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á su propia dignidad. Por lo demás, si la defensa del honor y de todos los intereses de este país es objeto importante y obligatorio para cada uno de los peruanos, lo es en más alto grado para el Gobierno nacional, sean cuales fueren las alusiones injuriosas con que se intentara zaherir el celo, patriotismo y consagración de las personas que lo componen.

El infrascrito termina aquí su contestación, dando por concluido de su parte un asunto tan desagradable, y recordando por orden expresa de su Gobierno al señor Wilson, que cuando el Ministerio se dirige á los Agentes públicos de las demás naciones, habla siempre á nombre del Gobierno de quién es miembro y órgano.

El infrascrito, se repite, del señor Wilson, atento, obsecuente sevidor.

Manuel Ferreyros.

Al Señor Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M. Británica.

CONDUCTA DEL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE S. M. B.-MOTIVOS

QUEJA ALEGADOS POR ESTE FUNCIONARIO-PROTESTA

BIERNO DEL PERU.

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DEL GO

Legación de S. M. B.

Lima, Setiembre 16 de 1841.

Al Señor Ministro de Relaciones Exteriores &. &. &.

Las cópias inclusas de una declaración jurada, tomada por el Vice-cónsul británico en Limà, en 4 del corriente mes, suministrarán al Gobierno del Perú la evidencia de una tentativa para procurar el asesinato del infrascrito, Encargado de Negocios de S. M. B.

Resulta de esta declaración, que, por los primeros días de Ju nio último, el sargento mayor don Isidro Pavón, ayudante del General La-Fuente, propuso al declarante, Correa, que asesinase al infrascrito, ofreciéndole, bajo el supuesto de hacerlo, que el General La-Fuente le daría la suma de 300 pesos y le procuraría la reposición á su antiguo grado en el ejército, que era el de teniente.

Resulta también que el mayor Pavón aseguró á Correa, que

en el caso de ser descubierto, se le mandaría á la Prefectura de Lima, en donde se le permitiría escapar del arresto por la noche, después de haberle dado una mula ensillada y un pasaporte ámplio que lo autorizase á tomar por donde juzgare conveniente; y que, finalmente, el General La-Fuente y todos los demás tomarían medidas que le evitase todas las malas consecuencias que pudiesen sobrevenirle en el particular.

Correa concluye su deposición exponiendo las medidas á que eficaz y prontamente ocurrió para poner á cubierto la vida del infrascrito, esperando por ellas evitar posteriores atentados de parte del mayor Pavon, los que le emplearon ó sus asociados, para conseguir el asesinato del infrascrito.

Puede ser muy oportuno observar que para mejor conocimiento y crédito del infrascrito, nunca ha tenido relación alguna con el mayor Pavón, y, por consiguiente, no existe motivo alguno personal de enemistad entre ellos. La misma observación es igualmente aplicable al corenel Ponce, al nombre del cual el infraserito tendrá que referirse en lo subsecuente de esta nota.

Penetrado de la naturaleza séria de este crimen, que de este modo le ha sido revelado, el infrascrito ha creído primero de su deber hacer indagaciones sobre el caracter y conducta en general del declarante Correa, procediendo, sin embargo, con la cautela necesaria, para poner á salvo la persona de Correa de la venganza de las personas poderosas que puedan resultar complicadas en sus pruebas,

Afortunadamente el infrascrito ha efectuado ambos propósitos del modo siguiente:

Después que Correa dejó la carrera de las armas, en la que había servido como soldado raso, y antes de volver á emprenderla en 1835, en clase de oficial, se mantuvo con el trabajo de sus manos, y, entre otros menesteres, trabajó en la moneda de Lima. Además, una información sobre su índole y conducta fué tomada por el Vice-cónsul británico del individuo que desempeñaba actualmente la portería de aquel establecimiento, Juan Aranda, hombre de intachable integridad, que por su destino había tenido la mejor ocasión de observar á los individuos empleados como Correa-El informe dado por Aranda es decididamente favorable á Correa, y éste ha asegurado al infrascrito que tiene rauchas personas que pueden del mismo modo abonar por él. Las siguientes circunstancias corroboran fuertemente los hechos contenidos en su deposición.

En 10 de Junio último fué dirigida una carta al infrascrito, previniéndole de un plan contra su vida: un fraile de la Merced

la puso en manos del señor Prevost, cónsul de los Estados Unidos. de América, suplicándole que fuese inmediatamente entregada al que suscribe, y el señor Prevost ha asegurado que es capaz de identificar la persona del religioso siempre que le sea presentado. Una cópia de esta carta vá acompañada á la presente nota. Hácia el mismo tiempo, un caballero de intachable honor, que tiene un alto puesto cerca del Gobierno Peruano, llamó al infras crito para informarle que, en la tarde del día anterior, le había visitado la esposa del teniente coronel Ponce, anteriormente ayudante del General La-Fuente, y ahora edecan de don Manuel Menendez, Presidente interino del Perú, y le había pedido como á su íntimo y antiguo amigo su opinión sobre una circunstancia que ocasionaba la mayor inquietud tanto á ella cómo á su marido.

Le refirió entonces que el General La-Fuente había dicho á su marido que se había sostenido una conversación entre el mayor Pavón y el infrascrito, en el curso de la cual el infrascrito había designado al coronel Ponce como un rufian y un vil, y consiguientemente que si el coronel Ponce tenía algún valor debía dar al infrascrito una estocada, esto és, «matarle:» que en otras diferentes ocasiones el General La-Fuente ha soltado al coronel Ponce indirectas é insinuaciones para el propósito de provocarle á una riña con el infrascrito por el mismo motivo enunciado antes en boca de Pavón, y que, en todo caso, se le diese una estocada.

La señora de Ponce añadió, que el coronel Ponce estaba bien. persuadido de la falsedad de la aserción del mayor Pavón, justamente satisfecha de que el infrascrito jamás ha hecho uso de semejantes ofensivos epítetos con respecto á una persona con quién no ha tenido conocimiento personal, y de quién no tiene motivo para pensar ó expresarse mal, y que toda la historia era una invención del rencor personal del General La-Fuente contra el infrascrito, ideada con la mira de instigar al coronel Ponce á que matase al infrascrito, en cuyo evento, siendo el coronel Ponce extranjero (colombiano) considerado como tal, sería inmediatamente sacrificado por vía de reparación á la Gran Bretaña, y quedaría plenamente terminado el negocio.

El que informó al infrascrito, hace justicia al coronel Ponce, persuadiéndose con él de la malignidad y falsedad de toda la intriga.

Entre tanto éste incidente prueba que al mismo tiempo que Correa declaraba que el mayor Pavón le propuso asesinar al infrascrito, Pavón y el General La-Fuente procuraban incitar al

coronel Ponce á buscar una riña con el infrascrito, ó para usar de las mismas palabras del General La-Fuente, á darle una puñalada, una estocada.

En tercer lugar, hácia las once de la noche del 29 del próximo pasado, don Manuel Antonio Flores, arrebozado en su capa, y seguido por un sirviente, lo cual acostumbra habitualmente el infrascrito por la noche, pasando por la Legación de S. M., oyó á una persona gritar «mate á ese gringo."

Inmediatamente cruzó sobre él desde la acera opuesta de la calle un hombre, y le dirigió un furioso golpe á la cabeza con un palo ú otra arma de gran fuerza. El sirviente de Flores se adelantó; pero él mismo fué bastante feliz para salvar su vida, cubriéndose con poner sobre su cabeza un palito muy fuerte, sobre el que cayó el golpe con bastante fuerza para dividirlo en dos pedazos, que el infrascrito ha visto.

Parece que la persoua que había dirigido este ataque traidor, descubriendo por la voz de Flores que no era la parte contra quien lo había intentado, caminó hácia la casa de don Manuel Amunátegui, uno de los editores del diario «Comercio», situada en la esquina opuesta de la calle, cerca de la cual se ocultó, diciendo «dispense U. señor Flores, el golpe no debía haberse dirigido contra U.»

De la verdad de esta declaración está satisfecho del todo Flores y entiende del mismo modo que el golpe era asestado contra la vida del infrascrito; pero por motivos de prudencia al principio había evitado comunicarle el incidente, hasta que después de haber reflexionado y consultado con otros, ha venido á convencerse de lo mal que hacía en ocultarlo.

Así es que en 31 del mes próximo pasado refirió el suceso, como antes se ha dicho, en la mesa de don Ventura Lavalle. Enviado y Ministro Plenipotenciario de Chile, estando presentes la señora de éste, su hermano, dos adjuntos de la Legación Chilena y don Felipe Santiago Solar-Flores declaró que su sólo objeto era instruir al señor Solar, que conoce por amigo del infrascrito, para que le diese conocimiento de esta ocurrencia á fin de que se pusiese á cubierto de semejante ataque. Añadió que de ninguna manera se le indujese al compromiso de una declaración judicial, y que, si se le requería para ello, él enteramente negaría todo.

Pero al siguiente día no sólo aseveró en casa del señor Lavalle la verdad de su relación, sino que la repitió á don Salvador Soyer con quién se vió en la calle.

El infrascrito está por esto obligado á dar crédito á su verdad,

especialmente cuando el señor Lavalle manifestó al otro día al infrascrito que le daba crédito, y al mismo tiempo manifestó una entera aprobación de la determinación de Flores á no comprometerse con personas con quienes está interesado en vivir en intimidad, dando una declaración judicial en el asunto.

La imposibilidad de que Flores haya referido esta historia por juego ó entretenimiento, puede inferirse del hecho de que el asunto mismo no presta materia para juego, y de que tanto su superficial conocimiento con el infrascrito, como el rango y caracter personal de los sujetos á quienes hizo la narración, alejan toda posibilidad de que se haya aventurado á permitirse jugar ó bufonear á sus expensas, ó á las del infrascrito.

Por los hechos relacionados en la declaración jurada de Juan Manuel Correa, como por toda la corroborativa evidencia admitida en la presente nota en apoyo de aquella, no cabe duda en el ánimo de cualquiera persona recta ó imparcial sobre el hecho de haberse formado una deliberada conspiración contra la vida del infrascrito; y no es menos evidente que, con la mira de preparar al público para su asesinato, el coronel Iguain, amigo confidencial y consejero político del General La-Fuente, ha compuesto y publicado en el número 648 del periódico Comercio>> el artículo libeloso (libellous) contra el carácter público del infrascrito, concluyendo con una incidiosa é inmoral tentativa para provocar y justificar el asesinato de su persona.

Durante la entrevista que el infrascrito tuvo con el señor Tudela, en 5 del corriente, le leyó privada y confidencialmente la declaración de Correa, sin mencionar no obstante su nombre, y declaró al mismo tiempo con franqueza al señor Tudela, que no era su intención entablar demanda alguna en el asunto ante el Gobierno del Perú, hasta que estuviera en aptitud de adoptar medidas semejantes á aquellas á que recurre generalmente el Gobierno de S. M. en casos de haber motivos para recelar que la vida de testigos importantes, pueda estar en peligro á consecuencia de revelarse sus testimonios con respecto á algun crimen. Pero por deferencia á las miras del Gobierno Peeruano expresadas en la nota del señor Tudela de 13 del corriente, se ha separado de esta intención, suministrando al señor Tudéla una cópia certificada de la declaración jurada del testigo antes mencionado: pero, al mismo tiempo, concibe ser de su estrecho deber, no producir este testimonio hasta el arribo de uno de los buques de guerra de S. M. para poder dar al testigo aquella protección que las circunstancias del caso reclaman justamente del infrascrito. La dilación que esta circunstancia ocasionará necesariamente

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