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1732.

sitio y fincas en persona del padre Manuel Andrés Fernandez á 16 de mayo, y en 8 de julio entraron en la villa los padres Manuel Alvarez de Lava, superior del hospicio, y Manuel Rubio, con el hermano Francisco Arriaga, á quienes acompañó desde Celaya el padre Manuel Valtierra. El fruto espiritual que siguió en León al establecimiento de la Compañía, lo manifiesta bien el que los mismos antiguos émulos se vie. ron obligados á ser despues panegiristas de su celo, y las instancias con que toda aquella república solicitó aun en tela de juicio la restitucion de los jesuitas, cuando despues de algunos años por justos motivos hubieron de desamparar el hospicio, como quizá veremos adelante.

No fué solo el nuevo hospicio de Leon con el que aumentó la provincia el padre Juan Antonio de Oviedo. A los principios de 1732, se dispuso la fundacion de otra casa en la villa (hoy ciudad de Santa Fé, real y minas de Guanajuato.) Por dos ocasiones habia pretendido aquel populoso lugar en el siglo XVII, la fundacion de un colegio, y aun á los principios del corriente habia resucitado los antiguos deseos el Sr. D. Juan Antonio Bracamonte, natural de Guanajuato, oidor de la real audiencia de México y arcedeano despues de la Santa Iglesia de Puebla, donde recibido en la Compañía habia fallecido poco ántes. La ciudad, puesta desde el año de 1616 bajo la proteccion de S. Ignacio de Lo. yola, (siete años antes de su canonizacion) parecia tener derecho mas que alguna otra para que trabajase en ella la Compañía.

Desde fines del siglo antecedente se habia establecido allí la congregacion de S. Francisco Javier, á quien en la iglesia de Guadalupe, cuasi fuera del lugar, se hacia cada año por marzo un solemne novenario. El piadoso eclesiástico que rezaba la novena por su particular afecto á nuestra religion, al llegar á la peticion secreta añadia en alta voz:.... Y pídanle todos al Señor, por la intercesion del Santo, que nos traiga á este lugar padres de la Compañía.... Asistió este año, como otros muchos, á la novena la noble Señora Doña Josefa Teresa de Busto y Moya, de la casa de los ilustres marqueses de S. Clemente, y una de las mas distinguidas y poderosas del pais. Se le ofreció en esta ocasion vivísimamente el pensamiento de fundar en Guanajuato colegio de la Compañía; volvió á su casa sin haber comunicado á nadie aquel pasagero ofrecimiento. A poco rato entró á visitarla el vicario y juez eclesiástico de la villa D. Juan de Ocio y Ocampo, y rodando sobre varios asuntos la conversacion, llegó á decirle que con su caudal aun sacada la legítima de sus hijos, podia hacer mucho bien á Guana.

juato fundando allí un colegio. En el ánimo piadoso y discreto de la Señora, no dejó de hacerle alguna impresion la armonía y consonancia de aquellas palabras con la idea que se le habia tan poco ántes ofrecido, y contrayendo mas la conversacion, dijo que estaba pronta, como conviniese en ello su hijo el Dr. D. Ildefonso de Aranda, clérigo presbítero, que era el árbitro de todos sus negocios. Supo este que pendia de su resolucion un asunto tan importante, y partiéndose luego á ver á su madre, no solo le aprobó su designio, diciendo que era lo mejor y mas útil que podia hacer de su caudal, sino que prometió concurrir tambien con diez mil pesos de su legítima paterna. Se ofreció, fuera de eso, á tratar personalmente el negocio con el padre provincial, que no estaba léjos en la visita de los colegios vecinos. Era esto por fines de marzo de 1732, y pocos meses despues pasó el padre Oviedo á Guanajuato. La piadosa fundadora, hallando que podia disponer de cincuenta mil pesos de quinto, ofreció liberalmente toda esta cantidad para dote del colegio. Añadió una obligacion de mantener cinco sugetos, tres operarios, un maestro de gramática y otro de escuela por tiempo de seis años que se daban de término para alcanzar las licencias del rey y del padre general. Para la fábrica de colegio é iglesia hizo escritura de diez mil pesos el ilustre Sr. D. Francisco Matias de Busto y Moya, marqués de S. Clemente, y de cinco mil D. Miguel Herbás. La señora viuda é hijos de D. Andrés de Busto, hermanos de dicho Sr. marqués y de la señora fundadora, dueños en su compañía de la mina de la Cata, D. José de Sardeneta y Legaspi, dueño de la de Rayas, y D. Fran. cisco Iguerátegui, D. Bernardo Riaño, D. José Liceaga de la Asuncion, ofreciendo poner en sus minas la limosna que llaman Piedra de mano, durante la fábrica, perfeccion y adorno de la iglesia. Aceptadas Guanajuato. estas condiciones y obligándose la Compañía á conseguir licencia del rey, volvió el padre provincial á México y envió á Guanajuato los pri. meros jesuitas, por superior al padre Mateo Delgado, que entraron con gran regocijo de todo el lugar en 29 de setiembre de 1732. †

Cuanto ha dicho el padre Alegre es exactísimo. Yo he estado en Guanajua. to y he visto que la memoria de los padres jesuitas se recordaba allí con ternura, despues de sesenta y dos años transcurridos de su espatriacion. S. Ignacio de Lo. yola es patrono de aquella ciudad, y de guarda el 31 de julio, celebrándose gran funcion en la parroquia, y por la tarde, saliéndose multitud de gentes al paseo que Ilaman la Cueva de S. Ignacio. La iglesia de la Compañía de tres naves, es una suntuosa basílica, y su fábrica indica las inmensas sumas á que ascenderia la pie

Entrada de

los primeros jesuitas en

Elogio del Poco ántes habia pasado de esta vida en el colegio máximo, donde padre Domin- actualmente era prefecto de espíritu el padre Domingo de Quiroga, recgo de Quiroga. tor que habia sido del mismo colegio, maestro de novicios y procurador á Roma, sugeto de eminente magisterio y de conocida perfeccion en la vida espiritual, de extraordinaria pureza de alma y cuerpo, que segun el juicio de cuantos le trataban con intimidad: conservó hasta la muerte su pobreza estremada, y constante su interior y estrema mortificacion. Puso el Señor á su direccion muchas almas escogidas que el padre condujo á lo mas sublime de la santidad, ilustrándole su Magestad muchas veces con luz sobrenatural para conocimiento de los mas arcanos pensamientos, y de muchos sucesos futuros, por donde se grangeó la constante opinion de santo, con que fué venerado, y consultado como oráculo en materias de espíritu de los Illmos. Sres. D. Fr. José Lanciego y D. Nicolás de Cervantes. En su muerte se sacaron muchos retratos y se hicieron otras demostraciones que indicaban bien el alto concepto que se tenia de su virtud. A la misma hora en que espiró le vió una alma muy favorecida del Señor entrar en el cielo entre los brazos dulcísimos de nuestro Redentor Jesus. Murió el dia 2 de setiembre.

Entre las misiones circulares que por este año se habian hecho en las diócesis de México y Puebla, fué singular el fruto que se cogió en la ciudad de Cholula y pueblo de Huamantla. En Cholula hubo persona de la primera distincion, que á voces comenzó á decir en la iglesia sus culpas; otras muchas á quienes en la procesion pública fué necesario moderar sus rigorosísimas penitencias. Un jóven habia esta. do por largo tiempo amancebado con tanto descaro, que tenia á su cómplice en casa aparte, sin que juez alguno eclesiástico ó secular se atreviese á remediarlo. En tiempo de la mision prohibió á su manceba que fuese á la iglesia; pero él, á pesar de sus propósitos, hubo de en

dra de mano con que se ha construido. Hoy es el colegio oratorio de los padres felipenses. En él se ha establecido el instituto nacional, donde se enseña la minera. logía y ciencias exactas con grande aprovechamiento. Cuando se expatriaron los jesuitas, hubo en Guanajuato una asonada popular que castigó el visitador D. José Galvez, haciendo ahorcar á varios infelices y predicando al pueblo desde el balcon de su casa, Esta misma pena, aunque secretamente, (segun se asegura) sufrió este ministro despues de algunos años en Madrid. Impuso á la plebe de Guanajuato el vergonzoso tributo de ocho mil pesos anuales que pagaba la diputacion de minería; esta pena influyó mucho en la revolucion de 1810.-EE.

contrarse con uno de nuestros misioneros en parte donde le fué forzoso detenerse y oir, aunque corto rato algunas sentencias. Estas bastaron para hacer en su ánimo tan fuerte impresion, que yendo derechamente á la casa de su perdicion.... Ya esto se acabó, le dijo: yo ya no vuelvo á verte hasta que sea para casarnos en legítimo matrimonio. A la siguiente mañana (sábado) en que habia acostumbrado ayunar desde su tierna edad á la Santísima Vírgen, salió para Atlixco con ánimo de cobrar un poco de dinero para las diligencias necesarias al fin que me. ditaba. Llegó á las cuatro de la tarde, todavía en ayunas, al rancho de un antiguo conocido, que disimulando sus intentos, lo convidó á comer, pensando vengarse de no se qué pasados agravios. En efecto, bebiendo un jarro de agua le disparó un trabuco con que le dejó instantáneamente muerto, Su torpe cómplice, sabido el suceso, hizo con el mismo padre J. J. Martinez una confesion general, y entabló una vida cristiana. En Atotonilco, en Pachuca, en el Real del Monte, en Tisayuca, y en otros muchos lugares del arzobispado, se hicieron amistades, se quitaron por medio del matrimonio innumerables escándalos, tantos, que un teniente de cura escribió á su parroquia, es decir, al cura que estaba ausente.... Que ya en Pachuca no quedaban por casar, sino los clérigos y frailes: se quemaron muchos ídolos y se estirparon muchos perniciosos abusos con grande satisfaccion y consuelo de los celosos misioneros.

Fundacion

en la Pimería

Los que segun las últimas órdenes del rey debian señalarse para la Pimería, á peticion del Illmo. Sr. Crespo, obispo de Durango, estaban de misiones ya en la Sonora desde fines del año antecedente. El padre visitador Cristóbal de Cañas, dispuso que para aprender el idioma se repartiesen en los pueblos antiguos de S. Ignacio y Tubutama, donde los furiosos tabardillos que acometieron á los padres Juan Bautista Grazhoffer, é Ignacio Javier Keller, detuvieron la esperdicion hasta principios de abril de este año. Juntos los ya convalecidos con el padre Felipe Segeser en un lugar llamado Kino, en memoria del fundador de aquellas misiones, el dia 3 de mayo en que se celebra la Invencion de la Santa Cruz, salieron acompañados del capitan del presidio vecino D. Juan Bautista de Anza y de algunos soldados españoles y muchos pimas de los nuevos y antiguos pueblos. Al padre Juan Bautista Grazhoffer se destinó la mision de S. Gabriel y S. Rafael de Guebavi, treinta leguas al Norueste de los Dolores, con las visitas de S. Marcelo, hoy S. Miguel de Sonoidac, siete leguas al Este. A Aribac diez y ocho al Poniente,

á reconocer

Sur de la California.

S. Cayetano y el Xamac de cinco á ocho leguas al Norte con mas de mil cuatrocientas almas. De ahí, pasó la carabana á S. Javier del Bac, donde quedó el padre Felipe Segueser con las visitas de S. Agustin, cinco leguas al Norueste, en que se contaban de poblacion fija mas de mil trescientas almas. Finalmente, la mision de Santa María Soamea, situada veinticinco leguas al Norte con alguna inclinacion al Este de los Dolores, y sus visitas S. Mateo, S. Pedro, Santa Cruz de Quiburi, S. Pablo, con algunas otras rancherías, todas seguidas en espacio de treinta y dos leguas al Norte, con mas de mil ochocientas almas, se dejó al cuidado del padre Ignacio Javier Keller. En todas partes fueron recibidos los padres con grandes demostraciones de jú· bilo de aquellos dóciles pueblos, y que por tantos años con tanta hambre habian esperado quien les partiese el pan de la divina palabra. El capitan del presidio, y el cacique gobernador general de la nacion D. Eusebio Aquibisani, les hicieron en todas partes razonamientos muy acomodados, declarándoles la intencion de S. M. y de su pastor el Sr. obispo de Guadiana (Durango) y la buena voluntad con que los padres se sacrificaban gustosamente á todos los trabajos por el bien de sus almas. De todo esto dieron dicho comandante y los padres exacta cuenta al Illmo. Sr. D. Benito Crespo, y su ilustrísima á la corte de Madrid, sabiendo cuán plausibles habian de ser estas noticias al animoso rey Felipe V. Efectivamente, S. M. recibió con el informe del ilustrísimo y cartas de los misioneros mucha satisfaccion, encargándole diese en su nombre las gracias á los operarios evangélicos y al capitan D. Juan Bautista de Anza por su eficaz aplicacion y cuidado en la fundacion y asiento de aquella nueva cristiandad, y encargando al mismo Sr. obispo continuase sus buenos oficios para el adelantamiento de las referidas conversiones.

Pasa el paEn California, el padre Segismundo Taraval, que de la mision de dre Taraval la Purísima habia pasado á S. Ignacio, emprendió la conquista espiunas islas en ritual de unas nuevas islas á la costa del Sur. Algunos de sus habitala costa del dores atraidos de las persuaciones del cacique de Walimea habian venido á catequizarse con otros muchos de una ranchería llamada Anawa muy cercana de la costa, é instado al padre para que pasase á sus cercanas islas. Nada mas conforme al celo, y aun al génio del padre Taraval que este género de espediciones. Dadas las providencias necesarias para el buen gobierno de su mision, partió para Anawa, distante seis dias de camino, reconoció una grande ensenada que llamó de

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