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nes y todos los contratos pueden entrar en la cuenta corriente y reflejarse en su contabilidad y, siendo el crédito la base de la institución que nos ocupa, resulta que todas las operaciones y contratos que la cuenta corriente viene á refundir, se aprovechan de los maravillosos efectos que el crédito produce.

Añádase la cuenta corriente á la compra venta, agrégase á la comisión, júntase al depósito... y en todos estos casos quedan multiplicados considerablemente los beneficios que al comercio dichos contratos producen. Pero la utilidad é importancia de la cuenta corriente suben de punto, de un modo extraordinario, cuando se combina con la apertura de crédito. Un ejemplo nos lo hará ver prácticamente. Supongamos que un banquero abre á su cliente crédito hasta la cantidad de 50,000 pesetas, con la facultad, en este último, de retirar aquella suma por fracciones é ir devolviendo las cantidades de que disponga. El cliente pide, vgr., la primera vez, 25,000 pesetas y al cabo de poco las devuelve al banquero; entonces éste tiene sólo la obligación de entregar á aquél las 25,000 restantes, y una vez hecha esta entrega, aunque ni con mucho haya expirado el término por el que el crédito fué concedido, queda el banquero liberado por completo de su obligación. Pero si la aper

tura de crédito se combinó con la cuenta corriente, tendremos que constantemente, mientras el término no haya expirado, el banquero viene obligado á entregar íntegras las 50,000 pesetas. Y así, después de hecha por el cliente la extracción de las primeras 25,000 pesetas, devueltas que sean al banquero, queda aquél con la facultad de disponer nuevamente de las 50,000, y si estas operaciones van repitiéndose, es decir, si el cliente va reponiendo constantemente al banquero de los fondos que éste le entregue, podrá siempre disponer de la totalidad del capital que en crédito le fué concedido.

No es, pues, extraño que la cuenta corriente haya tomado una extensión casi desmesurada y que cada día vayan siendo mayores las ventajas que los comerciantes reporten de esta institución, alma del moderno comercio de banca. Podemos decir que fué un verdadero profeta José de Montgolfier, cuando dijo en 1785: «Dentro de cien años el mundo habrá sido cambiado por dos cosas: la electricidad y las cuentas corrientes. »

CAPÍTULO III

Origen de la cuenta corriente

SUMARIO: En todas las instituciones del derecho consuetudinario es difícil precisar su origen exacto. -Lo mismo sucede en la cuenta corriente. -Algunos lo hacen remontar á Grecia y Roma. Se ha dicho también que la conocieron los primeros Bancos de la Edad media.-Dos progresos que han debido realizarse para llegar á la cuenta corriente actual. -Primero: nacimiento de los libros de los comerciantes á fin de conservar el recuerdo de las distintas operaciones que no se liquidaban por separado.-Segundo: las operaciones llevadas á la cuenta se confunden dentro de ella, la que es considerada como causa única de las obligaciones de las partes.

Es un carácter común á todas las instituciones creadas por el uso y comprendidas en lo que el Derecho romano llamó jus non scriptum, la imposibilidad de determinar exactamente su origen y fijar la época de su aparición. Nacidas de modificaciones y transformaciones sucesivas, la importancia de las cuales escapa muchas veces á los mismos que las produjeron ú originaron, acontece que en un deter

minado momento forman un todo jurídico, con principios y reglas fijos, de los que los jurisconsultos se deben ocupar.

Así ha sucedido con la cuenta corriente. Nacida de la costumbre comercial y sin llamar la atención de los legisladores, ha sido, al fin, indispensable su estudio. Hoy, después de los trabajos de gran número de hombres de ciencia, después de muchas decisiones de los Tribunales de justicia y después de regularlo ya algunas legislaciones positivas, nos es perfectamente conocido todo lo que á la cuenta corriente se refiere. Una sola cosa continúa de nosotros ignorada: el origen de ésta institución.

Algunos autores han querido encontrarlo en Grecia y en Roma. En efecto; se ha supuesto que los trapezitas atenienses y los argentarii romanos, que han dado origen á los modernos banqueros (1), te

(1) Hasta hace poco, habíase creído que en Roma y Grecia debían encontrarse las más remotas manifestaciones de la banca; pero, recientemente, el profesor Hilprecht ha hecho en Babilonia un descubrimiento que atribuye al origen de la banca dos mil quinientos años, por lo menos. En efecto; dirigiendo las excavaciones del templo de Bel, en Nipur, parece que ha encontrado los archivos de las dos grandes bancas de Egibi é hijos (siglo VII antes de Jesucristo) y Muraschu é hijos (siglo v antes de Jesucristo). Todas las operaciones eran sentadas en un ladrillo con el sello de los contratantes y la firma (el sello ó la

nían ya con sus clientes verdaderas cuentas corrientes; pero esto no puede admitirse, pues, si bien había entonces cuentas recíprocas, no producían éstas los efectos de la cuenta corriente moderna. Los mismos autores que sostienen tal aserto, no saben decirnos cómo se había desarrollado en aquellos tiempos esta institución, y así, Feitu, después de exponer que la cuenta corriente existió ya en Roma, afirma: «Tratar de presentar la teoría de la cuenta corriente en Roma, serfa querer lanzarse en busca de lo desconocido. »

Han dicho también que en los primeros Bancos de la Edad media, en los de Venecia, Barcelona y Génova, desarrollóse la cuenta corriente, afirmando que la historia de la banca y la de la cuenta corriente están íntimamente unidas.

No obstante, no puede esto admitirse tan en absoluto. Como manifiesta un autor, Da, para llegar á la cuenta corriente, tal como hoy existe, ha sido preciso recorrer dos etapas, ó que se realizaran dos progresos. En primer lugar, desde el instante en que, gra

huella de la uña del dedo pulgar) de los testigos cuyo número variaba, según la importancia y duración del contrato, desde dos hasta treinta. Todos aquellos ladrillos eran numerados y clasificados.

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