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ronel Jiménez en Bogotá, habia llegado a Guayaquil por el mes de noviembre. Venia desde Cartajena por el ismo, i venia, segun se descubrió despues, con el objeto de segundar en el sur de Colombia el grito de rebelion dado en el centro.

Habia acantonados, en la plaza de Guayaquil, el batallon Jirardot, i en la de Zamborondon el Cauca i el escuadron Cedeño. Urdaneta, a quien conocen ya los lectores desde el grito del 9 de octubre, no era hombre de insinuacion ni de influencia, cuanto mas de buena fama, i, ántes por el contrario, teníasele por soldado de mala índole i hasta corrompido; i con todo, sin mas que hablar con los jefes i oficiales de aquellos cuerpos a nombre del Libertador i de la integridad de Colombia, logró seducirlos al momento. Jefes i oficiales, perdidamente enamorados de Bolívar i del antiguo órden de gobierno, se vieron i concertaron de la manera mas uniforme, i sin ningun otro exámen de las circunstancias ni estado de las cosas, dieron el 28 de dicho noviembre el grito de insurreccion contra las instituciones que acababan de jurar. Forjaron luego una acta infundada, desconocieron el nuevo gobierno, i proclamaron al Libertador en los propios términos que lo habian hecho los departamentos del centro.

Poco despues, [2 de diciembre] la guarnicion de Cuenca, compuesta del batallon Carabobo i escuadron Húsares, siguió el mal ejemplo de los de Guayaquil, i sucesivamente las milicias de las otras poblaciones de estos dos departamentos.

Tan mal recibida fué esta insurreccion que, sin embargo de hallarse presente el jeneral Urdaneta en Guayaquil, i haberse uniformado completamente en el departamento del Azuai, las autoridades i

vecinos de aquella plaza no dieron su acta de insurreccion sino el 14 de diciembre, i fueron mui pocos los que la suscribieron. La escuadrilla misma no celebró la suya sino despues de haberse prendido al comandante de ella, capitan de navio Leonardo Stag, i a otros varios oficiales. Como era bien natural, ni la primera ni la de la escuadrilla se diferenciaron en cosa ninguna de la militar, i el jeneral Urdaneta quedó provisionalmente encargado del gobierno hasta que lo dispusiera de otro modo el Libertador.

En Guayaquil, en Cuenca i en las demas poblaciones obligadas a dar eco a la voz de los cuarteles, se juró la constitucion sancionada en Bogotá por el último congreso de Colombia, i aun se posesionaron de sus destinos algunas personas que habian recibido los nombramientos del gobierno que ya no existia.

Cuando ocurrieron estos sucesos desgraciados, el jeneral Flóres se hallaba en Pasto organizando los cuerpos que habia acantonados en esta plaza para sostener las manifestaciones de incorporacion al Estado que habian hecho acordemente todos los pueblos del departamento del Cauca, unos de un modo llano i absoluto, i otros de una manera precaria o condicional, hasta que cesasen los disturbios del centro. El doctor Fernández Salvador, encargado del poder ejecutivo, como presidente del congreso, fué, por la ausencia del jeneral Flóres, quien tuvo que pasar por el dolor de ver alteradas las instituciones de la patria, i desconocida su autoridad. Pocos dias despues aun tuvo que amargarlo mas, al ver que en la noche del 9 de diciembre se insurrec cionó tambien el tercer escuadron de Granadéros, acantonado en Quito, cuyos jefes i oficiales acepta

ron en todas sus partes los términos del acta de Guayaquil.

Esta insurreccion fué promovida por el coronel Sebastian Ureña, primer jefe del citado cuerpo, i a influjo de los jenerales Sáenz, Aguirre i Barriga, amigos i apasionados del Libertador. Dado el grito de insurreccion, depusieron a las autoridades, i, prendiendo al coronel Váscones que hacia de comandante jeneral, le obligaron a que entregase el cuartel de artilleria, guardado por algunos milicianos. Era de creerse que con este acontecimiento desapareceria del todo la reciente organizacion de nuestro gobierno, cuando por un bien meditado i atrevido ardid que idearon el jeneral Matheu, el mismo jeneral Barriga i el coronel Váscones, a quien se habia puesto ya en libertad, se logró prender al coronel Ureña en casa del segundo, i a otro Ureña, sarjento mayor, en casa del último, i que el cuerpo rebelde, en cuyo cuartel se presentó Váscones, contando con el segundo jefe, comandante Casanova, volviese a la obediencia, i celebrase el dia 11 una contra acta. Barriga i Casanova haciendo i deshaciendo cuanto se les antojó en el trascurso de cincuenta horas, obraron con turbulenta destreza.

El presidente del Estado estuvo de vuelta a la capital el 17, i se ocupó desde entónces activamente en desconcertar la campaña emprendida ya por el jeneral Urdaneta, cuyas fuerzas estaban en camino para Quito. La opinion pública de todo el departamento del Ecuador se declaró abierta i ardorosamente por la causa de la patria, i el jeneral Flóres obtuvo de los pueblos cuanta cooperacion demandaban tan apuradas circunstancias. Pero nada de esto era bastante, cuando las fuerzas mate

riales del gobierno consistian apénas en cuatro compañías del batallon Várgas, en los escuadrones segundo i tercero de Granadéros, en el batallon Quito, que estaba recientemente en camino desde Pasto para acá, i en algunas partidas de milicianos. Arduo por demas era, por consiguiente, pensar, no en vencer, mas en solo contener con tan pocas tropas a los dos mil veteranos, flor del ejército colombiano, a cuya cabeza venia Urdaneta.

Los conflictos subieron de punto con la sublevacion del segundo escuadron de Granadéros, ocurrida en Ibarra el 24, a influjo de su propio jefe, coronel Manuel Maria Franco, quien, como los Ureñas, hizo que se victorease la causa proclamada en Guayaquil.

Al saber el jeneral Flóres que este cuerpo rebelde se habia movido ya de Ibarra, con la intencion de proporcionarse un camino por la cordillera oriental, e incorporarse con el ejército de Urdaneta, salió al punto para el norte hasta Guaillabamba con el fin de oponerse a tal intento. El escuadron, que traia a retaguardia el batallon Quito i venia como picando sus espaldas, habia avanzado ya por otros caminos hasta el Quinche, i Flóres mandó entonces situar, a órdenes del comandante Zubiría, las compañías del Vargas en la quebrada Huapal, en Píntac. La ventajosa posicion que ocupó Zubiria, la sorpresa que recibió Franco al dar con esas tropas en un punto que no temia encontrarlas, i la destreza i serenidad con que maniobraron estas, obligaron al escuadron a rendirse sin resistencia, i el gobierno, a lo ménos por entónces, dulcificó sus amarguras.

El escuadron fué incorporado al batallon Quito que, entre tanto, habia llegado ya a la capital, i el jeneral Flóres pudo entónces destacar dos cuerpos

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a Latacunga, no con la resolucion de que fueran a combatir, sino a lo mas con el fin de retrazar los avances del enemigo, i tomar así tiempo para robustecer sus filas, poner el departamento en mejor estado de defensa, i dando tiempo al tiempo, vencerle por medio del engaño i las intrigas que sujieren la guerra i la política.

El jeneral Urdaneta habia precipitado la salida de Guayaquil por librarse de la temporada de aguas que se acercaba [*], i habia ademas incorporado ya las fuerzas de esta plaza con la que traia desde Loja i Cuenca el coronel Anzóategui. El ejército enemigo ocupó a Riobamba en los primeros dias del enero de 1831.

El jeneral Flóres, demasiado conocedor del poco talento i carácter flojo de Urdaneta, i demasiado astuto i entendido para saber emplear las maquinaciones a tiempo, le dirijió de comisionado al doctor Joaquin Pareja con el fin de que fuera a proponerle medidas de pacificacion, puesto que no podian conceptuarse encontrados los intereses que de seguro iban a obligarlos a entrar en guerra fratricida. La tentativa no surtió de cierto buenos resultados; pero a lo ménos se suspendieron los movimientos por algunos dias, i el tiempo era para Flóres el mejor elemento con que contaba. Urdaneta las dió por haber penetrado los fines de su

(*) En las vísperas de su salida, 23 de diciembre, hubo un incendio que devoró noventa casas. Es lengua que fué ordenado por el mismo Urdaneta, en venganza de que sus habitantes no le dieron sino una parte de los 50,000$ que les habia pedido para emprender la campaña; í si recordamos el incendio de Saraguro, i la mala índole i beodez de Urdaneta, no hai dificultad para creer que el de Guayaquil fué tambien obra suya..

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