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el pago de una deuda cualquiera, pero una visita de cumplimiento ¿quién no la paga en el plazo improrogable de ocho días? Infeliz el que incurriera en semejante falta de exquisita educación: le morderían todas las bocas y le arañarían todas las uñas.

El buen trato de las gentes ha establecido esta comunicación oficial en que las familias, que viven en más estrecha intimidad y en más continua confianza, están obligadas á visitarse solemnemente, por puro cumplimiento, una vez á la semana.

¿Estais enfermo?. . . pues os matarán á visitas.

¿Os habeis muerto?. . . pues tendreis que recibirlas de cuerpo presente.

Hay mentiras agradables, hay ficciones encantadoras, y el secreto consiste en que la mentira no se descubra, y en que la ficción no se conozca.

Una mujer puede ser fea, indudablemente lo son muchas; pero si ha adquirido el secreto de parecer hermosa, lo será á los ojos de todos los que la vean; y si parece hechicera, ¿qué le importa no serlo?

Eso es una bella mentira, una apariencia deslumbradora, un engaño agradable; hay uno que finge y otro que cree; esto es corriente, es cosa admitida por toda la redondez de la sociedad.

Puede suceder más todavía, y es que dos se engañen mútuamente sin querer engañarse.

Este fenómeno del corazón humano es muy frecuente en el cariño; y por eso se oye tan á menudo decir á los hombres: ¡Qué ingrata!. . . Y á las mujeres: ¡Qué falso!... Es el triste momento del desengaño.

Son un hombre y una mujer que se amaban sin quererse. Pero en materia de cumplimientos no hay forma de engañarse; porque el cumplimiento es la fórmula convenida de un afecto ó de un interés que no se sienten.

En todo cumplimiento hay dos que se ríen misteriosamente; el que lo hace y el que lo recibe.

Cumplimiento es la manera fina, sobona, insoportable, pero corriente, que han encontrado las personas bien educadas

para burlarse unas de otras con pleno conocimiento de que se burlan.

Cumplimiento es la mentira selemnemente reconocida; la apariencia en cuyo secreto todos estamos; el engaño convenido; la única ficción en la cual ninguno creemos.

Es la comedia del buen trato en los pueblos donde apenas hay trato alguno.

Pues bien, la visita es el más cruel de los cumplimientos, porque es un martirio que hay que recibir, y lo que es más, que agradecer: más aún, que hay que pagar.

Las visitas de cumplimiento me aterran.

Me gusta la sociedad; me gusta la compañía; la conversación me encanta; pero, Dios mío, las visitas me angustian, precisamente porque no son sociedad, ni gente, ni compañía, ni conversación; no son más que cumplimientos: esto es, el fastidio.

JOSÉ SELGAS (Español).

LAS MUJERES Y LAS NOCHES

Nada sucede.

El calor que da vida á los reptiles y anima á los insectos, parece que ha helado los acontecimientos.

Este frío del verano es insoportable.

Las gentes se encuentran, se miran, se saludan y siguen su camino con triste indiferencia. No tienen nada que decirse.

Exceptuando al dinero, nada hay en la capital de la monarquía que inspire interés.

Pero hay en cambio dos cosas agradables: las mujeres y las noches.

Las mujeres de Madrid y las noches de verano se parecen en lo lijeras.

Se favorecen recíprocamente como si hubieran hecho un convenio mútuo.

De noche todas las mujeres son más hermosas. Entre mujeres todas las noches son más bellas.

La noche le dice al hombre: duerme; la mujer le dice: sueña.

La noche está llena de misterios y la mujer de secretos. La noche desaparece ante la luz del día, las mujeres ante la realidad.

Las unas lisonjean nuestra fantasía, las otras adulan nuestros sentidos.

Α1

Al través de este vidrio mágico que la noche pone delante de nuestros ojos, todo lo vemos distinto de como es. que mire por los ojos de una mujer le sucederá lo mismo. La noche nos quita la luz y las mujeres nos ciegan. Nada más terrible que una noche de insomnio; nada más cruel que una mujer que no nos deje soñar.

Las estrellas centellean en el cielo como las miradas en los ojos de una mujer hermosa.

Así como vulgarmente se dice: de noche todos los gatos son pardos, se puede decir: delante de las mujeres todos los hombres son lo mismo.

La belleza de la noche consiste en el velo misterioso que la cubre; lo más hermoso de una mujer es el pudor en que se oculta.

Todavía se pueden encontrar semejanzas más bellas.

La noche derrama sobre nosotros el bálsamo que reanima nuestras fuerzas, la mujer vierte en nuestro espíritu el sentimiento que vivifica nuestro corazón.

La una nos dice: vive; la otra nos dice: ama.

La noche empuja al hombre hácia su casa, la mujer lo atrae al seno de la familia.

Noches apacibles y mujeres encantadoras, vosotras sois las más bellas oscuridades de la vida; sois como la sombra á donde nos cita nuestro pensamiento.

Pero sigamos el hilo de estas observaciones.

Las noches se dividen en claras y oscuras, lo mismo que las mujeres se dividen en blancas y morenas.

La noche se vé en todas partes, lo mismo que á la mujer á quien se quiere.

Nos envuelve la noche poco á poco, lo mismo que la mujer que nos ama.

La noche es la sombra del cielo; la mujer es la sombra de nuestra alma.

¿Quereis un retrato fiel de la noche? pues cerrad los balcones, las puertas y las ventanas, y la noche se levantará en medio de vuestro aposento.

¿Quereis un retrato fiel de la mujer que amais? Cerrad los ojos y la vereis dibujarse perfectamente en el fondo de vuestro corazón.

La noche nos rodea de sombras para que solo podamos verla á ella; la mujer nos rodea de ilusiones para que no podamos ver á otra.

Los ojos se abisman en las tinieblas de la noche, como el corazón en la ternura de una mujer querida.

Las noches cubren de rocío la tierra por donde pasan, y las mujeres llenan de lágrimas el camino de su vida.

La noche es la mitad del día, como la mujer es la mitad del hombre.

Si no hubiera noches, el hombre viviría sin estrellas; y si no hubiera mujeres, ¿cuál sería la estrella del hombre?

El encanto de la noche consiste en su misterio; el de la mujer en su recato.

Tal es la mujer vista á la luz de la noche.

De día ya es otra cosa.

Así como de noche es toda poesía, de día es toda prosa. Semejante á la magnolia, recoje pudorosamente sus hojas y su perfume á los primeros rayos del sol. Se puede decir que pierde su esencia.

Vedla descender del cielo á la tierra.

Aquel sér tan ideal se convierte en un sér positivo.

Disputará un real hasta el último momento. Todo lo que ve es caro; pero lo que le gusta es mucho más caro todavía.

Una mujer se perdona á menudo el ser engañada por un hombre; pero jamás se perdona el haber sido engañada por un comerciante.

La mayor tontería que hace un hombre para una mujer, es comprar una cosa cara, ó mejor dicho, no comprarla muy barata.

Una conversación entre mujeres, es siempre de mujeres. Se cuentan los vestidos con exactitud maravillosa.

Detrás de la moda se las puede llevar hasta el fin del mundo. El rival más terrible que llega á tener un hombre es un aderezo de brillantes, una falda de encaje ó un chal de cachemira.

Rara es la mujer que se pierde que no se la pueda encontrar bajo los pliegues fastuosos de un traje de última moda. Por regla general, les gusta más ser admiradas que queridas.

He observado que las mujeres que más miran son las que tienen los ojos más hermosos.

Una mujer para reirse mucho, no es necesario que esté alegre; basta que tenga una boca graciosa y unos dientes perfectos.

Su constitución es la belleza, sus principios el matrimonio, su política es profundamente práctica: casi siempre aceptan los mejores partidos.

Á todas las mujeres les gusta un hombre generoso y desprendido hasta que se casan con él.

La mujer es el ministro de hacienda de una casa, y el hombre no es más que el contribuyente.

Observad bien que á todo lo que los hombres llaman grandes hechos, las mujeres llaman simplemente locuras.

Para ellas el juego tiene dos puntos de vista. Si el hombre jugador pierde, el juego es un vicio; si gana, no es más que una falta.

Las mujeres tienen diferentes habilidades.

Unas hacen flores.

Otras hacen dulces.

Algunas hacen lo que deben.

Muchas hacen lo que quieren.

Todas hacen señas.

Y joh dolor! hay también mujeres que hacen versos.

En punto á estas últimas, tengo una opinión que sería mía si antes no hubiera sido de otro.

Madame Stael preguntó un día á Napoleón:

-¿Quién os parece que es la mujer más ilustre de Francia? Napoleon contestó:

-La que haya dado más hijos á su patria.

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