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del Hipodromo, fué saludado por las aclamaciones del senado y del pueblo, y se detuvo ante el trono en que Justiniano y Teodora esperaban el homenage del rey cautivo, y del héroe victorioso. Belisario y Gelisner hicieron la adoracion de costumbre, y postrándose, tocaron con respeto el pedestal de un príncipe, que jamas habia desdeñado su espada, y de una prostituta que habia danzado en el teatro. Fué menester una ligera violencia para vencer la indomable altivez del nieto de Gensérico, y su vencedor, aunque habituado á la servidumbre, debió irritarse en secreto con semejante ceremonia. Este fué declarado en el momento, cónsul para el año siguiente, y el dia de su inauguracion se asemejó al de su triunfo; unos cautivos vándalos llevaron su silla curul en hombros, y se arrojaron con profusion al populacho los despojos de la guerra, copas de oro y magníficos cinturones."

Empero la mejor recompensa que pudo darse á Belisario, fué la fidelidad con que fueron cumplidas las generosas promesas que habia hecho al rey de los vándalos, pues que el emperador le volvió un vasto dominio en Galacia donde Gelisner encontró la paz y la abun

dancia.

Ya una gran parte de los proyectos de Belisario estaban ejecutados, ya se habia aumentado un vasto territorio à las posesiones del imperio, pero faltaba aun la parte mas gigantesca del plan que este hombre estraordinario habia concebido; los godos reinaban en Italia y Roma, la soberana del mundo estaba gimiendo en el cautiverio: preciso era libertarla y volver á colocar las águilas del imperio sobre el soberbio Capitolio. Desde luego el vencedor de los persas y de los vándalos partió con el designio de conquistar la Italia, (535) para lo cual no faltó un pretesto, pues casi siempre se publicaba que tales espediciones se emprendian para vengar los ultrages ó los asesinatos de reinas ó de príncipes desgraciados, y así se derribaron varios imperios.

Las campañas de Belisario en Italia ofrecen muchos y muy variados incidentes, pero solo recorreremos los mas interesantes; despues de su salida de Constantinopla, recorrió el mismo camino que en su primera espedicion; llegó á Sicilia, y esta provincia le abrió sus puertas y se reunió al imperio romano. Palermo, defendida por los godos, opuso resistencia, pero despues de un corto sitio, fué tomada, y Belisario

entró triunfante en Siracusa, á la cabeza de su ejército. Despues de haber dejado guarniciones en Sicilia y en Palermo, embarcó á sus sol

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dados en Mesina, y los desembarcó sin resistencia en Regium, (1) de donde partieron, caminando por la costa cerca de trescientas millas, antes de llegar á Nápoles, que estaba gobernada por Theodato y sus habitantes, divididos en facciones. El cónsul romano atacó la ciudad, y en esta ocasion echó una mancha á las brillantes páginas de su historia, de la cual jamas podria ser purificado, pues para desvanecerla un poco, seria preciso apelar á la ferocidad característica de aquella época. Cuando entró en Nápoles, por un horrible abuso de la victoria, fueron pasados á cuchillo sin distincion de sexo ni edad, una gran parte de los habitantes de esta desgraciada ciudad.... Atila habria hecho otro tanto! Pero procuremos olvidar hecho tan horroroso.

Belisario despues de haber fortificado á Nápoles, prosiguió su marcha, y tan luego como los godos supieron que se aproximaba, abandonaron á Roma, donde entró sin derramar una gota de sangre en el mes de diciembre de 536, en medio de las aclamaciones de la multitud; y las águilas romanas volvieron á brillar en las plazas de la ciudad eterna, que hacia sesenta años estaba subyugada por los bárbaros, despues de haber contemplado en otro tiempo sus brillantes triunfos y enseñoreádose con su inmenso poder.

Bien pronto los godos [marzo de 537] aparecen ante los muros de esta capital, y en el primer asalto intentado por tan temibles enemigos, Belisario corre un inminente peligro, pues rodeado de los enemigos, es agobiado por el número de sus dardos, y el ejército retrocede hasta las puertas de Roma; mas estas estaban cerradas á causa de la noticia que se habia difundido de que Belisario habia muerto. Todo desfigurado con el sudor, el polvo y la sangre, no se reconoce, sino por su heróico valor. Anima á sus soldados y emprende una carga formidable, á cuya impetuosidad los godos no resisten, y huyen creyendo que oiro ejército habia salido de la ciudad y venia à socorrer á los romanos.

La puerta Flaminiana se abre al fin para recibir al caudillo vencedor, á quien à pesar de la fatiga que lo agobiaba, no pudieron persuadir, ni su esposa ni sus amigos, á tomar ni desciudad y dejádola con entera seguridad. canso ni alimento, ántes de haber recorrido la ciudad y dejádola con entera seguridad.

Los godos invaden de nuevo la ciudad, y Belisario, siempre soldado diestro, personalmente ejecuta grandes proezas militares.

Cuán grato es encontrar hechos semejantes, (2) Hoy Reggio.

dignos de los héroes de Homero, en la vida de do por los caprichos de una muger inmoral y un hombre de la edad media.

Se ha condenado la conducta que Belisario observó con respecto al papa Silverio; mas si en efecto este pontifice habia llamado á Roma al rey de los godos, el representante del emperador debió justamente irritarse; pero lo que no tiene escusa es, la prodigalidad con que se empleó el oro imperial para elevar á Vigilo á la silla de San Pedro. Sin entrar en los pormenores de esta intriga, recordaremos solo la entrevista que Belisario tuvo con el desgraciado pontifice.

Este, segun refieren algunos historiadores, iba seguido de todo el clero, pero solo él fué admitido en la habitacion del héroe del Bajo imperio, y encontró al vencedor de los persas, de Cartago y de Roma, modestamente sentado á los piés de su esposa, que estaba recostada en un magnífico lecho, y esta muger imperiosa fué la que tomando la palabra, agobió al pontífice con sus terribles reconvenciones y sus crueles amenazas; pues que ella era el instrumento de que se valia la emperatriz Teodora, para colocar en la silla de San Pedro á un hombre opuesto, ó al menos indiferente al

concilio de Caledonia.

En el sitio de Ravena, Belisario aparece verdaderamente grande y muy superior á las intrigas de la corte imperial; ya estaba proxima á sucumbir la agonizante soberanía de Vitiges, cuando un decreto tan imprudente como inesplicable de Justiniano, le dejaba algunas provincias, y prescribia á Belisario el prescindir de la victoria; mas este se atrevió á desobedecer y declaró que no depondria las armas hasta no conducir á Vitiges á Constantinopla cargado de cadenas. El cumplió su palabra, y si tuvo la desgracia de que el emperador le rehusase el triunfo con respecto á la Italia, la gloria del héroe se aumentó con esta injusticia de la corte de Bizancio, pues que Belisario bien pudo haber ceñido su frente con la corona de Vitiges; pero rehusó la proposicion que le hizo la nacion goda. ¡Accion magnánima y sublime, que basta por sí sola á colocar al restaurador del imperio de Oriente entre los héroes mas famosos de todos los tiempos! Su nombre era por todas partes aclamado, las madres lo presentaban á sus hijos como un modelo digno de imitarse y como el libertador y el apoyo del imperio; los jóvenes lo miraban con admiracion, y los niños lo acataban como una divinidad.

Belisario habia vivido feliz; pero tuvo la desgracia de ser súbdito de un monarca domina

de viles cortesanos; fácilmente perdió el favor del emperador, y despues de haber humillado á dos reyes y á muchos guerreros altivos, se vió humillado, hasta que á instancias de su esposa recobró la benevolencia de Justiniano'y los honores del mando.

Bien pronto tuvo ocasion de volverá mostrar sus talentos militares; el año de 541 rechazó á los persas que invadieron la Siria, á cuyo triunfo siguió otra desgracia; pero sus servicios volvieron á ser necesarios, pues en la campaña del año siguiente, bastó su presencia para hacer que el rey de los persas se encerrase en sus posesiones.

Entretanto, Totila, descendiente de Teodorico, aprovechándose de la mala conducta de los encargados de la administracion en Roma, se sublevó y logró restablecer el poder de los godos. Belisario fué enviado contra él; pero con tan pocos recursos, que no pudo por esta vez salvar la ciudad cautiva del genio destructor del gefe de los godos; no obstante, todavía en esta ocasion recurrió á un ardid militar; los godos se retiraron, y Belisario entró en la ciudad, la que en cierto modo, segun la bella espresion del conde de Laceped, no era ya mas que una vasta soledad en medio de la cual se elevaban silenciosamente los monumentos que el acero y las llamas habian respetado; antiguos, tristes y admirables testigos de una prosperidad desvanecida y de una gloria eclipsada, como esas pirámides colosales que aun se ven en medio de los arenosos desiertos del Egipto.

Las llaves de la ciudad de Augusto, fueron por segunda vez enviadas al emperador de Oriente; pero aunque Roma estaba libre de la dominacion de los bárbaros, el resto de la Italia gemia cautiva, y para salvarla se necesitaban recursos que la corte de Bizancio no enviaba: así es que Belisario cansado ya de ver los progresos de Totila, se creyó dichoso obteniendo su llamamiento.

Cuando Belisario volvió á Constantinopla, estalló una conspiracion contra la vida de Justiano; pero los conjurados habian resuelto que antes de descargar el golpe fatal sobre el emperador, era preciso pasar sobre el cuerpo de Belisario, cuya lealtad les causaba grandes temores. El complot fué descubierto, y Belisario disfrutó por algun tiempo de los honores que le prodigaba su elevado rango; pero tuvo que abandonar el reposo para entregarse de nuevo á las fatigas de la guerra.

Zabergan á la cabeza de los Búlgaros y de los Esclavones, habia en el mes de marzo de

la

559, pasado el Danubio, asolado la Mesia y Tracia (1) y acampado á veinte millas de Constantinopla.

Bizancio tembló.... pero Belisario reanima á los habitantes, y diez mil conbatientes se precipitan á las armas y corren tras los pasos del viejo guerrero, quien al dia siguiente entra victorioso en la ciudad, en medio del regocijo universal.

Dos años despues, Belisario fué acusado de estar implicado en una conspiracion, la fama de este grande hombre era estraordinaria, y la envidia supo inspirar desconfianza á la corte. El emperador olvidó cuanto debia à tan ilustre capitan, y la historia jamas podrá vindicar á Justiniano de su ingratitud para con un guerrero tan ilustre. Sus bienes fueron secuestrados, y él gimió en una prision, hasta que al fin fué reconocida su inocencia, pero poco sobrevivió, pues ocho meses despues de su última

(1) Hoy parte de la Turquía de Europa.

victoria bajó al sepulcro. ,,Su nombre jamas perecerá, dice un historiador; pero en vez de los funerales, de los monumentos y de las estátuas que tan justamente merecia, encuentro en los historiadores que el emperador confiscó los tesoros que poseia á consecuencia de sus triunfos sobre los godos y sobre los vándalos."

La filosofia, la pintura y la poesia parece que han tomado á su cargo el recordar las desgracias de tan ilustre guerrero, representándolo ciego y conducido por las calles de Constantinopla, repitiendo estas palabras;,,Dad un óbolo al pobre Belisario." Pero el que estudia la historia, respeta á los moralistas, admira á los pintores y no cree á los poetas; pues que sin este incidente fabuloso, la vida de Belisario es un continuo vaiven de dicha y desventura, que da una graveleccion á los que sirven á su patria cuando está subyugada por un tirano.

Pero desgraciadamente los hombres rara vez se aprovechan de las lecciones de la historia. Enero de 1844.-P. M. TORRESCANO.

CONSTRUCCION Y USOS DEL TERMÓMETRO.

L termómetro es un instrumento muy conocido, y cuyo uso continuo y frecuente aplica cion, tanto á las ciencias como á las artes, hacen importante su conocimiento, por cuyo motivo vamos á esplicar aquí el modo de construirlo y de usarlo.

Es generalmente sabido, que cuando un cuerpo se calienta sin variar de constitucion, se dilata ó aumenta su volúmen, y este al contrario disminuye cuando aquel se enfria. En esta propiedad general á todos los cuerpos, está fundada la construccion del termómetro, instrumento que suministra un medio seguro de conocer las diferentes temperaturas que tiene un mismo cuerpo en diversas circunstancias.

Este se compone de un tubo de vidrio de diámetro muy pequeño, con una bolita de la misma materia en su parte inferior: este tubo está unido á una plancha de madera ó metal, (se prefiere este último por ser mas duro y ofrecer ménos dilatacion con un mismo grado de calor,) donde están marcadas las divisiones que sirven

para conocer á qué temperatura se ha elevado el cuerpo que se esperimenta. El tubo tiene en el interior una cantidad determinada de una sustancia, que por su aumento ó diminucion de volúmen, marca, por medio de las divisiones de la plancha de que hemos hablado, el grado de calor ó frio que puede esperimentar en aquel momento el cuerpo á cuya influencia se somete. La sustancia que se usa para este fin, es generalmente el mercurio, conocido igualmente con el nombre de azogue. Tambien se puede emplear el espíritu de vino; pero esto no ofrece tanta exactitud como el primero.

Véamos ahora el método que se debe seguir para construir el instrumento, de modo que satisfaga á todas las condiciones enunciadas. En primer lugar, el mercurio que se emplee, debe ser lo mas puro posible, y como casi nunca se encuentra en este estado en el comercio, es preciso indicar un medio de purificarlo. Para esto se echa en una badana, y se liga esta fuertemente de modo que se forme lo que se

llama vulgarmente una muñequilla; se aprieta esta con fuerza entre la mano, y el mercurio se escapa por los poros de la badana, dejando en el interior de esta las piedras, tierra y demas sustancias con que puede estar mezclado. Para separarlo en seguida de los metales con que se halle combinado, se calienta hasta que se volatilice ó evapore, pues tiene la propiedad de llegar á este estado antes que los demas metales; con tal objeto se pone en una retorta (1) de vidrio ó porcelana, á cuya estremidad se adapta un largo tubo de la misma materia, y á este un globo tambien de vidrio. Este último debe estar sumergido en un poco de agua bastante fria, y la retorta se coloca sobre un fuego, débil al principio, y cuya intensidad se aumenta gradualmente hasta hacer evaporar el mer curio: para impedir que el vapor de este se escape por las uniones del tubo con la retorta y el globo, se tapan estas con betun. Al evaporarse el mercurio, se separa de los demas metales, y se reune en el globo de vidrio, el que como está à una temperatura mucho mas baja que el resto del aparato, le hace volver á su estado líquido.

Una vez obtenido así el mercurio puro, se introduce en el tubo de vidrio que hemos indicado; pero es necesario que este satisfaga á algunas condiciones para que el instrumento sea exacto. Primeramente debe ser de un diámetro muy pequeño, y ademas igual en toda su longitud: se conocerá que esto se verifica, poniendo en él una gota del metal, y haciéndola correr; si esta ocupa siempre un espacio igual, será señal indudable de que llena la condicion pedida.

Se introduce despues en el tubo el mercurio necesario; pero esta operacion es mas dificil de lo que parece á primera vista, pues que siendo aquel fan delgado, el aire que contiene opone resistencia á la introduccion: para facilitarla se calienta la bola que se halla á la estremidad inferior, y como hemos dicho que los cuerpos aumentan de volúmen cuando sube su temperatura, el aire que se halla interiormente se dilatará, y una parte de él saldrá fuera del tubo; entonces se voltea este, y se introduce su estremidad abierta en una taza de mercurio, manteniéndolo en esta posicion hasta que se enfrie, á cuyo tiempo se volverá á enderezar, teniendo cuidado de tapar antes la abertura con el dedo, para impedir que se salga el mercurio que ha entrado ya. Como será muy

(1) Se llama retorta un frasco, cuyo cuello, que es largo y delgado está muy doblado en su nacimiento.

raro que entre de una vez todo el que se necesita, es necesario repetir esa misma operacion muchas veces, hasta conseguir el fin propuesto.

Para que el instrumento marque bien las diferencias de temperatura, es preciso que el mercurio pueda correr libremente en el tubo, y por consiguiente, se necesita que dentro de este no haya ningun otro cuerpo. A fin de obtener esta condicion, se calentará el tubo primero, y en seguida la bola, por cuyo medio se dilatará el aire que contienen y arrojará fuera la humedad y demás impurezas que pueda haber.

Como la cantidad de mercurio que deba entrar en el tubo no puede ser arbitraria, se determinará introduciendo éste sucesivamente en el yelo y en la agua hirviendo.

Supongamos introducido ya todo el mercurio que se necesita; para que sus dilataciones y contracciones sean siempre uniformes, es indispensable que aquel esté perfectamente purgado de aire. Con este fin se calienta la bola hasta que hierva el mercurio: este sube entónces arrojando todo el aire, y para evitar que el mercurio se derrame tambien por la ebullicion, se forma en la abertura una especie de tacita ó receptáculo del mismo vidrio. Cuando el mercurio ha llegado á este punto, se deja enfriar, y luego que comienza á bajar, se cierra herméticamente la abertura con el fin de que no se vuelva á introducir el aire que ha salido.

Concluidas estas operaciones, queda que graduar el instrumento á fin de poderlo aplicar con exactitud y buen éxito. Para esto se sumerge en un vaso lleno de nieve ó yelo al tiempo de derretirse, se vé bajar inmediatamente el mercurio; se mantiene el tubo hasta que haya seguridad de que ya aquel no baja mas, y se marca cuidadosamente este punto. En seguida se introduce en un vaso de agua hierviendo; se ve hasta donde sube el mercurio, y se señala este punto como el anterior: determinando así un espacio fijo entre los dos, se adapta en seguida el tubo á la plancha, marcando igualmente en ella los dos puntos, de modo que se correspondan perfectamente con los de aquel, y el espacio comprendido entre ellos se divide en un cierto número de partes iguales.

Tres son los sistemas de division empleados en los termómetros; el mas general y cómodo de todos, es el llamado centigrado, porque el espacio referido se divide en cien partes iguales, señalando cero en el punto determinado inferior, y ciento en el superior. Otra division es la del termómetro de Reaumur, llamado así

del nombre de su autor, y en la que marcando cero en el punto inferior, el espacio se divide en ochenta partes iguales. La division inventada por Farenheit, cuyo motivo le ha dado su nombre á los termómetros en que se usa, consiste en marcar un número treinta y dos en el punto inferior, y doscientos doce en el superior, dividiendo el espacio comprendido entre ambos en ciento ochenta partes iguales. Estas son las divisiones generalmente adoptadas, y para evitar confusion se indica el termómetro, que ha servido para tomar la temperatura de algun cuerpo: así, se dice por ejemplo, cuarenta grados de Reaumur, cincuenta y dos de Farenheit etc. Por otra parte, se vé que cuando se tiene una temperatura espresada en grados de un termómetro dado, es fácil reducirla á que esprese la misma en otro termómetro de division diferente, por medio de una simple proporcion ó regla de tres, puesto que conocemos las divisiones de cada uno de los siste

mas.

Ya tenemos enteramente concluida la construccion del termómetro; en cuanto al modo de aplicarlo hay poco que decir, siendo su

uso tan general, aun cuando solo sirva para conocer la temperatura del aire. Solo sí advertiremos, que cuando se quiera conocer con exactitud la temperatura de un cuerpo, ya sea sólido, líquido ó fluido, es necesario que no solo á la bola se comunique esta temperatura, sino tambien à la parte del tubo que contiene mercurio, precaucion que comunmente se desatiende.

Suele suceder algunas veces, sobre todo en los viajes, que el mercurio se separa formando diversos cilindros en el tubo: si acaso no ha sido construido el instrumento con todo el cuidado que hemos indicado, y ha quedado un aire interior, es dificil volver á hacer unir el mercurio; pero de todos modos, lo mejor es atar la parte superior del tubo al estremo de una cuerda, y darle en seguida vueltas con cuanta velocidad sea posible.

Acaso nos hemos detenido demasiado en la descripcion, construccion y usos de un instrumento tan conocido; pero nos ha parecido que así lo exigia su constante aplicacion á todas las ciencias y artes, y aun á las necesidades mas comunes de la vida.-F. C.

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