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Casa Profesa de México por el fiscal de la real audiencia D. José. Areche, y notificado el padre prepósito con toda la comunidad presente, rezó con ella el Te Deum. El comisionado dispuso que se consumiese el copon de las sagradas formas para inventariar y ocupar los vasos sagrados. Entónces el padre ministro Irágori preguntó si alguno de los jesuitas presentes queria comulgar, y luego todos los padres presentes y aun los legos ó coadjutores se arrodillaron y recibieron la sagrada Eucaristía. Este acto de religion sublime conmovió al comisionado, y cierto que debia producir este efecto, principalmente si iba prevenido contra aquellos religiosos, pues ademas de la pureza de sus conciencias, manifestaba que todas aquellas víctimas estaban de antemano dispuestas á tamaño sacrificio.

Quedaron desde este momento los jesuitas presos en sus colegios de México y las avenidas de las calles tomadas con tropa y cuerpos de guardia. Salieron de México para Veracruz el dia 28 de junio en coches; pero escoltados de no poca tropa. Hicieron alto en la villa y santuario de Guadalupe, y el visitador D. José Galvez, honrado des. pues con el título de marqués de Sonora, les permitió entrar en dicho santuario. Este magnate regentaba la espedicion con bastante calor. En aquella iglesia hicieron los últimos y mas fervientes votos por la felicidad de un pueblo que los idolatraba; multitud de este los rodeaba derramando copiosas lágrimas que no podia restañar la severidad del gobierno ni de sus satélites, y casi llevaba en peso los coches. Co-,. mo el camino de Veracruz no era entónces todo de ruedas, tuvieron que cabalgar muchas veces ó que andar á pié largas distancias; trabajos á la verdad insoportables principalmente para los ancianos y enfermos. Su llegada á la villa de Jalapa parecia una entrada de triunfo, aunque mezclada con amargura; calles, ventanas, azoteas y balcones se veian llenos de toda clase de gentes que bien mostraban en sus semblantes lo que pasaba en sus pechos: necesitóse que la tropa que escoltaba à aquellos espatriados se abriera paso á culatazos por en. medio de la mucha gente.

Llegados que fueron á Veracruz aquel puerto insalubre quitó la vida en pocos dias á treinta y cuatro. El 24 de octubre se embarcaron para la Habana, pues hasta entonces hubo competente número de barcos que los condujeran. Los demas que se hallaban eu las misiones de Tierradentro fueron despues llegando á aquella ciudad paulatinamente. A los cuatro dias de navegacion se levantó un temporal tan

de El deshecho que dispersó el convoy y estuvieron á punto perecer. 13 de noviembre llegarou á la Habana casi todos á una hora, ménos un Paylebot que llegó á las ocho de la noche del mismo dia.

Era gobernador de aquella isla el Baylio D. Frey Antonio María Bucareli, que despues fué nombrado virey de México, gefe lleno de formaba humanidad que virtudes que los trató con la consideracion y su suave carácter. Los espulsos semejaban unos esqueletos estropea. dos de la navegacion y abrumados de pesares. Hospedáronse en el convento de padres Belemitas, y en su iglesia se sepultaron nueve: á los convalecientes se les trasladó á una casa de campo contigua á la ciudad. Reembarcaronse para Cádiz en 23 de diciembre y fondearon allí el 30 de marzo: al siguiente dia se les trasladó al puerto de San. ta María, reuniéndose en un hospicio hasta cuatrocientos jesuitas. El padre provincial Gándara que navegaba en la barca Bizarra, fué impelido por una tormenta á la costa de Portugal, y por poco perecen en unos arrecifes.

A mediados de junio del siguiente año se les reembarcó para Italia, dejando muertos en el puerto de Santa María, quince. Partieron en convoy para la isla de Córcega con indecible incomodidad por la estrechez de los buques, no menos que por la aspereza con que fueron tratados por los gefes de aquellas embarcaciones en la mayor parte. Era moda entonces mostrarse crueles con los jesuitas y detraerlos desvergonzadamente. Llegados á los puntos de Italia que se les designaron, se distribuyeron en varios colegios, en los que guardaron su instituto, hasta que en 16 de agosto de 1773 por medio de dos monseñores se intimó en Roma en el colegio de Jesus al padre general Lorenzo Ricci el breve de estincion. Igual diligencia se practicó en los otros lugares con los rectores por los comisionados del papa. A los de América se les intimó que no podrian regresar á su pátria: este fué para ellos un golpe muy mas sensible que los infortunios pasados hasta entonces. Dióseles una ratera y vilísima cantidad para sus alimentos de los fondos de sus rentas llamadas temporalidades, que ocupó el rey con prepotente mano, en las que creyó hallar un inmenso tesoro, que todo se volvió sal y agua, porque sus agentes no tenian los conocimientos de los jesuitas para manejarlos con acierto, ni tampoco los veian como cosa propia. Distribuidos los jesuitas así espa ñoles como americanos en Bolonia, Roma, Ferrara y otras ciudades escribieron obras muy luminosas que admiraron á la Europa, tanto

mas, cuanto que eran en ella tenidos por frailes de misa, panza y olla. Recordaré con placer los ilustres nombres de Alegre, Abad, Clavigero Landibar, Cavos, Maneiro, Lacunza, Marquez, y otros cuya idea trae como correlativa la de sábios dignos de la inmortalidad y de mejor

.suerte.

La invasion de los franceses en los estados del papa como consecuencia de su espantosa revolucion, de la que fué víctima el Sr. Pio VI, dispersó á los jesuitas que por tal causa regresaron á España, y algunos de los pocos que habian quedado á la América; mas poco les duró el placer de volver á ver su cara pátria, porque aunque abrumados de años, miserias y achaques, fueron en breve recogidos de órden del gobierno español, regentado por el príncipe de la Paz, y encerrados en monasterios de San Cosme y San Diego los padres Juan Luis Maneiro y Lorenzo Cabo. Hacíase (he dicho) como punto de honor y contraseña de ilustrados entre los mandarines españoles, perseguir estos tristes restos de una gran familia, y á unos hombres á quienes las Américas debian en gran parte su civilizacion y servicios de toda especie. Siguióse á esta revolucion la de España por la invasion de Napoleon, contra cuyo inmenso poderío triunfó la constancia y lealtad castellana.

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Restablecido al trono Fernando VII, consideró que aseguraria su dominacion, restableciendo los jesuitas en los dominios españoles, y entónces reaparecieron en México con bastante esplendor en 19 de mayo de 1815. Abrieron su noviciado y comenzaba á prosperar, con jóvenes sábios y virtuosos, cuando las cortes de Madrid en 1820 su poniendo incompatible la libertad civil con la existencia de esta corporacion, decretó su estincion en 6 de setiembre del mismo año. El virey conde del Venadito conminado con la mas estrecha responsabi. lidad, lo puso en ejecucion con indecible sentimiento suyo porque era sincero y piadoso, en 23. de enero de 1821. Entróse á lanzar á los jesuitas del colegio de San Pedro y San Pablo un piquete de tropa del Regimiento espedicionario de cuatro órdenes, y se ejecutó lo mis mo con las religiones hospitalarias de San Juan de Dios, Belén y San Hipólito; falta grande que hoy deplora la porcion del pueblo miserable que recibia de ellas grandes auxilios en sus necesidades.. Estos golpes dados con tanta injusticia como impolítica, aceleraron la con. sumacion de la independencia, dando por resultado que el caudillo que consumó la empresa, (D. Agustin de Iturbide) agregase al título de

libertador de su pátria el de protector de la religion, y que una revolucion emprendida once años antes con el derramamiento de la sangre de doscientas mil víctimas, se terminara en un paseo militar de ocho meses.

nos....

Con la espulsion de los jesuitas ejecutada con un aparato el mas escandaloso, sintió México y todo el reino de Nueva España un golpe fatal por los motivos justos que tenia de amor y gratitud á esta Compañía bienhechora. Sufocó sus lágrimas en el fondo del corazon de sus hijos, porque la sitiaba una fuerza tal y tan vigilante y una policía que observaba hasta sus mas secretos pensamientos. El visi. tador Galvez, director de la espulsion al publicar el bando con que la anunciaba, usaba de un lenguage duro é insultante que no vendria bien ni en la boca de Darío ò de Xerxes, pues osó decir á los mexicaQue habian nacido para obedecer. Esplicóse con alguna libertad en conversaciones privadas D. Francisco Xavier de Esnaurrizar, canónigo de México, y se le arrestó en el castillo de Ulúa. Fué llevado á España el Dr. D. Antonio Lopez Portillo, porque se le supuso autor de la impugnacion de cierta carta pastoral del arzobispo de México Lorenzana, que, como el de Puebla Fuero, se mostró enemigo de los jesuitas. No se le probó á Portillo la calumnia pero se le destinó á la catedral de Valencia por que decia su prelado (segun es voz comun) que no convenia que existiese en México un sabio de tal tamaño que habia merecido de un claustro de esta universidad compuesto de noventa doctores que le concediese gratis las cuatro borlas de las facultades mayores, y que su retrato se colocase en el general de esta ilustre academia. El gobierno suspicaz de Madrid entre varias medidas de precaucion y espionage, mandó que se averiguase el modo de opinar de los Sres. obispos con respecto á la espulsion de los jesuitas: resultó que el de Guadalajara habia indicado sentimiento, y su conducta á buen componer fué tachada en la corte. Esta prohibió que se hablase en pró ni en contra de esta providencia ejecutada.... por motivos reservados á la real conciencia de S. M.; determinacion que se consignó como ley en el código recopilado de Castilla; pero la misma corte, 6 dígase mejor, el gobierno faltando á su mandato, publicó por la imprenta real un folleto en que por órden cronológico se cuentan excesos cometidos por la Compañía desde los dias de su instalacion. En fin, los jesuitas no fueron ni por fueró y derecho vencidos en juicio; y como la presuncion favorable á todo reo siempre se toma de

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la falta de audiencia de este, la de los jesuitas, si no bastó para su completa apología, á lo menos dejó abierto el camino para que el público y la posteridad los juzgase y absolviese. Estánlo hoy y muy ampliamente, pues se hallan repuestos no solo en Roma y en no pocas ciudades de Europa, sino tambien en los llamados paises clásicos de la libertad civil. Existen en Francia, Norte América y en Buenos Aires; su espíritu de caridad ha renacido donde se han presentado á anunciar la paz y el Evangelio; semejante la Compañía á una pequeña luz que estando á punto de apagarse se reanima é ilumina con grande esplendor, así aparece hoy de nuevo por el mundo cristiano, y en medio de las naciones gentiles. Si alguno dudare de esta verdad y fuese para él un problema esta ilustre Compañía, yo le suplico que recorra la inmensa estension de esta América. ¿Qué pais por montañoso y estéril hay en ella que no lo hayan visitado estos hombres singulares? ¿Qué bosques y montañas que no hayan resonado con sus voces? ¿Qué nacion bárbara y gentil que con ellas no hayan sido atraidas al sendero de la verdad? Ninguna....

CONCLUSION.

Repuesto Fernando VII al trono de España, una de las primeras providencias que dictó para asegurarse en él, fué la reposicion de los jesuitas; fuéronlo en México el 19 de mayo de 1815; pero restablecida la constitucion de Cádiz en España las cortes decretaron su estin. cion de la monarquía, cuya declaracion mandó hacer efectiva el mismo soberano en decreto de 6 de setiembre del mismo año, y el virey conde del Venadito en 23 de enero de 1821, aunque muy á pesar suyo. La nacion mexicana, representada por el primer congreso de Chilpancingo, y asistido este por el Exmo. Sr. D. José María Morelos, habia decretado ántes su restitucion por decreto de 6 de noviembre de 1813, á solicitud mia, el cual no tuvo su efecto porque la independencia mexicana no pudo realizarse hasta 28 de setiembre de 1821 en que se estendió la acta en la villa de Tacubaya por la junta soberana que allí reunió el Exmo. Sr. D. Agustin Iturbide. Propúsose su reposicion en la misma junta; pero esta acordó se reservase la resolucion de este asunto al primer congreso general. Grandes novedades ocurridas durante el periodo de su existencia no permitieron tratar este negocio, y para cuya resolucion se hallaban reunidas muchîsimas representaciones de corporaciones y pueblos que clamaban ar

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