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por un espacio de tiempo bastante para constituir válidamente un argumento de tácita adquiescencia nacional. Este principio que, en diversas épocas, ha servido para conservar la paz y las instituciones en la Europa, se recuerda por el infrascrito con tanto mayor motivo, cuanto que en la nota del señor Wilson número 25 del 15 de Febrero, parece establecerse una doctrina que difiere de estas ideas.

El infrascrito se ofrece, con este motivo, del señor Wilson, muy atento y muy obediente servidor.

Manuel Ferreyros.

Al Señor Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M B.

EMBARGO DE LA ESCUADRA PERUANA-BOMBARDEO DE ARICA LA TRANSACCIÓN DE MAYO-1845

El Encargado de Negocios de S. M. B. ha tenido en este instante la honra de recibir una invitación de parte del señor don Miguel del Carpio, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, citándolo para la una del día de mañana á una conferencia, en que se han de discutir los asuntos internacionales que están ahora pendientes entre ambos países. Le es sensible al señor Adams el manifestar, que mientras no se admitan por el Gobierno Peruano las bases de negociación que tuvo ayer el honor de sentar, cree que deben excusarse ulteriores y verbales discusiones. Por consiguiente, antes de obtener la ventaja de aceptar la entrevista, que el señor del Carpio le ofrece, juzga el infrascrito, que es deber pedir explicaciones acerca de la resolución que ha tomado, tocante al consabido negocio, el Gobierno Peruano, y añadir, que sin la seguridad de su adquiescencia, relativamente á las bases propuestas, cosa que vivamente desea, el señor Adams se verá en la necesidad de presentar, por escrito, lo que pretende el Gobierno de S. M. el Sábado que viene, según ha tenido el honor de decírselo al señor del Carpio ántes de ahora.

Legación Británica.

Lima, 22 de Mayo de 1845,

Legación de S. M. Británica.

Lima, á 23 de Mayo de 1845.

El infrascrito, Encargado de Negocios de S. M. B., tiene la honra de dirigirse á S. E. el señor don Miguel del Carpio, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, con el objeto de participar, por escrito, al Gobierno Peruano los agravios inferidos á oficiales y súbditos de S. M., el año próximo pasado, en Tacna, Arica é Islay, que ya se han manifestado plenamente á la Suprema Junta de Gobierno de las provincias del Sur del Perú, por medio de las conferencias oficiales celebradas entre los comisionados británicos, enviados á Arequipa, y el Secretario General de aquel Gobierno.

En 11 de Junio último, los señores don Pedro y don Juan Murphy, súbditos británicos residentes en Arica, fueron á bordo del vapor de S. M. «Cormorant» á hacer una visita á su Comandante, lo cual, á pesar de que, á la sazón, estaba bloqueado el puerto, no era contrario al reglamento, y durante su mansión á bordo, el Cormorant» comunicó con el buque de guerra la «Yungay» que bloqueaba dicho puerto. Cuando regresaron á tierra los expresados Murphy, después de la salida para proseguir su viaje, del buque de S. M., el señor Coronel don José Arancibia, Gobernador de Arica, arrestó á los señores Murphy, los insultó y los remitió presos á Tacna, sin la menor averiguación, y sin sentar siquiera que los acusaba de comunicar con la escuadra bloqueadora. En consecuencia de lo que antecede, el señor Wilson Cónsul de S. M., dirigió una representación al señor General Iguaín, Prefecto del Departamento, con fecha de 13 de Junio de 1844, quejándose de esta providencia arbitraria, protestando contra ella, y pidiendo un salvo conducto para que los señores Murphy volviesen luego al puerto. El infrascrito presume que el Gobierno Peruano está enterado de este documento, juntamente con el resto de la correspondencia, que tuvo lugar entre los oficiales de S. M. y las autoridades peruanas de Arica, Tacna, Islay y Arequipa.

En 14 de Junio el Prefecto contestó, dando su entera aproba ción á la conducta del Coronel Arancibia, y pretendiendo que los señores Murphy fueron á bordo del «Cormorant» con el intento de conseguir tener una entrevista con el Comandante de la escuadra bloqueadora; y que cometieron este escándalo personas notoriamente hostiles al partido preponderante á la vista del Gobernador.

La adjunta carta del Comandante del «Cormorant», no solamente prueba que los señores Murphy no comunicaron con la «Yungay; pero que, dado caso que lo hubiesen hecho, es materia imposible que lo hubiesen visto desde tierra, puesto que los navíos, al tiempo de comunicarse mútuamente, estaban á la distancia de diez millas, cuando menos, de Arica. Sin embargo, sobre estos fundamentos, enteramente insustanciales, dos negociantes ingleses fueron arrancados de sus negocios, sin averiguación de ninguna reparación. La persecución no paró en esto; á una segunda petición, fechada el 15 de Junio por el Cónsul de S. M., pidiendo licencia para que esos caballeros reasumiesen sus negocios, en la cual el Cónsul, de conocimiento propio, niega la verdad de la acusación contra ellos, el señor Iguain contestó, en 17 de Junio, con una negativa á conceder la antedicha licencia, y con una repulsa extraordinaria hácia la facultad del Cónsul á intervenir en la materia.

El infrascrito está bien persuadido, que el Gobierno Peruano no apoyará la doctrina del señor Iguain, sostenida con mas vigor y energía en su nota del 20 de Junio: que un Cónsul no tiene el menor derecho para representar contra la injusticia que se infiere á los súb litos de su nación, cuando no están ausentes. Pero no puede menos de llamar la atención hacia el espíritu de hostilidad, que animaba la conducta del Prefecto, que los sucesos posteriores han contribuido á ensanchar y desenvolver.

En 18 de Junio los señores Murphy regresaren á Arica; y á los pocos días de su llegada, el Prefecto mandó al Gobernador una órden positiva para que don Pedro Murphy saliese desterrado del Departamento; dicho Murphy residía en el Consulado Británico de Arica, estando empleado allí, como agente consu. lar, y después de permanecer tres ó cuatro días en lo interior del Consulado, confiando imprudentemente en un recado amistoso del Gobernador, fué inmediatamente arrestado y enviado, por segunda vez, á Tacna bajo la escolta de cuatro soldados.

A su llegada á esta ciudad no tuvo otra contestación á sus quejas que la intimación de una órden del señor Iguain, para que tomase su pasaporte para salir del país.

Un súbdito inglés, llamado Federico Salkeld, tenía en su poder una cantidad de dinero, perteneciente á un peruano, nombrado Garrido, por la que giró una libranza contra sus corresponsales de Valparaiso. Este Garrido, resultó que era loco, y en cumplimiento de órden legal, Salkeld pagó varias sumas á cuenta de la libranza, que fué presentada para dicho objeto. El señor General Lizarzaburu, que sucedió en la Prefectura de Tacna al señor General Iguain, expone en una carta oficial, dirigi

da al Contra-Almirante Thomas, con fecha 31 de Julio, los subsiguientes procedimientos: dice—

К

«En el mes de Junio del presente año, el B. señor General Iguain, investido de facultades extraerdinarias, conferidas por «<el Supremo Gobierno Provisorio de la República, para procu«rar fondos que debían aplicarse á las urgencias públicas, care«ciendo del dinero suficiente para llenarlas, dispuso, que el juez « de primera instancia removiese del poder de Salkeld la canti«< dad perteneciente al peruano Garrido, de que era tenedor».

Entre tanto, debe observarse, que como este importe había sido ya liquidado por un libramiento, el cual no fuè presentado, no quedaban ningunos fondos en poder de Salkeld. De esta suerte tenemos la autoridad oficial del mismo Prefecto de Tacna, para hacer recaer sobre el señor Iguain toda la responsabilidad de posteriores susesos. Libró una orden á un juez para que decretase un auto que era tan patentemente ilegal é injusto, que el juez ordinario rehusó darle cumplimiento, y se fué de Tacna, ó, según dicen, lo compelieron á ausentarse, y fué nombrado provisionalmente otro más condescendiente á los mandatos opresivos del Prefecto. Su sustituto, don José Fermín Yañez, obedeció inmediatamente las órdenes del Prefecto, y mandó que Salkeld entregase, dentro de una hora, el dinero. Este se negó á verificarlo, y faltó poco para que lo encarcelasen; pero logró por fin escapar y se refugió en casa del Cónsul de S. M. en 18 de Junio.

El señor Cónsul Wilson pasó inmediatamente á casa del señor Prefecto, y en una prolongada discusión sobre el particular, señaló la evidente injusticia de los procedimientos contra Salkeld; pero era claro que el Prefecto estaba resuelto á llevar adelante su intento. El 19 de Junio el señor Wilson pasó una nota al Prefecto, pidiendo ahincadamente se suspendiesen los procedimientos, y que protestaba contra ellos; pero en vez de dar una respuesta, se mandó una tropa de soldados para cercar el Consulado. En 20 de Junio una fila de soldados entró en el Consulado, flameando sobre éste la bandera británica, como á las ocho de la mañana, con el Intendente de Policía, quien pidió al Cónsul le entregase al señor Salkeld. Mr. Wilson replicó, que no podía responder hasta que el Prefecto contestase á su nota del día anterior. Viendo, sin embargo, que era probable usase de la fuerza, el Cónsul dirigió otra nota, á las once de la mañana, haciendo recaer sobre el General Iguain toda la responsabilidad de los hechos de los oficiales subalternos. Esa responsabilidad ha de ser ahora efectiva, y su cumplimiento está reclamado por el Gobierno de S. M.

El Intendente de Policía difirió proceder á medidas violentas hasta cerca de las tres de la tarde, hora en que, viendo que el Prefecto no había contestado á Mr. Wilson, dió órdenes para que deserrajasen las puertas del Consulado, y en pocos instantes la cerradura de la puerta que conducía á la Secretaría Consular fué abierta con fractura y destruyeron casi otra cerradura. Con el fin de aquietar los temores de su familia, franqueó la entrada de las demás habitaciones de la morada consular, con lo que hicieron por toda la casa una estricta pesquisa y no encontraron en ella al señor Salkeld.

Las deposiciones, bajo juramento, de los súbditos de S: M. que presenciaron estos procedimientos, están aquí adjuntas. D. Santiago Hainsworth depone que el 20 de Junio tué al Consulado de S. M. á las ocho de la mañana, y vió un tropel de gente en la calle, y luego después observó una compañía de soldados, mandados por un oficial, juntamente con el Intendente de Policía, un escribano público y otros oficiales, que ocupaban sus puestos en frente del atrio, ó puerta del patio, encima de la que estaba izada la bandera británica: que vió, en seguida, los soldados dentro del patio, y que se pusieron guardias al rededor del Consula lo: que á eso de las tres, mandaron á los soldados formasen la línea y calasen bayonetas; y además que hicieran venir á un cerrajero para que arrancase la cerradura de una de las principales puertas; pero que viendo que no lo conseguiría, sin mucha dificultad, pasó á quitar la cerradura de una puerta, que conducía desde la Secretaría Consular á otra pieza contígua, y que entónces el Cónsul dió libre entrada á los demás aposentos de su casa, y que después de la más rigurosa pesquisa, y no habiendo sido encontrado don Federico Salkeld, se retiraron los soldados y el populacho.

El doctor Matías Hamilton afirma, bajo juramento, que vió soldados con fusiles, calada la bayoneta entrar al Consulado, el día 20 de Junio, y que éstos cargaron sus armas: que tambien vió que abrieron las puertas con fractura, y que registraron la casa infructuosamente.

Los señores G. Fernandez, Juan de D. Mermot y M. Stokes deponen tocante á los hechos de abrir con fractura la puerta y la pesquisa.

D. José Southard depone acerca de los atentados anteriormente establecidos, y añade, que cuando el Intendente de. Policía exigió que el señor Wilson hiciese una declaración, bajo ju. ramento, sobre si el señor Salkeld, estaba en la casa ó nó, el Cónsul replicó: « Que él no podía contestar á ninguna demanda « relativa al antedicho Federico Salkeld, hasta que el Prefecto << hubiese contestado á sus comunicaciones. »

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