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bierno penetró el proyecto, dobló su vijilancia i precauciones i dispuso que de Guaillabamba (*) pasase por caminos estraviados á Latacunga, á fin de evitar la entrada de Nariño en Quito, i que luego le trasladasen á Lima, de donde habian de pasarle á España para encerrarle en las cárceles de Cádiz. Tiempos despues halló medios de fugar del castillo de Sansebastian i restituirse para Améri ca, donde, sin recordar sus padecimientos, vino á ofrecer de nuevo sus servicios á la patria. Murió cuando ya Colombia estaba difinitivamente constituida, i aunque fué siempre buena la figura que representó, nunca se puso á la altura de sus prendas sobresalientes, i vino á tener un paradero co

mun.

Por lo que hace á los sobrantes de su desgraciado ejército, llegaron á Popayan el 24 de mayo reducidos á novecientos, despues de las mil i mil penalidades del tránsito, acasionadas principalmenpor los guerrilleros de Patía, siempre en armas i siempre enemigos de los patriotas.

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(*) "Señor don Pedro Noriega.-En el camino.-No siendo conveniente que don Antonio Nariño pase por esta ciudad, se dirijirán U. ila escolta desde Guaillabamba por el camino que sigue á Alangasí, de donde me avisará U., procurando llevarlo con la correspondiente seguridad i prisiones como responsable de su persona.-Quito, 26 de junio de 1815."—Al mismo.-"En este concepto me avisará U. tan luego que llegue á Alangasí con don Antonio Nariño donde le mantendrá con un par de grillos (no los pusieron sino en Mocha), cuidado i seguridades correspondientes, por si algunos malvados contrarios á la justa causa que defendemos atentasen sorprender á la tropa que lo escolta."

Junio 29.

V.

A mediados de 1814 (4 de agosto) llegó á Quito la nueva del restablecimiento de Fernando VII á su trono, nueva funestísima para los patriotas, i mui luego los famosos decretos del 4 i 24 de mayo con los cuales el rei absoluto echó por tierra la constitucion de Cádiz que habia jurado respetarla; bien que ofreciendo, en cambio, convocar otras cortes. De todos modos, si los patriotas recibieron mal semejante noticia, i si los españoles absolutistas la festejaron, los primeros, pasados ya algunos dias, comprendieron que tal suceso proporcionaba, mas que un motivo, el derecho de continuar hacien do la guerra á los enemigos de la libertad, i aun los españoles mismos que eran constitucionales calaron inmediatamente lo desacertado de tal tropelia i las consecuencias que eran de temerse.

El jeneral Móntes, absolutista de corazon, se aferró, venidas esas noticias, en llevar adelante la guerra que tenia premeditada hacer á Popayan, i con tal motivo dirijió al jeneral Aimerich oficios sobre oficios, á fin de que organizase cuanto ántes la espedicion que debia salir de Pasto. Aimerich, dándolas de enfermo, dimitió el mando del ejército, i con tal motivo se le reemplazó con el teniente coronel Vidaurrázaga, acaso por ser el jefe de mayor graduacion de los que habia por acá, i nada mas. Vidaurrázaga la llevó al cabo á últimos del año, i se posesionó tranquilamente de Popayan el 29 de diciembre con seis cientos hombres.

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Estado penoso del centro del vireinato.-Espedicion del jeneral Morillo.-Encuentros de Ovéjas, Pital, Mondoma, Tembladera i Palo.--Sámano á la cabeza del ejército del sur. -Batalla del Tambo.-Pacificacion del vireinato.-Persecuciones en Quito.-Separacion del jeneral Montes.-Llegada del jeneral don Juan Ramírez.-Asesinato del doctor Ante. Los sellos reales.-Calzada en Pasto.-Revolucion de Guayaquil.-Motines de Latacunga i Ambato.-Combate de Huachi.-Combate de Tanizahna.

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I.

Tanto el jeneral Móntes, como Aimerich i aun el mismo Vidaurrázaga convidaron comedida i nuevamente con la paz á los caudillos independien tes que hacian la guerra en el centro del vireinato; i estos, llevados del interes de coronar la independencia proclamada, la rechazaron como ántes por unanimidad, porque tambien como ántes los otros solo ofrecian esa paz sobre la base de la absoluta sumision al trono de Fernando. La guerra, en consecuencia, continuó con el mismo encarnizamiento,

i esto á pesar de las mui tristes circunstancias en que se hallaba el gobierno de Santafé.

Despedazada por facciones interiores, provenientes siempre de la desatentada division entre federalistas i centralistas, i, lo que es peor, hasta de pasioncillas nacidas de impulsos lugareños, sus ma les subieron de punto con la complicacion de los sucesos de Cartajena, donde el coronel Castillo, de jenio altanero é insubordinado, desobedecia abiertamente las órdenes del gobierno jeneral. I no solo esto, sino que cuando apénas acababa de sacudirse de esa clase de conflictos, le sobrevino otro de mayor monta con la nueva, mui efectiva por desgracia, de que el jeneral español don Pablo Morillo habia desembarcado en la isla Margarita con diez mil i mas hombres, cosa que no se habia visto nunca por América.

Esta espedicion, la mayor i mas formal de cuantas vinieron á las tierras coloniales desde el descubrimiento del Nuevo mundo, se componia de diez mil seis cientos cuarenta i dos veteranos, de esos que habian alcanzado una bien justa nombradia, combatiendo por la independencia de su patria contra el supremo i májico poder de Napoleon. Venian adjuntos un escuadron de artilleria volante, desconocida entónces para nuestros padres, ser vida con diez i ocho piezas, dos compañias de ar tilleria de plaza i tres de zapadores. La fuerza naval, á órdenes del brigadier Enrile, se componia de un navio de setenta i cuatro, tres fragatas, veinte i cinco ó treinta buques menores con cañones de á diez i ocho i veinte i cuatro, i mas de sesenta para trasportes. El jeneral en jefe, Morillo, era de una reputacion militar bien justamente adquirida, como lo demostraba su propia jerarquia, ya que,

principiando la carrera desde soldado, habia venido á encumbrarse á tanta altura. Morillo, segun es fama, habia sido recomendado á Fernando VII por lord Wellington, como el capitan mas hábil i adecuado para avasallar á los colonos rebeldes.

No nos compete relatar sus movimientos, victorias, reveses, prosperidades, venganzas ni crueldad, porque la accion de Morillo nunca alcanzó á estenderse hasta la presidencia sino de rechazo, i asi no trataremos mas que de cuanto emprendieron sus tenientes que, andando los tiempos, vinieron á obrar por el sur del vireinato. Al hacer memoria de Morillo no hemos tenido otro fin que apuntar el estado lastimoso del gobierno de Santafé cuando la aparicion de aquel capitan, para que así puedan comprenderse con claridad los sucesos que, por este tiempo, ocurrian en Popayan i en lo restante del Cauca.

El coronel Cárlos Montúfar, que lograra fugar de los calabozos de Panamá i que, militando bajo las órdenes de Bolívar por algun tiempo, habia entrado triunfante en Santafé por diciembre de 1814; se hallaba al año siguiente en el Cauca activando con buen éxito, en compañia del coronel Servies, la organizacion de un cuerpo de ejército sobre la base de unas pocas tropas que encontraron entre Llano-grande, Palmira i otros puntos de aquel hermoso valle.

Al traslucir Vidaurrázaga la formacion de ese cuerpo de ejército, pidió al punto i con empeño al jeneral Móntes que le enviase refuerzos de jente i los demas ausilios necesarios para acometer á los republicanos del Cauca ántes que se robustecieran. Móntes envió, en efecto, cuantas fuerzas pudo, reservando siempre consigo las necesarias para con

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