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lo niegan. Fué quemado su cuerpo con viles exequias la misma noche en una camilla donde se solía reclinar para comer. Y mientras Nerón imperó no se recogieron ni enterraron sus cenizas. Después, por diligencia de algunos criados suyos, alcanzaron un ordinario sepulcro entre el camino que va al monte Miseno y la quinta de César dictador, que colocada en altísimo sitio, señorea aquellos senos de mar que tiene debajo. Después de encendida la hoguera, un liberto suyo llamado Mnester se atravesó con su espada el pecho: no se sabe si por amor que tuviese á su señora, ó por miedo de otra muerte más cruel. Tenía Agripina creída y menospreciada muchos años antes la muerte de que acabó; porque consultando con los caldeos sobre la fortuna que había de tener Nerón, le respondieron que sería emperador y que mataría á su madre. Y ella respondió: "Mate, con tal que reine."

Mas César no acabó de conocer el exceso de su maldad hasta que la hubo cometido. Pasando lo que quedaba de la noche, unas veces pensativo y sepultado en silencio, otras atemorizado y como fuera de sí, saltaba del lecho, esperando la luz con tanto asombro y alteración como si el día le hubiera de traer una muerte violenta y cruel; hasta que, yendo por consejo de Burrho los centuriones y tribunos á besarle la mano y á darle el parabién de que hubiese escapado del peligro no antevisto y de la maldad de su madre, comenzó á cobrar ánimo á fuerza de adulaciones. Fueron después los amigos á dar gracias á los dioses por su salud; y á su ejemplo las villas circunvecinas de la provincia de Campania, con sacrificios en los templos y embajadas que le enviaban, dieron muestra de su alegría. Él con varias disimulaciones no sólo fingía estar triste, pero en orden á declarar el sentimiento que le causaba la muerte de su madre, quería con lágrimas dar á entender que aborrecía su propia vida.

CARLOS COLOMA (Español).

LA REPÚBLICA EN AMÉRICA

¡Qué ministerio tan excepcional el ministerio histórico del fundador de vuestra república! El monolito donde reposan las cenizas de Napoleón el conquistador esta hoy tan frío y tan solitario como un sarcófago de los reyes de Egipto, mientras el sepulcro de Washington aparece como un altar lleno de vida y de calor donde arden las llamas de las ideas inmortales que esclarecen las conciencias y animan á los pueblos. ¡Cuán feliz concordia para vuestra Constitución la concordia del cuasi monárquico Hámilton y el cuasi revolucionario Mádison! Aquél llevó á vuestra política la estabilidad, y llevó éste á vuestra política el progreso. De conciliaciones entre tan opuestos elementos; de síntesis entre ideas tan contradictorias; de pactos entre la realidad y el ideal, surgió ese vuestro Código fundamental, de antigüedad tan venerable y de carácter tan sabio, que, destruyendo la triste anarquía de los primeros tiempos de la Confederación, fundada en el ejemplo de los Estados Holandeses, dió la unidad á vuestro estado y consagró los derechos de una verdadera democracia. La sencillez sajona reaparece, y sobre su ingenuidad el puritanismo religioso pone las interiores libertades del alma. Nada de privilegios hereditarios; nada de cleros oficiales; nada de aquellas monstruosas instituciones de la conquista y de la guerra normandas sobrepuestas al carácter inglés; los derechos naturales tienen la misma antelación en la sociedad que el alma y la naturaleza en nuestro ser; el Estado es como un organismo que aumenta las fuerzas del hombre; el gobierno sale del voto de todos y sirve de seguro para todos, así á su propiedad como á su trabajo; el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial identifícanse de tal suerte, por su origen popular y su carácter republicano, que parecen la nación misma en el pleno ejercicio así de su albedrío como de su conciencia; y desde la libertad religiosa hasta el sufragio universal, consagrando aquélla la personalidad del individuo y esta la soberanía de la nación, forman una república que, como si fuera estado internacional, se ha extendido, cual

dice uno de vuestros escritores, en las riberas del Misisipí y en las riberas del Amazonas; ha predominado en la bahía de Hudson y en el estrecho de Magallanes; ha constituído la Siberia de negros libres en la tierra de la esclavitud-en África y las Australias autónomas en la tierra de lo porvenir en la Oceanía; -ha despertado en el continente europeo á la nación de las inspiraciones y de los apostolados sublimes-á Francia; -y ha sido y es el ideal por cuya victoria suspiran á una todos los ánimos varoniles en toda la redondez del planeta.

La democracia europea, digámoslo sin empacho,' no puede, no, emular á la democracia americana. Empeñada en combate á muerte con las instituciones antiguas, no ha sido la nuestra una democracia de derecho y de legalidad: ha sido una democracia de guerra y de violencia. Por el medio ambiente en que creciera, su complexión ha tomado un carácter revolucionario. Y la revolución, como la guerra, puede ser un momento creador en los pueblos, pero no puede ser, no, un régimen definitivo y durable. Somos antes los cruzados de la libertad tormentosa que los ciudadanos de las naciones libres. Todos llevamos, como los católicos en el concilio de Nicea congregados, alguna cicatriz de las heridas abiertas por las monstruosas instituciones que hemos combatido, y todos tenemos, como los hijos de Israel bajo los sauces de Babilonia, algún idealismo recogido en los apocalipsis de la esclavitud, con que hemos durante nuestras mocedades soñado. Somos siervos redimidos con los rencores y los hábitos de la servidumbre, maltrechos por los esfuerzos empleados en nuestra emancipación. Y hemos sabido antes conducir el combate que aprovechar la victoria. Bien es verdad que á esto han contribuído en gran parte nuestra monarquía y nuestra iglesia históricas, interrumpiendo aquélla con su absolutismo patrimonial toda la tradición democrática de nuestras cortes y de nuestros municipios de la Edad Media, é interrumpiendo ésta con su absolutismo pontificio toda la tradición parlamentaria de los

'Sin empacho-frankly,

Hasta en la misma

concilios de Basilea y de Constanza. religión protestante la iglesia oficial se ha puesto de parte del privilegio contra la igualdad y de la reacción contra el progreso. Exceptuando á Zuinglio en Zurich, Calvino en Ginebra, Knox en Escocia, las demás iglesias protestantes se han juntado á las tiranías civiles y laicas y han sido semiimperiales con Melanchton en Alemania; monárquicas con Lutero en Sajonia, Hesse y Brandeburgo; aristocráticas y casi feudales con la clerecía anglicana en Inglaterra.

Para romper el doble despotismo de nuestra iglesia intolerante y de nuestra monarquía absoluta, hemos sido violentos y revolucionarios, por consecuencia poco demócratas, poco liberales, poco republicanos. Ved, pues, la diferencia entre los fundadores de vuestras y los fundadores de nuestras repúblicas. Los de aquí, los más eminentes, Cromwell, Vergniaud, Dantón, Robespierre, han tenido que exterminar, como los semidioses de las antiguas fábulas, á los monstruos mayores de la tierra; que levantar cadalsos, por cuyas tablas sangrientas han rodado coronadas cabezas; que sostener porfías legendarias con supersticiones de duración secular, desarraigando privilegios cuyas raíces formaban el sobresuelo de la patria en su extensión y en su arraigo; que levantar una sociedad democrática, empleando las calcinadas piedras recién caídas de los palacios regios y de los castillos feudales, entre las erupciones del universal incendio; y en su empeño, superior á las fuerzas humanas, han combatido más que legislado, y puesto las necesidades de los combates sobre las nociones de lo justo, y hecho matanzas como las de setiembre, y dado golpes ilegales como los golpes contra el Parlamento británico, y erigido dictaduras que intentaban dominar hasta las almas, como la dictadura jacobina, y llevado á la guillotina los cooperadores á la obra común, aunque hubiesen hablado con la elocuencia de los brizotistas y procedido con el rigor de los dantonianos; que nada tan horrible y tan peligroso como sacar de las entrañas de una sociedad organizada para el bienestar y el goce de unos pocos la libertad y el derecho de todos.

EMILIO CASTELAR (Español),

SPANISH READER

(PART 9)

TROZOS ESCOGIDOS

INDIVIDUALISMO Y SOCIALISMO

Leoncio. -¡Paz, señores, paz! Discutamos; no disputemos. Que el capital debió nacer del trabajo no admite duda. Que no pudo existir mientras el trabajo no produjese más de lo que consumiese tampoco á mi juicio la admite. Para mí la admite aún menos que un capital así creado fuese legítimo. Pudo cada individuo mejorar con él las condiciones de su vida y de su industria y hacer progresos dignos de aplauso. Hoy mismo para muchas familias no tiene el capital ni otro fin ni otro origen.

¿Truenan contra ese modesto capital las clases trabajadoras? Se quejan por lo contrario de no poder adquirírselo á causa de la insuficiencia de sus jornales. Truenan, no contra ese capital, que va siempre unido al trabajo de que procede, sino contra el capital hijo de la acumulación, del despojo y del agio que, habiendo adquirido vida independiente, todo lo avasalla, y hace encorvar bajo su yugo la frente misma del Estado.

Es insaciable ese capital usurero. Del campo, cobra renta; del dinero, interés; del trabajo, adehala; de todo y de todos, tributo. De esa misma ley de la oferta y la demanda, á que don Rodrigo supone ineludiblemente sujeta la vida económica, se hace un instrumento de fuerza. Entroja los sobrantes de hoy para mejor explotar las futuras carestías; acapara artículos de comercio á fin de darles un valor ficticio; asiste For notice of copyright, see page immediately following the title page

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