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Parte Oficial.

Illmo. y M. H. Señor:

Guayaquil, Junio 5 de 1822.

La copia adjunta de los dos partes que acaba de dirigirme el señor coronel D. Andrés Santa Cruz, instruirán á esa benemérita capital de los Libres del Perú, de que ya Quito respira.

Loor y gloria inmensa á cuantos valientes han contribuido á una obra tan grandiosa, con execracion, odio eterno y muerte declarada á todos los tiranos, que aún persisten en el abominable empeño de esclavizarnos. Que se confundan, pasó su imperio, y no volverá jamás.

Dios guarde á US. I. muchos años.
Illmo. Señor.

JOSÉ DE LA MAR,

Illmo. y Honorable Señor Ministro de Guerra y Marina D. Tomás Guido.

Ejército del Perú.-Cuartel General en Quito, á 28 de Mayo de 1822.

Ilmo. y H. Señor:

La ocupacion de la capital de Quito es debida á la victoria en Pichincha, conseguida el 24 por el ejército unido, cuyas circunstancias detallaré á US. I., expresándole que es decidida la campaña en que ha cooperado el Perú, con mucho honor de sus armas, y terminada la guerra en esta parte.

Ocupando el enemigo á Machache como instruí á US. I. en mi última comunicacion desde Tacunga, fué conveniente hacer un movimiento general por su derecha, para cambiarle las fuertes posiciones del Jalupana que pretendía sostener: con este objeto marchó el ejército unido el 13, por el camino de Limpio-ponga, en las faldas del Cotopaxi, y logrando ocultar sus movimientos á la sombra de una mañana nebulosa, y á la de que el 2.o escuadron de cazadores adelantado, cubría un punto visible, pudo llegar el 15 al valle de Chillo á tres leguas de la capital sobre su flanco izquierdo: obligado el enemigo á retirarse sobre ella, luego que insistió el movimiento, eligió de nuevo otras posiciones en el Calzado y Lomas de que separan aquel de éste, con el conocido objeto de conservarse á la de

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fensiva, mientras le llegaban nuevas tropas de Pasto, cuyo correo interceptado nos confirmó la verdad, y por lo mismo pareció conveniente apurar la batalla, pasando el 20 al Egido de Turubamba: la proporcion que tenía el enemigo de defender las Lomas del paso, exigía un movimiento rápido para tomarlas, y encargado de hacerlo con la Division peruana, logré facilitar la subida al resto del ejército que bajó el 21 sobre el llano de Turubamba al frente del campo del enemigo. Este rehusó el combate que le presentamos bajo sus fuegos de cañon: algun tiroteo de esta arma y de las guerrillas distrajeron el día, y visto que él solo quería sostener sus posiciones, pasamos á la tarde á situarnos á 20 cuadras del campo, en el pueblo de Chillogallo, desde donde el 23 por la noche emprendió el ejército un movimiento general por la izquierda, tomando un camino muy difícil, pero único para salir al Egido de Inaquito por el N. con el doble interés de sus llanuras para nuestra caballería, y de interponernos á los refuerzos de Pasto.

La noche lluviosa y el mal camino, apenas me permitieron llegar á las lomas de Pichincha, que dominan Quito, á las 8 de la mañana del 24 con la vanguardia compuesta de los dos batallones del Perú y el Magdalena, y me fué preciso permanecer en ellas mientras salían de la quebrada los demas cuerpos: á las dos horas de mi detencion que ya había llegado el General Sucre con otro batallon, fuimos avisados por un espía, que de la parte de Quito subía una partida que creimos sorprender con las compañías de cazadores de Paya y 2.o, y como éstas dilatasen la operacion por lo montuoso y algo largo de su direccion, propuse seguirlas cautelosamente con el batallon 2. del Perú: no fué inútil esta medida de precaucion; porque sobre la marcha advertí que no solo subía una partida sino toda la fuerza enemiga: consiguientemente rompieron el fuego las dos compañías de cazadores adelantadas, con cuyo reconocimiento redoblé el paso á reforzarlas, avisando al señor General Sucre que era la hora de empeñar con ventaja el combate con los demas cuerpos si lo creía conveniente: el afan del enemigo por tomar la altura era grande, y no era menos la necesidad de contenerle á toda costa.

El batallon 2 que empeñé, con este objeto, á las inmediatas órdenes de su bizarro comandante D. Felix Olazabal, les opuso una barrera impenetrable con sus fuegos y bayonetas, y sostuvo solo por mas de media hora todo el ataque, mientras llegó el señor General Sucre con los batallones Yaguachi y Piura; entonces dispuso dicho señor General apurar el ataque reforzándolo con el primero, y sucesivamente con el batallon Paya que llegó: el combate duró obstinadísimo y vivo por mas de dos horas, y ya se sentía la falta de municiones que habían quedado atrasadas: en tales circunstancias, pretendió el ene

migo tomarnos la retaguardia por la izquierda, destacando bajo el bosque espeso dos compañías de infantería que felizmente chocaron con las del batallon Albion que subía escoltando el parque: la bizarría con que las recibió Albion al mismo tiempo que un impulso general que se dió á la lucha con el bataİlon Magdalena de refresco, obligaron al enemigo á ceder el campo despues de tres horas de empeño, perdiendo la esperanza de sostenerlo mas tiempo contra los cuerpos del ejército unido que aumentaban su coraje á proporcion de los peligros y se disputaban los laureles que han partido bizarramente.

El terreno del combate era tan montuoso y quebrado, que no pudimos aprovechar mucho de su dispersion sostenida á la vez por los fuegos del fuerte de Panecillo.

La caballería nuestra, que por la mala localidad se hallaba fuera de combate, emprendió su bajada al Egido por la izquierda, y su presencia precipitó la retirada de los escuadrones enemigos que abandonaron la reunion de la infantería que habían proyectado para hacerla general hácia Pasto; no dejándole otro asilo que el del fuerte del Panecillo, donde se cerraron todos los restos: el campo de batalla quedó cubierto de cadáveres no es fácil calcular las pérdidas del enemigo, porque el bosque oculta su número que probablemente excede á 500; la nuestra llega á 300, incluyéndose 91 muertos que ha perdido la Division del Perú, con el capitan D. José Duran de Castro, y el alferez D. Domingo Mendoza, y 67 heridos, comprendiéndose el capitan D. Juan Eligio Alzuru, y los que constan de la lista adjunta.

Entre el empeño y bizarría con que pelearon todos los individuos del ejército, se distinguieron, muy particularmente en la Division del Perú, el bravo comandante del 2 D. Félix Olazabal, los capitanes D. Pedro Izquierdo de Cazadores, D. Mariano Gomez de la Torre, D. Pedro Alcina, D. Juan Eligio Alzuru, herido; tenientes D. Narciso Bonifaz, D. Francisco Machuca, D. Juan Espinosa, D. Francisco Galvez Paz, D. Domingo Pozo, D. José Concha, y subteniente D. Sebastian Fernandez, y los individuos de clases inferiores que constan de la razon adjunta, todos correspondientes al N. 2. El batallon de Piura que se conservó en reserva hizo su deber, y su comandante D. Francisco Villa, y sargento mayor D. José Jaramillo, conservaron el órden que era necesario. Mis ayudantes de campo tenientes D. Calixto Giraldez y D. José María Frias, desempeñaron exactamente las comisiones y órdenes que les encargué. Todos estos son muy dignos de la consideracion de V. E. y de las gracias que quiera dispensarles, como á las demas clases subalternas indicadas en las razones de distinguidos y heridos.

Despues de la victoria en los altos de Pichincha, descendió el ejército hácia la capital, habiendo intimado su entrega el senior General Sucre al jefe que la mandaba; y que aunque la sostenía con alguna artillería é infantería que no pudo retirarse, cortada de nuestra caballería, se sometió á la entrega por una capitulacion. Esta fué preparada por mí en la noche del 24, y siendo acompañado el 25 por el señor coronel Antonio Morales, Jefe del Estado Mayor de la Division de Colom. bia, quedó terminada á las doce de dicho día en que por ella entró el ejército unido en la ciudad, y ocupó el fuerte del Panecillo, donde se rindieron cerca de setecientos infantes que con los prisioneros del campo de batalla pasan de mil de tropa, como 180 oficiales, inclusos los jefes principales, y entre ellos el General Aymerich: cerca de 1,800 fusiles, 14 piezas de batalla y muchas cajas de guerra, y demas relativo á su armamento; de modo que nada ha salvado de su infantería, y es de creer que su caballería sino cae en nuestras manos se disperse toda.

La capitulacion que incluiré en otra ocasion, permite el pase á Europa á toda la oficialidad y tropa europea con los honores de la guerra, y es extensiva á todo el Departamento, incluso la provincia de los Pasto: conforme á ella se ha rendido ya el batallon Cataluña, que hoy ha entrado en esta ciudad con toda su oficialidad, y esperamos el mismo resultado en lo demas, para cuyo efecto han salido comisionados con las respectivas órdenes: así ha concluido la guerra del Norte, y repito que en su término han brillado las armas del Perú, y que son muy dignos de la consideracion de S. E. los que han tenido ocasion de ofrecer este servicio particular á là causa general de América, uniendo un trofeo mas á las glorias del Estado.

He reemplazado triplicadamente la pérdida de la division con los prisioneros Americanos, y con ella bien reforzada y descansada marcharé muy pronto á acudir á las demas necesidades de la Patria donde se crea conveniente.

Dios guarde á US. I. muchos años.
ANDRÉS SANTA CRUZ.

Ilmo. y Honorable Señor General de Brigada D. Tomas Gui. do, Ministro de Guerra y Marina.

Cuartel General en Quito, á 7 de Junio de 1822.

Cuando dirigí á US. I. el parte detallado de la victoria que alcanzó el ejército unido en los altos de Pichincha, ofrecí

acompañarle en primera ocasion, como lo hago ahora, la capitulacion que fué consiguiente para la rendicion de las armas españolas en esta capital y departamento. Su cumplimiento, es hasta el día puntual en todas sus partes, y solo aguardamos la confirmacion oficial de la rendicion de Pasto, y un batallon que le guarnece, de que ya tenemos algunos avisos, advirtiendo que la distancia no hace hasta ahora notar falta alguna.

Sin embargo, llevan cuatro jornadas dos batallones que han marchado á exigir mas de cerca el cumplimiento de aquella, cuyo tenor hace desaparecer los enemigos en esta parte.

Mi detencion precisa para descansar la Division y vestirla, como es de necesidad, no excederá á el 25 de este mes, en cuyo término me pondré en marcha con direccion á esa capital, Ílevando un refuerzo considerable de buenas tropas, cuyo número y armas están detalladas en el Estado adjunto.

Con esta satisfaccion tengo la de repetir á US. I. los sentimientos de mi mayor consideracion y respeto con que soy S. S.

I. y H. S.
ANDRÉS SANTA CRUZ,

Illmo. y H. Señor D. Tomás Guido, General de Brigada y Ministro del Departamento de la Guerra.

Capitulacion.

Los señores D. Melchor Aymerich, Mariscal de Campo del ejército español, y Capitan General del Reino de Santa Fé &. y Antonio José de Sucre, General de Brigada del ejército de Colombia, y Comandante General de la Division unida al Sur de la República, convencidos de la necesidad de terminar la guerra que aflige estas provincias, despues que la victoria obtenida ayer por las armas de la Patria, las pone, por consecuencia, en posesion del territorio ocupado por las tropas españolas, atendiendo, el primero, á la falta de comunicacion con la Península, la opinion general del país en favor de la independencia, teniendo presente las instrucciones del Ministerio al Excmo. señor General de Mourgeon en 3 de Abril de 1821, y deseando conciliar su situacion con el honor del ejército de su mando; y considerando, el segundo, que la paz y el reposo de estos pueblos exije cualquiera transaccion que los cubra de los males de la guerra, convinieron

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