Imágenes de páginas
PDF
EPUB

El médico.-¡Tratar de titerero á Juanelo, al insigne mecánico, mi pariente! Vamos, no tiene duda: el hermano de Magdalena está loco.

Magdalena.-¡Pues y lo que le oí decir acerca del piadoso robo del cuerpo de San Juan de la Cruz!

El cura.-¡Qué! ¿Se divierte también el señor hermano á costa de los siervos de Dios?

Magdalena. - No; pero dijo que él había de dar su merecido al comisionado que hizo el robo, y al vicario y al prior del Carmen que lo consintieron.

El cura.-Y, ¿qué es lo que quería dar á los reverendos? Magdalena. - Una buena paliza por mano de no sé qué personaje.

El cura.-¡Palos á ministros de los altares! Vamos, no se puede ya dudar que ese hombre está loco.

Magdalena.-¡Gracias a Dios que se convencen vuesas

mercedes!

Quedó, pues, con esto calificado de demente el risueño y hasta ahora invisible hermano de la beata; y habiendo conferenciado entre sí los tres calificadores acerca de quién había de ser el que hablase primero al enfermo, para inducirle á ponerse en cura, hubo de recaer la elección, como era natural, en el padre de almas, el cual levantándose y encomendándose á San Ildefonso, abrió la puerta del cuarto donde se hallaba el paciente, y colóse dentro con un Ave María, seguido de la pregunta: “¿Qué hace por aquí un hombre?" Era la pieza grande, y el cura había cerrado la puerta conforme antes estaba. El doctor y Magdalena se pusieron á escuchar con grande ahinco, y aun miraron por el agujero de la cerradura; pero no les fué posible ver al maniático ni al cura, ni oírles palabra durante un breve rato, hasta que sonó de pronto un duo de carcajadas, en el cual el buen cura reía mucho más recio que el presunto loco. Miráronse atónitos el doctor y la beata, la cual, como si súbitamente se sintiera agitada 'de inspiración profética, prorrumpió, enclavijando las manos y alzando los ojos al cielo (es decir, á las bovedillas de la sala):

'¿Qué hace por aquí un hombre?-how d'ye do-a familiar greeting.

"¡Ay! señor doctor de mi vida! ¿Si será locura contagiosa la de mi hermano, y se le habrá pegado al cura?-Oiga vuesa merced-contestó el doctor-pues no lo diga de chanza; que es cosa que puede suceder, y á fe que esta vez no las tengo todas conmigo. Sin embargo, voy á entrar y á preguntarles de qué se ríen, porque á nosotros los de la profesión, como ya nos conocen, no se nos agarran las enfermedades.

Y diciendo y haciendo, encajóse en el cuarto. Siguióse á su entrada rumor confuso de cumplimientos de bienvenida, y luégo otro rumor más suave, que Magdalena no acertó á discernir, aunque se parecía al susurro que hace una persona que reza; y por último tornó á resonar otra salva de risotadas, aun más estrepitosa que la anterior, por el refuerzo del nuevo auxiliar, cuya voz aun sobresalía sobre la del cura. Aquí fué la confusión y apuro de Magdalena. "¡También-exclamaba -también el doctor se ha contagiado! ¡también el médico se vuelve loco!"

En medio de esta tribulación é invocando uno por uno á todos los santos del calendario, la hallaron cuatro nuevos personajes femeniles, que aparecieron en la sala: dos jóvenes y dos respetables matronas.

-¡Catalina, Andrea, Isabel, Constanza! -exclamó Magdalena fuera de sí, dirigiéndose alternativamente á cada una — mi hermano se nos ha vuelto loco, y comunica su locura á cuantos le hablan.

-¡Loco mi marido!

-¡Mi padre!

-¡Mi hermano!

-¡Mi tío!

Exclamaron á la vez las cuatro.

- Pues ¿qué sucede? ¿Qué has notado en él? — preguntó Catalina.

-Que ha dado en la manía de reírse de todo, y á todos les entra hoy la misma manía en oyéndole: escuchad, escuchad qué carcajadas dan allá dentro el cura de San Ildefonso y el doctor Turriano.

- Es menester que yo aclare esto-dijo Catalina no poco

turbada, y pasó al cuarto que parecía haberse convertido en el templo de la alegría.

Á los dos minutos, ya reía Catalina como los demás. Fueron entrando sucesivamente, atraídas de la curiosidad, mezclada con una buena dosis de miedo, doña Andrea, Isabel y Constanza, y á todas tres sucedió lo mismo; de manera que á lo último, reunidas las siete voces 6 risas, cada una de tono y sonido diverso, formaban el coro más bullicioso y vario que imaginarse pueda. Llamaban á gritos los de ' adentro á Magdalena; pero ella les respondía más recio: -No en mis días. No quiero reírme, no quiero perder el juicio.

- Tú estás libre de eso- respondió desde adentro una voz un poco tartamuda; y un instante después, vista la terquedad de Magdalena, que no consentía en moverse de la sala, salieron á ella los que estaban en el cuarto: el cura y el médico, las dos jóvenes, las dos señoras mayores, y detrás de todos un hombre que rayaba en la ancianidad, de regular estatura y agradable aspecto, buen color, frente ancha, ojos vivos y nariz aguileña, el cual traía unos papeles en la mano. Salían todos fatigados de lo descompasadamente que habían reído; y el cura, dirigiéndose á Magdalena, le dijo.

-No tenga vuesa merced cuidado; que, por ahora, la razón de mi buen feligrés el alcalaíno' se halla más que medianamente firme, sin embargo de que tengo para mí que la predicción de la difunta doña Leonor, su madre, ha de ser en cierto concepto ampliamente cumplida: las locuras escritas de su hijo el manco han de resonar en todos los ángulos de la tierra.

- Mira-dijo entonces el hermano, alargando á la beata los papeles que había sacado-mira lo que tan ocupado me trae hace algún tiempo, y lo que tanto ha divertido á estos señores.

Magdalena tomó los papeles y leyó este rótulo en la cubierta: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra.

JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH (Español),

'Alcalaíno-a native of the city of Alcalá, in Spain.

SPANISH READER

(PART 8)

TROZOS ESCOGIDOS

LA CELESTINA

Esta obra clásica y admirable, contada por algunos entre las novelas, si bien su fondo es esencialmente dramático, lleva por título verdadero el de Tragicomedia de Calixto y Melibea, y fué impresa por primera vez en 1499, y en Burgos, según la opinión más autorizada y probable. Tal como la leemos hoy, consta de veintiún actos; las dos primeras ediciones no tienen más que diez y seis, y ofrecen además singulares variantes, que todavía no han sido sometidas á un examen crítico. En algunas ediciones del siglo XVI, posteriores á las primitivas, hay un acto entero, el de Traso, que desapareció más adelante, no sabemos si por ser intercalación de pluma distinta de la del bachiller Fernando de Rojas, ó porque (á pesar de ser obra suya) pareciese (como lo es en efecto) cosa episódica é inútil para el progreso de la fábula.

De los veinte actos últimos (tomando por base la definitiva redacción que hoy leemos), es autor único é incontestable el bachiller Fernando de Rojas, "nascido en la Puebla' de Montalban."

Así lo declaran unos versos acrósticos puestos al frente del libro, el cual está encabezado con un prólogo del autor

'Nascido en la Puebla-old spelling for nacido en la Puebla -born at La Puebla.

For notice of copyright, see page immediately following the title page

« AnteriorContinuar »