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CAPTULO IV.

Juramento de la constitucion española.-Sámano parte para Popayan.-Combates de Palo-gordo i Cañas.-Procedimientos de Sámano. - Correspondencia de los jenerales Nariño i Montes.-Campaña de Nariño.-Combates de Palacé i Calibio.-Destitucion de Sámano.-Nariño atraviesa el Juanambú.-Combate de Cebollas.-Prision de Nariño. -Vidaurrázaga en Popayan.

I.

Andando ya el mayo de 1813 recibió el presidente de Quito la constitucion que el pueblo español se habia dado en el año anterior. Esta constitucion, que puede conceptuarse como el primer paso que dió en este siglo aquel pueblo soberbio, al par que heróico, por el camino de la libertad, constitucion formada en unas cortes á las cuales habian concurrido tambien ya los diputados americanos, i que, á venir á estas colonias unos veinte años antes, habria vinculado tal vez sagrada é inviolablemente á la América con la España; llegó para nuestros padres tarde, fuera de tiempo, cuando ya la primera vivia enconada, exaltada, por no

por

decir ardiendo en venganzas. Los afectos políticos de los pueblos, cual si fueran de jóvenes enamorados, no necesitan para tomar cuerpo sino manifestarse por una vez, que luego se tiene por hacedero lo demas. Las colonias españolas, contenidas ántes por arraigados hábitos, ó por respetos ó impotencia, habian dado su primer grito de independencia, i bien difícil era que no lo repitieran i repitieran hasta satisfacer tan vivos anhelos.

I sucedió asi en efecto. El virei don Benito Pérez i el presidente Móntes ofrecieron, á una, la dicha constitucion á los gobiernos americanos, medio constituidos, que aun se mantenian en lid contra la madre patria, i ambos juntamente fueron desairados. Dijeron, y sin duda con razon, que no podia apreciarse la libertad de los pueblos si, por otra parte, no eran tambien independientes, por mucho que la constitucion prometiera i por mucho que viniera a costar la independencia. I luego discurrieron que no podia haber libertad en los pueblos sino asistidos de dignidad, i que no podia poseerse esta prenda no teniéndose independencia.

En cuanto á la presidencia de Quito, propiedad española perdida en 1809, i recuperada por el jeneral Móntes en 1812, habia llegado á ser lo que era, i sus hijos ya no tuvieron voz ni derecho para decir lo que jenuinamente pensaban, i aceptaron i juraron la constitucion del año doce con la misma indiferencia con que habrian aceptado aun el Koran en semejantes circunstancias. La publicacion de la lei fundamental i el juramento á ella se festejaron con fiestas cívicas i relijiosas, sin desentenderse de las corridas de toros, quinto elemento para la vida de los españoles i de los americano-españoles.

II.

El coronel Sámano, elevado á la categoria de brigadier como participante de los triunfos de Móntes, fué encargado del mando del ejército que, entrado ya en Pasto, quiso este jeneral empleario contra Popayan, ocupada todavia, por los republicanos. Al tocar Sámano en Pasto con las fuerzas llevadas desde Quito, se le presentaron voluntariamente i con entusiasmo muchos de los hijos de esa provincia á servir bajo las banderas reales, i su cuerpo de ejército ascendió entónces á mil docientas plazas. Al atravesar el Patia, se le incorporaron tambien otros muchos de sus moradores con igual entusiasmo que los anteriores.

Sámano, á pesar de sus sesenta años, obró con tanta actividad i tino militar que, despues de haber ocupado á Popayan, abandonada por el presidente Masuera, i luego á Cali, Buga i sus contornos, siguió todavia con la misma solicitud persiguiendo á los patriotas que huian de su alcance. Cuando las tropas que iban derrotadas hicieron alto en Cartago, encontraron aquí al teniente coronel Servies, frances de nacion al servicio de los republicanos, quien logró inspirarles algun aliento para ha cer frente al perseguidor. Ardua, en verdad, era la empresa, si se atiende á las pocas fuerzas con que contaba; i efectivamente, Servies fué vencido i derrotado en Palo Gordo ó Cerro Gordo el dia 11 de agosto de 1813. Despues del combate, Servies se retiró por Quindio para Ibagué, i Sámano, dilijente i robusto como un jóven, resistió á las penalidades del hambre i aspereza de los caminos, le alcanzó en Cañas, le acometió el 12, le venció

i tomó unos cuantos prisioneros, i las provisiones de boca i guerra. Servies, aunque herido, logró siempre escapar.

El anciano guerrero, adusto de jenio é inhumano por carácter, permitió que sus tropas cometieran por esas tierras todo linaje de exesos contra las repetidas recomendaciones del presidente Móntes. El pillaje fué jeneral, como fueron innumerables los desafueros contra las personas, i la provincia quedó completamente devastada, segun nos hacen ver los oficios de reconvencion que el presidente dirijió á Sámano i van insertos en el Apéndice (25).

Sámano remitió de Cartago, en donde habia sentado sus reales, el oficio que Montes tuvo á bien dirijir al jeneral Antonio Nariño, presidente del gobierno de Santafé, acompañándole un ejemplar de la constitucion española, i exhortándole á que se aviniera amigablemente á una reconciliacion. Despachado el oficio, se volvió á Popayan á esperar los resultados.

No era por cierto ventajoso el estado en que se hallaba Nariño con su gobierno, recientemente restablecido de las discordias civiles que se habian ajitado entre las provincias. Divididos, en mala hora, sus hijos por banderias discordantes en cuanto á la forma de gobierno, queriendo unos ser federales, i otros centralistas ó unitarios, habíanse hecho una guerra larga cuando aun estaba pujante el enemigo comun. Tras la discordia civil, habian sobrevenido sus naturales consiguientes (mútuas desconfianzas, pobreza, hambre, etc.); i el gobierno de Santafé, aunque ya robustecido con respecto á las provincias disidentes, se hallaba por demas flaco para poder resistir

á las armas españolas. Fuera de esto, se hallaba amenazado por el norte de una espedicion que debia salir de Venezuela al mando del capitan de fragata don Antonio Tiscar. La España misma, alentada con la ausencia de Napoleon que andaba por entónces ateriéndose entre los hielos de Rusia, causa por la cual habia tenido que menoscabar los tercios de tropa que conservaba en la Península; alentada con las fuerzas i auxilios de Wellington, con la derrota de Marmont en Salamanca, con el abandono de Madrid del rei José, con el levantamiento del bloqueo de Cádiz i con la retirada de los franceses hacia el Ebro; alentada la España, decimos, con estos acontecimientos i estado de cosas que le eran todas propicias, habia vuelto sus ojos para América, tomado brios i resueltose á escarmentar la osadia de los colonos. I en verdad que era suma osadia, cuando estos solo podian contar con sus brazos, i cuando la madre patria contaba con todo linaje de elementos para la guerra.

Pues bien, la junta de Santafé i el jeneral Nariño bajo el peso de todo el poder de esa vieja, rica i aguerrida nacion española, se negaron á una i rotundamente á la reconciliacion provocada por el jeneral Móntes, porque los miembros de la junta, como ya la mayoria de los americanos, tampoco estaban por aceptar ningun arreglo que no tuviera por base el reconocimiento de su independencia. La contestacion de Nariño á Móntes, si se eceptuan algunas frases descorteses, propias de la ajitacion i encono de las pasiones i banderias, es de una lójica briosa i concluyente (26).

Nariño, hombre de temperamento fogoso, condenado ya en 1795 á diez años de presidio en

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