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toria. Bien sabe V. E. las vicisitudes de las cosas humanas, y este suceso es una prueba bien convincente de lo poco que debemos contar con ellas. Como la derrota no fué durante una acción sinó efecto de una voz vaga que á consecuencia de la del día anterior, se esparció desde media noche entre todas las tropas, no me fué posible contenerlas y tuve bastante firmeza para resolver á quedarme solo, y pasar á tratar personalmente á V. E. después de presentarme á este señor General. Así lo he verificado; pero dicho señor no tiene por conveniente permitirme pasar á esa sin especial orden de V. E. y me mantiene en una pieza con toda la custodia conveniente, tratándome en lo demás con la mayor atención y permitiéndome que ponga á V. E. este oficio. -Ni el lugar en que me hallo ni el medio de un oficio permiten el desarrollar ideas de mucha extensión, como lo pide la naturaleza del tiempo y del asunto que me había propuesto tratar, y así me limitaré á lo más preciso y urgente. V. E. sabe, como sabe todo el mundo la conducta que he guardado en el Gobierno de Santafé, y á pesar de su naturaleza á ninguno se ha perseguido violentamente por sus operaciones, como se ha hecho en otras partes, sinó que antes bien ha sido el asilo de todos cuantos se han visto atropellados en otras provincias; sabe también la consideración y especie de entusiasmo que aun por los que opinaban contra el nuevo sistema había siempre, porque yo me mantuviese á la frente del Gobierno por la seguridad que gozaban sus personas y bienes; y sabe finalmente, los recursos que la capital del Reino ofrece, no sólo para rehacer la expedición, sinó para formar otra nueva

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jo estos supuestos, mi idea ha sido proponer á V. E. una suspensión de armas y hostilidades por una y otra parte, interin tratábamos más á fondo sobre el asunto principal; pero para esto preciso, á lo menos, que mi persona no aparezca con el aspecto de un hombre á quien se fuerza hacer las cosas; sinó que esté de modo que pueda tener fuerza mifirma y se cumpla con lo que estipulemos; mucho más cuando yo he preferido el sacrificio de quedarme y presentarme con este objeto, al de haberme retirado con el resto de mi ejército, comprometiéndolos en cierto modo estando acá, lo que no sucedería si me hubiera marchado. Este grande sacrificio que sólo Dios conoce su mérito y valor, puede producir, Excmo. Señor, muchos bienes ó muchos males, según se le maneje. Convenida una suspensión de hostilidades por tanto tiempo y hasta tal lugar, y trasladado yo [con las precauciones que se quiera] al lado de V. E., estoy seguro que nuestra entrevista producirá efectos quizá mayores de los que ahora se pueden preveer; pero manejado por la inversa, todo el entusiasmo que se tiene por mi persona se va á convertir en rabia y furor, y los inocentes españoles que en sólo la ciudad suben de 180, con más de dos millones de efectivos de caudal, van á ser las primeras víc, timas, y la señal de una guerra más cruel y más bárbara que la que se ha hecho en el Norte. Las. grandes cosas; Sr. Presidente, piden grandes medios, y cuando se trata de ellas es preciso sobreponerse; asimismo deponer todo recelo, todo resentimiento y las rutinas qne en el orden ordinario son necesarias. Sé la situación en que ha es

tado esa Provincia, y sería el más estúpido de los hombres si derrotado mi ejército, solo y tratan do de concurrir de algún modo á la tranquilidad general, fuera capaz de dar el menor paso que pueda turbarla, y así yo mismo exijo para el sosiego de V. E. y mi seguridad que se me traslade con un par de oficiales de toda confianza de este Sr. General y la escolta que crea conveniente. Después, V.E. viéndome y tratándome más de cerca, hará el juicio y la confianza que crea que merezco. Una de las cosas que me parece también de suma importancia para atajar males que después no se podrán remediar, es la de que yo aquí, á la vista del Sr. Aimerich, ponga un oficio al Gobierno de Santafé, dándole razón del estado en que me hallo, de mi presentación y su objeto[*].—Si V.E., olvidando cualquiera especie an

[*] NOTA.-Parece que el General Montes convino con lo propuesto por el General Nariño, según los términos de los oficios de aquel, y dicen así: << Quito, y Junio 25 de 1814.-Con presencia del oficio sumamente reservado que acabo de recibir, y en la inteligencia de cuanto anteriormente me ha expresado en la materia, y sobre la idea de pacificar el Reino y medidas que podían tomarse por medio del Mariscal de campo don Melchor Aimerich, expresé á U. mi modo de pensar y cuanto me parecía convenir - Yo no tengo otro interés que el de la humanidad, y en esta inteligencia si á U. le pareciese dar el paso indicado en favor de ella, podrá hacerlo con el Congreso, como con el Presidente de Cundinamarca, Alvarez, el que si atiende á su verdadeo interés, al de U. y al de todo el Reino, verá

terior de disgusto, se apodera de una crisis favorable en la importancia del momento presente, verá que se nos abre un campo feliz. El suceso del 1 al amanecer no es de los comunes en la historia de los siglos. Un ejército bien organizado, bien provisto de municiones, siempre contento y adelantando su camino que ganaba palmo á palmo y á toda costa, después de haber sufrido todas las penalidades de un viaje de tantos meses; desaparece en el instante que va á coger el fruto de sus fatigas. Es preciso confesar que un De creto de la divina Providencia ha intervenido en tan repentino trastorno de que ya supongo á V. E. impuesto], y que si se quiere hacer un abuso de él, la misma mano que abate á los unos puede abatir á los otros. Es llegada la hora, á mi ver, de que á lo menos en todo este cañón se establezca alguna tranquilidad con utildad recíproca, si las consecuencias se manejan con la prudencia de que V. E. se halla felizmente

que el único recurso que resta á las provincias disidentes á la frente de los triunfos nacionales en la Península y en el Perú, es el que les he propuesto, pues la esperanza de que el tirano vuelva á subyugar la España se halla concluida, después que la coalición del norte de Europa obra ya en Fontanibleau, á catorce leguas de París. U. reflexione sobre esto que no tiene duda, é inflera lo que debe hacer para salvar, si puede el Reino de Santa Fé». En el de 6 de Setiembre le dice: «Incluyo á U. dos pliegos que bajo mi cubierta abiertos contienen el fruto de las proposiciones hechas por U. á los Gobiernos de Santa

adornado.-Dios Nuestro Sr. guarde á V. E. muchos años.--Pasto y Mayo 17 de 1811.- Excmo. Sr. Antonio Nariño.

No 14.

REPRESENTACION

QUE LOS PADRES DE FAMILIA DIRIGIERON A SU AYUNTAMIENTO.

Hasta hoy hemos dado ante toda la América las pruebas más relevantes de nuestro amor por el orden, sosteniendo con todos nuestros esfuerzos al Gobierno constituido provisionalmente en el Estatuto extraordinario que promulgaron nuestros representantes. V. E. ha oido el voto libre de esta capital por su incorporación á la República de Colombia en el Cabildo de 31 de Agosto de 1821, á que concurrió invitado el jefe de la División del Sur, según lo expresa el acta de

Fé y Tunja, de resultas de nuestras contestaciones oficiales, con el objeto de poner el detén en una guerra destructora . Es preciso para decidirse no olvidar el estado presente de Europa, y que la España evacuada enteramente, con su Rey en el trono, y en todo el lleno de su energía, es preciso que convierta sus respetables columnas á los países disidentes de América, y_entonces ¿con qué contaría el Congreso de Tunja, y cuáles podrán ser sus recursos aislado y haIlándose en posesión pacífica la Península desde Pasto al Tucumán? Reflexione U. sobre este punto, y ambos tratemos de obrar de un modo que al mismo tiempo que resulte el mayor beneficio á la humanidad, tengamos la gloria de haber fijado la época de la concordia y la paz».

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