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movimiento no tuvo por objeto mas que el hacer un reconocimiento, y se replegaron al bosque de Santo Domingo, que se halla á poco menos de una legua de la ciudad, y que era el punto en que el ejército de Taylor habia acampado. La plaza contaba para su defensa con cinco mil hombres y treinta y dos piezas de artillería. El dia 19 se pasó de una y otra parte en disponerse para el combate, y solo se hizo fuego de cañon muy lento y sin resultado. Otro convoy con algunos víveres y conduciendo ocho mil duros, entró ese dia en la plaza, procedente del Saltillo. El dia 20, el movimiento que se advertia en el campo de los sitiadores revelaba que se disponian á atacar la ciudad. Los norte-americanos, situados, como he dicho, en el bosque de Santo Domingo, fijaron su base de ataque en dos puntos: el Cerro del Obispado, que domina la plaza por uno de sus extremos, en el camino del Saltillo, y la Tenería que, como queda indicado, se encuentra en la orilla del rio con direccion á Cadereita. Una fuerza de caballería norte-americana se aproximó al Cerro del Obispado, y cerca de él sorprendió á algunos soldados mejicanos, haciéndolos prisioneros. Entonces destacó el general Ampudia doscientos dragones para impedir cualquiera tentativa. Pronto se comprendió que tambien aquel dia se pasaria sin que la plaza fuese atacada. Con efecto, solo se vió estar en movimiento á la caballería invasora, recorriendo las inmediaciones de Monterey, con el fin de proteger á los ingenieros de su ejército que se ocupaban de hacer un reconocimiento escrupuloso de la plaza. Por la tarde, el general norte-americano Worth, se dirigió con una columna, varios carros y artillería, hacia el camino del To

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po. Aquel movimiento indicaba bien claramente que el objeto de los sitiadores era cortar todo recurso á los sitiados, situándose en el camino del Saltillo, y cortándoles así toda comunicacion con el interior del país. Para evitarlo, ordenó el general en jefe Ampudia que la caballería mejicana se situase en el Jagüey, que es el punto en que se reunen el camino del Topo y el del Saltillo. Colocadas así las tropas de uno y otro ejército, pasaron la noche en espectativa, pero sin que se hiciese ningun otro movimiento.

1846. A las seis de la mañana del dia 21, la columna norte-americana de Worth se puso en marcha para situarse en el punto que cortaba á la ciudad toda comunicacion: entonces la caballería mejicana se arrojó sobre ella; los norte-americanos la recibieron con un vivo fuego, y el primero que cayó muerto fué el comandante de lanceros de Jalisco, D. Juan Nájera. No por esto se desistió de dar la carga: esta, por el contrario, fué entonces mas vigorosa, y el comandante del regimiento de Guanajuato D. Mariano Moret que la dirigia, se portó con un valor heróico: casi todos los dragones que le seguian encontraron la muerte; y solo se retiró cuando despues de haber llegado casi hasta tocar las baterías contrarias y mirando á la mayor parte de sus soldados muertos, vió que era imposible continuar el ataque, y volvió á la ciudad, donde fué recibido con aplauso de todos sus compa

ñeros.

Dueño Worth del sitio deseado, el ataque á la plaza se efectuó poco despues por el general Taylor. Eran las nueve de la mañana cuando éste, con cinco mil hombres, de

jando una respetable reserva, organizó cinco columnas, de las cuales tomó tres, y con ellas envolvió el fortin de la Tenería. La lucha aquí se hizo terrible. La Tenería, aunque guarnecida con poca tropa y cuatro cañones, hacia una defensa tenaz que causaba grandes estragos en los asaltantes. Estos redoblaron sus esfuerzos para apoderarse del punto; pero recibiendo los que defendian el sitio disputado al 3.o ligero de refuerzo, no solo se mantuvieron firmes, sin retroceder un palmo de terreno, sino que calando bayoneta se arrojaron sobre sus contrarios. No se podia exigir mas valor ni decision; pero el número de los invasores crecia, y despues de verse envueltos por todas partes por ellos, se vieron precisados á abandonar la Tenería y retirarse al punto denominado Rincon del Diablo, que estaba á tiro de fusil. Los norte-americanos, comprendiendo que aquellos eran los instantes favorables, siguieron avanzando; pero al llegar al Rincon del Diablo y dos flechas intermedias de su izquierda, encontraron una resistencia heróica, y fueron rechazados con grandes pérdidas, distinguiéndose por su valor en la defensa, el coronel D. Calixto Bravo y el capitan de artillería apellidado Arenal.

1846.

En seguida, y sin interrupcion, prolongó el general Taylor su ataque sobre el reducto del Puente de la Santísima, donde hizo cargasen aun las columnas que le quedaban de reserva. Allí se encontraba el general Mejía, á quien estaba encomendada la defensa de la primera línea. La acometida de las tropas norte-americanas fué brusca; pero la serenidad con que fueron recibidas, fué asombrosa. El combate se hizo allí obstinado y sangriento;

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