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nes puerto mayor de Chile y ordena la construcción en él de aduanas, y reglamenta la explotación de sus huaneras, y legis la y dispone, en fin, como soberano de aquel territorio, no sólo prejuzgando la cuestión, sino resolviéndola de propia autoridad y por el hecho, y con el más ultrajante desden é irritante desprecio de los derechos, dignidad y soberanía de Bolivia.

Prevalido de sus propios actos, no vacila, en fin, el Gobier no de Chile en sus últimos despachos, en calificar tal detenta. ción, siempre contradicha, siempre protestada por Bolivia por las vías del hecho y del derecho como posesión pacífica, antigua, no interrumpida y consentida por aquella, y fundado en esta petición de principio, se niega á todas las vías amigables que el negociador boliviano ha propuesto para realizar la ncgociación y zanjar la querella amigablemente.

Por lo expuesto, Señor Ministro, tendrá á bien persuadirse V. E. que Bolivia no ha querido poner en obra para esta solución más que los medios que el derecho internacional aconseja para terminar pacíficamente las desavenencias entre las naciones. No es, pues, á ella á quién pudiera inculparse de propósitos bélicos, contra Chile, ni menos de una obstinada y absoluta insistencia en injustas pretensiones que pudiera conducir al mismo extremo de la guerra.

Bolivia, con la íntima conciencia de su derecho, no teme someterlo á la discusión ni al fallo de un tercero que se constituyese juez árbitro, ni al criterio desapasionado é imparcial opinión de un mediador.

Es por esto, que participando mi Gobierno de los elevados filantrópicos sentimientos del de V. E., expresados en su oficio de 30 de enero último, cree de su deber aceptar, como acepta con agradecimiento la mediación ofrecida por el Excmo. Gobierno del Perú.

Con este motivo, debo hacer presente á V. E., que el de los Estados Unidos de Colombia tuvo á bien ofrecer á Bolivia su mediación en este mismo negocio en 19 de setiembre pasado; mediación que no pudo ser aceptada por mi Gobierno en aquella fecha por la esperanza que abrigada, según el giro de las negociaciones, de poder arribarse á una solución entre solos los contendientes. Desvanecida esta, mi Gobierno ha creído deber aceptarla también como lo verá V. E. por la cópia que le incluyo.

A fin, pues, de que los nobles propósitos de los gabinetes de Lima y Bogotá tengan su cabal y oportuna aplicación, mi Gobierno desea que el de V. E. se sirva aunar sus esfuerzos con el de los Estados Unidos de Colombia, por medio de sus respectivos Plenipotenciarios residentes en Santiago, para que hacien do valer colectiva o separadamente sus buenos oficios, se induzca á Chile á una pacífica terminación de la cuestión con Bo livia, prestándose: 1o A una transacción, sea dividiendo por mi

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tad el territorio litigado, ó sea compensando á Bolivia la diferencia con valores que representen el del territorio cedido. 2o A falta de transacción, que Chile consienta someter la decisión al arbitramento de una potencia amiga de ambos contendientes, y 3 que este arbitramento recaiga sobre la cuestión de dominio, y que mientras se pronuncie la sentencia arbitral, se mantenga intacto Mejillones sin poderse explotar sus huanos, ni construírse en la costa disputada aduanas ni edificio alguno que hiciera suponer que Mejillones es puerto de Chile, porque esto importaría no solo prejuzgar la cuestión, sino resolverla de propia autoridad y por el hecho. Exigir esta no explotación de Mejillones y su conservación en el estado que tenía ante litem, no es más que exigir que se reconozca que hay cuestión pendiente sobre aquel territorio, y que en este estado de litis pendencia debe respetarse la cosa litigiosa, sin que ningu. no de los litigantes pueda aprovecharse ni disponer de ella con exclusión y perjuicio del otro; siendo este respeto tan impor tante para la dignidad y honor de Bolivia que no vacila mi Gobierno en declararlo como lo declara condición sine qua non de la prosecución de las negociaciones.

Quiera V. E. elevar el presente despacho al conocimiento del Excmo. Señor Presidente del Perú, expresándole el cordial agradecimiento con que el de Bolivia acoge su mediación; y por su parte sírvase aceptar la estimación y profundo respeto con que tengo la honra de ser, de V. E., muy atento y seguro servidor.

Rafael Bustillo.

Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la Repú blica del Perú.

Ministerio de Relaciones Exteriores

Lima, 26 de marzo de 1864.

Cediendo el Perú á una necesidad eminentemente america. na, impulsado por un espíritu de verdadera fraternidad, y consecuente con los principios de su franca política internacional,, encaminada á promover la unión entre todas las Repúblicas del Continente, se decidió á ofrecer su mediación, en la cuestión que los Gobiernos de Chile y Bolivia sustentan relativamente al territorio de Mejillones. Sus votos, muy sinceros para pro. curar la paz entre dos pueblos amigos, han sido hasta ahora

desgraciadamente estériles, y sus nobles oficios presentados á los dos Gabinetes, según se vé, no tendrán plena acogida desde que las cosas, como lo enuncia V. E., en su apresiable nota de 1o de marzo, han llegado al punto harto desagradable de haberse dado por terminadas las discusiones diplomáticas. Deplora el infrascrito esta situación que puede acarrear males de suma trascendencia á entrambas naciones, que retarda, tal vez, sin remedio, la realización de miras elevadas de interés universal, y que ayuda á fundar antecedentes contrarios á la unidad de sentimientos pacíficos, y á la fusión de derechos entre todas las secciones del Nuevo Mundo. Aunque extraño el Gobierno Peruano á la materia controvertida, no lo es, sin duda, á la suerte de los pueblos con quienes vive en estrecha y leal armonía, con los que forma una familia en identidad de creencias, de instituciones, de hábitos y de porvenir, con los que tiene que seguir una misma carrera, ó próspera ó adversa, y con los que defenderá, quizás más tarde, los fueros de la razón, la santidad de la independencia y las prerrogativas de la libertad. Estas razones muy obvias y poderosas á la vez, inducen al infrascrito, contando con la indulgencia de ese Gabinete, á discutir de nuevo sobre la mediación ofrecida y sobre el contenido del citado oficio de V. E.

La mediación es uno de aquellos actos que el Derecho Público y la historia autorizan de consuno para cortar diferencias y prevenir desastres entre Estados y Gobiernos, á quienes una mala inteligencia, puntos de honor nacional ú opiniones encontradas, pueden llevar á la dura extremidad de un rompi miento. Cuando las negociaciones, sea cual fuere su importancia, tienen un carácter pacífico, ellas por sí mismas se desenvuelven y terminan, más si se suscitan dificultades que no pueden vencerse á voluntad de los negociadores y de los Gobiernos mismos, si sobrevienen peligros o inminentes ó remotos que sean capaces de engendrar sérios conflictos ó conducir en mala hora á un casus belli, entonces los oficios desinteresados de un tercero, tienen una significación y una influencia positivas en la decisión de la materia discutida. Sucede y con frecuencia que el mediador, inspirado por un noble sentimiento, profun. damente afectado por la suerte de amigos con quien cultiva vínculos de cordial unión, escucha las razones de cada uno de ellos, los acuerda y les proporciona medios de conciliación, que motivos de delicadeza ó pundonor retraen de formular á las partes contendientes. La actual cuestión, á juzgar por la formal exposición de V. E. no ha llegado todavía, por fortuna, á un estado desesperado que aleje para siempre las probabilida des de un ventajoso y recíproco acomodamiento.

La separación del diplomático boliviano del territorio de Chile, y la ruptura inesperada de la discusión no pueden califi carse, en concepto del infrascrito, de acontecimientos finales

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que hagan precisamente inevitable la guerra. Pueden reanudarse los lazos aflojados, antes que los ánimos se recrudezcan, y antes de que susceptibilidades nacionales de las que, no puede prescindirse nunca, vengan á encender esas pasiones de fatales resultados para todos los pueblos y principalmente para los americanos, cuya principal exigencia es la paz y cuyo único elemento de bienestar consiste en la explotación tranquila de sus abundantes veneros de riqueza. Chile se ha distinguido por el cumplimiento de esas doctrinas salvadoras: á su actitud, á su sensatez, jamás falseada en el curso de largos años, y á su lealtad en el ejercicio de su política exterior, debe el crédito de que goza dentro y fuera del Continente, su engrandecimiento interior y la estabilidad de su administración:-con todos estos preliminares y con la conciencia de la ilustración de sus hombres de Estado, no es posible temer una solución que no sea de conciliación, de prudencia y de efectos esencialmente civilizadores.

Se permitió por todo esto, pues, el infrascrito interponer sus oficiosas gestiones y presentar su expontáneo ofrecimiento, á nombre del Gobierno peruano, á los de Chile y Bolivia, cuyas diferencias pueden muy bien servir de pretexto para que perseveren en un sistema de difamación, enemigos encubiertos unos y desembozados otros, de la América, de sus instituciones y de su Gobierno. Ni remotamente pretendió este Gabinete tomar un aire de superioridad sobre los demás del Nuevo Mundo, ni intervenir en sus peculiares condiciones, ni servir de guía ó regulador de la política continental; sus oficios se distinguen y se distinguirán siempre por su desinterés, por su expontáneidad. y por su nobleza, y si habla otra vez acerca de la mediación, no obstante la contestación de V. E. no es porque deje de respetar la posición de Chile, no es porque crea que su aceptación sea obligatoria, sino porque tiene la convicción de que nunca son de más los esfuerzos que haga para testificar sus rectas intenciones.

Pero si desgraciadamente y á pesar de todo, tuviese el Gabinete chileno que seguir el curso que los sucesos van tomando y que observar fielmente principios más conformes y compati bles con su honra y sus derechos, el Perú no se arrepiente del papel que ha asumido, y pronto está siempre ha desempeñarlo, sea cual fuese el sacrificio que para obtener tan laudable objeto sea necesario emplear, como que así consultaría el bie nestar de Chile y de Bolivia, satisfaría deberes austéros de cordialidad y de benevolencia y robustecería simpatías creadas por la naturaleza y más ampliamente definidas por la manco. munidad de ideas y por las glorias mútuas é inmarcesibles recogidas en los tiempos afortunados de la lucha por la independencia.

Confía, y no poco, el infrascrito, en la cultura de ese pueblo

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y en la tradicional circunspección de su Gobierno; y no teme que la guerra venga á acibarar los días bonancibles de que goza uno y otro, á perturbar el giro regular de su administración y á derramar sobre su territorio males de los que lo ha preservado hasta aquí la Providencia. El Perú así lo desea, y se envanece de haber levantado su voz para cooperar al logro de este gran fin y á la realización de un pensamiento humanitario enderezado á vindicar de acusaciones injustas el excelso nombre americano.

A este estado de la presente nota había llegado el infrascrito, cuando ha recibido el respetable oficio del Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, en que acepta, á nombre de su Gobierno, la mediación ofrecida por la del Perú. Como nada de lo expuesto contradice el propósito de reanudar las negociaciones, por desgracia interrumpidas, este Gabinete las ha dejado intactas, como que ellas también podrán servir al logro del fin laudable de interponerse entre dos naciones hermanas, á quienes un suceso fatal ha puesto en desacuerdo. Nada propone, ni nada indica el Perú como medios de terminar las cuestiones principales. Todo tendrá, según entiende, su oportunidad cuando V. E., pesando en los consejos de su ilustrada razón los fundamentos ligeramente desenvueltos, adopte la medida prudente que, conforme con sus convicciones é intereses crea necesario emplear para dar remate y término á las diferencias con Bolivia. El Perú, siempre amigo leal de las Repúblicas contendientes, reputa como propios o las prosperidades ó los infortunios de ambas; y sin desmayar en su muy no. ble carrera americana no ejerce ni pretende ejercer ninguna autoridad, como ya lo ha insinuado, en este asunto, y deja exclusivamente á la sensatez del Gabinete de V. E. cuanto sea necesario realizar á fin de que los Gobiernos, ya sean los mismos interesados, ya los mediadores, ejerzan, en honor del Continente, acciones y oficios dignos de nuestra cultura, de nuestros principios y de nuestras instituciones.

El Ministro Plenipotenciario del Perú en esa República, tiene el encargo de explicar más detenidamente á V. E., al po. ner en sus manos este oficio, los sentimientos benevolos que animan á este Gobierno, sus miras y sus tendencias, desinteresadas y los deseos conciliadores que abriga en bien y honra tanto de Chile como de Bolivia.

Con sentimientos de la más distinguida consideración, tiene el infrascrito el honor de reiterar al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, las seguridades de aprecio con que se suscribe su más atento, obsecuente servidor.

Juan Antonio Ribeyro: AS. E. el Ministro de Relaciones Exteriores de la República de

Chile.

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