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hacían por las provincias setentrionales del vireinato, impidieron á los vencedores el arrojarse tras la libertad de las del Sur.

El presidente Montes, que es quien había preparado, organizado y casi dirigido esta campaña, no se desalentó por la fatal derrota de su teniente. Valiéndose de su connatural sagacidad se hizo de nuevo de todo género de auxilios, y orde nó que el brigadier Sámano pasase para Pasto con docientos hombres con el fin de que organizase allí una segunda expedición. Dígase lo que se quiera, el humano Montes menoscabó la fama de su índole suave y conciliadora al haberse acordado de Sámano para ponerle á la cabeza de esta expedición; pues el presidente, más que ningún otro, conocía de lleno el mal genio y crueldades de ese viejo capitán.

Sámano, provisto ya de algunos medios, salió de Quito el 18 de Julio.

Vidaurrázaga, á cuya cobardía atribuyeron los celosos realistas los desastres del combate de Palo, había sido arrestado por el coronel Fromista tan luego, como tocó en Pasto.

Durante la permanencia de Sámano en la capital de la presidencia, con motivo de la causa que se le seguía por sus descalabros en Palacé y Calivio, y por los abusos y tropelías cometidas en : Popayán y sus pueblos, habia excitado la desconfianza de los realistas, culpando al presidente de inactivo y fljo con los insurgentes. Jefes, oficiales y empleados se andaban de una casa á otra quejándose de que el presidente, no sólo se descuidaba de vigilar á los insurgentes, sinó que hasta eran bien recibidos y agazajados en palacio cuando había motivos para creer que preparaban

una conjuración. Montes, á quien pronto llegaron estas habladurías, conocedor de los hombres y las cosas, las despreció desdeñoso; y entonces los otros se resolvieron á obrar de su cuenta, aunque en ultraje del primer magistrado de la presidencia.

Hacía entonces de mayor general el teniente coronel Fromista, venido de Pasto, quien sin poner en conocimiento del presidente y por propia autoridad, dispuso (27 de Janio) que se aprehendiesen á unos cuantos, constantes de una larga lista. Espárcense efectivamente partidas de tropa armada por las plazas, calles y casas, y tomando aquí á unos, soltando allá á otros, amagando á cuantos, á su juicio, eran amigos de los insurgentes ó estaban tildados de conspiradores; quedan al cabo presos don Manuel Larrea, don Manuel Matheu, don Guillermo Valdivieso, don Joaquín y don Jacinto Sánchez don José Barba, don Pedro Jacinto Escobar, don Antonio Vaquero, el franciscano fray Estevan Riera, los doctores Francisco Javier Salazar y Bernardo León, y el magistral Soto, el mismo que, poco después, fué desterrado en junta de Nariño. Aun hubo de notable que don Manuel Larrea fué apresado en el palacio presidencial.

Encerróseles de seguida en calabozos, y á los que fueron llevados al cuartel aun se les puso grillos (1). Luego se levantó el auto cabeza de proceso y aparejaron en volandas el sumario; pero como nada, nada resultase en contra de los presos porque de cierto no eran culpables de cosa ninguna, pasaron las autoridades inferiores y

(1) Parreño. Ib.

las militares por la vergüenza de que mandara el presidente ponerlos en libertad.

Montes que apreciaba su puesto como debía, quedó sumamente ofendido del procedimiento del mayor general, y sin embargo tuvo sin embargo tuvo que disimular el enojo, porque todos los jefes, oficiales y más realistas sostenían, á una, que el paso dado por Fromista era absolutamente necesario para conte ner á los insurgentes que, abusando de la confianza que les dispensaba el presidente, andaban tramando una conjuración.

II.

En cuanto al brigadier Sámano, á quien dejamos á la cabeza de la nueva expedición que se armaba contra Popayán, como hombre de naturaleza activa y pujante, levantó en breve un ejército mayor tal vez que el capitaneado por Vidaurrázaga. Quería volar á Popayán, cual movido del presentimiento de ir á vengar la derrota de Calivio; pero le contuvo Montes que, como hombre acostumbrado á caminar por sus jornadas, no que. ría aventurar la expedición hasta no saber el paradero del general Morillo con quien debía combinar sus movimientos, y hasta no reforzarla con las tropas de Cuenca.

Trascurrido algún tiempo le vinieron estas efectivamente, y cuando Montes, que mantenía correspondencia activa con el capitán general Montalvo, fué enterado por éste de la rendición de Cartagena, de la victoriosa marcha de Morillo para lo interior del vireinato, y de la desocupa ción de Santafé hecha por los patriotas à consecuencia de la desastrosa derrota de Cachiri; dis

puso que su teniente moviera las tropas hacia Popayán. Salió, pues, Sámano de Pasto el 8 de Mayo de 1816 con mil hombres, que en Patia subieron á mil trecientos. El 7 de Junio se acampó en la cuchilla del Tambo, cinco leguas antes de Popayán, que era el punto expresamente determinado por Montes para detenerse У fortificarlo.

Ocupose en este trabajo con activo empeño, en tanto que adquiría noticias más circunstanciadas de los movimientos de Morillo, y aguardando que los republicanos vinieran á combatirle; pues. conforme a las instrucciones del mismo general Montes, debía mantenerse puramente á la defensiva.

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CO

Las fuerzas patriotas de Santa Fé, empujadas día á día por las de Morillo, los miembros del congreso, los del poder ejecutivo, los magistrados, las personas más distinguidas de esas marcas; todos se botaban solícitos hacia las provincias del sur, resueltos á abrirse paso por entre las tropas de Sámano, pasar á Quito, levantar en su territorio á los pueblos y volverse luego á reconquistar lo perdido. Sólo Servies, con algunos venezolanos y unas pocas tropas de su división, creyendo que podría sostener la guerra con mayores ventajas en Casanares, tomó la retira da con dirección á esta provincia.

El comandante en jefe de la vanguardia española, coronel La Torre, había publicado un indulto casi general en Zipaquirá, por el cual todos los habitantes, y aun los empleados civiles y de hacienda que, deponiendo las armas, se volviesen á sus casas, quedaban absueltos de sus pasados extravíos; indulto, más o menos, conforme

al expedido en Ocaña por el general Morillo. En este concepto, muchos de los patriotas se quedaron en Santa Fé, confiando en mala hora en la seguridad del perdón.

Luego que La Torre ocupó á Santa Fé destacó sus columnas por diferentes puntos y direcciones, entre otros por el de Popayán en persecusión de los que venían fugitivos; de modo que esta rica provincia, alternativamente ocupada y castigada por republicanos y realistas, se vió, más que otras veces, expuesta á toda especie de desafueros. El coronel Warleta, español que por su ferocidad se asemejaba á los expedicionarios del tiempo de Pizarro, se adelantó desde Antioquia con cuatrocientos hombres: el coronel Tolrá, tan feroz como el anterior (1) asomó por Neiva con otra partida; y el comandante Bayer, apoderado ya del Chocó, donde había tomado cuantas tropas guarecían esta provincia, con inclusión de algunos, buques, artillería y fusiles, amenazaba por el Cauca. La tempestad què estaba al descolgarse sobre las tierras granadinas no podía ser mayor.

Popayán sólo contaba entonces con setecientos veinte y cinco hombres que, si muy aguerridos Y los mejores soldados de la época, eran insuficientes para resistir á tantos enemigos. Los

(1) Entre las instrucciones dadas por Tolrá al Teniente Coronel Sicilia hallamos la siguiente: "A. 1 No habiendo quedado ya bandidos reunidos en este país, resta sólo averiguar los parajes á donde se han ocultado, cuya diligencias practicará U. fusilando a cuantos aprehenda. Igualmente fusilará á los alcaldes que hayan colectado gente para los bandidos, haciendo lo mismo con los demás vecinos que han contribuido con estos auxilios ú otros con el mismo objeto.”

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