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de un arreglo que de hecho se ha de cancelar más tarde, ni de la adquisición de un desagravio aparente, que se convierte, pasados los momentos de conflictos, en un nuevo manantial de graves rivalidades internacionales. De una manera firme é irrevocable deben quedar reconocidos nuestros derechos; definidas las condiciones de entreambas Repúblicas; revindicada nuestra honra y cortadas de raiz todas aquellas diferencias que se renuevan y se recrudecen, sin voluntad por nuestra par te, con estudio sistemático de la contraria.

La ley de 21 de noviembre de 1860, (1) fué dada en virtud de razones que en nada se han atenuado hasta los días que contamos: los mismos agravios subsisten sin reparación, los mismos ultrajes repetidos à vuelta de solapadas protestas de reconciliación, las mismas pretensiones sobre nuestros destinos y las mismas dificultades para reanudar esos vínculos que no. sotros más que nadie apetecemos restablecer en buena hora. Y nada obtendríamos por las vías pacíficas que de preferencia emplearía el Perú para alcanzar justicia, si no estuviésemos armados para la guerra, porque sin acudir á esta extremi dad, de cierto siempre lamentable, nada ventajoso estipularíamos, ni nada ventajoso se nos otorgaría; porque la historia nos revela una verdad tristísima aunque incontestable: que los derechos nada valen si ho están sostenidos con prudencia por la fuerza. Y tan cierto es esto, que no obstante nuestra imponente disposición se han irrogado recientemente á nuestros compatriotas males cuyas afrentosas consecuencias no deben quedar, ni relegadas al olvido, ni bonificadas por una vituperable impunidad.

Las circunstancias son, si no las mismas, peores que las que forzaron al Congreso á dictar una autorización exigida de consuno por la conveniencia pública, por el porvenir del país, expuesto á sérios y lamentables desacuerdos, y por la conser. vación de altos, de vitales intereses nacionales. Retirar esta autorización, animados los Representantes por un espíritu eminentemente conciliador, sería malograr en un instante la obra de tanto tiempo, sería inhabilitarnos para solicitar la revindicación de nuestra honra, sería entregarnos inermes á las insidiosas maquinaciones de nuestros enemigos y dar anza para que nuevos ultrajes, nuevas agresiones y nuevos atropellos viniesen á acibarar más la suerte de nuestra República, que no puede ruborizada levantar la frente limpia de las inju. rias que ha mansalva se le han irrogado. Por la paz hace votos el Gobierno y esfuerzos y todo linage de saerificios; pero por una paz que descanse sobre bases de recíproca utilidad, por una paz que nos ligue de buena fé á todos los miembros

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de la gran asociación americana para sostener sólidamente los intereses, derechos y vínculos comunes.

Estas consideraciones, y otras más que han obrado en el ánimo del Gobierno, lo han decidido á devolver la ley de 10 del actual con las presentes observaciones; porque ahora como nunca el jefe del Estado tiene que ser firme en sus convicciones y propósitos, ahora, como nunca, tiene que ostentar su patriotismo, y ahora, como nunca, apreciador imparcial de las condiciones peculiares en que el Perú se encuentra relativamente á Bolivia, tiene que manifestar con franqueza los inconvenientes de una resolución que podría, no obstante las rectas intencio nes del Congreso, complicar la situación léjos de definirla. Dentro de muy pocos días deja el elevado puesto que la Nación le designó y lo deja por segunda vez como el último y más austero de los ciudadanos, en obedecimiento de la ley que ha acatado siempre como hombre público y seguirá acatando en la obscuridad de la vida privada. Sus palabras se hallan revestidas con el carácter de la verdad, y al emitirla, desnudo de todo interés individual, le asiste el derecho de ser escuchado, porque ese es el derecho del que jamás violó su fé, ni desmintió su decisión por la honra y la independencia del Perú y hasta por la honra é independencia del Continente.

Esta nota expresa no solamente un deber político, sino también un sentimiento moral; deber y sentimiento que de consuno tienden á robustecer la creencia del Gobierno, que la paz, su primer pensamiento y la primera necesidad de la Repú blica, no se obtendrá duradera perfecta y sólida si no hay medios eficaces para hacer valedera su justicia.

Tengo el honor de dirigir á USS. esta nota, de orden de S.E. el Presidente, á fin de que USS. se sirva ponerla en conocimien. to del Congreso.

Dios guarde á USS.

Juan A. Ribeyro.

CONGRESO PERUANO

Excmo. Señor:

Lima, 10 de enero de 1863.

El Congreso ha reconsiderado, con vista de las observacio. nes del Poder Ejecutivo, la ley de 10 de octubre del año próxi mo pasado, por la cual se deroga la de 21 de noviembre de 1860, en la parte que autoriza al Ejecutivo para declarar la

guerra al Gobierno de Bolivia, y habiendo insistido en ella, tenemos el honor de devolverla á V. E. para su promulgación y cumplimiento.

Dios guarde á V. E.

José Silva Santistevan, Presidente del Congreso.
Francisco Chávez, Secretario del Congreso.
Benigno de la Torre, Secretario del Congreso.

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Al Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.

S. M.

Por los partes del Comandante militar de la frontera del Desaguadero y del Sub-Prefecto de la Provincia de Chucuito, que originales tengo el honor de adjuntar, se impondrá US. de que el General boliviano don Isidoro Belzu, preparaba una cruzada desde el punto de Moquegua para ocupar la frontera de Bolivia, con el objeto de realizar un plan de revolución con tra el Gobierno de su patria. Dichos funcionarios, en cumplimiento de las órdenes que de antemano les tenía comunicadas, han adoptado las medidas convenientes para impedir el expresado plan, á fin de que no haya el menor motivo de reclamo por parte del Gobierno de Bolivia.

Dios guarde á US.-S. M.

Ramos Vargas Machuca.

República Peruana

Sab-Prefectura de la Provincia

de Chucuito

Juli, 24 de abril de 1863.

Señor General Prefecto del Departamento y Comandante General de la 5a División y de la de caballería del ejército.

S. G. P.

Acabo de tener aviso de que el General boliviano don Isidoro Belzu, ha marchado de Tacna á Moquegua, con el propósito de dirigirse de allí á La Paz por los despoblados de esta provincia á realizar un plan de revolución. Para el caso de que pudiera efectuarse dicha marcha, he dado en este acto las órdenes más rápidas á Santa Rosa, Huacullani, Pisacoma y otros pueblos de la fontera, á fin de que, si toca en alguno de esos puntos ó sus despoblados, lo detengan en su marcha, desarmándolo previamente, y lé intimen presentarse en esta Subprefectura.

Lo que tengo el honor de poner en conocimiento de US. para que me comunique las órdenes de su agrado.

Dios guarde á US.

República Peruana.

Ignacio Vásquez.

Comandancia militar de la frontera

Desaguadero 23 de abril de 1863.

Al Benemérito Señor General Prefecto del Departamento, Comandante General de la 5a División y de la de caballería.

S. G. P.

Por el correo último dí parte á US. del estado en que se hallaba esta frontera, y del número de emigrados que permane

cía en ella.

En la tarde de ayer he sido informado por una persona de confianza, de que esta frontera en breves días puede ser ocupa da por el General Belzu de tránsito para La Paz, pues en la ciudad de Tacna había arreglado sus asuntos, y se dirigía para la de Moquegua, de donde con toda facilidad podría tocar en este punto.

Me hallo vigilante, y de cualquiera incidente daré aviso á US. Sedor General Prefecto.

Ministerio de 'Relaciones Exteriores

Bernardo Casayħa.

'Lima, 11 de mayo de 1863.

Señor Prefecto del Departamento de Puno.

Se ha impuesto el Gobierno, con satisfacción, por la nota de US. N° 15, de 27 de abril último, y por los partes adjuntos á ella, de que preparándose el General boliviano don Isidoro Belzu, desde el punto de Moquegua, á ocupar la frontera de Bolivia, con el objeto de llevar á cabo planes revolucionarios contra su patria, se han adoptado por US. y por las autorida des de su dependencia, las medidas convenientes con el objeto de cruzarlos, dando US., de este modo, cumplimiento á las instrucciones que, sobre este punto, ha recibido y evitando todo motivo de reclamo de parte del Gobierno de Bolivia.

Inútil es decir á US. que el Gobierno ha aprobado su conducta, y que espera de su acreditado celo y patriotismo que prosiga incansable, reiterando cuantas medidas le sugiera su prudencia en perseguir ésta y cualquiera otra cruzada que en el territorio de la República se prepara contra la de Bolivia.

Dios guarde á US.

Juan A. Ribeyro.

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