Imágenes de páginas
PDF
EPUB

entrasen por ellas y recibiesen recursos los colonos que se habian declarado independientes, al mismo tiempo que reunia fuerzas en la frontera para penetrar de nuevo en su territorio. Dos goletas mercantes de los Estados-Unidos, denominada una la «Champaiu» y la otra la «Luisiana» que se comunicaban con los rebeldes, fueron capturadas por la escuadrilla y conducidas al puerto de Matamoros con los papeles, para ser juzgadas: la goleta Champain fué colocada dentro de la barra, marinada por tropa mejicana, y la Luisiana fuera de ella, al costado del bergantin de guerra mejicano llamado «General Urrea.»> No bien se verificó la captura de las dos referidas goletas, 1837. cuando se dejó ver, el 9 de Abril, la corbeta

de

guerra de los. Estados-Unidos, denominada «La Natchez,» en frente de la bahía. Despues de voltejear por algun tiempo, dió fondo junto à la goleta Luisiana, sin atender á las reclamaciones del comandante del bergantin mejicano <<General Urrea,» que le pedia que mudase de fondeadero. El jefe de la corbeta norte-americana, lejos de respetar la justa peticion que se le hacia, hizo mudar de fondeadero á la Luisiana, y haciendo salir de ella á los mejicanos que la custodiaban, se hizo á la vela llevándosela consigo, y volvió el dia 12, sin decir á donde la habia llevado. Como respecto de la goleta Champain no podia obrar de la misma manera por hallarse dentro de la barra, envió á tierra, en un bote, á uno de sus oficiales, con la pretension de que se le dejase comunicar con el capitan de ella. Habiéndosele negado la insultante pretension, amenazó al comandante mejicano del bergantin «General Urrea,» diciéndole, que haria fuego con su arti

llería sobre él, si intentaba moverse del punto que ocupaba antes de que volviesen los botes que habia enviado al puerto á diversos objetos. En el momento que volvieron, dirigió una insolente nota al capitan del puerto en que protestaba, que si no se accedia á lo que habia pedido, detendria el bergantin «General Urrea» que se hallaba bajo sus baterías. D. Nicolás Bravo que tenia su cuartel general en Matamoros, no dudando que un buque de guerra no podia obrar sin instrucciones de su gobierno, puso en conocimiento del consul de los Estados-Unidos, que estaba en Matamoros, la conducta extraña del jefe de la corbeta «La Natchez,» pidiéndole explicaciones sobre aquel asunto; pero viendo que no recibia contestacion y que los atentados continuaban, dispuso que se cortase inmediatamente la comunicacion de tierra con la corbeta de guerra norte-americana; aumentó la fuerza que cubria la barra, y advirtió al consul de los Estados-Unidos que, si se llevaba adelante la amenaza hecha respecto del bergantin «General Urrea» ó contra cualquier otro buque de la escuadrilla mejicana, se veria precisado á usar de represalias en defensa del honor de la república mejicana, y ejerceria el derecho de rechazar toda agresion injusta. Ni aun con esto alcanzó el general D. Nicolás Bravo que se atendiese á los derechos de la justicia. El jefe de «La Natchez,» obligó á cañonazos al bergantin «General Urrea» á que arriase la bandera mejicana, se apoderó de él, y haciendo izar el pabellon de los Estados-Unidos, se hizo á la vela, llevando prisionero al buque mejicano. En vista de esta conducta ofensiva de parte de los Estados-Unidos, D. Nicolás Bravo mandó una division sobre la costa,

haciendo que quedasen detenidos y con la bandera arriada, todos los buques norte-americanos mercantes que se hallaban dentro de la barra, hasta que se diese á la república mejicana una satisfaccion cumplida ó dispusiese el gobierno de Méjico lo que debiera hacerse. Estas últimas noticias las comunicaba el general D. Nicolás Bravo al comandante general de Nuevo-Leon y Tamaulipas el 17 de Abril, el dia precisamente en que D. Anastasio Bustamante fué declarado presidente de la república por el

congreso.

que

El gobierno envió este grave negocio á su Consejo, y éste opinó, que los buques mercantes norte-americanos habian ido á los puertos mejicanos bajo la buena fé del comercio y de la paz, antes de que se publicase el bloqueo, se dejasen en libertad; pero que los que habian sido capturados con el carácter de enemigos, como la goleta tejana << Independencia» en que iba el plenipotenciario enviado de Tejas á que el gobierno de Washington reconociese la independencia de la nueva república, quedasen en poder de Méjico. En la sesion del dia 12 de Mayo pidió el gobierno mejicano autorizacion al congreso para exigir de los Estados-Unidos satisfaccion de los ultrajes que referidos dejo, hasta empezar las hostilidades si preciso era. La peticion era justa, y el 19 de Mayo quedó autorizado para que mandase un enviado extraordinario que exigiese una satisfaccion justa á la vez que una indemnizacion.

1837. Por los hechos referidos se ve que si el gobierno habia aprobado la capitulacion concedida por el general Paredes al coronel pronunciado Ugarte dejando á

éste libre de toda responsabilidad, fué por dejar establecida la paz interior, para estar fuerte contra sus enemigos exteriores. Sin embargo, su noble deseo y el del pais entero, no se vió realizado: hombres inquietos habia desgraciadamente que solo vivian de las revoluciones; y cuando el gobierno luchaba con las escaseces del erario y se afanaba por hacerse de recursos para volver á emprender la campaña de Tejas, se efectuó un nuevo pronunciamiento, el 9 de Agosto, en Nuevo-Méjico, en la villa de Santa Cruz de la Cañada. El gobernador Perez marchó inmediatamente á batir á los sublevados con doscientos hombres y un cañon de corto calibre. Hubiera bastado esta corta fuerza para sofocar la revolucion, si los soldados que llevaba se hubiesen manifestado fieles; pero habiéndose pasado á las filas sublevadas en el momento de verse, Perez se vió precisado á huir, acompañado únicamente de veinte hombres que le fueron leales. Los pronunciados le siguieron inmediatamente con una fuerza de caballería y le dieron alcance en el sitio llamado la Mesa de Santo Domingo. Perez se defendió heróicamente disparando sus pistolas sobre los contrarios, echó luego mano de su sable, y cuando al dirigir un golpe, se vió desarmado de su espada, hizo uso de un puñal que llevaba en el cinto, luchando con denuedo hasta que, cubierto de heridas, cayó muerto, vendiendo cara su vida. Los sublevados le cortaron la cabeza y la llevaron en triunfo, arrojándola luego en la plaza principal, de donde fué recogida para darle sepultura. Al saber estos hechos, trató de reducir al órden á los pronunciados Don Manuel Armijo, persona muy recomendable por su honradez y sincero patriotismo. Para

conseguirlo, levantó gente en el pueblo llamado Tomé, convenciéndola de la necesidad de permanecer fieles al gobierno, y en seguida se presentó en Santa Fé, donde halló que la compañía de fuerza permanente se habia reunido con el vecindario para hacer frente á los sublevados. D. Manuel Armijo fué nombrado, por unanimidad, jefe de toda la fuerza, que le dió el nombre de coronel. Para corresponder al buen concepto en que le tenian los que le habian elegido por jefe, se dedicó con actividad á la instruccion de su gente en el manejo de las armas, compuso la artillería, logró reunir abundantes municiones, y pronto se encontró en disposicion de salir en busca de los contrarios. Estos, en número de tres mil, se habian situado ventajosamente, esperando destruirle como al gobernador Perez. No trató D. Manuel Armijo de recurrir únicamente á la fuerza para ver si lograba triunfar de la revolucion, sino que pensó hacer uso antes, de la persuasion para atraer al órden á los sublevados. Llevado de este deseo, entró en comunicaciones con el jefe rebelde llamado D. José Gonzalez y demás oficiales, haciéndoles ver los males que á la patria podrian sobrevenirle de hallarse en lucha fratricida, cuando se hallaba empeñada en una guerra de honor nacional. Las juiciosas observaciones hechas por D. Manuel Armijo, unidas al buen nombre que disfrutaba en aquellos pueblos y á la honradez que todos reconocian en él, convencieron á los sublevados, los cuales convinieron en reconocer la autoridad del gobierno.

Aunque terminada la revolucion de esa manera prudente y pacífica, D. Manuel Armijo temió que se repi

« AnteriorContinuar »