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se revolvía en el peñón lejano con ruda y formidable sacudida: el mar encadenaba su egoísmo

y era un abismo en medio de otro abismo. Mas jay! ¿Por qué fatalidad que aterra, por qué inconstancia de la suerte impía, al hundirse el azote de la tierra más feroz despertó la tiranía? Cuando cambió la asoladora guerra los destinos humanos en un día, la presa que las águilas soltaron mil carnívoros buitres devoraron. No fué ya el despotismo del coloso que, como río de encendida lava, al avanzar rugiente y proceloso con sus olas de fuego deslumbraba. El fanatismo fué torpe y mañoso, que los cimientos de la fe socava; fué el miedo suspicaz, el más inmundo de los tiranos que soporta el mundo. No vistió nunca el militar arreo,

y fué, al moverse entre la sombra oscura, su casco de batalla el solideo

y el monástico sayo su armadura.
Incansable y voraz como el deseo,
mortal como la lenta calentura,
blandió contra la tierra amedrentada
más la cruz que la punta de su espada.

Si es ley que la revuelta muchedumbre el yugo sufra de atrevida mano,

que la enaltezca al menos y deslumbre
con sus épicas glorias el tirano.
Y ya que con forzada servidumbre
pague sus culpas el linaje humano,
el brazo vigoroso que le venza
infúndale terror, y no vergüenza.

En el nombre de Dios la heroica España

que al mundo despertó de su letargo,

como premio debido á tanta hazaña
sufre martirio ignominioso y largo.
De la propia opresión y de la extraña
coge Italia infeliz el fruto amargo,
y cual botín en manos de bandidos
ve sus hermosos campos repartidos.

En el nombre de Dios los calabozos
abren sus anchas fauces, nunca llenas,
donde sólo responde á los sollozos
del desdichado el són de sus cadenas;
en el nombre de Dios viejos y mozos
en extranjero hogar lloran sus penas;
en el nombre de Dios fiera cuchilla
cercena la cerviz que no se humilla.

¡Todo en nombre de Dios! ¡Blasfemia horrenda! Yo sé que para el Dios de mis mayores el humo del incienso es grata ofrenda, no de la hirviente sangre los vapores. Iris de santa paz en la contienda, sé que extiende sus brazos redentores para estrecharnos con amor profundo, jay! pero no para oprimir el mundo.

GASPAR NÚÑEZ DE ARCE (Español).

A SERIES OF QUESTIONS

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