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bro que fué recibido con desaire y tratado con un tono de superioridad y desprecio que no podía dejar de manifestar de un modo indudable los proyectos que se formaban. Se desatendieron sus razones, y por último se desconoció su carácter público, agraviándolo aun en el pasaporte que se le dió para su vuelta. El mundo imparcial ha visto lo relativo á esta mision, y su juicio ha sancionado ya nuestra justicia. El señor Coronel O'Leary comunicó ciertamente haber recibido poderes de ese Gobierno para entablar negociaciones: se le contestó que manifestase las bases sobre las cuales debia negociar, y su réplica fué que ellas serían la estricta justicia. V. E. conocerá que esta proposicion incierta y vaga no ha podido satisfacer al Gobierno del Perú. En los asuntos internacionales cada uno pretende apoyarse en la justicia, y así, decir que ella será la base de una negociacion, es no decir otra cosa que sostener cada uno sus pretensiones. Presente V. E. 6 el señor O'Leary unas bases mas determinadas, y si ellas fuesen equitativas no habrá impedimento alguno para dar principio á las negociaciones.

Si no se versaran tan grandes intereses, yo habría devuelto á V. E. la comunicacion á que contesto. V. E. agravia en ella al Ejército Peruano, que si ha penetrado al territorio de Co. lombia, lo ha hecho confiado en la justicia de su causa, en su fuerza moral y física, y en la opinion de los pueblos cansados de sufrir un yugo insoportable de que ya Guayaquil está libre. Irritar los ánimos, no es el medio de buscar una conciliacion.

El Perú jamás ha tenido miras ambiciosas: él no ha abierto la campaña sino despues de haber sido insultado y provocado: una dura necesidad le ha puesto las armas en la mano, y no vacilará para deponerlas siempre que la paz pueda conciliarse con su seguridad y con su honor.

Pero si fuese necesario continuar la guerra, el campo de batalla y no las jactancias indignas de los valientes, será lo que acredite de qué parte está la superioridad.

Soy de V. E. muy atento servidor.

JOSÉ DE LA MAR.

Excmo. Señor General Antonio José de Sucre, Jefe Superior del Sur de Colombia.

Excmo. Señor :

Anoche he recibido la comunicacion con que V. E. contestó ayer á mi nota del 28 desde Cuenca. Deseo no entrar en explicaciones sobre los motivos que tuvo mi Gobierno para la

inadmision del Plenipotenciario Peruano que pasó á Bogotá; porque ellos fueron suficientemente expresados entónces, y ahora solo servirían á extraviarnos de nuestro designio - La falsa posicion en que llegaron á colocarse Colombia y el Perú, parecía que naturalmente las condujo á romper esas ambiguas relaciones, para establecer otras sobre bases fijas, bien fuera para la victoria, ó por estipulaciones.

Lo confirma que al acto mismo de la declaratoria de la guerra, se siguió una mision de paz. Esto prueba que jamás existieron los proyectos de conquista que se suponen, y lo justifica tambien nuestros procederes en no enviar jamás al Perú agentes que dislocaran la administracion, ni aún para retribuir los conatos con que se pretendió sublevar nuestros pueblos.

Es cierto que se pidieron al señor coronel O'Leary las bases sobre que el Gobierno de Colombia ofrecía la paz; pero además de que esto es una fórmula inusitada, él contestó que no tenía condiciones extrictas, porque eran ámplios sus poderes para tratar. Esto mismo podría yo responder ahora á la indicacion de V. E.; pero habiéndose supuesto que no procedemos con franqueza, y que el Gobierno de Colombia, aprovechando el espíritu emprendedor y militar de sus soldados, solo piensa en conquistas, no tengo embarazo en remitir á V. E. en la minuta adjunta, las principales bases de una negociacion de paz, y en las cuales hallará V. E. que no pretendemos sino lo justo. Tampoco hay embarazo de que el mismo coronel Oleary pase á explicarlas para evitar dilaciones en una transaccion, porque cualquiera que sea el horror que nos cause esta guerra, es mucho mayor el que nos produce ver sobre nuestro territorio un ejército enemigo, que humilla á una porcion de nuestros compatriotas. Preferimos en este caso la sangre, la muerte y todos los males, ántes que sufrir este ultraje á la tierra de los libertadores. Consideramos que el mundo culto verá con sorpresa, y aún con escándalo á dos ejércitos que pelearon ayer juntos por emancipar su patria, armarse hoy para destruirse, cuando á nuestras puertas mismas se hallan las armas españolas asechando el momento en que nos debilitemos por nuestras disensiones para renovar su dominacion; pero el mundo culto encontrará sancionada nuestra justicia, observando que el primer paso de un Gobierno que tantos motivos de reconocimiento tiene hácia Colombia, sea invadir nuestros hogares y arruinar nuestros pueblos. Cualquiera que sea el resultado de la lucha, los hombres todos fallarán en nuestro favor. V. E. llega hasta hablar en su nota del yugo insoportable en que gimen nuestros pueblos, y esto es ciertamente robustecer nuestra justicia. En todos los Estados hay descontentos y mucho más en los nacientes donde las pasiones están desenfrenadas; tal vez algu

TOMO III.

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nos pueden haber alucinado á nuestros agresores; pero el oirlos y protegerlos, es indigno de nn Gobierno limítrofe, regido por la decencia y la buena fé. Todos los dias se reciben en Colombia quejas contra la administracion peruana: se le supuso el Gobierno de una faccion de los liberticidas y se implora nuestra proteccion como de sus libertadores. El Gobierno de Colombia, desoye estas súplicas; porque nuestra misión al Perú fué solo arrancarlo del poder español; y nuestra mision quedó gloriosamente concluida. Aún cuando fuera cierta la acusacion de V. E., ¿quién le ha autorizado para intervenir en nuestros negocios domésticos?-¿No es el escándalo mas espantoso que el Perú que necesitó de nuestros esfuerzos para dejar de ser colonia, pretenda ahora darnos preceptos y mezclarse en nuestras instituciones?-¿y no es provocar á sus vecinos á un insigne acto de justicia para contener en sus límites á un Gobierno que marca su nacimiento por abrogarse el funesto derecho de intervencion y llevar la discordia á las naciones fronterizas? Cítenos V. E. cuál acto del Gobierno de Colombia ha manifestado una conducta igual hácia el Perú, no obs tante los muy repetidos que hizo el pueblo peruano poniéndose bajo la proteccion del Libertador. Siento que V. E. me haya impelido á extender en esta nota con reflexiones agenas de mi intento que es solo la paz; pero he debido hacerlo por el penúltimo párrafo de la suya. Deseamos sinceramente la paz; y si el Gobierno peruano la busca, del mismo modo vería con placer que ni en la negociacion, ni en las contestaciones, se recordarán sucesos pasados que nos alejan de la reconciliacion. En cuanto al último párrafo, ruego á V. E. que me excuse de responderlo; porque ventilándose aquí intereses de magnitud, sería innoble en mí el contestarlo.

Soy de V. E. atento, obediente servidor

ANTONIO JOSÉ de Sucre.

Cuartel General en Oña, á 3 de Febrero de 1829.

Excmo. Señor General Presidente del Perú.

Minuta de bases para una negociacion de paz entre las Repúblicas de Colombia y el Perú.

I.*

Las fuerzas militares del Perú y del Sur de Colombia se reducirán al pié de guarniciones y se determinará las que deban quedar en los dos países.

2.*

Las partes contratantes nombrarán una comision para arreglar los límites de los dos Estados, sirviendo de base la division política y civil de los vireinatos de Nueva Granada y el Perú en Agosto de 1809 en que estalló la revolucion de Quito, y se comprometerán los contratantes á cederse recíprocamente aquellas pequeñas partes de territorio que por los defectos de la antigua demarcacion perjudiquen á los habitantes.

3.a

La misma ú otra comision liquidará la deuda del Perú á Colombia y á sus súbditos. Esta deuda se pagará de contado con sus intereses desde el año en que se empezaron los gastos, en el término de diez y ocho meses, ó del modo que se conviniere. Colombia y el Perú nombrarán cada una un Gobierno Americano para que en caso de diferencia sirvan de árbitros.

4.a

El Perú pondrá en las costas de Colombia un número de personas europeas igual al de los reemplazos que aquella República debe á un ejército auxiliar que hizo la campaña de Ayacucho, ó bien dará una indemnizacion pecuniaria con que Colombia pueda hacerlos trasportar.

5.a

El Gobierno peruano dará al de Colombia, por la expulsion. de su agente en Lima, la satisfaccion que en tales casos se acostumbra entre las naciones, y el de Colombia dará al del Perú explicaciones satisfactorias por la inadmision de su Plenipotenciario.

6.a

Ninguna de las dos Repúblicas tiene derecho de intervenir en la forma de Gobierno de la otra, ni en sus negocios domésticos. Este mismo respeto á la independencia y soberanía de los Estados lo guardarán las partes contratantes hácia Bolivia á quien se dejará en plena libertad para organizarse como mas convenga á sus intereses.

7."

La estricta observancia del artículo anterior en cuanto á las partes contratantes y á Bolivia, lo mismo que las demas dife

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rencias actuales, se arreglarán de un modo claro en el tratado definitivo.

8.*

Existiendo desconfianzas recíprocas entre los dos Gobiernos, y para dar seguridadas de la buena fé que los anima, luego que se ajuste un tratado de paz, se solicitará del Gobierno de S. M. B. ó de los Estados Unidos, que en clase de mediador garantice su cumplimiento, hasta autorizarlo, si es preciso, para que esta mediacion sea armada, y por un término que no baje de seis años.

9.a

Como Colombia no consentirá jamas en firmar un tratado de paz, mientras que tropas extranjeras ocupen cualquiera parte de su territorio, se convendrá en que sentadas y reconocidas que sean estas bases, se retirará el ejército Peruano á la orilla izquierda del rio de Santa, y el de Colombia al norte del Departamento de Asuay para proceder á los arreglos definitivos; á cuyo efecto se elegirán, desde luego, los Plenipotenciarios que deben reunirse en Panamá en todo el mes de Abril del presente año. Entre tanto solo podrán existir en las provincias fronterizas pequeñas guarniciones, debiéndose nombrar en uno y otro ejército comisarios que vigilen la observancia de este artículo.

IO."

Las partes contratantes se comprometen, desde luego, á que estas bases sean forzosas para el tratado definitivo, y que la Nacion mediadora las obligue á su cumplimiento.

Cuartel General en Оña, á 3 de Febrero de 1829.

DANIEL F. O'LEARY,

Comisionado de Colombia.

Cuartel General en Saraguro, á 4 de Febrero de 1829.

Excmo. Señor:

He visto la comunicacion que V. E. se ha servido dirigirme con fecha de ayer, y las propuestas preliminares para un tratado definitivo de paz que la acompañan, suscritas por el señor

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