Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[blocks in formation]

Imprenta Moderna de GUINART Y PUJOLAR, Bruch, 63. - Barcelona

AL LECTOR

La intensidad de la vida moderna y las múltiples relaciones que obliga á mantener; la importancia concedida á los asuntos económicos; la necesidad, cada día más sentida, del crédito y cuantas instituciones con él se relacionan, á fin de hacer fecundas las fuentes de producción y divulgar el comercio; el curso, siempre en aumento, de los documentos de giro; el afán en muchos individuos de no distraerse de sus tareas técnicas ó profesionales para atender á otras ocupaciones, aunque relacionadas con aquéllas; la conveniencia de hacer pagos sin valerse de moneda metálica, ó, por lo menos, sin recurrir á su acarreo material; el empleo ya usual de la contabilidad mercantil en toda clase de negocios y otras muchas causas, cuya enumeración puede excusarse,

han generalizado la cuenta corriente hasta tal punto que, en la actualidad, no sólo la utilizan los Bancos y Sociedades de crédito entre sí y con ellos los grandes comerciantes é industriales, sino también cuantos ejercen el comercio en pequeño ó se dedican á la industria en esfera modesta, y hasta personas ajenas por completo á semejantes elementos de riqueza, como propietarios, agricultores, rentistas y hombres de carrera. Hasta la moda contribuye á ello. Apenas nadie se atreve á ofrecer sus servicios al público sin hacer constar en el membrete del anuncio ó en el sobre que lo contenga, la advertencia de tener cuenta corriente con algún establecimiento acreditado y esto hace procedente el preguntar: ¿Saben todos en qué consiste una cuenta corriente? ¿Tienen perfecta idea de cómo nace ó se perfecciona, cómo se regula su funcionamiento y cómo y cuándo termina? ¿Conocen los efectos que produce?

Sin ofender á nadie, es lícito pensar que muy pocas personas sabrían dar respuesta satisfactoria á las preguntas formuladas. De las operaciones y contratos usuales, cuantos en ellos intervienen, aun los más desconocedores del Derecho, tienen noción cabal. Por ejemplo, en la compra venta saben que se perfecciona con sólo el consentimiento en la cosa

y en el precio, y que el vendedor está obligado á la entrega de aquélla y el comprador á pagar éste en el tiempo y lugar fijados. En el arrendamiento saben. que, mediante satisfacer uno puntualmente la merced convenida, puede disfrutar de la finca ó servicios de otro. En el depósito, saben que el dueño entrega algo para que se lo guarden y se lo restituyan siempre que se le antoje y pueda afirmarse que, sólo con saber lo apuntado, tienen ya un conocimiento perfecto de las relaciones jurídicas que de sus actos más frecuentes se derivan. En cambio, respecto de una cuenta corriente, á pesar de hacerse en ella, como indica su nombre, operaciones casi continuas, se obra rutinariamente, fiando en la buena fe, sin pararse á calcular la trascendencia de los asientos que se escriben y si, por desgracia, algun día ha de liquidarse la cuenta con daño de alguno de los interesados, no sólo á éstos asalta un cúmulo de dificultades, sino hasta al jurisconsulto á quien acuden, á causa de no haberse ocupado todavía nuestras leyes de tal contrato, á pesar de ser el pan de cada día para todos los que viven vida moderna ý á causa de ser muy escasa la jurisprudencia de nuestros Tribunales respecto al particular.

Á proporcionar alguna luz para poder andar con

seguridad en campo tan obscuro y, en España tan poco hollado, se encamina el presente trabajo y el autor se dará por satisfecho si logra disipar, si no todas, por lo menos algunas de las dudas que asoman á cada paso, no solo á los banqueros, sino á cuantos tienen necesidad de averiguar la verdadera situación jurídica en que les coloca su carácter de cuentacorrentistas.

« AnteriorContinuar »