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dir la incertidumbre de los que vacilaban entre la constancia con que debieran sostenerse, y las calamidades que les presagiaban si no se acomodaban á la ley del conquistador.

Con la suspension del Congreso removió Bolivar el único poderoso obstáculo que se le presentaba, sin preverlo en su carrera de ambicion; y nada pudo ya impedirle que desplegase enteramente los últimos resortes de su maléfica política, y revelase sin embozo el objeto á que tendían uniformemente sus hechos anteriores. Dió la Constitucion Boliviana, hollando todas las formas; despreciando la soberanía de los pueblos ; despojando á la Nacion de la facultad de darse leyes, en cuya esencial prerogativa consiste su independencia; y se estableció monarca del Perú, logrando por la coaccion que reuniones de hombres sin poderes ni mision, le entregasen de por vida y sin responsabilidad alguna la administracion de la República.

Necesario ha sido dar esta rápida ojeada sobre los procedimientos políticos del general Bolivar, para que las naciones todas se convenzan de la injusticia con que acusa de ingrata á la Nacion Peruana, y le ha declarado la guerra á nombre de Colombia, con quien el Perú ha mantenido y mantiene intacta una amistad pura y sincera, cimentada en uniformidad de intereses, y fomentada, además, por los recíprocos servicios que generosamente se prestaron para obtener su independencia. Con vanos y ridículos pretestos procura el General Bolivar encender la enemistad y el odio, para restablecer, con daño de ambas Repúblicas, el poder absoluto de que se sustrajo el Perú, á quien no podrá imputarse infraccion alguna del derecho de las naciones, ni haber faltado, respecto de Colombia, al menor de sus compromisos.

Con heróica paciencia había sufrido la permanencia de fuerzas extranjeras inútilmente graves, que sin el consentimiento de la Nacion conservaba en su seno el General Bolivar, con el exclusivo objeto de mantenernos sometidos á su caprichosa voluntad. El Congreso Provisorio del año de 25 no solicitó de Colombia una division auxiliar; solicitó la permanencia de Bolivar, esperando del prestigio que entonces le rodeaba, y de la buena fé de que le suponía animado, el establecimiento gradual de un régimen beneficioso y libre, y que terminara en la cumplida observancia de la Constitucion de la República. Las tropas colombianas no se hallaban, pues, en el país, para mantener el órden y asegurar la tranquilidad, ni estaban en relacion con otros intereses, que los personales de Bolivar.

Cuando el poder de las facciones y el furor de la anarquía demandaban la presencia de Bolivar en Colombia, se apartó éste del Perú, sin llevar consigo, cual debiera, las tropas auxiliares. Determinadas estas á no ser indiferentes á las disensio

nes de su patria, intentaron un movimiento, que si la disciplina militar lo condena, lo absuelve el amor patrio. Militares que habían derramado su sangre por la libertad de su país, que habian jurado sostener sus instituciones y las veían en riesgo de ser destruidas, se dejaron arrastrar del impulso patriótico que los había hecho resistir tantos peligros ; cedieron al ejemplo de sus compañeros de armas, que en Colombia tomaban parte en tan noble contienda y efectuaron una revolucion que sus jefes no constitucionales no pudieron ni prever ni contener. ¿Qué seduccion ni qué aliciente pudieran ofrecer los mandatarios del Perú á militares á quienes no eran indiferentes el honor y la gloria, y que obrando de otro modo juzgaran faltar á su deber, y marchitar sus laureles y perder su reputacion? La insurreccion de las tropas colombianas no tuvo en el Perú otra causa que la misma que producía la universal combustion de Colombia. El Gobierno del Perú está satisfecho de que basta observar el curso de las revoluciones y los resortes del corazon humano, para convencer al mundo de que en el movimiento de las tropas no ha tenido la parte que, por calumniarle, le atribuye el General Bolivar. Esta sencilla exposicion será suficiente para todo hombre imparcial; pero la respuesta perentoria á esta insidiosa acriminacion es que el General Bolivar confunde estudiosamente las épocas y los hechos. El actual Gobierno no mandaba entonces; era el General Bolivar quien mandaba el Perú por sí, 6 por los Consejos Gubernativos puestos á su arbitrio, y que ciegamente le obedecían. Pues impútese á sí mismo si los resultados en este acontecimiento no correspondieron á sus proyectos: impútese á sí mismo el no conocer todavía bien el espíritu y temple de opinion del pueblo colombiano.

Consumada la revolucion de los auxiliares, faltó la fuerza que encadenaba la voluntad nacional, que se pronunció con energía irresistible contra la carta dada por Bolivar, y con entusiasmo entró el Perú en el pleno goce de sus derechos. Testimonio es este irrefragable de la opresion en que yacía y de su detestacion á la autoridad exótica de un jefe vitalicio. El Gobierno del Perú pidió entónces al de Colombia un jefe, que viniese á ponerse al frente de la division colombiana, y estaba resuelto á sostenerla en tanto que lo permitiese el reposo y seguridad de la República; mas los jefes pidieron trasportes para regresar á su patria, y no siendo prudente exponer el país á los efectos de una guerra, y á las reacciones que se preparaban, condescendió á cuanto pidieron, y la division salió de nuestro territorio. Supone gratuitamente el General Bolivar, que el Perú formó el proyecto de apoderarse con estas fuerzas de los tres departamentos meridionales de Colombia, encargándoles el atentado sacrilego de despadazar á su patria.

Que en esto hubiese convenido el Perú con la division auxiliar; que para lograrlo llevase facultades é instrucciones; que hubiese obrado conforme á ellas; que en los pueblos de su patria haya proclamado la incorporacion al Perú, ó su total independencia de Colombia; son hechos que debieran probarse con documentos auténticos, para poder asegurar, que el Perú obraba hostilmente contra Colombia al mismo tiempo que le hacía protestas de amistad: pero cuando tales acusaciones carecen de todo racional fundamento, y están públicamente desmentidas por los hechos, toca en lo sublime de la injusticia y de la falsedad, y manifiesta un ciego deseo de inventar agravios en que apoyar la declaracion escandalosa de guerra. Esas mismas tropas, que ahora se consideran encargadas del sacrilego atentado de despedazar á su patria, fueron presentadas entonces á sus compañeros de armas, como modelos de imitacion en su obediencia á las leyes, y en su fidelidad á la Constitucion que habían jurado. Recomendacion es esta muy reciente, hecha por autoridades de aquel país, y de todos muy sabida, para que pueda haberla echado en olvido el General Bolivar; y muy clara, legal y terminante, para que pueda revocarse en duda la falta de sinceridad y la mala fé con que hace al Gobierno del Perú la mas grave ofensa y el ultraje mas doloroso.

Haber hecho salir la division auxiliar debió ser la primera atencion del Perú, desde que esas fuerzas no eran necesarias, y desde que sin un jefe nombrado por su Gobierno para mantener la disciplina, estaban expuestas á perder su moral, y á envolver al país en los horrores de las sediciones militares. Sin embargo, el Gobierno del Perú, exponiéndose á graves males, las mantuvo, dando tiempo á la llegada del General que había pedido. Mas cuando los jefes de la division pidieron su regreso, ya no fué el Gobierno poderoso á detenerlos, y menos á impedir que ellos y sus tropas se creyeran agraviados, y que sospechando que el Gobierno favorecía el partido enemigo de la Constitucion de su patria embarazándoles que fuesen á defenderla; rompiesen contra él hostilidades, y el Perú inocente se anegase en la sangre de sus hijos, convirtiendo imprudentemente en enemigos á los que podían recordar el terrible poder que ejercieron cuando combatían, bajo un ambicioso feliz, en nombre de la patria. De aquí la presteza en equiparlos completamente, á pesar de las angustias del Erario, y el haberse sometido el Gobierno á cuantas condiciones se exigieron, á mantener cerrado el puerto del Callao, y á tolerar que impidiesen la salida del buque en que el Agente de Colombia comunicaba á su Gobierno la marcha de la division auxiliar. Si el General Bolivar, para hacer jurar su Constitucion y hacerse recon ocer por Presidente vitalicio, no hubiese concentrado en la

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ciudad la division auxiliar; si no hubiese desmantelado las fortalezas del Callao, desarmado nuestra escuadra, licenciado su tripulacion; y, en una palabra, reducido el Perú á la nulidad que era necesaria á su política, habría mas apariencia para imputar al Gobierno del Perú alguna parte en este suceso, ó algunas miras siniestras, ó á lo ménos falta de dignidad. Sobre el General Bolivar gravan exclusivamente los males que hayan sobrevenido á Čolombia del arribo de la division auxiliar, si es que á ella pueden atribuirse los que ya entonces afligían á los Departamentos del Sur, que, como los del Norte, eran presa del desórden que amenazaba disolver esa República. Responda, pues, de ellos, el General Bolivar á su Nacion y al mundo entero, y no acuse á la República Peruana del resulta. do de acontecimientos, que preparados por él mismo para afianzar su poder absoluto, han servido á la Providencia siempre justa, para hacerle sentir las amargas consecuencias de su traicion á la libertad del Perú y á la causa de la América.

El buque de guerra que convoyaba los trasportes, además de hallarse mal armado, iba sin la dotacion de mar correspondiente y con órdenes terminantes de entregar la division al primer buque de guerra colombiano que encontrase en la travesía, y de no detenerse en la costa de Guayaquil, verificado que fuese el desembarco de las tropas. Cumplidas fueron estas instrucciones, y los buques no permanecieron al frente de los puertos, esperando el resultado mas de un mes, como dice falsamente el General Bolivar. ¿Ni qué resultado pudieran aguardar, cuando estaba concluido el objeto á que fueron enviados, ni de qué podían servir los trasportes á la vista de la costa?

Colocado el Perú, por la salida de la division auxiliar en aptitud de obrar libremente, y sin recelos de ver turbada su tranquilidad, se dedicó el Gobierno á curar las profundas heridas que en el corazon de la República había dejado el General Bolivar, á reponer las fuerzas que éste había deshecho, y á alzarla del estado de postracion á que la había reducido, al grado de fuerza y de vigor que necesitaba para hacerse respetar y merecer el nombre de Nacion independiente. Pero nuevos y fundados temores alteraron su reposo. El General Sucre intentó la desmembracion de los Departamentos del Sur, sugiriendo á los jefes que los mandaban, formasen de ellos una República que se federase con Bolivia. El Gobierno del Perú tenía fija su atencion en las operaciones secretas y privadas de este General; é inquiriendo solícitamente que nuevas maquinaciones tramara por habérsele frustrado la primera, y de cuales agentes se valiera, descubrió estar en comunicacion, con el Agente de Colombia en esta capital y haberle remitido dinero para otros fines muy diferentes de los que se supusie

ron. El Gobierno se convenció entónces de que era perniciosa la permanencia de aquel Ministro sospechado generalmente de conspirar contra el nuevo órden establecido, y conocido por su influjo y medras, bajo el absolutismo del General Bolivar, que estaba en sus intereses ver restablecido. El Gobierno del Perú se hallaba de consiguiente en la vez de usar del derecho comun á todas las naciones, para expeler al Ministro extranjero que le era sospechoso; señalándole para salir del territorio, el plazo conveniente.

El señor Armero, antiguo Agente de los planes del General Bolivar, su íntimo confidente, no debió permanecer en el país desde que la Providencia concedió al Perú sacudir el yugo que le oprimía. Sobrados miramientos guardó el Gobierno del Perú al de Colombia, respetando el carácter de su repre. sentante en la persona del que era en realidad agente de los proyectos del General Bolivar; aún pudiera tachársele de debilidad y de imprudencia, permitiendo un solo día despues del 26 de Enero, que permanecièse en el país un hombre que preparaba el mayor servicio al General Bolivar anarquizando al Perú. Tan urgente era la salida de este inquieto agente como eran activas sus maniobras. Habría sido el colmo de la inepcia, cuando un día de tardanza pudiera perdernos, seguir los lentos trámites diplomáticos demarcados para los casos ordinarios.

Tan léjos estuvo el Gobierno del Perú de perseguir con encarnizamiento á aquel agente, que como se ha manifestado comprometió la tranquilidad pública por la bondadosa credulidad de que correspondería su comportamiento particular al de un representante de un Gobierno amigo y aliado. ¿Cuál es pues, el ultraje hecho d Colombia en la persona de su agente? ¿Cuál la horrenda violacion de la ley de las naciones?

Cuando las disensiones del Sur de Colombia se terminaron por el triunfo de uno de los partidos, los jefes y oficiales de la division auxiliar que no pertenecían al vencedor, se refugiaron al Perú, que viendo en ellos unos colombianos desgraciados les prestó la hospitalidad y acogida que no habría denegado á los de la opinion contraria, si se hubiesen hallado en igual caso. El Gobierno del Perú debió recibirlos en su territorio, con tanta mas seguridad de no chocar con los intereses de Colombia, cuanto que el Gobierno de esa República, desechando el artículo de las estipulaciones celebradas entre su Ministro Plenipotenciario y el de Relaciones Exteriores del Perú, relativo á la entrega de los traidores y criminales de una de las Repúblicas, que se refugiasen en la otra, no solo le dejó en libertad para recibirlos, sino que además manifestó implícitamente, que era interés de ambas acogerlos y no reclamarlos. Escan

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