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atropelladamente privó al Gobierno de todo medio de esclarecimiento, despojándole de su primer atributo, el de hacer justicia: sublevó los ánimos desmoralizando la sociedad por medio de la persuasión que tendía á infundir en ellos de ser ine ficaz el recurso á las autoridades por medio de las que deben indicarse los agravios, los hechos y las tentativas criminales; de struía la confianza en las leyes y en el Gobierno tan indispensable para gobernar; y produciendo una revolución funesta en las ideas, tan fácil de cundir hasta los hechos, mandaría al mundo el concepto más peligroso para el Perú, si felizmente una conducta externa arreglada á los principios internacional es, y, tal vez, bajo muchos aspectos, mas reglada que podía esperarse de gobiernos nuevos, sujetos al influjo de acontecimie atos políticos desgraciados y frecuentes, no dieran al Gobierno Peruano la seguridad de ser apreciado por los demás del murado, sin excluir el. de S. M. B., que, sin duda, le habrá hecho justicia, no obstante que (con dolor sea dicho) la animadversión, del señor, Wilson, bastante pronunciada contra el Gobierno existente, le habrá impedido indudablemente desplegar ante el de S. M. B. aquel sistema de benevolencia, á que era llamado por su intervención oficial, y por su caracter obligatorio de conservador de la paz y de

la armonía.

En esa posición singular, que, por el hecho solo de no ser usada sino en el caso de ruptura ó de guerra, significa por si misma ese estado, el señor Wilson ha manifestado su decisión de destruir el trato y comunicación diplomática sobre el pié de franqueza é igualdad; ha manifestado que el comercio de oficios entre el Gobierno y él no existe ni puede existir, pu esto que no sería dable, sin deshonra inaudita y sin confesión tácita de una complicidad imposible contra la vida del señor Wils on ó de una carencia casi absoluta de poder legal, que el Gobieri 10 continuase entendiéndose con un agente público que, en ple na paz, ha emprendido la fuga de un modo secreto, y se denomi na asilado á bordo de un buque de guerra extranjero. En tal caso habría el Gobierno Peruano suministrado por sí solo la prueba de que no era posible tratar con él, y de que todos los medios del derecho para entenderse entre naciones, estaban inútilment e agotodos: se haría merecedor de que el mundo entero le retira se su confianza, y que las naciones, que actualmente cultivan con él relaciones, le retirasen tambien los organos oficiales destinaclos á fomentarlas. Si el señor Wilson ha propendido con su conducta á este resultado y ha intentado manifestar con ella que las personas sagradas por el derecho de gentes no tienen seguridad en el Perú, aún en medio de la paz y de la armonía, y cuando ha

inferido un agravio tan insigne, el mayor que podría escojitarse para ofender el honor y los intereses de todo género de una nación; el Gobierno á quien estos y aquel han sido confiados como un depósito que es preciso conservar ileso ante la espectación del mundo, no pudo prestarse á condescender en su ultraje, y ha debido exigir que este sea reparado por el Gobierno de S. M. B. en la manera plena y solemne que el caso demanda y dar noticia al mundo de la conducta respectiva del Gobierno Peruano y del señor Wilson.

Hasta ahora el Gobierno, devorando en silencio sus desaires, sobreponiéndose á las frecuente alarmas con que de todos lados y por una especie de persuasión habitual y cuotidiana se le ha representado al señor Wilson pública y privadamente como desafecto á la causa de la independencia del pais y de las instituciones vigentes; como panegirista, descortes é insidioso del régimen llamado protectoral, contra la declaración de leyes vigentes en el pais; como oficioso propagador de nuevas fuhestas á la paz pública; como fomentador de la discordia entre el Perú y Bolivia, se ha abstenido no solo de obrar de un modo que pudiera parecer aún remotamente ofensiva al representante de la nación británica, haciendo el sacrificio de su decoro y de su tranquilidad. y rebajando tal vez el prestigio que era indispensable conservar ante sus propios gobernados; mas ni ha correspondido con palabras que manifestasen su natural desagrado á las frecuentes diatrivas que contiene la correspondencia oficial del señor Wilson, á su habitual y estudiada omisión de los mi ramientos, de las frases y aún del tratamiento consagrado por el uso para hablar con los gobiernos y á nombre de ellos, no siendo uno de los menores agravios en el particular, el habitual tratamiento de excelencia al proscrito don Andrés Santa Cruz, mientras que al actual jefe del Estado se le denomina simplemente don Manuel Menendez. Asi es que en esta parte las notas del señor Wilson han venido á ser una excepción no solo de las practicas generales, sino aún de la correspondencia que sostienen con el Despacho de Negocios Extranjeros tados los agentes de otras naciones existentes en esta capital, con la que, por descortes y ofensiva, forma un singular contraste la del señor Wilson. Bastárale al Gobierno, sin duda, para proceder de un modo mas firme esta constante depresión de sus prerrogativas que ha sufrido de parte del señor Wilson. Ese tono propio de los Procónsules Romanos con que ha desvirtuado las benévolas y justas miras del Gobierno de su Majestad Británica, tendiendo á destruir en los ánimos de los peruanos la idea de la justicia y circunspección del caracter inglés, y hacer odiosas é insoporta

bles relaciones de la que el Perú desde su erección en pueblo independiente ha derivado honor y satisfacción, bastárale la habitud general de mirar al señor Wilson como el centro de las esperanzas de los descontentos y de maquinaciones contrarias al orden público, aún cuando tal concepto invencible en todas las clases fuera una preocupación; bastáralé la falta de confianza que reiterados avisos y acusaciones frecuentes habrían engendrado respecto de las ideas, palabras y hechos individuales del representante de su Majestad Británica; bastárale ese sistema adoptado por el señor Wilson para despreciar siempre como inválidos, parciales y despreciables los testimonios de los particuJares, los informes de las autoridades y aún la sentencia de los tribunales peruanos; siendo así que ha hecho valer con un caracter contrapuesto de verosimilitud, muchas veces exagerada, ias simples relaciones de personas de humilde condición, aún de sospechosa conducta, si han sido extranjeras ó desfavorables á los fines del Gobierno en los casos respectivos; pudiendo presentarse ejemplos frecuentes, y algunos de ellos acontecidos con representantes británicos en que los gobiernos han hallado correspondencia en las justas miras del gobierno inglés, al proceder por menores motivos de faltas de miramientos y circunspección, á fundar con una conducta firme, por el provecho común, la inviolabilidad de los respetos internacionales.

En cambio de estas alarmas excitadas contra su decoro, su reposo y su seguridad, de los hechos por los cuales el señor Wilson ha apoyado indirecta pero enérgicamente el lenguaje insultante, hostil y denigrativo de dos vice-cónsules británicos que se permitieron aconsejar medidas de gobierno al jefe de un motín militar, el ex-coronel Vivanco, y á apellidar de un modo muy ultrajante á uno de los ministros de Estado, antece-or del que suscribe; en cambio de la falta de neutralidad con que el señor. Wilson ordenó que el vapor «Perú» tocase y se pusiese en comunicación con el puerto de Islay, contra orden expresa del Gob'erno que intimó á licho buque no llegase á ese puerto, con el fin de que los disidentes no tuviesen noticia de que contra ellos marchaba una expedición, orden que dió con el mayor sigilo y que fué el disgusto y escándalo no solo de todos los nacionales y extranjeros y del jefe de la compañía de navegación por vapor en el l'acífico el señor Whelwright, sino tambien del circunspecto y recomendable representante de los Estados Unidos, el honorable señor Picket, de todo lo cual hay constancia oficial en este Ministerio; en cambio de la protección y defensa que el señor Wilson ha desplegado en el caso de una violación de nuestros reglamentos fiscales y de policía, de parte de un oficial ó dependiente

de la corbeta «Acteon», que se ignora quien es, el cual entregó considerable número de cartas traídas del sur, teatro reciente entonces de una conspiración que ocasionó una batalla campal para sofocarla, á una casa del Callao, sin ser registrada por la estafeta, acto que es calificado de contrabando, y que fué comprobado por informes de las autoridades competentes, dados al desprecio por el señor Wilson; y en cambio, por fin, de ese sistema al parecer de condenación y complacencia con que el señor Wilson se ha manifestado mas hostil, mas exigente, mas amenazador y má irrespetuoso cada vez que han sido mas aflictivas las circunstancias del Gobierno, y cuando todos los agentes públicos se han hecho un honroso deber de poner una tregua á sus de mandas; en cambio de todo esto, el Gobierno del infrascrito no ha opuesto sino el disimulo, la moderación, la prudencia y la resignación en la justicia del Gobierno de Su Majestad Británica, á quien se ha dirigido desde Diciembre del año próximo pasado, solicitando el retiro del señor Wilson. Partido es este que si bien aparece el mas suave y armonioso, por tardío en su resultado, ha podido ocasionar y ha ocasionado, en efecto, nuevos motivos de disgusto con el señor Wilson.

El Gobierno, cediendo entonces al peso de la más demostrada conveniencia, al grito unánime de los gobernados y á los fines del comercio internacional, cuya base es la armonía, la buena inteligencia y la confianza mútua, se resolvió á representar, en general y de un modo nada ofensivo, la necesidad de que fuese separado el órgano de las relaciones que se había hecho ineficaz é incompatible con la recíproca inteligencia y cuya continuación jamás podría conducir á un resultado favorable por el tono de las demandas, por la dureza de las exigencias, por esa estudiada complacencia (al menos así aparece) de vituperar en general, y en casos particulares, de oficio nuestras leyes, nuestros magistrados y funcionarios de mas alto rango, nuestra administración de justicia, y, en suma, cuanto constituye nuestro ser social. El agente público, que había venido á ser el intérprete de los sentimientos de benevolencia de un gobierno magnánimo y justo, se había constituido en un motivo de alarma para el órden, y en obstáculo para llenar los fines del comercio diplomático esencialmente pacífico: de su cargo de conciliación y benevolencia había hecho un sagrado para poner en peligro cada día, y aún cuando las cuestiones eran allanadas en sentido favorable á sus demandas, las relaciones existentes. El Gobierno, pues, que no podrá jamás persuadirse que la Gran Bretaña se interese en mantener un funcionario así dispuesto cerca de una nación amiga, ni en conservarlo, sobre todo á disgusto de ella misma, ha

biendo perdido su confianza; era indispensable que para no Lerir los miramientos que se deben al Gobierno Británico procurase por el medio mas exento de tacha la separación de su agente.

No es dado al Gobierno entrar sin agravio en el exámen de lo que interese mas al nombre inglés y á los fines de la política de S. M.; pero si dirá, como circunstancia esencialmente ligada con su buen nombre, que cuando por un avenimiento amigable se han cortado los motivos de diferencia existentes con el Gobierno de Estados Unidos, convirtiéndolos en una obligación general, sujeta á condiciones ciertas por medio de un convenio celebrado con su representante en Lima; que cuando se empieza ya á trabajar en la misma disposición con el actual representante de la Francia, el señor Wilson haya frustrado con las durezas de sus demandas, y el alejamiento en que ha querido mantenerse de las simpatías y de la política justa del gabinete peruano toda esperanza de arribar á un resultado semejante.-No es de suponer que tal omisión proceda del Gobierno del Perú, siende, como es sabido por el señor Wilson, que un caso juzgado entre nosotros, el del comiso del bergantín «Ana», el Gobierno en la confianza que se le había inspirado por el señor Wilson de que podría concluirse un arreglo mediante el nombramiento de un comisionado especial que discutiese y transigiese con él sobre el particular, á pesar del caracter particular del caso, procedió á comisionar al señor Consejero de Estado, Pellicer, y no logró sino el desengaño de que el señor Wilson carecía de poderes al efecto, quedando así burlada la transacción y hasta cierto punto herida la gravedad del asunto y los respetos del Gobierno comprometidos en él.

El Gobierno se ha visto contrariado aún en su marcha legal, como se mostró en el caso de que precisado á guarnicionar la plaza del Callao para consultar la seguridad del país, y aún para preservar los intereses del comercio acumulados en ese gran depósito mercantil, el señor Wilson, como si olvidara que una gran parte de ellos pertenecía á súbditos británicos, reclamó alta y ofensivamente de esa medida, atribuyendo además en una entrevista personal con S. E, el Presidente de la República, y con alusiones demasiado expresas, peligros de robos de almacenes por el cuerpo de tropas situado en esa plaza, como se vió también en el caso de haber mandado notificar y aún publicar una ley del Perú de propia autoridad, para que no se tomase á bordo de buques británicos personas que hubiesen obtenido pasaportes compulsorios del Gobierno, no obstante que semejante ley había sido abrogada por decisiones legislativas establecidas según las fórmulas constitucionales y dictadas en fuerza de las

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