensaciones suavisimas aun en me dio del horror, se acomodan perfectamente à la sensibilidad de su alma: mas la prosa, la prosa elocuente, se dirige mas bien al entendimiento, la ilusion de sus raciocinios lo conven ce y lo arrastra al punto que se propone. La prosa es á mi juício el idioma de los hombres; se ocupa siempre de pasiones mas fuertes; sus voces sin acento ni cadencia fija, son mas propias para espresar los arrebatos producidos por pasiones que no son, por decirlo así, de sentimiento. Como no tiene armonía música no se detiene en el oido, sino que pasa recta al entendimiento, lo conmueve y determina la voluntad; careciendo de esa armonía no produce sensaciones dulces que debilitan su espresion: esta es varonil y vigorosa. Sin embargo, yo creo que la prosa no carece de armonía. En un periodo de esas obras maestras de los oradores, se percibe un no se qué de sonoro y grave, que es sin duda una de las razones que predisponen nuestro entendimiento á la conviccion. La poesía es à la prosa como los sones dulces de una flauta á los graves y magestuosos del órgano. Cuando se lee el exordio del sermon del misionero Bridaine, se percibe que cada cláusula es rotunda, sonora, la alma se estremece y el oido siente agrado, sin sentirse un placer muelle. Cuando se lee una poesía de Melendez parece que el alma se aduerme mecida por la suavísima armonía de sus versos. Para mí, entre un poeta y un orador no hay diferencia sensible, y sin embargo, yo preferiré en las grandes pasiones una pieza ora toria á una poética, y en las suaves que pueden serlo aun en su fuerza, como el amor, prefiero una poesía á una arenga: así como me entusiasma el clarin del guerrero, y me hace volar al combate, y lo mismo que las dulces cadencias de la flauta, me entristecen y me hacen brotar las lágrimas. Pero cuando el poeta es orador, ó el orador poeta, cuando se reunen en una misma persona esas dos cualidades, y cuando hallo en una composicion la fuerza de la prosa con su noble rotundidad, cuando sus imágenes son grandes y sublimes, cuando sus voces son armoniosas y se enlazan la dulzura y la gravedad, entonces me arrebato, mi alma se estremece, yo lloro, me entusiasmo, y tan pronto salta una lágrima de mis párpados encendidos, como una esclamacion de corage, tal vez, de mi alma extasiada. Cuando de rodillas en el templo oigo sonar el órgano, y luego una flauta, mi alma se inunda de gozo, y á los nobles acentos del órgano, concibo la grandeza y el poder del Señor, y pido su misericordia, y tiemblo á su justicia, mas si cambiando entonces, suena una flauta, me enternezco y hablo á Dios como á mi padre, con la ternura de un hijo, y siento en mí ya su perdon. Esto es lo que me acontece cuando leo una de esas composiciones en que no hay comparaciones femeniles, en que las ideas son sublimes y su espresion magestuosa. Pero cuando leo á un poeta que solo es dulce, cuyas comparaciones son dulces, cuyas ideas son puramente voluptuosas y débiles, lo llevo de regalo á una dama ó lo guardo para aquellos momentos en que necesitamos endulzar nuestras penas con la cadencia, con una armonía que nos haga llorar algunas lágrimas que sirven de alivio al alma afligida. Cuando leo un orador, cuando leo algo de Demóstenes, cuando oigo la voz imponente de Ciceron, cuando leo á Ma sillon, entonces me siento transportado, conmovido, en un estado indescriptible, mi odio à los tiranos se aumenta, mi religion se afirma.... y beso las obras de esos grandes hombres, y levantando mis ojos al cielo, pregunto con dolor al Señor. ¿Porqué no soy yo como ellos? Yo amo á los poetas y envidio su oido músico, su alma tan sensible y tan dulce, su lenguaje tan sentido, especialmente cuando tengo que tratar á las mugeres: pero cuando recuerdo que tengo una patria, que tengo una religion, que soy hombre, entónces olvido por un instante la poesía, y me acojo á la oratoria. No se crea, sin embargo, que en mis elogios á los poetas, hablo de algunos versistas que en nada simpatizan conmigo, y que hacen consistir á la poesía en los acentos y en el número de las sílabas; esos hombres son mecànicos. La poesía consiste en las ideas y en las imágenes, su sublimidad es lo que la distingue. Ya he dicho cual es para mí la diferencia que hay entre la prosa y la poesia: ahora diré que poesias hay en prosa, y que son poetas para mí los que tienen ideas poéticas, aun cuando no tengan versos, son poetas, verdaderos poetas, y mas apreciables que los versistas ó meramente copleros. Así, pues, en mi concepto es falsa la sentencia de Chesterfield, que dice que el poeta nace y el orador se hace. Esto es confundir la forma con la esencia, la parte mecánica de la poesía con la poesía, y la oratoria con su parte mímica. Yo creo que el poeta y el orador nacen, y que el versista se hace, y el mímico se hace como se hace un mímico y un actor. Puede, lo repito, haber poesía sin verso, y orador sin accion, y aunque no sean perfectos, aunque sean incompletos, yo los amaré y los respetaré, y serán dueños de mi alma, porque amo la poesía en su caso, tanto como á la oratoria en el suyo. JOSÉ MARIA DEL CASTILLO. A MI QUERIDO AMIGO Y COMPAÑERO EL LIC. FRANCISCO M. DE OLAGUIBEL. I. SUMIDO en cárcel oscura Y del mundo divorciado, Que nunca penetra pura Del cautivo. Y raya rosada aurora Y viene la noche umbría Con su velo, Y pasa una y otra hora Sin consuelo. Porque blanco de los tiros Y víctima desgraciada Es preciso mis suspiros Contener. Acusado, aunque inocente; Sin ser reo, condenado, Pena dura Su sello ha impreso en mi frente, De amargura. Si á ningun humano oido Puede mi flébil gemido Penetrar; Si ningun acento humano Puede mi dolor tirano Consolar; ¿De qué, infeliz, serviria Lanzar un ¡ay! de mi pecho Lastimoso, Que al punto se perderia Cuando de alegre diana Que es de mi reloj campana, Pone fin. Que de mis párpados huye Que dormia, Y la ilusion se destruye En que vagaba mi ardiente Y en mi suerte de hoy pensando Paso las horas contando Me recuerdo los placeres Y los gratos quehaceres De que pobre, pero honrado Y mi vida cuando niño, Y el acendrado cariño De mi madre idolatrada, Sin cesar mi puerta vela, Silencioso centinela, Impasible, como el hierro La monótona armonía Es mi sola melodía; Al través de mi ventana Aquí inesperto fiscal, Aquí de jueces novicios, Y de una ley homicida, Y mientras ellos gozaban Y el sacerdote llegó, Y el reo se arrodilló. Y esta mansion silenciosa Y aquí su voz se perdió, Y las paredes miraba Y el sol naciendo en oriente, Por esa reja de horror Y esta estancia solitaria Donde peno noche y dia, Y esa puerta para mí Y en este mismo lugar Y llegado al fin el dia Y al arrancarse de aquí III. ¿Y en esta estancia de fatal memoria Es donde vivo vida de dolor? Y se escribe una hoja de mi historia De la inmunda librea revestido Y el aliento del crímen no amancilla Aquí recuerdo en espantosa calma Y aquellos que mi voz acompañaban Y mientras en silencio el mas profundo Roe mi vida la amargura aquí, ¡Nada ha cambiado!.... La hermosura ri Las cantigas de amor al escuchar: Al poderoso la lisonja engrie Y le anega de dichas en un mar. De la música escúchanse los sones, Todo lo mismo! Tal es la costumbre De ese monstruo que llaman sociedad. ¿Qué le importa mi dura servidumbre? ¿Que le importa mi dulce libertad? Al que era nada ayer y hoy es magnate Brinda con las delicias de un eden: Luego que rueda del poder, le abate Bajo el peso de pérfido desden. Y fria, y egoista, indiferente, Y el nombre aborrecido al cielo sube: Y lo que era virtud vuélvese crímen, IV. Lo sufre: del mundo la ley es constante: Y ver en ocaso la luz de la aurora ¿A qué, pues, del vicio huir los senderos, Gocemos del mundo los dulces placeres, Logremos del mundo las glorias y prez; Y vinos ahora y amor y mugeres, Y el oro y el juego en yerta vejez. Mas jay! esas dichas que rápidas pasan, Cual pasan las nubes del plácido abril, Los cuerpos consumen, las almas abrasan, Y empañan al hombre con hálito vil. Y al pecho royendo su dejo amargoso, Al jóven preparan precoz senectud; |