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los soldados, dándose por satisfechos con tan miserable cantidad, i las raciones que oficiosamente les proporcionó el señor Polit, desocuparon la plaza a las diez i media.

Tomaron el camino del norte con direccion a la provincia de Imbabura, haciendo a la salida algunos tiros, bien que sin causar ninguna desgracia.

Con la salida de las compañías insurreccionadas quedaron libres el jeneral Whitte i los oficiales que habian sido presos. Whitte, soldado pundonoroso, tomó una partida de milicianos, i contando en mala hora con que seria respetado por haber sido jefe de los insurrectos mucho tiempo, salió en su persecucion el mismo dia con el objeto de reducirlos a la obediencia. Andando siempre tras los sublevados sin perderlos de vista, tuvo la imprudencia de adelantarse con el capitan Tamayo algunas cuadras mas del paso que llevaba su partida, i una emboscada puesta por los primeros los tomó i llevó presos hasta el puente de Guaillabamba. Allí fusilaron al jeneral, i Tamayo, que continuó preso, tuvo la buena suerte de fugar al dia siguiente.

Obra de temeraria imprudencia, mas bien que la desmoralizacion de los soldados, fué la muerte de Whitte, pues, como no era de esperarse, guardaron ellos en el tránsito cuanto órden i disciplina cabian en sus circunstancias. Para desgracia de los rebeldes, i segun acontece frecuentemente con las revueltas de los cuarteles, comenzaron a dispersarse aquí i allí, i de treinta que habian desertado hasta el dia 13 fueron aprehendidos cinco, de los cuales se fusilaron a cuatro, i se salvó al que salvó la vida del presidente en Santo Domingo. Es de creer que estos treinta eran soldados ecuatorianos,

que no quisieron dejar sus hogares por ir a mendigar en tierra estraña.

Bien pronto otra buena partida de milicianos i los escuadrones Primero i Segundo de granaderos que, hechos traer de otros lugares, entraron ya en Quito, siguieron tras los rebeldes; i fusilando a dos o tres aquí, asesinando a otros mas allá, o combatiendo mas léjos, cerraron i acabaron con todos en el puente de Cuaiquer, al entrar en las selvas de Barbacóas. El coronel Otamendi, comandante en jefe de las tropas del gobierno, llevó hasta la barbarie el cumplimiento de la comision, porque no perdonó a ninguno; i los últimos que se entregaron por una especie de capitulacion, incluso Arboleda, el cabecilla, fueron traidos para Quito, en donde los pasaron por las armas. Sacáronse hasta treinta i dos a la plaza de Santo Domingo, para que en un solo acto i al mando de una sola voz cayesen muertos a un tiempo. Merced a la compasion i je nerosidad de los señores Barba, Polit i otros, estando ya de rodillas para recibir los tiros, se redimieron seis de estos desgraciados, i se redimieron ¡por dinero!......... Tusa i Tulcan habian presenciado tambien los suplicios de ocho, diez o doce individuos por partida.

El jeneral Flóres, al dar cuenta de estos resultados al congreso, en su mensaje del 19 de noviembre, dijo: "Cuando la historia del Ecuador refiera que un cuerpo de tropas quebrantó las leyes de la obediencia i del honor militar, referirá tambien que la espada de la lei cayó sobre las cabezas de los cómplices en tan nefario crímen, i que ninguno de ellos sobrevivió al delito." La historia cumple como corresponde con su deber i con tan indiscreta recomendacion, i refiere que perecieron asesinados

o en el patíbulo a vuelta de trecientos veteranos de los fundadores de Colombia, Perú i Bolivia, porque ya no pudieron soportar mas tiempo el hambre i la desnudez,

X.

Dejamos ya referido cual fué la resolucion que dictó el congreso en punto a la incorporacion del Cauca. Digamos ahora lo que ocurrió en esta lejislatura, i demos cuenta de sus demas trabajos.

La sesion del 21 de setiembre fué bastante acalorada con motivo de haberse tratado en ella de la calificacion del diputado Martínez Palláres, nombrado por la provincia de Imbabura, sin embargo de ser el jefe del Estado mayor jeneral, como si dijéramos el ministro de la guerra. No podia, en efec to, ser mas repugnante su representacion, i como se hallaban en igual caso los diputados Valdivieso ministro de estado, José Maria Arteta, Nicolas Arteta, Ignacio Pareja i Liquerica, empleados unos en la alta corte de justicia, i otros, lo que era peor, en el consejo de estado; la discusion se estendió aun con respecto a la calificacion de estos. El ministro Valdivieso sostuvo acaloradamente su nombramiento de diputado, fundándose en que no habia prohibicion constitucional; i el diputado Tamaris discurrió en el mismo sentido. Pero los diputados Larrea, Valencia, Ramírez Fita i, sobre todo, Arteta (Pedro José), manifestaron la violacion de los principios mas comunes del derecho constitucional, i hasta de los principios de la libertad pública, ya que venia a minarse la independencia del poder lejislativo en las entrañas mismas de la cámara. Tan justas i convincentes fueron las razones aducidas, que el

congreso declaró por unanimidad que no podian ser diputados: el presidente i vice-presidente del Estado, quienes atendiendo solo al vacio de la constitucion, podian tambien haberlo sido legalmente: el ministro Secretario i el jefe de estado mayor jeneral: los miembros del consejo de estado; i los ministros de la corte suprema de justicia.

Hubo otra contienda suscitada por el diputado José Maria Santistevan, con la cual fatigó al congreso, en muchas de las sesiones, empeñándose en hacer revivir el grado de jeneral en jefe para dárselo al presidente, en recompensa, dijo, de los grandes servicios que acababa de prestar a la patria, librándola de la insurreccion de Urdaneta. Acaso la proposicion se conceptuará como de poco interes público para detenernos en referirla; mas esta clase de asuntos hace conocer a los hombres, i conocer tambien el estado de servilismo o independencia en que se encuentran los pueblos respecto del que los gobierna. La historia, al narrar las acciones que han constituido su objeto, ensalza o deprime a los actores sin adulacion ni odio, no tanto para hacerlos conocer, como para que sirvan de estímulo i ejemplo a los hombres que tras ellos se levantan.

El proyecto, aunque combatido por el diputado Tamaris, que se apoyó acertadamente en que el grado de jeneral en jefe era desconocido en la lejislacion militar del Ecuador, fué admitido a discusion. Tan ruidosa i censurada fué la proposicion del Sr. Santistevan, que este, cuando ya se trataba de ella en tercera discusion, dijo al terminar su largo discurso, que nunca pudo persuadirse de que su proyec to hubiese sido la causa del escándalo de los necios i del triunfo de los ingratos. Pero no fueron ni los necios ni los ingratos solamente, sino cuantos hom

bres estimaban el pundonor i dignidad de la nacion, los que lo desecharon como brote de simple adulacion. Levantáronse, al oir tan descomedido lenguaje, unos cuantos diputados, no ya contra el proyecto que se discutia como contra las virulentas frases del orador, a quien debió llamarse al órden, dijo uno, i pidió otro que se sentasen en el acta: "Hase creido, añadió el diputado Flor, que los que se oponian al proyecto eran unos necios e ingratos; pero este raciocinio no es exacto, porque los elojios dados al que dispone de las armas, i puede disponer de los empleos civiles, no prueban tampoco nada en su favor, cuando en iguales circunstancias tambien se habia elojiado a Tiberio. Mui al contrario, estoi persuadido que los que honraban verdaderamente al jeneral Flóres eran los del partido de la oposicion, porque esto probaba que en el tiempo de su mando habia una perfecta libertad i garantias, ya que cada individuo hablaba libremente i esponia sus opiniones sin restriccion." El resultado del proyecto en esta sesion fué que se decretase en favor del jeneral Flóres un premio cívico, debiendo presentarse el proyecto del decreto a discusion por la comision de guerra.

Presentado este, i admitidos a discusion los tres primeros artículos, tuvieron los diputados que hacer alto al tocar en el siguiente: "concebido en estos términos (dice el acta de 22 de octubre) de que en testimonio de la gratitud pública, el Estado adopta a su primer hijo Juan José Federico Flóres Jijon, i le señala desde el presente hasta que se emancipe mil pesos anuales en ausilio de su educacion." No fué dilatada, cuanto mas sostenida, esta segunda proposicion, porque mui apénas la combatieron los diputados Ramírez Fita i Larrea; mas

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