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bierno los trasportes necesarios a los jefes, oficiales i soldados que voluntariamente quisiesen volverse a sus hogares, o partir a la tierra que mas les acomodase, previos los ajustamientos i pago de sus haberes, como lo permitieran las circunstancias del erario: 6a si ántes de ponerse en camino la comision a que se refiere el art. 4o, o durante el viaje de ella, se supiese o se conociere oficialmente lo que se deseaba saber i conocer, debia al punto llevarse a ejecucion lo arreglado por los arts. 4o i 5o: 7a los mismos comisionados debian interponer su mediacion con las autoridades del Cauca, a fin de que cesasen las hostilidades en que todavia se mantenian sus pueblos, i arreglasen las diferencias de una manera amistosa: Sa durante la incertidumbre de las noticias que iban a adquirirse, no podian darse ascensos, fuera de lo que demandase una justicia rigorosa, ni aumentarse las plazas de los ejércitos, debiendo aun disolverse las partidas volantes que se habian organizado: 9a desde el instante de ratificados estos arreglos se abririan el comercio i la correspondencia en el Estado: 10a, en fin, cuantos militares i paisanos se hallaban presos o detenidos por cualesquiera de las partes contratantes, debian ponerse en libertad, i las autoridades franquearles los pasaportes, si los pedian; i nadie en adelante podia ser molestado por sus pasadas opiniones políticas. Las dos últimas capitulaciones son relativas al cumplimiento de ellas, cuya seguridad se dió con el canje de dos jefes que nombraron los contratantes para que vijilasen la puntual observancia de ellas. Concluidas el dia 9, se ratificaron por el presidente en Machachi el mismo dia; i por el jeneral Urdaneta el 11 en Latacunga.

En este mismo dia celebraron otro arreglo adi

cional, reducido a la indemnizacion de que trata el art. 3o, por el cual solo debia ella estenderse a los gastos hechos en Latacunga: a que los pueblos del Ecuador reconocerian a Bolívar, en el caso condicionado, como a jefe supremo, i jurarian la constitucion sancionada en Bogotá: a que, en el del art. 5o, las del ejército de Urdaneta no reconocerian sino los que quisiesen la constitucion i leyes del Estado, quedando sí comprometidos a respetarlas durante su permanencia en el territorio: a que si se traslujeren ántes las noticias a que se refiere el art. 6, se pondrian inmediatamente en conocimiento de los jefes canjeados para que estos las participasen al suyo; i a que se afianzaba la inviolabilidad de la correspondencia i el tráfico seguro de las carreras i del comercio.

Tal fué el paradero de esta ruidosa campaña del jeneral Urdaneta, cuyos resultados, a llevarse ella adelante, habrian tal vez sido funestos para nuestras instituciones recientemente establecidas; porque de cierto, atendiendo al número i excelente calidad de las fuerzas de Urdaneta, el triunfo pudo haber sido suyo i entónces habrian tambien continuado los conflictos de Nueva Granada mas i mas apurados.

V.

No bien acababan de ratificarse los tratados, cuando llegó la noticia oficial i auténtica de la muerte de Bolívar. Para Urdaneta fué un golpe fatal, i a juzgarse por los documentos que le fueron interceptados, no pudo ser mayor su arrepentimien

to

por los arreglos que habia hecho; i mas cuando a consecuencia de estos, casi todos los jefes i oficiales de su ejército habian quedado sumamente disgustados, i las tropas comenzado a desmoralizarse desde que se les dió la órden de moverse en retirada.

Al traslucirse la muerte del Libertador en Guayaquil, a donde habia llegado la noticia de ella antes que a Quito, se reunieron espontáneamente los padres de familia, i acordaron i proclamaron, por acta de 13 de febrero, el restablecimiento del réjimen constitucional del Estado. Precisamente en los instantes en que se hallaban deliberando acerca de tan importante asunto, se les presentó una copia de los preliminares ajustados con Urdaneta, i como estos fueron mal vistos i recibidos por algunos de sus conmilitones residentes en la plaza, se aprovecharon los buenos ciudadanos de tales impresiones, i consiguieron que aun la misma guarnicion acojiese tambien gustosa el acuerdo de ellos. El vice-presidente Olmedo, que tambien se hallaba en la ciudad, se puso a la cabeza del gobierno, i dictó las providencias mas convenientes para conservar el órden i seguridad del departamento. Una vez hecha tal proclamacion en Guayaquil, era ya casi seguro que Urdaneta iba de vencida, i que en breve quedaria rendido.

Efectivamente la contra-revolucion que acababa de verificarse en Guayaquil fué recibida en Cuenca con entusiasmo, i tambien aquí se proclamó el restablecimiento del órden constitucional. Cierto que este suceso no podia aun dar fin a la guerra, miéntras el jeneral intruso fuera dueño de tantas i tan buenas tropas; mas los acontecimientos ocurridos en Chunchi i en Biblian fueron para él mortales, i

desde entónces ya no hubo cosa que temerse. El batallon Cauca i la columna de Jirardot, atrasados en la marcha que hacian para Cuenca, prendieron el 19 de marzo al coronel Melo, i a otros jefes i oficiales, proclamaron en la primera de esas parroquias el órden constitucional i replegaron inmediatamente para Alausí a presentarse al presidente, jeneral en jefe, cuyo cuartel jeneral ya lo tenia entónces en Riobamba. El cuarto escuadron de Húsares, sabido o no lo obrado en Chunchi, hizo lo mismo en Biblian el dia 22, i de seguida se vino tambien con iguales fines a Riobamba.

El batallon Carabobo, único de los cuerpos de infanteria que habia entrado ya en Cuenca, se decidió al cabo por seguir el ejemplo de los anteriores; i aunque el escuadron Cedeño trató de oponerse a la contra-revolucion, fué en vano i, por el contrario, quedó rendido él mismo. Dos compañias del citado batallon maniobraron con maestría singular una rápida operacion, con la cual no pudieron dar paso provechoso los de a caballo, i fueron todos prendidos i desarmados, quedando entónces del todo debelada la mala causa de Urdaneta. Verdad es que los comandantes Petí, Guerrero i Peraza, distinguidos aun entre los malos por sus inmoralidades i ferocidad, pretendieron, impios, conservar levantadas las armas contra la patria que no era de ellos; pero bien pronto quedaron abandonados i oscurecidos.

En cuanto al jeneral Urdaneta, su posicion vino a ser de las mas vergonzosas i desesperadas; pues tuvo que sufrir reconvenciones acres i aun insultos de sus mismos subalternos i lo que es mas, aceptar la proteccion de una escolta que jenerosamente le dispensó el jeneral Flóres para que pudiera viajar

por los pueblos con seguridad hasta embarcarse i salir fuera del Ecuador. Harto bien merecia los rigores de la suerte, ya que no tuvo ni resolucion para combatir, ni palabra para cumplir los arreglos celebrados; pues manifestó, apénas hechos, vivos deseos de quebrantarlos, no esperando para esto sino el arribo de la Gracia del Guayas que aguardaba de Panamá, i que la Guayaquileña entrase a Guayaquil con el batallon Ayacucho o parte de él, como se lo habia ofrecido el jeneral Espinar.

Así lo demuestran las cartas, datadas en Ambato i Riobamba, i dirijidas a sus conmilitones i amigos de Guayaquil, ántes de saber el contenido del acta del 13 de febrero: "A mí me es mui fácil entretener a Flóres hasta esperar la "Gracia del Guáyas”, dice en una del 15 del citado mes, esto es, cuatro dias despues de ajustadas las capitulaciones.

"Cuando recibí su apreciable carta, fecha 12 del actual, ya habia destrozado mi corazon, hacia dos dias, la misma noticia (la de la muerte del Libertador), dice en otra del 19, i estábamos pensando en Colombia la pobre, en el jeneral Flóres el ambicioso, i en hacer una gran masa militar para formar un gobierno que lo rija la espada i corte de raiz estas guerras.... Ya habrá observado que cada artículo (de los tratados) nos ofrece arbitrios...... Veremos que efecto obra en Flóres la vista de esas cartas (las que vinieron dirijidas a este desde Cartajena) que ya le he remitido, i mi comunicacion en que le ofrezco la presidencia de la república (la de Colombia) haciéndole ver sus peligros, i que me he de llevar hasta los clavos viejos para hacerle la gurra por el Cauca i el Pacífico.... Anzoátegui marchó ayer para Cuenca a preparar todo lo que debemos llevarnos, i esplorar la voluntad de esos habitantes

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