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habían llegado hasta la última punta de la California algunos cuchillos acompañando el gran baile que llaman en su idioma micó. Este baile era un género de visita que se hacian mútuamente unas á otras las na. ciones contiguas, y en que de unas á otras se iban entregando algunos dones en señal de alianza y de hermandad, y semejantes cuchillos no podian haber llegado hasta el cabo de S. Lúcas, comenzando el baile de lo interior de la tierra ácia el Norte, si la California no estuviera por aquella parte unida al continente. Estas razones alentaban mucho á los padres, y para el 16 de febrero resolvieron su viage en compañía del capitan Juan Mateo Monge, del ayudante Juan Bohorquez, y diez soldados con algunos indios pimas y californios. Entre tanto, una in. vasion de los apaches en Saracatri y en Cueuzpe, demoró algun tan. to la marcha hasta los 27 del mismo mes.

En 21 de marzo se hallaron á las orillas del mar Pimico, en altura de 32 grados: vieron con toda distincion la alta cordillera, de la California. Por el cacique de Sonoidac y algunos ancianos del pais, supieron que aquellas sierras habitaban los quiquimas y yumas, de donde venian las conchas azules: que para llegar á aquellas montañas se pasaba un estero en que entra el rio Colorado: que este en tiempo de llú. vias se pasaba en balsas, y en la seca con la agua á poco mas de la cintura.

Antes de ponerse el sol, (dicen estos padres) divisamos la California y dicha cordillera con mucha claridad y distincion, aunque con mayor despues de puesto el sol. Notamos que subiendo la cordillera ácia el Norte, se iban cerrando los montes á modo de arco; pero una faja de cerros de la Nueva-España, que llegaba hasta el mar por el mismo lado del Norte, impedia reconocer si era encerramiento perfecto el que hacia dicha cordillera. Por esta duda determinaron, dejando la cara. vana, proseguir solos los dos padres con el capitan Mange algunas quince ó veinte leguas mas al Norte, lo que no pudieron ejecutar hasta el 31 de marzo. Vimos (dice otra vez el padre Salvatierra) que el medio arco de sierras, cuyo remate nos tapaban ántes los cerros de la Nueva-España, se venia cerrando y trabando contíuuamente con otros cerros y lo mas de dicha Nueva España, y era la vista ni mas ni ménos á lo léjos, que la del mar Tiracuo y Ligustico en la corona de montes que encierran y juntan las dos riberas de Génova. Al dia siguiente, 1. de abril, habian resuelto los dos padres caminar ocho ó dicz leguas mas adelante para desde un cerro mas septentrional, reconocer con inas

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inmediacion la trabazon y continuacion de los montes, por si acaso la distancia hubiese causado algun engaño 6 ménos certidumbre á la vis. ta; pero algunos soldados españoles se habian escondido de temor, y los naturales mismos del pais, acaso inducidos de los pimas, ponian tan. tas dificultades, que los padres hubieron de retroceder á S. Marcelo. El padre Salvatierra de que padre Salvatierra quedó tan persuadido de que la California era penín. la California sula, que no dudó afirmarló en carta escrita al padre provincial y al padre general Tirso Gonzalez, fecha en 29 de agosto de este mismo. año. El padre Kino afirmó lo mismo en sus relaciones, aunque prometiendo en ellas otros viages para certificarse mas. El capitan Juan Mateo Mange no parece que asintió tan del todo, que no le quedase mucha duda. En el diario que tenemos á la vista de este viage, se dice:....Acia el Sudeste de donde estábamos, comienza una cordillera de sierras en tierra de Californias que corre de Sudeste para el Nordeste y declina al Este formando como una media luna, y parecia proseguir adelante del desemboque de los rios Colorado y Gila en el mar, como que va á juntarse la sierra con esta costa de Nueva-España ácia el Nordeste, ó por lo menos parece llega á tanta angostura el brazo de mar, que apenas tendrá de cinco á seis leguas, y á la distancia de mas de treinta en que estábamos, nos parecia que se juntaban las dos costas y no podiamos apercibir tal mar. Lo que á mí me hacia fuerza era que aquel flujo y reflujo de las olas tan impetuosas, no las podian causar solos los dos rios, cuando segun la relacion de D. Juan de Oñate, el mismo mar hace rebalsar y retroceder las corrientes de dichos rios, cinco leguas la tierra dentro, que solo comunicándose este brazo con el mar del Sur, podia causar tan fuertes corrientes, y aunque fuese angostando ácia el Norte, como parecia podia volver á ensanchar, como el de Gibraltar en España con el Mediterráneo. Que comenzando este seno á mas de doscientas leguas de distancia de donde nos hallába. mos, si allí feneciera, estaria el remate en leche y pacífico, y no se ha. Ilarian allí tantas ballenas como hay. Tales eran las dudas que ha. cian al capitan Mange disentir de la opinion de los dos padres.

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De vuelta en S. Marcelo (ahora S. Miguel Sonoidac), los dos padres, el padre Kino siguió al Oriente á la vista de los sobaipuris de S. Javier del Bac. El padre Salvatierra caminó ácia el puerto de Guaimas donde debia embarcarse para California. Dió fondo en Loreto el dia 12 de mayo. A su arribo tuvo el consuelo de hallarse con un nuevo compañero y fervorosísimo operario, el padre Juan de Ugarte, que

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habia saltado en tierra el 23 de marzo. Su celo activo y las fuertes inspiraciones con que se sintió llamado de Dios á la conversion de los californios, le hicieron renunciar el rectorado del Seminario de S. Gregorio y arrojarse en un barco falto de un palo, y de gran parte de jar. cia, cables y velas, con admiracion y aun con susto de los padres misioneros del Yaqui que no pudieron detenerlo. Habia quedado por procurador de la mision en Nueva-España el padre Alejandro Romano. Toda su actividad y esfuerzos, y aun todo el socorro que habían procurado llevar consigo los padres Ugarte y Salvatierra, no era bastan te para impedir la hambre, y falta de otras muchas cosas que parecia deber arruinar enteramente la mision. Llegó á tanto, que aun el mag. nánimo corazon del padre Salvatierra, no pudiendo obligar á los padres ni á los presidiarios al inmenso trabajo de que necesitaban para mantener la vida, hubo de juntarlos y proponerles con dolor, el abandono de la empresa. Hasta aquí hemos hecho cuanto alcanzaban nuestras débiles fuerzas (les dijo) para conservar á Dios y al rey la conquista de estos paises. En una edad avanzada no hemos perdonado fatiga ni diligencia alguna. Las limosnas de nuestros bien hechores eran prometidas á los primeros cinco años que ya se han cumplido: las po. cas que se recogen faltan barcos para conducirlas. Se han hecho repetidos informes al virey y audiencias de México y Guadalajara, y aun á la córte de Madrid; pero la Europa está muy lejos, y muy perturbada la monarquía para que puedan llegar nuestras voces al trono; y acá las necesidades del real erario no dejan arbitrio á los ministros, Con los catecúmenos crecen cada dia las bocas, y la necesidad se aumenta. La tierra es estéril por sí misma, é invencible cuasi la fuerza de sus naturales para hacerlos emprender su cultivo. Cedámos al tiempo y á la necesidad: no ha llegado aun la hora feliz para la conversion de la California, 6 Dios quiere servirse de instrumentos menos proporcionados é indignos que yo para una empresa de tanta gloria suya..

Así concluyó con lágrimas el padre Salvatierra t. Los oficiales y soldados se miraban unos á otros, y un profundo silenció reinaba en

+ El que copia este pasage tambien las derrama, afectándose de los sentimien. tos de este grande hombre; y si fuera pintor, trazaría un cuadro en que se representase esta escena tan patética de dolor que conmovería al firmamento al representar. se. No menos me conmueve lo que sigue del padre Ugarte. ¡O Dios! Proteje á hombres que así se interesan en estender tu nombre sobre la tierra y darte gloria. Enviánoslos para que te la aumenten en nuestra patria!....

tonces en toda la pequeña asamblea, sin atreverse ninguno á decidir, hasta que el padre Ugarte habló en esta sustancia.,,Yo creo, padre rector, haber penetrado los diversos sentimientos que luchan en el corazon de vuestra reverencia. Como prudente superior de la mision y del presidio, no querria obligarnos á un trabajo que cuasi excede las fuerzas y la condicion de los hombres; pero estas palabras que á vuestra reverencia ha dictado su discrecion por condescender con nuestra debilidad, no son ciertamente la regla que seguiria en sus privadas operaciones. Yo sé que vuestra reverencia por lo que mira á su persona, antes querria morir auxiliando á estas pobres almas, y que ni la hambre, ni la sed, ni la desnudez seria capaz de hacer desamparar la California. Yo por lo que á mí toca estoy resuelto á no salir de aquí, aunque sea forzoso quedarme entre los salvages".... Dicho esto, salió arrebatadamente con gran fervor para la iglesia, é hincadas las rodilles ante la santa imágen de Loreto, hizo voto cuanto fuera de su parte, prescindiendo de la obediencia, de no abandonar jamás aquella mision. Este heroico ejemplo, y las palabras animosas del mismo padre á los soldados, les dieron tanto aliento, que todos resolvieron lo mismo. Pasábanlo entre tanto con la misma cortedad que los salvages. Una escasa racion de maiz, raices y frutillas silvestres, y algun marisco, eran su diario sustento. Los padres eran los primeros que con los naturales salian á los montes y á las playas á buscarlo. Por dos veces se habia intentado que el padre Piccolo pasase á la Nueva España, y no habian dado lugar los tiempos hasta el 26 de diciembre en que se logró la navegacion. Antes de partirse, impuesto ya mas que medianamente en la lengua el padre Ugarte, se habia encargado de la mision de S. Javier del Viggé. En lo político del presidio habia habido tambien sus mudanzas. El capitan Mendoza, cada dia mas descontento, y no hallando en México el favor que esperaba, renunció el cargo: en su lugar fué nombrado el teniente D. Isidro Figueroa: duró este aun menos. A pocos dias de su elección los indios de Vigge se ar. rojaron con furia sobre la casa é iglesia del padre Piccolo, profanaron las imágenes, y se huyeron á quebradas inaccesibles donde no podian ser forzados. El nuevo capitan, recogidos los despojos de la arruinada mision, dió vuelta á Loreto sin empeñarse á seguirlos: su demasiada circunspeccion se atribuyó á debilidad. Los presidiarios quedaron tan descontentos, que poco despues por votos secretos y cuasi todos uniformes, se hubo de conferir el mando á D. Estevan Rodriguez Lo

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renzo, que lo ejerció por mas de cuarenta años con grande utilidad de la colonia en California...

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>> El padre provincial Francisco de Arteaga, en consecuencia de sus antiguos proyectos sobre la fundacion de un-Seminario en Puebla, vista la resistencia del fiscal, habia obtenido del Exmo. conde de Moctheu. zoma un ventajoso informe firmado en 31 de julio del año antecedente, y otro no menos honorífico de la ciudad y ayuntamiento de Puebla en 3 del mismo mes. En virtud de estos documentos, el padre procurador Bernardo Rolandegui se presentó en Madrid pidiendo al rey licencia para la fundacion, y juntamente la gracia de que S. M. se dignase tomar el nuevo colegio bajo su proteccion y real nombre. Oido el fiscal y junta de consejo del rey, por su cédula de 12 de agosto de 1701," dice que ha resuelto conceder, como por la presente concede, al prepósito ó superior del colegio de la Compañia de Jesus en la Puebla de los Angeles la licencia que se pide para fabricar vivienda á comodidad de los colegiales, 6 seminaristas profesores de la filosofia y teología, para qué desde la dicha casa se vayan a cursar al colegio de S. Ildefonso que la Compañia tiene en aquella ciudad. Manda luego á su virey y capitan general, á la audiencia real de México y á todos los ministros y justicias de la ciudad de Puebla, y ruega y encarga al Illmo. Sr. obispo y cabildo, no pongan ni consientan poner á la Compañia de Jesus embarazo ni impedimento alguno, en ningun tiempo ni con moti vo ni pretesto alguno, sino que antes den todo favor, fomento y ayuda que para el efecto necesitase; encargando juntamente se haga dicha fábrica lo mas cerca que se pudiese á dicho colegio de S. Ildefonso. No pudo venir el original de esta cédula hasta principios del año siguiente; sin embargo, sabiendo el padre provincial por carta del padre Ro. landegui, que era indispensablemente necesario consentimiento é infor. me del ordinario, presentó un memorial al venerable dean y cabildo de aquella santa iglesia sede vacante, por muerte del Illmo. Sr. D. Manuel Fernandez dé Santa Cruz. El cabildo se remitió á informe del Dr. D. Juan de Jáuregui y Bárcena, doctoral de aquella iglesia catedraly provisor y vicario general del obispado. Respondió en 13 de diciembre, que la fundacion de dicho Seminario, no solo no tenia inconveniente alguno, sino que era obra digna de retribucion de gracias por ser conocido que resultaria en beneficio y utilidad pública de todo el obispado y mayor lustre de la ciudad. Conformándose el venerable cabildo con el dictámen de su provisor, espidió en 16 del mismo mes de

TOMO III.

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