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ta de una victoria espléndida i gloriosa, i tenido por paradero un desairado fin.

El llamamiento al ministerio de hacienda al granadino señor Juan Garcia del Rio, conocido i merecidamente bien reputado por su oratoria e instruccion variada, tanto como por su orgullo i opiniones monárquicas cuando la fantasia de algunos desconfiados del sistema republicano les llevó al delirio de querer cambiar el de Colombia. El nombramiento habia tenido lugar el 10 de noviembre.

Tras este cúmulo de causas en que se ve confundido lo mezquino i liviano con lo de peso, lo justo con lo injusto, lo de interes público con lo particular, asomaba el mal deseo de oponerse a los gobernantes, maligna propension de todos los pueblos contra todos los gobiernos i, de ordinario, por ambicion o aspiraciones. El oposicionista sabe que es simpático para los pueblos i acariciado por ellos, porque piensan estos, algunas veces engañándose, que aquel es el defensor de sus derechos i libertad, cuando acaso, tambien algunas veces, solo lleva por delante sus particulares intereses. El oposicionista, sin mas que serlo, se tiene por patriota él mismo, i por tal le miran los pueblos; i el emplea do, por libre e independiente que sea, es visto como servil, cuando no esclavo. El ser oposicionista, entre nosotros, constituye un título seductor que alienta aun a los mas pacatos a inscribirse en el rejistro de los descontentos; el ser empleado un borron que le amancilla i tal vez, hasta deshonra.

Verdad es que el gobierno, tras haberse organizado sobre malos cimientos, no tenia principios ni sistema que hiciera conocer a los pueblos los medios que pensaba emplear para el progreso de la nacion; i esta falta, sin embargo, mas que del go

bierno, era del tiempo i de las circunstancias. Apénas llevábamos dos años de existencia política, i aun estos dos años sin sosiego, cuando se queria que ya fuésemos mas de lo que habíamos sido, como si un pueblo, por demas pobre i escaso de hombres públicos, pudiera levantarse de improviso i

tomar vuelo.

Si todo esto es cierto, eso sí, tambien es cierto el Ecuador andaba todavia sin pabellon proque piamente nacional. Los militares estranjeros, acostumbrados desde 1822 a deprimir i ultrajar a nuestros pueblos, continuaban entónces mas altivos con la ocupacion de los mas de los destinos públicos i el amparo del gobierno; i los pueblos, ya hastiados con el despotismo militar, comprendieron que el nuevo estado con que se constituyeran en 1830 no habia mejorado en un ápice su condicion anterior. Sobrábales, por tal causa, razon para su descontento, i era natural que apreciasen entusiastas a quienes pensaban hacerse de ese pabellon, i aun acudieron a las vias de hecho si de otro modo no podian conquistarle.

XI.

Los trabajos lejislativos de mayor importancia en 1832 fueron: la reforma de la lei orgánica judicial i dos adicionales a la misma: la lei que autorizó abrir acequias i llevar aguas por heredades ajenas, previa indemnizacion de perjuicios; lei oportuna i bien consultada con que los campos de mal aspecto cambiaron de perspectiva, i tomó alientos la agricultura: una adicional a la de elecciones que reparó algunos de sus vacios: otra a la de procedimiento civil: el decreto que estableció un Visitador

de cuantas oficinas de hacienda habia en el Estado: la resolucion de que las juntas de este ramo se arreglen a la antigua Ordenanza de intendentes; i la lei que determina las formalidades que deben observarse en los juicios de acusacion contra los ministros de Estado, i las penas que eran de imponerse. Como habia sucedido en los dos congresos anteriores, i como sucederá miéntras no cambiemos nuestro carácter perezoso, no faltó el decreto de autorizacion al poder ejecutivo para que arreglase la administracion de las rentas públicas; decreto ya de rutina i, a veces, de confianza peligrosa que puede venir en daño de la nacion.

CAPITULO III.

La sociedad del Quiteño libre.-Rocafuerte i sus antecedentes.-Periódicos.-Separacion del ministro Valdivieso.-El congreso de 1833.-Facultades extraordina rias.--Arresto i destierro de los patriotas.-Destitucion de los diputados Rocafuerte i Carrion.-Revolucion del 12 de octubre.-Jefetura suprema de Rocafuerte.-El 19 de octubre.-Campaña de Guayaquil i rendicion de esta plaza.-Trabajos lejislativos del congreso de 1833.

I.

La guerra doméstica, la peor de las guerras que aflijen a la humanidad, guerra que, castigando de muerte a los vencidos, no da gloria ninguna al vencedor, que divide a las provincias, pueblos i familias enjendrando enconos duraderos; llegó a surjir en 1833 colérica, vengativa, inclemente por demas. Aquel sordo descontento, mas bien dicho, aquel airado enojo contra el gobierno, contenido a malas penas en el año anterior, comenzó a darse a conocer sin escrúpulo, i llegó a deslindarse de claro en claro el partido ministerial del oposicionista.

Hallábanse las pasionas exaltadas, los ánimos

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