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En ese propósito digno, el Presidente Constitucional de Bolivia, estimando fraternal y decorosa la iniciativa, me ha investido, Señor, por esta carta de Gabinete que tengo la honra de presentaros, del carácter diplomático de Ministro Plenipotenciario.

Me congratula, Señor Presidente, que la misión principal' que traigo cerca de vuestro Gobierno respetable, sea de resta. blecer sincera y noblemente las relaciones de perfecta amistad, que debían existir inalterables entre las dos naciones;

De entretenerlas y acrecentarlas con lealtad digna del Perú y de Bolivia;

Y de afianzarlas para que no fluctúen más en pactos solemnes, en que se consulte su estabilidad, procurando que ellos sean la fiel expresión del honor y de los intereses de ambas Repúblicas.

Yo estaré satisfecho, Señor Vice-Presidente, si puedo, en mi calidad especial de representante de Bolivia y de amigo sincero del Perú, realizar con amplitud las elevadas y americanas miras de mi Gobierno. Y mi satisfacción será completa, si consigo también, Señor, hacerme personalmente acreedor á vues. tra noble confianza, y á la de los distinguidos personajes que forman el ilustrado Gabinete que vos, Excmo. Señor Presidente, sabéis presidir de tan digna manera.

S. E. (1) contestó en estos términos:

Señor Presidente:

El Perú no ha olvidado nunca las afinidades de orígen, de hábitos, de intereses y de principios políticos que lo unen á la República de Bolivia, nación cuyos recuerdos históricos vienen más de una vez á confundirse con los nuestros en la lucha glo. riosa de la Independencia. Accidentes desgraciados han tur bado, en algunas épocas, relaciones que por recíproca conve niencia deben ser siempre duraderas y cordiales; pero la justi cia ha sido escuchada al fin como el único medio de alcanzar la paz y consolidar la armonía en beneficio de entrambos pueblos. Al sostener el Gobierno, á cuyo frente me encuentro, los derechos que la patria le ha confiado, nada pretende con detrimento ni méngua de los agenos; y razón hay para esperar que el actual é ilustrado Gabinete de Sucre contribuirá con eficacia al restablecimiento de nuestra mútua inteligencia, necesaria, como nunca, para promover el mejoramiento comun y para realizar el pensamiento de una prosperidad verdadera.

(1) FI General don Juan Antonio Pezet,

Vos, Señor Ministro, sois un órgano digno para expresar los sentimientos sinceros del Gobierno que representáis-Vues. tras luces y vuestra sagacidad, acreditadas antes de ahora, son fundadas garantías para el feliz término de la importante y elevada misió a de que venís encargado.

memoria del MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DEL PERÚ.— MEDIACIÓN ENTRE CHILE Y BOLIVIA.

1 La República del Perú ha concluído con la de Bolivia, dos pactos: uno de paz y amistad, y otro arreglando las comuni. caciones epistolares entre los dos pueblos. Ambos documen. tos se someten á vuestro conocimiento, separadamente y con los respectivos informes. El Tratado de Comercio, que tanto demanda la opinión pública y que está llamado á satisfacer exigencias recíprocas, debe ajustarse próximamente, lo que no ha podido verificarse hasta ahora, por las malas condiciones en que nos han puesto los últimos acontecimientos. Se han hecho estudios detenidos sobre esta interesante materia; se han reunido datos abundantes y se han examinado los sistemas que más pueden convenir para tratar acerca de este útil y delicado punto. De creerse es que los trabajos serán satisfactorios y acomodados á la conveniencia de las dos naciones. (1)

Las simpatías que nos ha mostrado esa República, en nuestro actual conflicto con la España, son muy dignas de gratitud: ellas revelan que estos pueblos son los mismos que juntos conquistaron su independencia, los que iguales sacrificios hicieron para sacudirse de la dominación peninsular, y los que, identificados en ideas y en principios, se comprenden y se aunan para defender sus instituciones. El Excmo. Señor Benavente, apreciando la importancia de su misión, cultiva con clara inteligencia y con rasgos exquisitos de cordialidad, tan gratas relaciones, de una manera que deja cumplidos los deseos de su Gobierno y los del nuestro, por más de un título, amigos y hermanos leales; y este mismo personage tiene las credenciales necesarias para representar & su Gobierno en el Congreso Continental.

El Gobierno del Perú ofreció su mediación á los de Bolivia y Chile, en la ruidosa cuestión de Mejillones. No podía ser indiferente á los azares que iban corriendo dos Estados amigos

(1) Vé ase esos pactos en el tomo II, páginas 303 á 322.

y hermanos; y obedeciendo á los generosos impulsos de una política verdaderamente americana, concibió la idea muy teliz de interponer sus buenos oficios, para ver si terminaban esas

sensibles diferencias.

No llevó el Gabinete otro fin, en esta propuesta, que ver estrechados dos pueblos, con quienes tiene tantos lazos comunes; pero sus desinteresadas miras no han podido tener efecto hasta ahora, sin que por esto se desaliente en su propósito ni pierda la esperanza de que un arreglo concluya para siempre los motivos de desacuerdo que existen actualmente entre dos Repúblicas tan ilustradas y tan dignas de consideración como las de Chile y Bolivia. Los documentos relativos á este negociado, darán al Congreso una idea cabal del curso que ha llevado hasta los días que contamos.

(Memoria del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú presentada al Congreso de 1864.)

MEDIACIÓN ENTRE CHILE Y BOLIVIA

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Lima, 30 de enero de 1864.

Una de las necesidades más urgentes de todas las Repúblicas sud-americanas es la estabilidad de la paz, sin la cual no es posible que, ni las instituciones democráticas se consoliden, ni la riqueza general se desenvuelva, ni la civilización se propague, ni el derecho se establezca bajo firmes é inamovibles condiciones. Hace tiempo que los trabajos de los Gobiernos del Continente debían haberse concretado á la plena adquisición de estos bienes, como los únicos elementos de ventura y como los principios más adecuados para realizar la unión harto apetecida de todos los pueblos de origen comun y de formas idénticas.

Cuestiones de diverso género pueden suscitarse entre las Repúblicas americanas, más o menos graves, como que no siempre las convicciones y los sentimientos marchan de acuerdo acerca de los intereses de localidad y de miras de peculiar engrandecimiento; pero la solución de todas ellas no debe buscarse en el ejercicio de la fuerza material, sino en la discusión tranquila de los hechos y en la fiel aplicación de la justicia. La guerra, último recurso de las naciones y el más funesto y des tructor de cuantos sirven para la revindicación de los derechos

perfectos, no debe encontrar acogida en la América, fundada sobre las bases de una política conciliadora y eminentemente humanitaria. Ella no produciría otros resultados que encender odios recíprocos é imperecederos entre hermanos que deben vivir en íntima amistad, disminuir nuestras deficientes poblaciones desde atrás combatidas por las vicisitudes de la revolu ción y por los efectos del sistema restrictivo impuesto por el coloniage, alentar pretensiones de extraños que aprovecharían para sojuzgarnos de nuestras escisiones internacionales, y agostar todos los gérmenes de prosperidad que, una vez fecundizados, harían de este hemisferio el asiento de la verdadera libertad. Por estas razones, que no pueden ocultarse á la sensatez de un Gabinete tan ilustrado como el de Bolivia, es necesario proclamar muy alto el dogma de la paz como indispensable para afianzar irrevocablemente nuestros destinos.

El Gobierno del Perú lo ha acogido, con santo y vivísimo entusiasmo, y desearía verlo aceptado, como fundadamente lo espera, eu todas las demás secciones hispano-americanas. Ya ha presentado, con suma deferencia á los gabinetes más próxi mos el pensamiento de un Congreso que fije sólidamente el por venir de tantas entidades políticas expuestas á debilitarse y perecer si no se unen y estrechan con vínculos indisolubles y sagrados. (1) Mientras llegue este día de grandes esperanzas y de no menos importantes resultados, deben aplazarse entre los pueblos americanos todas las diferencias que temporalmente los dividen, y dejar la decisión definitiva de todas ellas á los consejos de la razón y á la fría é imparcial administración del derecho.

Bolivia y Chile, dos naciones con quienes la nuestra tiene tantos lazos comunes, á quienes profesa simpatías tan sinceras como cordiales y por las cuales no dejaría de hacer sacrificio alguno, sustentan una controversia que tal vez tome, á la vuelta de los tiempos, alarmantes proporciones. Antes que apelar para la defensa de sus respectivas gestiones á medios coercitivos y bélicos, debe escogitarse el arbitrio de terminar. las bonancible y pacíficamente. El Gobierno del Perú así lo desea, y como partidario de la paz, como celoso sostenedor de la dignidad del Continente y como leal y ardiente amigo de las dos Repúblicas, ofrece sus nobles oficios, su mediación expontánea, satisfaciendo de esta manera un deber como representante de un pueblo americano y un voto ingénuo del más puro patriotismo. Harto conoce y aprecia los sentimientos bené volos de Bolivia y de Chile, respeta los fundamentos en que apoyan sus derechos respectivos y observa, como le cumple hacerlo, una imparcial conducta llevada hasta el escrúpulo;

(1) Véase ese documento en el tomo I de los Congresos Internacionales en que ha tomado parte el Perú, página 333.

pero entiende que nada le impide hacer un papel de tanta significación como el que ha asumido, contando con la tolerancia y él buen sentido de entreambos gabinetes. Si fuese aceptada, como es de creerse, esta insinuación que el derecho público permite y la conveniencia de la América aconseja, se habrían evitado males de gravísima trascendencia y se habrían echado á la vez los cimientos de planes mucho más vastos, mucho más útiles, y mucho más honrosos para todo el Continente.

Con sentimientos de la más sincera y leal consideración, tiene el infrascrito el honor de suscribirse, de V.E., su más atento y obsecuente servidor.

Juan Antonio Ribeyro.

Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Bolivia.

Ministerio de Relacic nes Exteriores

de la República de Chile

Señor Ministro:

Santiago, 20 de febrero de 1864.

He recibido instrucciones del Presidente de la República para contestar, como paso á hacerlo, la nota de 30 de enero próximo pasado con que V. E. se ha servido honrarme.

En ella principia V. E. por reconocer las inestimables ventajas vinculadas á la estabilidad de la paz, y la necesidad de alcanzarla en en que se encuentran las naciones de nuestro Continente para consolidar sus instituciones, desenvolver su riqueza, propagar la civilización y sentar el derecho sobre bases estables. La adquisición de estos bienes es, á juicio de V. E., el mejor medio de realizar la deseada unión de los pueblos de América. Penetrado de tal convencimiento, cree V. E. que la guerra, último destructor recurso á que suelen apelar las naciones para revindicar sus derechos, nunca es menos aceptable que tratándose de cuestiones entre los Estados ame. ricanos, la solución de ellas debe buscarse en "la discusión tranquila de los hechos y en la aplicación de la justicia", no "en el ejercicio de la fuerza material", cuyos efectos no podrían ser sino los más ruinosos para nuestro Continente. Por eso V. E. juzga necesario "proclamar muy alto el dogma de la

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