Imágenes de páginas
PDF
EPUB

LA VIDA ES SUEÑO

ESCENA II

SEGISMUNDO

¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo,

ya que me tratáis así, qué delito cometí

contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido: bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor, pues el delito mayor

del hombre, es haber nacido. Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando á una parte, cielos,

el delito de nacer),

¿qué más os pude ofender,

para castigarme más?

¿No nacieron los demás?

Pues si los demás nacieron,

¿qué privilegios tuvieron

que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas

que la dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
ó ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose á la piedad

del nido que deja en calma; ¡y teniendo yo más alma tengo menos libertad!

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña á tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¡y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad!
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando á todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad

como le da el centro frío;
¡y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad!
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra

de las flores la piedad

que le da la majestad

del campo abierto á su huída; ¡y teniendo yo más vida tengo menos libertad!

En llegando á esta pasión, un volcán, un Etna hecho, quisiera arrancar del pecho pedazos del corazón.

¿Qué ley, justicia ó razón negar á los hombres sabe

privilegio tan siiave,

excepción tan principal,

que Dios le ha dado á un cristal á un pez, á un bruto y á un ave? ROSAURA

Temor y piedad en mí

sus razones han causado.

SEGISMUNDO

¿Quién mis voces ha escuchado?

¿Es Clotaldo?

CLARÍN (aparte á su amo)

Dí que sí.

ROSAURA

No es sino un triste jay de mí!
que en estas bóvedas frías
oyó tus melancolías.

SEGISMUNDO

Pues muerte aquí te daré,
porque no sepas que sé
que sabes flaquezas mías.
Sólo porque me has oído,
entre mis membrudos brazos
te tengo de hacer pedazos.
CLARÍN

Yo soy sordo, y no he podido
escucharte.

ROSAURA

Si has nacido

humano, baste el postrarme á tus pies para librarme.

SEGISMUNDO

Tu voz pudo enternecerme,

tu presencia suspenderme

y tu respeto turbarme.

¿Quién eres? que aunque yo aquí

tan poco del mundo sé,

que cuna y sepulcro fué esta torre para mí;

y aunque desde que nací

(si esto es nacer) sólo advierto

este rústico desierto donde miserable vivo, siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerto; y aunque nunca ví ni hablé sino á un hombre solamente que aquí mis desdichas siente, por quien las noticias sé de cielo y tierra; y aunque aquí, porque más te asombres y monstruo humano me nombres, entre asombros y quimeras, soy un hombre de las fieras,

y una fiera de los hombres;

y aunque en desdichas tan graves la política he estudiado, de los brutos enseñado, advertido de las aves, y de los astros suaves los círculos he medido, tú sólo, tú has suspendido la pasión á mis enojos; la suspensión á mis ojos, la admiración á mi oído. Con cada vez que te veo nueva admiración me das, y cuando te miro más, aun más mirarte deseo. Ojos hidrópicos creo

que mis ojos deben ser;

pues, cuando es muerte el beber,

beben más, y desta suerte,

viendo que el ver me da muerte,

estoy muriendo por ver.

Pero véate yo y muera;
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da,
el no verte qué me diera.

Fuera más que muerte fiera,
ira, rabia y dolor fuerte;
fuera muerte: desta suerte
su rigor he ponderado,
pues dar vida á un desdichado
es dar á un dichoso muerte.
ROSAURA

Con asombro de mirarte,
con admiración de oírte,
ni sé qué pueda decirte,
ni qué pueda preguntarte;
sólo diré que á esta parte
hoy el cielo me ha guïado
para verme consolado,
si consuelo puede ser

del que es desdichado, ver otro que es más desdichado. Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. -¿Habrá otro - entre sí decíamás pobre y triste que yo?Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó. Quejoso de la fortuna. yo en este mundo vivía, y cuando entre mí decía: -¿Habrá otra persona alguna de suerte más importuna?— piadoso me has respondido; pues volviendo en mi sentido, hallo que las penas mías, para hacerlas tú alegrías las hubieras recogido. Y por si acaso mis penas

« AnteriorContinuar »