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1708.

vincial acometido de un mortal accidente, que á las veinticuatro horas hizo desesperar de su vida. El padre, con un ánimo tranquilo y sereno, nombró por vice-provincial al padre Juan de Palacios, rector del colegio máximo, y trasladó la congregacion del dia 2 al dia 4 de noviembre, conforme á la facultad que para uno y otro le conceden las constituciones. Fué cosa digna de admiracion cuán justamente midió el tiempo que podia haber prolongado mas á discrecion. El dia 3 de noviembre falleció el padre provincial, y enterrado el dia 4 por la mañana, dió lugar para que á la tarde se procediese á las sesiones de la convocada congregacion. Luego, concluido el entierro y reunida por el padre vice-provincial la consulta, se abrió el pliego casu mortis, en que se halló nombrado provincial el padre Juan de Estrada, prepósito que era de la Casa Profesa. Fué electo secretario el mismo padre José de Porras, que lo habia sido en la congregacion antecedente, y nom. brados al siguiente dia por procuradores los padres Alonso de Arrevillaga, Agustin de la Sierra y Domingo de Quiroga. El padre Sierra murió á los principios del siguiente año de 1708, y hubo de pasar en su lugar á Madrid y Roma el padre Domingo de Quiroga.

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El colegio máximo perdió dentro de pocos dias dos sugetos, insignes, y que por caminos muy diversos habian dado muchos años grande utilidad á la provincia. A los 22 de febrero murió el padre Francisco Camacho. Llamado de Dios á la Compañía para el grado de coadju tor espiritual por medio de un hermano portero, se ocupó en ella por espacio de cuarenta y cinco años en leer á los niños los rudimentos de la ínfima clase de gramática. En una ocupacion tan molesta y tan poco lustrosa, vivia gustosísima su profunda humildad en tanto retiro y abstraccion aun de los de casa, que si no era por motivo de obediencia, apenas se le veia fuera del aposento. Tenia anexa esta clase de gramática la prefectura de la congregacion de la Anunciata. Las pláticas que hacia á la juventud cada semana por razon de su oficio, y las otras muchas pláticas de piedad con que aun en la clase les hacia venerar como á Madre á la Vírgen Santísima, eran la leche con que criaba y fomentaba aquellas tiernas plantas, y con que formó varones muy ejemplares en todos los estados de la república. Mortificábale el Señor con temores contínuos de la muerte, y una vivísima representacion de los peligros de aquella última lucha; pero no le hizo gustar estas amarguras en el postrero trance; pues dispuso la amorosa Provi❤ dencia que al mismo tiempo de bajar á la clase le acometiese una tan

violenta apoplejía, que luego lo privó de todos sus sentidos, y ántes de media hora le sacó de esta vida.

A pocos dias le siguió el padre Juan Perez, fervorosísimo misionero y compañero en este ministerio apostólico del venerable padre Juan Bautista Zappa, lo que bastaba para su elógio. Hizo Dios por su medio maravillosas conversiones en la ciudad de México y pueblos de su arzobispado, que fueron el teatro principal de su celo. Su caridad industriosísima para socorrer á todo género de necesidades, le hizo dar el glorioso nombre de padre de los pobres. Repartia con ellos aun lo necesario que le daba la religion para su vestido y sustento, logrando á un tiempo la propia mortificacion y el alivio ageno. Pero siendo este tan corto, solicitaba por todas partes que los superiores y los poderosos les socorriesen con abundancia, abogando por ellos en todas ocasiones con maravillosa energía. Fué el primero que comenzó á recojer en casas de personas particulares las mugeres faltas de juicio, contribuyendo en parte para sus alimentos, hasta que con la ocasion que arriba dijimos, comenzaron á juntarse en una casa comun. Su caridad se estendia igualmente á las almas santas del Purgatorio, y se creia que comunmente venian muchas veces á agradecerle y á pedirle sus sufragios. Fué muy singular en la mortificacion, en la pobreza y en la igualdad de ánimo que manifestaba siempre con un semblante apacible y sereno. Falleció con opinion de no vulgar virtud el dia 1. de marzo.

nuel Fernan.

dez de Fiallo,

fundador del colegio de Oa

En Oaxaca murió este año el capitan D. Manuel Fernandez de Muerte del ca Fiallo, fundador insigne de aquel colegio, hombre nacido para la feli- pitan D. Macidad de aquel pais, y en quien parece no depositó la Providencia tan opulentos caudales, sino para hacerlos correr por sus manos á beneficio comun de todo el pueblo. Seria nunca acabar pretender referir las xaca. innumerables limosnas privadas y particulares: nos contraeremos á decir algunas de aquellas que no pudo ocultar su circunspección, 6 que despues de su muerte publicó la gratitud.

Con catorce mil pesos ayudó á los reverendos padres carmelitas, y con treinta mil á los agustinos para la fábrica de su iglesia. Veinte mil gastó en reedificar muchas piezas del convento de S. Francisco: tres mil en el de los betlemitas: con treinta mil dotó diez camas en el hospital de S. Juan de Dios: setenta mil empleó en la fábrica y adorno del templo de los religiosos de la Merced: con once mil aumentó la renta del colegio de las Niñas: diez y seis mil fincó para que de sus rédi.

tos se sustentasen cinco sacerdotes seculares, con la sola obligacion de sacar el guiony vares de pálio siempre que saliese el Augustísimo Sa. eramento: con ochenta mil dotó el colegio de la Compañía de Jesus, á quien despues de algunos legados como de veinte mil pesos, dejó por heredero del remanente de sus bienes; mas de quinientos mil gastó en espacio de cuarenta años en dotes de huérfanas y monjas, y para el mis. mo efecto dejó fundada una obra pía de ciento y noventa y ocho mil pe sos, de cuyos réditos se dotasen cada año treinta y tres huérfanas, y nombrado patron el rector de la Compañía. Esto, fuera de muchas fiestas anuales y lámparas perpetuas al Santísiino Sacramento en diferentes iglesias, capellanías y otras distintas fundaciones. Hizo fuentes públicas para la comodidad de los pobres: reedificó las casas del ayuntamiento: ensanchó las cárceles para el alivio de los presos: fábricó las carnicerías, y por mas de seis años hizo que á su costa se repartiese á los pobres de limosna gran cantidad de carnes. En su testamento dejó á pobres vergonzantes toda su ropa, y todos los géneros y efectos que sus encomenderos le remitiesen de los reinos de Castilla reducidos á reales, en que se repartieron mas de ochenta mil pesos. Pasó este año (1708) á recibir el premio de su munificencia y gran caridad: șe enterró en nuestro colegio, donde en medio de las grandes honras que le hizo toda la ciudad, los suspiros y lágrimas de los pobres fueron su mas sincero panegírico.

Al elogio de este grande hombre, debemos añadir el de un humilde coadjutor, en cuya baja condicion quiso Dios manifestar los tesoros de su sabiduría y el entendimiento que su gracia sabe comunicar á los pequeños. Tal fué el hermano Juan Ortiz Mocho, hijo de padres pobres en el pueblo de Tepotzotlán, y qué hacia actualmente oficio de com. prador y despensero en el colegio real de S. Ildefonso. Empleaba en la oracion todo el tiempo que le daban las ocupaciones precisas de la obediencia, y en ella le favoreció el Señor con singulares luces, espe cialmente acerca del altísimo misterio de la Trinidad. Repetido en él el gran prodigio de S. Ignacio de Loyola, admiraban los mismos maestros de teología, la propiedad, claridad y exactitud con que tal vez á pesar de su humildad le oyeron hablar en este grande asunto. En los jóvenes estudiantes seglares se vió con admiracion verificado muchas veces el fausto 6 triste éxito que al verlos muchos años antes habia pro. Muerte del nosticado con luz celestial. Profetizó distintamente la muerte de un H. Juan Ortiz Mocho. hermano coadjutor al mismo tiempo que iba á montar a caballo pasa

restituirse á una hacienda del colegio. La noble juventud de S. Ilde. fonso le veneró siempre como á un ejemplarísimo religioso, y no pocos movidos de su ejemplo, abrazaron la cruz de Jesucristo en las sa. gradas religiones. Falleció con opinion extraordinaria de santidad el dia 6 de agosto.

Por la primavera de este año vino en el nuevo pliego nombrado provincial el padre Antonio Jardon. En California se dió principio á la nueva mision de Conmondú, con el nombre de Sr. S. José, en memoria de su fundador el ilustre Sr. marqués de Villapuente. A este lugar, distante de Loreto como veinte leguas al Norueste, partió ya restablecido en su salud el padre Julian de Mayorga. Los padres Salvatierra y Juan de Ugarte le acompañaron por algunos dias hasta dejar en cor. riente la doctrina y demas ejercicios de la mision, á que el padre Mayorga agregó en la série los pueblos de S. Juan y S. Ignacio y algu, nas otras rancherías con inmenso trabajo, como suele serlo en los nue» vos establecimientos.

Al mismo tiempo que crecia y se fomentaba esta nueva mision en la de San Juan de Liguí, el padre Pedro de Ugarte á causa de su po ca salud se vió precisado con dolor á desamparar el puesto, y pasar á las costas de la Nueva-España. Entró en su lugar el padre Francis co de Peralta, poco antes llegado á California. En todo el resto de la mision se padecia este año de 1709, una grave necesidad, y apenas podia remediarse de las costas vecinas, por ser el año muy escaso aun en el continente de Sinaloa y Sonora; sin embargo, se dispuso que pasase la lancha San Javier al puerto de Guaimas con algunos gé neros para rescatar semillas. Una furiosa tempestad la arrojó sobre la costa de los seris, donde quedó varada entre las peñas. Los marineros, enterrado cuanto pudieron de la hacienda por no caer en las manos de los seris, enemigos de los cristianos, pasaron en la canoa hasta Yaqui, y desde all dieron noticia de su desgracia al padre Salvatierra. Pasó esté en persona á la Sonora, y aunque á costa de ham. bres y riesgos contínuos, logró endulzar la fiereza de los seris, hacer las amistades entre ellos y los pimas, y aun moverlos á pedir misiones y entregar al bautismo en esa confianza muchos de sus párvulos, recobrar parte de la hacienda que habian desenterrado los seris, compo. ner la lancha, reconocer á la vuelta algunos pasages importantes de una y otra costa, y dar la vuelta á Loreto con algunos socorros, de que ya se padecia cuasi extrema necesidad.

TOMO III.

21

Es nombrado provincial el padre Jardon.

1709.

tian de Estrada.

Muerte del En el colegio do San Ildefonso de la Puebla, murió á 13 de julio ef padre Sebas- padre Sebastian de Estrada, que por muchos años habia sido allí prefecto de estudios mayores. Entre este y otros muchos lustrosos empleos que habia obtenido en la provincia, solo se acordaba su humildad con frecuencia del humilde empleo de maestro de escuelas, que pocos dias habia ejercido en Villarejo, lugar de su noviciado. Fué admirable su constancia y exactitud en la distribucion religiosa, tanto, que aun en los últimos dias de su vida, estando ya extremamente debilitado, observaron los asistentes que al oir la campana para oracion ó exámen, se incorporaba con trabajo en el lecho para cumplir con la obediencia. Las contínuas luchas y victorias que consiguió en su juventúd contra las tentaciones sensuales de que fué muy fatigado, premió el Señor con el singular privilegio, de que los veinte años antes de su muerte no sintiese, como declaró á su confesor, aun los primeros movimientos de aquella brutal pasion. Era muy edificativa su pobreza, circunspeccion y tierno amor á la Vírgen Santísima, á quien con una fórmula semejante á la de nuestros votos, se consagraba por hijo y esclavo cada dia. El padre que lo confesó generalmente antes de morir, aseguró, sin ser preguntado, que el padre Estrada no habia perdido en toda su vida, la gracia bautismal, y éran del mismo sentir cuantos conocian su pue 4 ril inocencia y la suavidad y candor de sus costumbres,

1710.

El siguiente año de 1710 no ofrece á nuestra historia cosa alguna de consideracion, ni en el centro de la provincia, ni en las misiones de gentiles. En la California desde fines del año antecedente habia prendido en los naturales una epidemia de viruelas, en que los celosos obreros lograron á costa de inmensas y peligrosísimas fatigas recojer una gran cosecha de recien bautizados para el cielo. Los curanderos y hechiceros, gente perniciosa, y tan comun en California como entre las demas naciones gentiles de todo el mundo, no dejaron de sembrar entre los naturales la antigua calumnia de que los padres con los Santos Oleos les causaban ó les apresuraban la muerte. Pero viendo caer luego enfermos á estos mismos malvados, y sabiendo los estragos que hacia la enfermedad en lo interior de la tierra, se desengañaron con facilidad y se entregaron enteramente, tanto en la alma, como en el cuerpo á la direccion de los misioneros. En todos los cuatro años antecedentes no hallamos relacion ni memoria alguna del padre Eusebio Kino en los manuscritos de aquel tiempo. No siendo creible que las calumnias, las necesidades, 6 algun otro género de trabajos fuese capaz de

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