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cion para envainar la espada que habia acabado con tantas vidas. Desde que se comenzó á tratar con calor de dicho patronato, comenzó á disminuir el número de los muertos, que en 25 de mayo, víspera de la solemne jura, no se enterraron sino tres cadáveres en el campo santo de S. Lázaro donde diariamente pasaban antes de cuarenta y cincuenta. El número de difuntos en sola la ciudad de México debia haber pasado de cuarenta mil, aunque en la gaceta de aquel año solo treinta mil se pusieron. Los cuarenta mil solo se ajustaron sobre un cálculo pru. dencial que quizá se hallará muy corto, sabiendo que la Puebla, ciudad menos populosa de indios, donde se ajustó con mas exactitud, pasaron de cincuenta mil, y de veinte mil en Querétaro con los de los pueblos y haciendas vecinas. De nuestros operarios cuasi todos enfermaron; pero satisfecho el Señor con la resignacion y fervor con que desde el principio del mal habian todos sacrificado sus vidas, se contentó con algunas pocas víctimas. El padre Juan Martinez, de quien arriba hemos hablado, y que con tan singular fervor se aplicó al servicio de los apestados, fue el primero que consumó su sacrificio en 25 de marzo. Siguióle en 12 de abril el padre Francisco María Carboni. En Querétaro el hermano Francisco de Haro, coadjutor temporal, que acompañando á los padres de aquel colegio y asistiendo á los enfermos en el hospital de que la Compañía se hizo cargo, y en que cuasi sin interrupcion trabajó mes y medio, falleció despues de una vida ejemplar el dia 4 de noviembre. En Leon acabó gloriosamente en este mismo piadoso ministerio el padre Manuel Alvarez de Lara, primer superior de aquella residencia, varon muy digno de singular memoria por sus religiosas virtudes, observancia regular, zelo insaciable y constancia en los ministerios de confesonario y púlpito, de quien dura en aquella villa el sentimiento de su pérdida. Murió el dia 24 de enero. En la Puebla acabaron heridos del contagio el padre Juan de la Parra, el padre José Arriola, el padre Manuel Guerrero, el padre Joaquin de Villalovos, el padre José Montes y el padre José Rioseco, insinges operarios, los mas de ellos venerables por su ancianidad, literatura, prelacías, y por los cargos que actualmente ejercian en diferentes honrosas prefecturas y trabajos pasados en las misiones de gentiles. Sobresalió, sin embargo, entre todos el fervóroso padre de pobres y zelosísimo obrero de indios Juan Tello de Siles. Cuidó por 39 años, casi sin intermision, del pasto espiritual de los indios en la capilla de S. Miguel. Recorrió en frecuentes misiones varias veces el vastísimo obispado de

1738.

Puebla, con fruto copioso de conversiones y reforma de costumbres hombre de insigne humildad y de escrupulosa pobreza. Ayunó y rezó el divino oficio aun al tercero dia de la fiebre pestilencial que contrajo sirviendo á sus amados indios. En el delirio de su enfermedad no aten. dia sino lo que le sugerían en lengua mexicana y en ademan de quien confiesa, se le notaba la inclinacion del cuerpo echando continuas absoluciones; involuntario, pero feliz indicio del amor que le llevaba á los ministerios de los prójimos, por quienes habia espuesto y ofrecido al Señor su vida, que consumó como nuestro redentor, en en viernes santo, 19 de abril.

En algunas ciudades del reino donde habia comenzado mas tarde, duró la epidemia hasta principios del año de 1738, tiempo en que ar rebató á la Compañía dos religiosísimos sugetos. En el Espíritu Santo de Puebla falleció el hermano Agustin de Valenciaga, natural de Ascoytia en la provincia de Guipuzcoa. Desde sus tiernos años dió grandes ejemplos de penitencia, recogimiento y oracion, que aun ántes de los diez años ocupaba el lugar de las diversiones pueriles. Sirviendo de peon en la obra que se fabricaba entónces en la casa de Loyola, fué recibido en la Compañía. En ella vivió, tanto en la provin. cia de Castilla como en la de Nueva-España, siendo un perfectísimo ejemplar de hermanos coadjutores. Humilde, sencillo, modesto, laborioso, observantísimo de las reglas, respetuoso á los sacerdotes, devo. tísimo de la Santísima Vírgen, y de una ardiente caridad para con los prójimos, en cuyo servicio murió el dia 13 de enero.. A 22 de abril pasó de esta vida en Leon, tocado del contagio, el padre Francisco Maria Bonali, natural de Cremona, de donde vino en mision por los años de 1731 en que hizo sus votos en la Habana. Ni la detencion de estos en considerable tiempo, ni la del sacerdocio, para que tenia anticipadamente licencia del padre general, fueron bastantes, aunque muy dolorosos motivos para sacar de sus labios la menor queja. En el tiempo de sus estudios en el colegio máximo fué señalado por com. pañero del bendito padre y venerable anciano Domingo de Quiroga, escuela en que tuvo mucho que aprender en paciencia, humildad, resignacion y demas virtudes cristianas y religiosas. De la tercera aprobacion fué señalado al hospicio de Leon, en que el padre superior Manuel de Lava le recibió como á un ángel del cielo, aunque faltándole poco despues tuvo el padre Bonali un poco que padecer del in. discreto celo de algunos. Vivia sí con el consuelo de que el padre

Manuel le prometió á la hora de morir le seguiria en breve, como se cumplió á poco mas del año con la ocasion de la epidemia, á que el celoso operario se entregó sin reserva, y en que acabó con sentimien to de toda la villa que le miraba como á un ángel. * Ya por este tiempo el gobernador de Sinaloa que habia, como dijimos, pasado á Califor, nia dejada la via de la negociacion, siempre lenta y peligrosa en estas naciones incultas é inconstantes, habia procurado y conseguido dar sobre los alzados con dos ó tres reencuentros favorables que los obliga, ron á pedir perdon y entregarse al vencedor. Se les obligó á que entregasen tambien á los autores principales del motin, y lo ejecutaron puntualmente. El gobernador se contentaba con mandarlos á la cos- Muerte de los ta de Nueva-España; pero habiendo pretendido alzarse con el barco en tores del moprincipales auque los conducian fué pecesario pasarlos á cuchillo, excepto unos po, tin de la Cacos que tuvieron despues muy desastrosos fines.

Entre tanto habia venido al Sr. arzobispo vírey órden muy apretada de la corte para que se pusiese como estaba ántes mandado al virey Casafuerte, un presidio en el Sur. Se encomendó la ejecucion al gobernador de Sinaloa, con condicion de que los oficiales y presidiarios de ninguna manera reconociesen ni dependiesen de la voluntad de los misioneros, ni estuviesen sujetos sino inmediatamente al virey de México, sin subordinacion al capitan del presidio de Loreto. Se ser ñalaron treinta soldados que se repartieron en los puestos de S. José, Santiago y la Paz, diez en cada parte, al cargo del capitan D. Ber. nardo Rodriguez Lorenzo, hijo del antiguo capitan de California. Peró como éste, educado por los jesuitas y siguiendo las huellas de su anciano padre, defiriese mucho á los misioneros, presto desagradó al gobernador de Sinaloa, y puso en su lugar á D, Pedro Alvarez de Acevedo. El padre procurador de California representó en México al Sr. arzobispo virey los inconvenientes que podian resultar de aquel nuevo gobierno; pero no solo no consiguió que S. E. I. pusiese el nuevo presidio sobre el pié del antiguo, sino que antes reformó este mandato ordenando que los presidiarios y oficiales de ningun modo fuesen admitidos, nombrados ni pagados, ó tuviesen con el padre superior de California, ó con alguno otro de los misioneros, alguna relacion 6 depen

* Por nota marginal de este manuscrito se añade....... Celebridad en la cano nizacion de S. Juan Francisco de Regis, Ignoro por qué la omitiria el padre Alegre: sin duda que no corresponde á este tiempo.

lifornia.

ques de Villa. puente.

dencia. † Se aumentó al presidio real de Loreto de veinticinco á treinta soldados, y se volvieron á poblar y cultivar las cuatro antiguas y desoladas misiones. En la de Santiago entró el padre Antonio Tempis, de quien haremos mencion en otra parte. A los sucesos de California debemos añadir la dolorosa pérdida que padeció este año de su mas insigne bienhechor, si puede llamarse así solo de la California y no ántes una fuente y tesoro comun de toda la universal Compañía Muerte, elo. gio y liberali. y de todo el orbe cristiano, el ilustre Sr. D. José de la Puente Peña y dad del mar- Castrejon, marqués de Villapuente. Puede decirse con verdad que no hubo en su tiempo obra alguna piadosa á que no concurriese con tanta alegría, que no cabiéndole el gozo en el pecho prorrumpia en acciones de gracias á nuestro Señor por las ocasiones que le proporcionaba de hacer bien á los pobres. Fué en esto muy particular que sus cuantiosísimas limosnas tuvieron siempre por objeto mas que la pobreza corporal el remedio espiritual de las almas. Por este medio consiguió haber sido en su vida, y ser hasta hoy el apóstol de muchísimos pueblos y naciones, que las casas y misioneros dotados con sus limosnas rediman cada dia de las tinieblas de la infidelidad y de la culpa. En la Africa, fuera de grandes sumas remitidas en diversos tiempos para redencion de cautivos, fundó en Argel un hospicio de padres franciscanos observantes para el amparo y pasto espiritual de los cautivos cristianos. En la Asia, á costa de muchos males, remédió á innumerables cristianos de las vejaciones que por la fé de Jesucristo padecian en algunos reinos de la India, en el Japón y en la China. Aquí, para el sustento de misioneros catequistas y fábrica de iglesias, envió en diferentes ocasiones mas de cien mil pesos. En Macao fundó una casa ó cuna de misericordia para recoger los niños que cada dia amanecian espuestos en las calles segun el uso bárbaro de la gente pobre de aquel pais. Para el mismo fin de sustentar ministros y catequistas envió cantidades muy gruesas á los reinos de Travancor, Ternate, Maduré, Coromandel, sosteniendo aquellas florecientes iglesias que entre las continuas hostilidades de los paganos hubieran perecido muchas veces sin este socorro. En Filipinas fundó un presidio de indios boholanos contra las invasiones de los moros que cerraban el paso á la propaga

+ No se pensó así en los dias del conde de Moctezuma cuando se exigió por condicion al fundador padre Salvatierra que él gobernase en todos fueros aquella Colonia..... Ya asómaba desde entonces en el gobierno español la persecucion que se preparaba á los jesuitas.

cion del Evangelio. Fabricó en la India Oriental la iglesia de Pondicheri, y remitió á Jerusalen mucha porcion de pesos para adorno de los santos lugares, y seguridad de los piadosos peregrinos.

En la América, prescindiendo de continuas diarias limosnas á mendigos y vergonzantes, de muchas dotes de virtuosas doncellas, de capellanías y obras de la misma naturaleza de menos considerable costo empleó mas de ochenta mil pesos en la fábrica del convento de S. José Tacubaya de religiosos descalzos de S. Francisco; mas de dos. cientos mil en misiones, barcos, y otras necesidades de California. Fundó en la Pimeria las dos misiones de Busanic y Sonoydad, mudándose por su devocion en el de S. Miguel el nombre que antes tenia de S. Marcelo. Ayudó con diez mil pesos á la fundacion del colegio de Caracas, con diez mil y cincuenta al de la Habana; dejó otros diez mil pesos para la fundacion de una casa de ejercicios en México. Debiéronle no poco fomento las misiones del Nayarit, y las del Moqui y Nuevo-México. En la Europa costeó las informaciones para la beatificacion del venerable padre Luis de la Puente; reedificó y dotó de nuevo el colegio de Santander; fabricó y adornó el colegio é iglesia de la cueva de Manresa, teatro de la penitencia de nuestro padre S. Ig. nacio, y cuna de la Compañía. Comenzó á fundar un colegio de misioneros en la casa y castillo de Javier del reino de Navarra. Sirvió al Sr. D. Felipe V con un regimiento de quinientos sesenta hombres armados y mantenidos á su costa por cerca de año y medio; servicio que S. M. recompensó ofreciéndole el vireinato de México, y rehusó este honor prefiriendo á todo la tranquilidad de su conciencia. En su última ancianidad peregrinó desde México hasta la casa de Nazaret y ciudad de Loreto, vestido de un paño grosero y con voto de no quitarse la barba hasta haber adorado aquel santo lugar. Ofreció á la Santísima Vírgen en su santa casa dones opulentísimos; hizo por todo el camino innumerables limosnas; partió á Roma, y en el Jesus tuvo los ejercicios de nuestro padre S. Ignacio; volvió á España, ofreció en Zaragoza preseas riquísimas al templo é imágen del Pilar. Hospedóse en Madrid en nuestro colegio imperial, donde habiendo dado tres dias antes hasta su capa de limosna, se dió asimismo al Señor pidiendo ser admitido en la Compañía. Hechos con ternura y edificacion de toda la corte los votos religiosos, (falleció el dia 13 de fe brero de 1739. *

* He aquí un gran limosnero solo comparable con el capitan D. Manuel Ferunadez de Fiallo de Oaxaca, de quien ya hemos hablado.

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