Imágenes de páginas
PDF
EPUB

bre que destina el cielo para dar su nombre à vida, en cuyo tiempo lo enviaron sus padres á un siglo, despues de haberlo hecho estremecer- Salamanca, para que pasado el estudio de la lase y acatar sumiso sus mas ligeros é insustan- tinidad, se dedicase al de las leyes que debian ciales caprichos? Todo contribuia entónces á asegurarle su porvenir. Dos años permaneció en aumentar su gloria: nunca se habian visto tan Salamanca estudiando la gramática con un pabrillantes hechos de armas, como los que en- riente suyo, al cabo de los cuales, fastidiado de tonces se vieron; ni nunca habian descollado una ocupacion tan contraria á sus inclinaciotantos y tan diestros capitanes, como los que en nes, abandonó aquella universidad, y volvió á esa época combatieron al lado del Emperador: Medellin en donde comenzó á descubrir su anila mirada del semi-dios engendraba héroes. mo esforzado y emprendedor, y su carácter Mas la gloria del reinado de Carlos V, quizá en mas hecho para el calor de las batallas, que lo que ménos consiste es, en haber produci- para el reposo de las aulas. do los famosos capitanes que le sometieron los paises gastados de la caduca Europa, porque ¿quién en ese siglo de las grandes hazañas se para á contemplarlos, cuando por otro lado se presentan á su imaginacion cuadros mas nuevos, mas vivos y animados en los valientes aventureros, que pasando los mares y esponiéndose á los azares de la fortuna, supieron ganarle en un mundo recien descubierto, mas reinos que los que sus antepasados le legaron, segun la espresion de uno de ellos? (1) Mientras él subia al trono, ellos atravesaban el Atlántico y ponian firmes el pié en el mundo de Colon; mientras él aprestaba sus armadas y sus ejércitos para dominar á la Europa, ellos se aliaban con los pueblos mas débiles de las nuevas regiones para combatir á los mas fuertes; y en fin, cuando él despues de un sangriento combate, esclamaba: esta mezquina parte de la Italia es mia, ellos le tenian ya sometidos imperios tan grandes, como la Europa misma. Uno de estos capitanes, acaso el mas distinguido, fué Cortés, el conquistador de una de las mayores, mas ricas y mas hermosas partes del Nuevo Continente.

En el año de 1485, reinando en España los reyes católicos D. Fernando y Doña Isabel, reyes de Castilla y de Aragon, siendo los moros dueños todavía de Granada, y siete años antes de que Colon diera al mundo la mayor prueba de lo que puede el ingenio, nació en Medellin en Estremadura, un niño á quien llamaron Hernando Cortés, y cuyos padres fueron Martin Cortés de Monroy y Doña Catalina Pizarro Altamirano, de conocida hidalguía, como lo prueban sus apellidos, pero de escasísima fortuna, quienes viendo con sumo pesar que su hijo crecia poco robusto y en estremo enfermizo, desesperaron de su vida, pues repetidas veces lo habian arrebatado ya en su niñez del umbral del sepulcro. En este estado pasó Hernando Cortés los catorce primeros años de su

(1) Cortés en una entrevista que tuvo con el Empe. rador.

Dos eran los caminos que se le abrian en esa época á la juventud española para ir en pos de la fortuna y de la gloria: la Italia y las Indias: en la primera, las banderas del Gran Capitan los conducian al triunfo: en las segundas, la estrella del polo era su guia hasta las playas, en donde solo con su valor, no vacilaban en luchar con la ruda naturaleza de los nuevos paises y con los pueblos esforzados que los habitaban. Cortés, jóven de diez y seis años, vaciló antes de decidirse à seguir uno de estos dos caminos, vió el de la Italia, y le pareció bello; mas contempló el de las Indias, por el que tantos tesoros se derramaban en España, y se decidió por este. Nicolás Ovando, comendador de Lares, pasaba á la sazon á la Isla Española (2), en calidad de gobernador, y con él hubiera emprendido su viage el jóven Cortés, si no se lo hubiera impedido una enfermedad, resultado de uno de esos incidentes á que dá lugar el fuego de la juventud. Hernando amaba á una jóven de Medellin; quiso verla por última vez antes de partir; mas en su desgraciada escursion amorosa, dió una caida, de la que le resultaron unas cuartanas (3) que le impidieron emprender su viage con Ovando, quien sin detenerse se hizo á la vela, el dia prefijado. Este accidente imprevisto frustró por entonces la determinacion del jóven, quien despues de su restablecimiento quiso pasar á Italia ya que no á Indias. Emprendió en efecto su viage; mas habiendo llegado hasta Valencia, se detuvo y perdió un año en devaneos, y escaso de dinero, como dice Gomara, lo cual lo hizo volver presto á Medellin. Esta segunda vez, el año de 1504, siendo ya Cortés de diez y nueve años, se embarcó en fin, en San Lúcar de Barrameda, despues de haber recibido la bendicion de su padre, en la nave que Alonso Quintero fletó ese año con mercaderías para la Isla Española; y este fué el principio de la rea

(2) Haití.

(3) Gomara Cron. de N. E.

Kizacion de su primer proyecto de viage á las Indias. Salieron del puerto con viento próspero, y con él navegaron hasta la isla Gomera (1), en la que se hicieron de provisiones para el resto del viage, y siguiendo su camino, el mal tiempo las hizo engolfarse de tal manera, que faltos ya de víveres perdieron la esperanza de la vida, resignándose con una muerte casi segura. En este conflicto, el viernes santo de ese año vieron llegar y pararse en la gavía de la nave una paloma, que fué indicio de que no distaba ya mucho la tierra; y con esta esperanza caminaron otros cuatro dias, al cabo de los cuales se oyó resonar, infundiendo el júbilo en todos los corazones, la voz de:,,Tierra, tierra," pues tenian á su vista la Isla Española; y al dia siguiente estaban ya en Santo Domingo. Cortés se dirigió luego à la casa de Ovando, á quien no encontró allí, pues habia salido de la ciudad á una espedicion importante; mas quien à pesar de esto, cuando tuvo noticia de su llegada, mandó que se le diese parte en el repartimiento de las tierras, y que se le tratase como á persona de su aprecio. Cortés fué dueño en el acto de varios solares; y con su constante idea de amontonar el oro de que ha bia oido decir estaban llenas estas tierras, quiso ir él mismo á recogerlo en persona (2); mas como se le hicieron palpar las dificultades que para ello habia, se dió á la granjería, lo cual no le valió pocos miles de ducados. En este ejercicio pasó el tiempo que medió de fines de 1501 á 1511, en cuyo año fué con Diego Velasquez á la conquista de Cuba, hecha la cual, aumentaron sus riquezas con los nuevos terrenos que se le adjudicaron, de suerte que, como dice Gomara, fué el primero que tuvo ato y cabaña en la Isla. A ella arribó en ese tiempo tambien un tal Juan Xuárez, natural de Granada, acompañado de su madre y de tres hermanas, que por ser las únicas Españolas que habia entonces en ella, eran cortejadas por todos los que habian venido á la conquista de Cuba; y una de ellas, llamada Doña Catalina, lo era por Cortés, quien al principio, con las torcidas intenciones de tenerla por dama nada mas, vino por fin á casarse con ella, cuando despues de haber sido puesto en un cepo por este motivo, les dió una muestra de su ca

(1) Una de las Canarias.

(2) Debemos creer que este sentimiento de avaricia dominaba á Cortés, cuando vemos que Gomara, el cronista de las cosas de Nueva España, que nunca lo abandonó, y que es sin duda su mas apasionado, no solo no lo niega, sino que lo asegura,

rácter, rompiendo los cerrojos de la prision, tomando la espada y rodela del alcaide, saltando por una ventana y yendo á refugiarse en la iglesia en presencia del mismo Velasquez que lo habia puesto preso, y con quien no volvíó á estrechar amistad sino despues de varios acontecimientos que al paso que prueban el arrojo y temeridad de quien dió lugar á ellos, no son el mejor abono de su conducta.

Aquí termina el primer periodo de la vida de Cortés. Desde su nacimiento hasta los catorce años de su edad, lo vimos enfermizo y luchando á cada paso con la muerte, como si esta vacilara en ahogar en sus primeros años á aquel coloso, que pasando los tiempos debia llenar el mundo con su fama; y lo vimos luego fastidiado de la vida escolar atravesar gozoso el Océano, realizar sus primeras ilusiones é ir descubriendo poco a poco su carácter impaciente á y aventurero, ca era bullicioso, altivo, travieso, amigo de armas, por lo cual determinó de irse á probar ventura. Esta es la bistoria de su juventud turbulenta y licenciosa.... mas olvidemos sus desórdenes, que la juventud de los grandes hombres es un dia, comparado con los años maduros de su vida.

II.

Era hombre de gran talento y destreza, valero-
so, hábil en el ejercicio de las armas, fecundo
en medios y recursos para llegar al fin que se
proponia, sumamente ingenioso en hacerse res-
petar y obedecer aun de sus iguales, magnani-
mo en sus designios y en sus acciones, cauto
en obrar, modesto en la conversacion, constan-
te en las empresas y paciente en la mala fortuna.

CLAVIJERO.-Hist. Ant. de Mex. Lib. VIII.

En el año de 1517, Francisco Hernández de Córdova, descubrió el Cabo Oriental de la península de Yucatan, que llamó Cabo Catoche; y habiendo vuelto al puerto de Axaruco (1) de donde habia zarpado, con la noticia de las grandes riquezas que él sospechaba que habia en estas tierras, por cuyas costas pasó cambiando frívolas bugerías por oro y otras cosas de gran valor, inspiró á Diego Velasquez, gobernador á la sazon de Cuba, la idea de mandar á su sobrino Juan de Grijalva á reconocer aquellas costas. Salió en efecto Grijalva con cuatro buques y doscientos soldados, recono→ ció la isla de Cozumel, y fué costeando hasta la embocadura del rio Pánuco, de cuyo punto volvió á Cuba cargado de oro, y despues de haber

[blocks in formation]

puesto por nombre San Juan de Ulua à un islote situado á una legua de distancia de la costa de Chalchiuhcuecán, (1) en donde fueron vistos por primera vez por los naturales del pais, quienes enviaron luego una embajada á Mocteuczoma II, rey de México, dándole noticia y acompañándole unas pinturas de aquellos recien venidos, á los que esta nacion, consultados los oráculos, tomó por el Dios Quetzalcoatl que segun su tradicion debia volver á su comarca despues de haberlos abandonado muchos siglos hacia. Impuesto Diego Velasquez de cuanto su sobrino le contó de aquellos paises, pensó luego en mandar á ellos una espedicion, que dirigida por un capitan esforzado, no solo tuviese por objeto esta vez costearlos, sino internarse, tomar posesion de ellos por derecho de conquista, y arrancarles el oro á sus moradores; ¡tal era la sed de este metal que lo devoraba! Entre tantos aventureros como entónces habia en Cuba, ninguno le pareció á Velasquez mas á propósito para aquella empresa que Cortés, porque á un ánimo esforzado y emprendedor, y á un carácter constante é invariable, reunia bienes cuantiosos con que poder contribuir por sí mismo al sostenimiento de la espedicion, y porque gozaba ademas en la isla de un prestigio de que todos los demas carecian. Fué, pues, nombrado Cortés capitan general de la armada que presto deberia zarpar de Axaruco á las costas de Yucatan ó de Chalchiubcuecán; y ocupado desde entónces en los preparativos de aquella espedicion, gastó la mayor parte de su caudal y contrajo deudas enormes. Publicose su nombramiento por bando en la Isla, y los principales habitantes de ella fueron en el acto á ponerse bajo las banderas del nuevo capitan, entre los cuales se contaban Pedro de Alvarado de Badajoz, Cristóbal de Olid de Baeza en Andalucia y Gonzalo de Sandoval de Medellin, que tanto se distinguieron despues. Dispuesto ya todo, el 10 de febrero de 1519 se hizo á la vela aquella armada, compuesta de once bajeles, cincuenta y ocho soldados, ciento nueve marineros, diez y seis caballos, diez cañones y cuatro falconetes, y habiendo tocado en la isla de Cozumel, pasó adelante costeando la península de Yucatan, hasta llegar á la embocadura del rio Chiapa en la provincia de Tabasco, por cuyo rio se introdujo en bajeles menores hasta saltar en tierra firme, desde donde se dirigió hacia una gran ciudad, que desde allí se veia, no sin ser entre tanto acosada por las flechas y dardos de los moradores de

(1) La costa de Veracruz.

aquellas playas. Llegados los soldados que componian esta armada á esta ciudad, la tomaron, y prosiguiendo en sus correrías fuera de ella contra los indios, se vieron precisados á dar una batalla decisiva el 25 de marzo en la llanura inmediata, batalla de la que con su disciplina, sus armas de fuego y la agilidad de sus caballos, salieron vencedores, á pesar de que los Tabasqueses los superaban en número. Cortés á la manera caballeresca, tomó luego posesion de aquella ciudad en nombre del Emperador; embrazando la rodela, desenvainando y empuñando la espada, dando con ella tres golpes en el tronco de un árbol, y protestando que el que á aquello se opusiese, sucumbiria bajo los golpes de su acero. Convocó luego á los señores de la provincia, quienes atemorizados juraron prestar obediencia al rey de España, oyeron sumisos las primeras instrucciones de la religion cristiana de boca de Fr. Bartolomé de Olmedo, y presentaron por fin al temible capitan varios regalos de oro y veinte esclavas, entre las que iba la célebre Doña Marina, la intérprete y dama del conquistador, tan interesante en los acontecimientos posteriores: esta fué la primer victoria de Cortés, preludio de las que despues alcanzó contra fuerzas mayores y mas pode

rosas.

Por órden del capitan general, se hizo de nuevo á la vela la armada, tomando el rumbo del Poniente, y despues de haber costeado la provincia de Goazacoalcos, entró el 21 de abril, jueves santo, en el puerto de San Juan de Ulúa; de aquí pasó Cortés á la costa, al dia siguiente, en donde recibió la embajada y los regalos de aquellos naturales, prueba de su debilidad y de su temor; aquí formó el proyecto de fundar allí mismo una colonia, que al paso que le sirviese de refugio en caso de una retirada, fuese el depósito de los tesoros de aquellas comarcas y el punto en que se recibiesen los refuerzos de España y de Cuba. Recibió allí el mensage y los regalos de Mocteuczoma, que habiendo sabido su llegada habia consultado á sus oráculos; acogió con benevolencia los regalos y la embajada de los Totonaques, en que le invitaban á pasar á Zempoalan su capital; y en fin, pasó á esta ciudad, en donde fué recibido con las demostraciones de la admiracion y respeto de sus habitantes. Era el ánimo de Cortés demasiado altivo, y su ingenio en estremo elevado para haberse contentado con proseguir su espedicion, como simple capitan nombrado por el gobernador de Cuba, á quien tendria que dar cuenta de todos los pasos que para consumar aquella obra diese; y conociendo

que la gloria y la fortuna de aquella espedicion no debian redundar sino únicamente en su pro, obligó á los soldados á quienes habia conseguido ganarse ya con su rara destreza, á que lo confirmasen en nombre del rey, en el mando así político, como militar, con entera independencia del gobierno de Cuba. Llegado pues á Zempoalan, con el nuevo nombramiento de sus soldados en nombre del rey de España, tuvo una conferencia con el monarca de aquella nacion, de la que resultó que Cortés le prometiera auxiliarlo contra los Mexicanos, para que volviera á recobrar su nacion la antigua independencia, perdida por las conquistas de Mocteuczoma: hizo alianza con los Totonaques, los declaró libres de pagar el tributo á la corona de México, y comenzó á realizar en este punto el plan que su política le habia inspirado, la alianza de los pueblos conquistados para dirigirse sobre el conquistador. Dió aquí una prueba de su sagacidad mandando á los Zempoaleses que aprendieran á los cinco ministros que les habia enviado Mocteuczoma, para reconvenirlos por haber hecho alianza con los estrangeros sin su consentimiento, y poniéndolos él luego en libertad, lo cual le valió nuevos regalos de Mocteuczoma, que con esta accion lo creyó su amigo, y el mayor apego de los Totonaques que lo juzgaron su protector: derribó los ídolos de Zempoalan, y decidió á una gran parte de sus habitantes á abrazar el cristianismo: pasó luego á la costa á fundar su colonia, á la que llamó Villa Rica de la Veracruz, por las riquezas que allí encontró á su llegada, y por haber arribado á ella en viérnes santo; escribió allí mismo una carta al Emperador, en que le daba cuenta de cuanto habia hecho, suplicándole lo aprobase, y el 16 de julio, despues de haberse hecho á la vela Alonso Hernández de Portocarrero y Francisco de Montejo, que llevaban las cartas al Emperador, destruyó las naves para obligar á sus soldados á seguir adelante, quitándoles así toda esperanza de volver á Cuba: accion nunca vista que bastará por sí sola á probarnos que dentro de su pecho no palpitaba un corazon menguado.

Emprendió, en fin, su viage á México, y el 16 de agosto salió de Veracruz con cuatrocientos quince peones españoles, diez y seis caballos, doscientos Tlamama, (hombres de carga) y con alguna gente de los Totonaques; pasó por Talapan y Jocotla, y siguiendo el consejo de aquellos pasó primero á Tlaxcala que á Cholula; mas antes de decidirse á entrar en las tierras de aquella república, mandó un mensage á su senado, pidiéndole el permiso

de pasar. Este mensage, que se reducía á decirles que venia á auxiliarlos contra el tirano de México, causó grande alarma en el senado y en toda la ciudad, y solo despues de grandes discusiones se convino en permitirle la entrada, sin dejar de mandar por esto en pos de los Españoles, cuatro mil Otomites para que los atacasen. Cortés, que habia aguardado ocho dias en Ixtacmaxtitlan la respuesta del mensage, impaciente ya de su tardanza, se habia internado hasta el límite que separaba los dominios de Tlaxcala y México, en cuyo punto la recibió, y habiendo notado á la sazon á los Otomites que habian salido á combatirlo, cargó sobre ellos hasta derrotarlos, bien que en esta carga sacó dos caballos muertos y tres heridos, pérdida considerable si se considera el número de caballos que traia. Se acercó luego en su marcha á unas montañas, en las que habia unas barrancas, y como los Tlaxcaleses, partidarios los mas de Xicotencatl el viejo, que se habia opuesto tenazmente á que se permitiese la entrada á Cortés, supiesen la derrota que los Otomites habian sufrido, se dejaron ver luego en número de tres mil, arrojando flechas y piedras contra los Españoles. En vano Cortés les protestó que no venia con miras hostiles; los Tlaxcaleses hicieron una retirada falsa para atraerse á los Españoles á las barrancas é impedirles el manejo de su caballería y de su artillería, y cargaron allí sobre ellos en mayor número: los Españoles se vieron bastante embarazados, y solo despues de muchos esfuerzos y por la destreza de su caudillo, lograron salir de allí, poder hacer uso de la artillería y de la caballería, y derrotarlos completamente. El 5 de setiembre volvió á presentarse el ejército Tlaxcalés, compuesto, segun Bernal Diaz değ Castillo, de 50,000 hombres; sufrió nueva derrota, y á la tercera, escarmentado ya, hizo la paz y se confederó con los Españoles. Recibió entónces Cortés nueva embajada de Mocteuczoma, quien temeroso de que se aliara con los Tlaxcaleses en su contra y sin saber que hacer, trataba de captarse la benevolencia deł capitan español con valiosísimos presentes; recibió igualmente embajadas de los príncipes Huejatzinques y de Ixtlixochitl de Texcoco; y despues de haber exigido la sumision de los tlaxcaleses al emperador, entró triunfante en Tlaxcala el 26 de setiembre de 1519, queriendo luego que los Tlaxcaleses abandonaran su religion por la de Cristo, para lo cual intentó hacer con sus dioses lo que habia hecho con los de Zempoalan; mas advertido de su imprudencia desistió de su empeño. Bien asegurado

de la alianza y buena fé de los Tlaxcaleses, prosiguió su viage por Cholula, en cuya ciudad entró en medio de las aclamaciones de júbilo de sus habitantes; mas habiendo sabido por Doña Marina ser evidente que los Choluleses le fraguaban una traicion, que pensaban acabar con los Españoles y con los aliados, ayudados de 20,000 Mexicanos que estaban acampados á poca distancia, se irritó y mandó á los Tlaxcaleses y á los Españoles, que arrojándose sobre los Choluleses, hicieran una espantosa carnicería en ellos, respetan lo solo á las mugeres y á los niños. Sometidos los Choluleses y los Tepeyaqueses al Emperador, recibió nueva embajada de Mocteuczoma; pasó á Tlamanalco, en donde fué visitado por el rey de Tezcoco, y de aquí pasó á esta ciudad obligado á ello por los príncipes de Acolhuacán. Siguiendo luego su camino llegó á Iztapalapan, de donde pasó en fin, á México, en cuya ciudad entró el 8 de noviembre de 1519, con grande admiracion de todos sus habitantes y de Mocteuczoma mismo que salió á encontrarle, y le acompañó hasta el palacio de Axayacatl que habia destinado para hospedarle.

Los seis primeros dias de su llegada à México, los pasó Cortés ocupado en visitar al rey y en andar á su lado admirando las bellezas de la ciudad; mas pasados estos se puso á pensar seriamente en la posicion en que se encontraba alli: solo con sus tropas, y fiado enteramente en la buena fé de Mocteuczoma, fácil les hubiera sido á los Mexicanos acabar con ellos á la menor insinuacion de su soberano. ¿Qué partido debia seguirse? Otro capitan de ingenio menos perspicaz, y de ánimo ménos resuelto, se hubiera visto sumamente embarazado en este caso; mas Cortés, á quien no paraban obstáculos, concibió la idea de apoderarse de Mocteuczoma; lo prendió en su mismo palacio, y lo condujo al cuartel que él mismo les habia destinado: hecho temerario que solo podia caber en ánimo tan resuelto como el de Cortés. Reducido el rey á prision en el mismo cuartel de los Españoles, quiso Cortés tenerlo allí en rehenes para que los Mexicanos nada osasen en su contra. Así fué; mas Cacamatzin, sobrino de Mocteuczoma y rey de Acolhuacán (1), indignado por el tratamiento que los Españoles daban á su tio, pensó libertarle de su tiranía, dirigiéndose à México con un grueso ejército, proyecto que sabido por Cortés, pensó hacer otro tanto, dirigiéndose sobre Tezcoco á castigar á su rey; mas disuadido de esto por Mocteuczoma, quien se veia en la dura posi

(1) Tezcoco era la corte de este reino.

cion, ó de ser víctima del furor de los Españo les, ó del de su sobrino; este rey débil, degradado ya por tantas bajezas, se encargó de poner er manos de Cortés por medio de una traicion á su sobrino, y Cacamatzin fué á poder de Cortés, quien le cargó de cadenas y lo envió á un oscuro calabozo y eligió nuevo rey de Tezcoco. Viendo Cortés la sumision de los Mexicanos, les exigió en fin que prestasen obediencia á su rey, como lo verificaron Mocteuczoma y todos los nobles reunidos, no sin gran pesar suyo; pero obligados á ello porque juzgaban á los Españoles descendientes de Quetzacoatl, quien, segun Cortés les habia asegurado, era el monarca de Oriente, Carlos V; y no contento con esto les exigió tambien el que reuniesen una gran suma de oro para mandarla al rey de Castilla, como prueba del homenage que de allí en adelante le prestarian.

Mas los nobles temieron, y comunicando sus temores á Mocteuczoma, le hicieron presente el grado de humillacion á que habian llegado y la avilantez de los Españoles, por lo que debia decir él ya á aquellos estrangeros, que la seguridad de sus pueblos exigia que saliesen ya de sus estados: así lo hizo Mocteuczoma, y Cortés por calmar por el momento el ánimo del rey, convino en abandonarlos, tan luego como se construyesen naves que los condujeran, por lo que Mocteuczoma le dió muestras de agrado; y como pocos dias despues unos mensageros de las costas de Chalchiuhcuecán le trajesen unas pinturas que representaban buques, y gentes en todo parecidas á las de Cortés, se dirigió al capitan y mostrándoselas, le dijo que ya tenia buques en que partir. Cortés creyó al principio que eran los dos enviados que haeia un año habia despachado con cartas al Emperador que volvian ya con refuerzo de tropas y con los despachos reales; mas habiendo recibido luego cartas de Sandoval, que habia quedado de gobernador en la Veracruz, se desengañó, pues vió que aquella armada compuesta de once navíos y siete bergantines, ochenta y cinco caballos, ochocientos infantes, mas de quinientos marineros, doce piezas de artillería, y bien provista de municiones, venia al mando del capitan Pánfilo de Narvaez enviada por Diego Velasquez contra él mismo, por haberse declarado único gefe de aquella espedicion sin consentimiento, ni suyo, ni del soberano. La posicion de Cortés al ver esto, fué sumamemte embarazosa: Narvaez, á quien le era preciso salir á combatir, amenazándole por un lado, y los Mexicanos por otro destruyendo todas sus esperanzas, si él se alejaba. No obs

« AnteriorContinuar »