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sobre si debemos marchar... Ya dije a Lecumberri cuanto tenia que hacer Ud. por allá en órden a lo mismo."

En otra carta del 21 dice: "El ejército se halla con mejor resolucion que antes para marchar contra don Juan José, pues el soldado atribuye a sus traiciones la muerte del Libertador; haga, pues, todo empeño para que vuele la parte de Jirardot que le tengo pedida, como la de Cedeño, porque es imposible que Flóres cumpla por su parte el tratado, i no ha de perdonar arbitrio para reducir i embrollar el tiempo. Yo no necesito mas que el necesario en que debo reunirme con ese ausilio para marchar de frente; pues, entre tanto, Murgueitio o Garcia le habrán llamado la atencion por Pasto, i esto me basta para autorizar un rompimiento, lo mismo que sucederá; pues los vecinos de esta provincia (la del Chimborazo) me han protestado llegarán a embarazar mi regreso, caso que Flóres tuviera con que pagar el haber del ejército; i ademas me parece que igual oposicion deben manifestar nuestros amigos de Guayaquil i Azuai, i por supuesto no abandonaré, por que este fué uno de los recursos que yo tuve presente para adoptar, en caso que el Libertador nos faltara..... Tambien es mui interesante que por la Buenaventura se le dirija al jeneral Murgueitio la que le acompaño, pues en ella le hablo sobre el mismo ejército, i de la necesidad que tenemos en que marche sin demora sobre Pasto, sin hacer caso del artículo del tratado de paz, relativo a sus operaciones..... Jeneralmente dice toda la tropa que los ecuatorianos son la causa de la muerte del Libertador, i están locos por vengarla." Propension es de todo caudillo alentar a sus parciales con cualquier jénero de invenciones; mas la

de atribuir a los ecuatorianos la muerte de Bolívar, i atribuirla Urdaneta a nombre de sus tropas, sobre ser torpe como desmentida por los actos públicos con que le habian proclamado e invitádole a que viniese a morar entre nosotros, no podia surtir efecto ninguno ni en sus corresponsales ni en los capitanes de su ejército.

En fin, Urdaneta detenido en Puná, juntamente con otros de sus compañeros, hasta hacerse a la vela i salir en busca de mejor fortuna, tuvo que presenciar la ejecucion de la sentencia de muerte pronunciada contra el coronel Manuel Leon (ya diremos por qué), uno de sus partidarios, i salir del Ecuador por el mes de mayo con rumbo para Panamá. Alla fué a tomar parte en la resistencia que aun oponia el coronel Alzuru, conocido por su mala reputacion, i con tal motivo, despues de la derrota que padecieron merecidamente, fueron ambos hechos prisioneros, i de seguida fusilados.

El jeneral Luis Urdaneta no tenia ninguna de las prendas militares que tanto distinguieron a su pariente el jeneral Rafael Urdaneta, i la mala suerte de aquel correspondió en todo a su mala conducta i cobardía.

El coronel Leon de quien hablamos, proscrito del Ecuador por haberse alzabo contra sus instituciones, se alzó tambien contra el capitan de la goleta Luna en que fué llevado para Panamá. Desembarcó en esta plaza, i a las veinte i cuatro horas volvió a embarcarse con el capitan Sotillo i otros en número de veinte i dos, i se vino con rumbo hácia las costas del Ecuador, por vengar los agravios que habia recibido, lavando sus pies (son sus propias palabras) en la sangre de este pueblo. Trató de saltar en Túmbes; mas habiéndose opuesto la au

toridad local de esta plaza, se trasportó en embarcaciones menores a Machala, donde comenzó a llevar a ejecucion sus malos propósitos primero con el espanto, luego con injurias, al fin con daños. Sin embargo de saber que ya estaban debeladas las fuerzas de Urdaneta casi en el todo, se empeñó en abirse paso por medio de los pueblos para incorporarse con ese jeneral que aun permanecia en Cuenca. El coronel Cestari, ausiliado de los vecinos de Machala, le prendió i desarmó, i llevado a Guayaquil se le sometió a juicio por los trámites de ordenanza, i fué condenado a pena capital. Con la formacion del proceso vinieron a ser descubiertos los sangrientos propósitos que traia contra los pueblos del Ecuador, i tal vez a esta causa, aun cuando el mismo consejo de guerra hizo las debidas recomendaciones para que se le conmutara la pena, no tuvieron cabida en el ánimo del gobierno, i murió siempre fusilado. El coronel Leon, eso sí, era uno de los distinguidos jefes de Colombia por su bravura en los combates: su cuerpo estaba lleno de cicatrices, i aun el rostro lo tenia tajado con las heridas que en Ayacucho recibiera.

Con la caida de Urdaneta se descartó nuestro pueblo de veinte i dos jefes (inclusos dos jenerales i ocho coroneles), de cuarenta i cuatro oficiales, i de quince individuos de las clases o tropa; siendo pocos los que merecieron que se sintiese por ellos. Entre estos debe hacerse especial mencion del jeneral Illingrot, uno de los mas honrados, apacibles i de buenas costumbres que vinieron a derramar su sangre por la independencia de Colombia. Sus entrañables afectos por el Libertador, bajo cuyo gobierno i amparo podian únicamente, en su decir, consolidarse las instituciones de su patria adopti

va, le envolvieron en la impopular i malhadada causa de Urdaneta, i tuvo que padecer persecuciones, i sufrir las malas consecuencias del destierro.

Pero si la nacion se descartó en buena hora de unos cuantos jefes i oficiales díscolos i atrevidos, quedaron siempre otros muchos, aparentemente rendidos i sumisos, o posando en nuestras playas o en sus inmediaciones, prontos i dispuestos a lanzarse en las revueltas, si no a escitar ellos mismos. todo jénero de contiendas para vivir a costa de los pueblos. I prescindiendo de los de esta clase, recibieron ascensos cuantos se habian mantenido fieles al gobierno i a la nacion, aunque en virtud de afectos de agradecimiento, quedó abrumada bajo el peso de tantas charreteras i bordados. Entre nosotros, databa desde el año de nueve la manía de pagar con ascensos, acciones que no pasan de ser propias del pundonor i deber militares.

VI.

Dijimos en el libro último que las ciudades de Pasto i Buenaventura, i mui luego Popayan misma, capital del departamento de Cauca, se habian incorporado al Estado del Ecuador. Sucesivamente habian seguido todos sus pueblos el ejemplo que dieron las capitales de provincia, sin otro desacuerdo, como anunciamos ántes, que el haberse declarado unos provisionalmente, miéntras durasen los disturbios del centro, i otros sin condicion ninguna.

El congreso del Ecuador, discurriendo i obrando con circunspeccion i lealtad, se habia limitado a declarar que el colejio de plenipotenciarios de los Estados de Colombia seria el que por la lei fundamental, fijase los lindes de los territorios.

El jeneral Flores, fuera por librar al Estado del contajio de la revolucion del centro, fuera que estuviese persuadido del derecho con que esos pueblos podian libremente incorporarse a los Estados del sur o centro, fuera como quieren sus enemigos, por pura ambicion o deseos de estender el territorio de la nacion que rejia; se apresuró a trasladar a Pasto dos cuerpos de infantería para que le resguardaran, i él mismo se fué poco despues con el fin de arreglar la provincia de ese nombre, i protejer las manifestaciones de su voluntad. Ya vimos cómo, sin embargo de esto, tuvo necesidad de sacar de tal ciudad el batallon Quito, con motivo de la insurreccion promovida por Urdaneta en Guayaquil.

Las actas de los pueblos del Cauca se habian celebrado desde ántes que se diera la declaratoria del 16 de noviembre por la asamblea de Buga, por la cual se reconoció al jeneral Rafael Urdaneta como encargado del mando provisional de Colombia, en los mismos términos que le reconocieron las de Bogotá i otras prvincias. I como, fuera de esto, no se la llevó adelante, sino que mas bien fué contradicha por el acta del 19 de diciembre, celebrada en Popayan, la capital del departamento, el jeneral Flóres ya no tuvo embarazo ninguno en espedir un decreto ejecutivo, declarando formalmente incorporados esos pueblos al Ecuader; i esos pueblos juraron la constitucion del Estado, i recibieron las autoridades que el presidente tuvo a bien nombrar.

El jeneral Urdaneta, como cabeza del gobierno que rejia en el centro, se dirijió oficialmente al jeneral Flóres pidiendo la devolucion de Pasto, cuya incorporacion al Ecuador era la única de que hasta entónces pudo tener conocimiento. Fundóse para tal demanda en la declaratoria de la asamblea de

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