pueden en algo aliviarte, las que de ellas me sobraren. ESCENA XVIII BASILIO Clotaldo. CLOTALDO ¡Señor! ¿así viene vuestra Majestad? BASILIO La necia curiosidad de ver lo que pasa aquí Mírale allí reducido á su miserable estado. BASILIO ¡Ay, príncipe desdichado y en triste punto nacido! Llega á despertarle, ya que fuerza y vigor perdió con el opio que bebió. CLOTALDO Inquieto, señor, está, y hablando. BASILIO ¿Qué soñará ahora? Escuchemos, pues. SEGISMUNDO (entre sueños) Piadoso príncipe es el que castiga tiranos: Clotaldo muera á mis manos; mi padre bese mis pies. CLOTALDO Con la muerte me amenaza. BASILIO Á mí con rigor y afrenta. CLOTALDO Quitarme la vida intenta. Rendirme á sus plantas traza. Salga á la anchurosa plaza al príncipe Segismundo. (Despierta) Mas jay de mí! ¿dónde estoy? BASILIO Pues á mí no me ha de ver. Ya sabes lo que has de hacer. ¿Soy yo por ventura, soy CLOTALDO (aparte) Á mí me toca llegar, á hacer la desecha ahora. -¿Es ya de despertar hora? SEGISMUNDO Sí, hora es ya de despertar. ¿Todo el día te has de estar con tardo vuelo seguí y te quedaste tú aquí, nunca has despertado? SEGISMUNDO No, ni aun agora he despertado; Lo que soñaste me dí. Supuesto que sueño fué, La calma de mis sentidos diciendo la dicha mía, que, aunque estoy desta manera, príncipe en Polonia era. CLOTALDO Buenas albricias tendría. SEGISMUNDO No muy buenas; por traidor, con pecho atrevido y fuerte dos veces te daba muerte. CLOTALDO ¿Para mí tanto rigor? SEGISMUNDO De todos era señor, y de todos me vengaba; en que todo se acabó y esto sólo no se acaba. (Vase el rey) CLOTALDO (aparte) Enternecido se ha ido el rey de haberle escuchado. Como habíamos hablado te crió en tantos empeños, Segismundo, que aun en sueños, no se pierde el hacer bien. (Vase) SEGISMUNDO Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición; con este engaño, mandando, y el mayor bien es pequeño; y los sueños, sueños son. PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA (Español). AL 2 DE MAYO ¡Cuánta escena de muerte! ¡cuánto estrago! ¡cuántos ayes doquier! Despavorido mirad ese infelice quejarse al adalid empedernido de esa cuadrilla atroz.-¡Ah! ¿qué te hice? |