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carta trataba el padre Salvatierra como á provincial al padre Rodero, y
en efecto era así, que habiéndose cumplido el 14 de octubre de 1715
el trienio del padre Alonso de Arrevillaga, se abrió el nuevo pliego de
gobierno en que venia nombrado provincial el padre Pedro Ignácio de
Loyola. Se ignoraba aun en México por este tiempo el naufragio; pe-
ro estando el padre ausente y absolutamente impedido para ejercer di-
cho empleo, dudaron los padres consultores si se deberia proceder á
abrir el pliego casu mortis. La diversidad de dictámenes atrasó dos
dias la deliberacion. Entre tanto el padre Antonio Jordan representó
que en caso semejante, habiendo venido nombrado provincial muchos
años antes el padre Virgilio Maez que yacia en la cama paralítico y
absolutamente impedido, se habia procedido á abrir el pliego casu mor-
tis, resolución que despues había improbado el padre general en carta
que presentaba declarando que él casu mortis, segun nuestro estilo, se
entiende absolutamente, 6 sea precisamente muerte natural.
secuencia de ésta declaración se suspendió la apertura de este segundo
pliego, y quedó gobernando interin el padre Félix Espinosa, actual
prepósito de la Casa Profesa. Al siguiente mes de noviembre llegó,
coma dijimos, á Nueva-España la noticia del naufragio y muerte del
padre Pedro Ignacio de Loyola, y abierto el pliego casu mortis, se ha-
Hó nombrado provincial el padre Gaspar Rodero.

Abrese el plie

go casu mortis, y resulta nombrado pro

vincial el padre Rodero.

1716.

Inmediatamente, á principios de enero de 1716, recibió dicho padre provincial la misteriosa carta del padre Salvatierra, de que antes hablamos. Abierto el gobierno, se dió luego órden de que viniese á México el padre Antonio de Oviedo, actual rector del colegio de Guatemala, y nombrado procurador en tercer lugar para embarcarse en la flota de D. Manuel Lopez Pintado que debia navegar por mayo. Llegaron con felicidad á 22 de junio al puerto de la Habana, donde consolado el padre visitador Andres Luque con la religiosa caridad del padre Oviedo, y héchose cargo de los negocios encomendados á los dos difuntos padres, partieron para, Cádiz, en cuya bahía, despues de una villa de Cammuy próspera navegacion, dieron fondo el 25 de agosto.

Este año tuvo el deseado efecto la por muchos años pretendida fundacion de una residencia de la Compañía en la villa de Campeche. Desde el año de 1718 en que se fundó el colegiode Mérida, habiendo estado de paso en dicho puerto 'muchos de nuestros religiosos para la capital de Yucatán, habian encendido los ánimos de muchos ve. cinos en deseos de tener en aquel lugar tan fervorosos y útiles opera.

Fúndase de

nuevo la re

sidencia en la

peche.

rios. Contentábanse con las frecuentes misiones que algunos de los padres hacian con estraordinario provecho. Por los años de 1657 pasó el padre Andres de Rada, provincial que habia sido de esta provincia, á Mérida, y conociendo la general inclinacion que tenia á los jesuitas por lo general todo el vecindario de Campeche, y el fruto grande con que podrian ejércitarse allí los ministros, accediendo por otra parte á las instancias de los Sres. obispo y gobernador, permitió que por via de mision pasasen allá dos padres interin se les preparaba un sólido establecimiento. No nos han conservado los antiguos manuscritos el nombre de estos dos religiosos. Ellos, efectivamente, con su ajustada vida y constante aplicacion al servicio del público, aumentaron los deseos que se tenian de ver establecida allí la Compañía; pero su inadvertencia ó demasiada confianza en la buena voluntad de los vecinos, cortó en flor tan bellas esperanzas, é hizo que se dilatase por mas de cincuenta años adelante la pretendida fundacion. Fué el caso, que llevados del buen deseo de ejercitar con mayor utilidad los ministerios del confesonario, catecismo y púlpito que eran toda su constante aplicacion, se adelantaron á colocar en una pequeña pieza que llamaron iglesia el Santísimo Sacramento, y llamar con campana á los fieles á los sermones y participacion de los santos Sacramentos. A pesar del amor y singular aficion que les habian mostrado los vecinos, no faltaba quien llevase á mal aquella indiscrecion y diese cuenta al rey que los jesuitas, sin las necesarias cédulas y licencias habian erigido iglesia y colegio en Campeche. En consecuencia de esta denuncia vino cédula del Sr. D. Felipe IV en que se mandaba demoler lo fabricado, y que los dos padres se restituyesen luego al colegio de Mérida. En demolerlo hubo poco que hacer, porque á los que envidiosamente se habia querido dar nombre de templo y de colegio, no eran mas que dos piezas pajizas 6 techadas de palma que allí llaman guano, y las paredes de mas madera y lodo que piedra, donde con suma incomodidad celebraban y moraban los padres. Ni por otra parte tenian en poco menos de dos años mas fincas que alguna corta limosna de gallinas y maiz. Los dos jesuitas, obedeciendo prontísimamente la órden del rey, salieron al dia siguiente para Mérida acompañados de muchos de los mas distinguidos republicanos. Con este suceso acontecido el año de 1659, en todo lo restante de aquel siglo no se volvió á pensar en la intentada fundacion; bien que en el ánimo de una ú otra persona piadosa quedaron semillas de que Dios quiso servirse á su tiempo.

Era una de estas la ilustre Sra. Doña María de Ugarte, que por di ferentes caminos desde los principios del corriente siglo habia intentado introducir la Compañía en Campeche. Entre otros sugetos comunicó estos sus buenos deseos al capitan D. José Santellin, que poco despues pasó á avecindarse al puerto de Veracruz. Desde allí, des. pues de algunos años, movido á concurrir de su parte á dicha fundacion, solicitó saber el ánimo de Doña María Ugarte por medio de D. Juan José Sierra, quien en 27 de enero de 1711 presentó al cabildo de la villa un escrito del tenor siguiente:

,,Muy Ilustre Sr. D. Juan José de Sierra, vecino de esta villa, co. mo mas haya lugar en derecho parezco ante V. S., y digo: Que traigo del capitan D. José Santellin, vecino de Veracruz, órden verbal de abocarme con Doña María Ugarte, vecina de esta villa, y conferir con ella si conserva el ánimo que en años pasados tuvo de coadyuvar á la fundacion de un hospicio de la Compañía de Jesus para la educacion de los hijos de esta villa, respecto á que el dicho D. José Santellin entre otras disposiciones á descargo de su conciencia, por cláusu. la de testamento ha ordenado se remitan á esta villa ocho mil pesos para dicho efecto, los que en vida habia de remitir; y sin embargo de esta manda tiene ordenado que si llegase el caso de su fallecimiento se remitan otros seis mil pesos por mano del padre José Rivero, de la dicha Compañía. Y respecto al referido encargo, y no haber podido traer instrumento que justificase esta diligencia, pues sola se reduce á inquirir si dicha Sra. Doña María de Ugarte se halla en ánimo de ayudar á dicha fundacion señalándoles por iglesia la ermita de Sr. S. José de que era patrona, y lo demás que para cuando llegare el caso tenia ofrecido; para que yo, con justificacion del hecho, pueda informar y satisfacer al dicho capitan, se ha de servir V. S. habiendo por bastante esta mi representacion, mandar que dicha Doña María, sobre lo espresado, que se le haga notorio dé razon, en cuya conformidad se pueda pasar á ejecucion con fundamentos radicales.

Por tanto, á V. S. pido y suplico que como padre de esta república y que debe atender al aumento y conservacion de ella, siendo el asunto propuesto tan menesteroso como deseado, se sirva alentar los ánimos de los moradores de ella, y en esta conformidad nombrar dos personas de su noble ayuntamiento para que con el presente escribano pasen á las casas de la morada de dicha Doña María, y haciéndola notoria esta representacion declare el ánimo en que se halla, para que sien

do de continuar se dé noticia al dicho capitan Santellin, y en todo man. dará V. S. lo que tuviere por mas conveniente, &c.”

Ea vista de este escrito proveyeron los Sres. capitulares que D. José Echavez y D. Alonso Reales del Castillo, regidores, con el secretario de cabildo Juan de Uridia, pasasen á la casa de Doña María Ugarte á informarse en el asunto. La noble matrona respondió que su ánímo era el mismo que siempre para con la Compañía de Jesus, á quien estaba pronta á ceder diez posesiones de casas de las que tenia en el lugar con dos mil pesos en reales para la manutencion de religiosos competentes á la educacion y doctrina de los hijos del lugar, para cuyo efecto fabricó y alhajó el de Sr. S. José. Dió las gracias al ca. bildo, justicia y regimiento por el buen celo que manifestaban intere sándose en cosa tan importante y de tanto servicio de Dios y del rey; y suplicó aplicase su señoría todos los mas correspondientes y efica ces para su consecucion. Añadió que fuera de lo dicho prometia dés de luego instituir la dicha residencia por única y universal heredera de todo el remanente de sus bienes, con declaración que allí mismo hizo en toda forma de ceder la ermita de Sr. S. José con todo el ornato y alhajas que en ella se hallaban, de que prometia hacer inventario, entregándola á la Compañía con total independencia de los prelados eclesiásticos de aquella diócesis.

En consecuencia de esta respuesta, proveyó el Illmo. ayuntamiento al dia siguiente, 28 de febrero, que se diese á D. Juan Sierra testimonio de lo actuado, obligándose á ponerlo en manos del capitan Santellin, ó en las de sus albaceas, para que correspondientemente señalen los efectos fijos con que desean asistir al fomento de dicha fundacion, con tanto jurídico á continuacion de dicho testimonio, para que teniendo su señoría por efectivo este negocio, pasase á discurrir y ejecutar todos los medios y recursos necesarios al pretendido. Determinaron igualmen te, que hallándose en la actualidad en la villa S. S. I. el Sr. obispo de Yucatan, Mtro. D. Fr. Pedro Reyes de los Rios continuando su visita, pasase el escribano de cabildo á las casas de su morada, y con la vénia y aprobacion de su ilustrísima, en vista de las diligencias practiticadas, dar cuenta á México al padre provincial. El ilustrísimo no solo aplaudió los intentos de la villa, sino que para dar desde luego mas calor al negocio, escribió al padre Diego Velez, rector del colegio de Mérida, que le enviase dos jesuitas, para que en compañía de su ilustrísima hiciesen algunos dias de mision. La respuesta fué con los

mismos padres que solicitaba el Sr. obispo. Se enviaron los padres Miguel Rosél y Márcos Zamudio, con órden de no dar un paso en negocio alguno sin órden ó beneplácito de su ilustrísima. La mision se hizo con tanta satisfaccion del celoso prelado y tanto fruto y consuelo de los republicanos, que á voces pedian á los jesuitas, y hubieran hecho quizas alguna piadosa violencia á los padres para que no saliesen del lugar, á no haberse el ilustre ayuntamiento mostrado tan diligente y fervorso en promover el asunto de la fundacion.

En efecto, para el dia 28 de febrero juntaron nuevo cabildo en que determinaron se diese noticia de todo por cartas del mismo ayuntamiento al gobernador y capitan general de la provincia, que lo era entonces D. Fermin Meneses Bravo de Sarábia al padre Antonio Jordan, provincial de la Compañía, y al capitan D. José Santellin. Las respuestas (menos la de dicho Santellin que no se sabe la hubiese) fueron todas muy favorables á los intentos de la villa. El gobernador respondió alabando su cristiana piedad, y prometiendo enviar á Madrid un ventajoso informe de la utilidad é importancia del negocio. Este informe, autorizado de su secretario y teniente general D. José Aguirre, junto con el del Illmo. Sr. obispo, se remitieron á la corte á principios del año siguiente de 1812. Entre tanto, recibió el cabildo de la villa una carta de ciertas personas graves (que no es necesario nombrar) proponiendo como cincuenta y dos años ántes por cédula de S. M. se habia mandado demoler la comenzada fábrica del colegio, que no habia necesidad alguna de los jesuitas en Campeche donde no faltaban muchos eclesiásticos y religiosos que pudieran ocuparse en la educacion de la juventud, sin principal de aquella novedad. Respondió el cabildo que en lo obrado hasta entonces nada habia hecho sino a peticion de las mismas partes que de sus caudales querian fundar una obra tan piadosa, que la utilidad de la villa era conocida y probada muchas veces, que esperaba no esponerse á nuevo desaire siguiendo el negocio por los términos regulares, y con el dictámen de los superiores como habia procedido hasta entonces. Esta representacion desarmó enteramente á los contrarios, y todo quedó en espectacion hasta la resolu. cion de la córte.

El piadoso rey Felipe V, vistos los informes del Sr. obispo, vicario juez eclesiástico y clero secular, los del gobernador y su teniente, con mas los fondos prometidos por Doña María Ugarte, como quiera (dice) que el primer cuidado de mi católico celo al servicio de Dios, es 23

TOM. III.

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